Como ser CD y no morir en el intento. 1
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por MaicaCD.
Nací en 1956 y sigo activa. Pase cuatro años de mi infancia en un internado del norte de la península ibérica sin que nadie abusara de mí. El colegio lo regentaban monjitas y detrás se hallaba el seminario. Yo era monaguillo, en el cole y en el seminario. Había domingos que ayudaba hasta diez misas en latín, y nunca me metieron mano. Recién cumplidos los doce fui a vivir con mis abuelos a la Ciudad Condal, esto supuso un cambio radical de vida. No monjas, no curas, no disciplina; la libertad, el despertar a la sexualidad. Me tocaba la polla y me crecía, me salieron pelitos en el pubis, me gustaban las niñas pero, no tenía ni puta idea de nada. Como me gustaba tocarme, sobre todo en la ducha. Y un día vino mi primera corrida; ¡dios, que susto! No entendía nada, no sabía nada, pero que gusto. Cogí tal afición que llegue a masturbarme hasta trece veces en un día, lo juro. En aquel tiempo existían los cines de barrio, dos películas y el noticiero del régimen en sesión continua. Comenzaba a las cuatro de la tarde y repetían las pelis hasta el cierre por la noche. Un buen día me metí en el cine, me senté en la última fila al lado del pasillo lateral. Llevaba ya un rato viendo la pantalla cuando note un cosquilleo en el muslo, instintivamente me aparte, a mi lado había un hombre con la americana sobre su regazo y creí que sin querer me había rozado. Seguí a lo mío y ratito después vuelvo a notar el cosquilleo, no le di importancia pero el cosquilleo seguía y avanzaba por mi muslo, poco a poco, muy suave, cada vez un poquito más arriba. No entendía nada, estaba petifricado ¿la americana se movía sola? No podía o no sabía reaccionar y para colmo me estaba entrando una erección. Mi polla cada vez más dura, el cosquilleo más arriba, la mirada fija en la pantalla, el cosquilleo más arriba, mi polla a punto de reventar. Estaba claro, a mis doce años, por primera vez, me estaban metiendo mano y además un hombre. Cuando noté que el cosquilleo iba a llegar a mi polla me corrí. De un salto me levanté, me dirigí a la salida y enfile la calle hasta mi casa sin darme cuenta del manchurrón que llevaba en la bragueta.
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