Clases prácticas en la piscina
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Yo tengo algunos recuerdos masturbatorios excitantes que contar cuando era un adolescente salido.
No contaré mis pajas en clase porque fueron muchas y normales, si se puede llamar normal a sacar un libro que tapara un poco, sacarme la polla y pajearme en competición con otros amigos en las filas últimas de clase, mientras nos miraban otros (y seguro que el profe se daba cuenta).
Estábamos locos.
Pero eso muestra que yo no tengo mucha vergüenza a la hora de estar con la polla al aire.
Empieza mi relato con la situación que da nombre al título: clases prácticas de anatomía.
Era tiempo caluroso, pero todavía no verano.
Sería el mes de mayo o junio.
Al lado de la piscina, por la tarde, en bañador, un grupito de niños del mismo curso parece que están haciendo deberes…, y me acerco porque entre ese grupito está mi hermana.
Todos son de 5º y tienen 10 años.
Miro y se estaban riendo y soltando paridas sobre unos dibujos de un libro de texto en el que se detallan los aparatos reproductores masculino y femenino.
Ahí había flechas que señalaban las zonas que componen los genitales: pene, testículos, vagina, ovarios, clítoris… ¿Y eso estáis dando en clase?, pregunté yo al grupito de mocosos, que se reían.
Y yo me reía diciéndoles que si daban “clases prácticas” en clase sobre eso, a lo que ellos no acaban de entender.
Los niños ya estaban “calentitos” cuando yo llegué de forma que a unos se les ocurrió hacer eso de las “clases prácticas” que yo, más o menos, expliqué, o sea, hacer un “baile de culos” aireando sus partes.
Estábamos al lado de la piscina de la urbanización, y, aunque era por la tarde y no había nadie, pues tampoco era un sitio muy privado que se diga.
Me propusieron bajarnos los bañadores, pero todos, no solo ellos sino yo también.
Ellos tenían 10 años, pero yo tenía 15, y no tenía el mismo cuerpo que ellos, pero me dejé llevar por su insistencia.
Vale, vamos a dar una clase práctica de genitales, primero vosotros, y al final vais a ver como son los míos.
Aceptaron los 5 (3 chicos y 2 chicas, una de ellas, mi hermana pequeña).
Los chicos se bajaron el bañador y las chicas el bikini, entre risas sin decir nada salvo sonreír.
Yo les explicaba cómo funcionaban los aparatos reproductores, que supongo que ellos ya sabrían por los dibujos del libro.
Acerqué mis dedos, abrí los pequeños labios mayores de una chica en su pequeñita raja: ahí está el clítoris, que si se frota da gustillo, jajajaja.
Luego también mostré abierto el chochito de mi hermana.
Y luego vi los penes de sus amiguitos, tan pequeñitos y casi sin que se viesen los testículos.
Les dije: si toco esos penes tan pequeños, los aplasto.
Mirad el mío y veréis como serán vuestras colitas en unos años.
Y me bajé mi bañador y mostré mis genitales, desarrollados, grandes y peludos.
Se emocionaron los chavales todavía más.
Qué huevazos me decían los niños, jajaja.
Ellos no tenía ni cagaditas de mosca.
Pues mis huevazos hacen leche que hay que meter en el chichi de las chicas, aclaré la teoría.
La única forma es meter y sacar, meter y sacar, meter y sacar hasta que sale la leche en medio de un gran gustazo.
Como no estoy casado (aquí fui puritano, jajaja), no puedo meter mi cola en ninguna mujer, pero pajeándome hago como si así fuera, y pasa lo mismo, que mi polla empieza a escupir leche.
Es más aburrido hacerme una paja, pero hasta que no me case, no hay otra manera de probar cómo funciona mi cola.
Una vez aclarado cómo funciona el pene y las corridas de leche, pasamos a la acción: les dije que si me agarraban el pene por si tenían curiosidad, y los chicos se abalanzaron a mi pene antes que las chicas.
Bueno…, ¡por turnos!.
Y por turnos empezaron a agarrarme la polla, a bajarme el pellejo, y empezó a crecer mi polla desmesuradamente.
Luego otro chico siguió, luego mi hermana (antes que la otra chica), y así todos… y cuando se cansaban, volvía otro a agarrarme la polla.
Mi polla estaba inmensa, y se notaba el contraste con las colitas de los chicos, que aunque estaban tiesas, apenas se diferenciaban en tamaño a cuando las tenían caídas.
Y todo esto al lado de la piscina.
Si lo viera alguien de lejos, vería a niños desnuditos con un joven más mayor también desnudo con su inmensa polla.
Ahora me da escalofrío recordarlo, jajajaja.
Así éramos de osados y de salidos.
Y ya está: tras varios turnos de pajeo, les decía que me estaban dando mucho placer y que estaba a punto de escupir la leche que en los casos “normales” iría dentro del coño de las mujeres.
Y ahí lo vieron todo, como mi rabo expulsaba semen en varias descargas que lo lanzaba lejos.
Una vez concluida mi corrida, nos tocó subirnos los bañadores y darnos un chapuzón.
Ni limpiamos el semen….
Supongo que se evaporaría con el calor.
Aquella sesión supongo que les marcaría a los chavales, pues no hace mucho me lo recordó uno entre risas de ambos…, y advirtiendo que fuimos unos temerarios por haberlo echo en casi público.
Los chicos me lo han recordado años después, pero las chicas no.
Ni la una, ni mi hermana.
Con mi hermana, sin querer convertirla en mi pajera, me hizo después alguna pajilla más, sobre todo en esos dos años antes de que le empezasen a salir tetillas y a convertirse en mujercita.
La siguiente vez que le pedí que me pajeara (que sería la primera vez tras lo de la piscina), me atreví a preguntarla si le había gustado lo de la “clase práctica” y qué le parecía mi rabo.
Como pareció que le gustó aquello, la dije que si podría hacérmelo de nuevo en la habitación, que ya la dije que me da mucho placer.
Me dijo que sí, y en mi habitación me saqué la polla y me dejé pajear.
Pues…, sin que fueran todos los días…, quizá una vez a la semana, un par al mes…, que yo estuviera cachondo, que tuviéramos tiempo… Y acabo este relato con una vez que nos pillaron:
A mí una vez me pilló mi madre pajeándome en el cuarto de baño.
Tan tonto fui de no oírla, y mientras me secaba tras ducharme, me estaba dando un “masaje” con mi polla a punto de explotar.
No me enteré, y mi madre entró al baño.
Zas…, mi polla a tope, me pilló con mi polla a tope y mi mano pajeándola.
Dijo ella “perdón”, entró, cogió un trapo, y salió.
Pues bueno… Supongo que situaciones parecidas les habrá pasado a muchos chicos tontos como yo, jajaja.
Con mi hermana fue en mi habitación.
También fue mi madre la que nos pilló.
En una de esas que le dije a mi hermana que si quería pajearme, estábamos yo con el pantalón y ropa interior bajada, y mi hermana dándole con la mano a mi polla, sube, baja, sube, baja…, pero la puerta no estaba cerrada sino entornada.
Y tonto que fui yo que podría sacarme la polla tras la bragueta y con el pantalón subido…, pero no, estaba más cómodo con pantalones y gayumbos bajados, con los huevazos al aire y mi polla apuntando a las nubes.
Y, mientras mi hermana me estaba dando un soberano masaje, se asoma mi madre y mirando dice: “venga, acabad que está la cena en cinco minutos”.
Bufffff, ya no sé si con “acabad” se refería a acabad los deberes o a acabar el pajote, jajaja.
Se volvió mi madre a la cocina, y yo seguía con la polla tiesa.
Le dije a mi hermana que prosiguiera con la paja, y ya daba igual, pues mi polla seguía dura como hierro y mi corazón también seguía galopando a cien.
La corrida fue enorme, que no solo hizo un charco bueno en el escritorio sino que algunos chorros ducharon la ropa de mi hermana.
La intentamos quitar como podíamos mientras se oía al fondo a mamá gritando “¡qué está ya la cena!”.
Sin ninguna duda, mi madre observó todo lo que hacíamos en ese momento que asomó la cabeza tras la puerta.
No sé qué pensar todavía ahora.
Supongo que lo tomaría como juegos sexuales inocentes de niños…, aunque yo no era ya un niño.
Bueno…, me sigue excitando recordar esto.
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