De una simple cascarita a mucho más acción.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por capicapicapicapi.
Por lo general los Domingos por la mañana, en la ciudad donde vivo, las calles están muy solas pero ese día que iba a desayunar había un chavo de aproximadamente 16 años junto con otros 5 niños mucho menor que él, calculo entre 7-9 años de edad.
Se quedaron quietos cuando pasé en la camioneta y el mayor sonreía.
Se me hizo un poco curioso porque repito casi nunca se ve gente temprano en la calle.
Cerca de donde fui a desayunar hay un enorme parque y los vi que iban corriendo por ahí.
Después me fui a trabajar fuera de la ciudad y regresé casi al mes.
Igual era un Domingo cuando volví y los miré.
Me dijeron que si les daba ride y al preguntarles que para dónde supe que iban al parque, se subieron en la parte de atrás y los llevé.
Me estacioné afuera del parque y caminé a desayunar mientras ellos iban con una pelota a jugar futbol.
Cuando terminé de desayunar fui al parque al verlos jugar, no de muy cerca aunque el mayor se dio cuenta que los observaba.
Cada que metía un gol le daba arrimones a un pequeño y se reía pícaramente.
Aunque se me hacía excitante no le di importancia pues eran niños jugando simplemente.
Cuando volví a la camioneta me di cuenta que la gente había dejado basura en la caja, no sé si en sus ciudades la gente haga eso pero por acá es común.
Me puse a limpiar y llevar la basura a un bote del parque cuando ellos ya venían de regreso, me pidieron de favor que si los llevaba, les dije que sí y que podían subirse a adelante, el sol estaba muy fuerte y la camioneta es doble cabina por lo que cabían bien todos.
Así surgió un poco de platica y me decían que todos los fines de echaban una cascarita de fucho (un partido de futbol) y me enteré que el mayor se llamaba Renato y no tenía 16 como supuse sino su edad era 14 años.
Les dije que si podía dejarlos afuera de la escuela donde los había recogido y aceptaron, después yo me fui a casa.
Esa noche me la jalé pensando en ese chamaco, mide 170 cm aproximadamente, delgado con un ligero bigote delgado, blanco, ojos grandes color verde y cabello castaño rizado, le pude ver sus piernas velludas y el bulto marcado en su short.
El miércoles que estaba en casa descansando salí a regar las plantas del patio de enfrente y lo miré que caminaba por ahí, me le quedé viendo y se acercó
– ¿Quiubo? ¿Qué pedo? ¿Qué haciendo?– me dijo cuando se acercó
–Aquí nomas, salí a regar las plantas ¿Qué andas haciendo por acá?–
–Vine a visitar a una amiga sólo que iban a salir y me quedé pendejeando en la calle–
–¿Amiga? ¿No será la novia?–
–No nada de eso, está medio Federica– (comúnmente los jóvenes dicen así cuando es fea)
Nos quedamos callados un rato y me puse a regar las plantas
–Oye está bien chida tu camioneta ¿Cuándo damos el rol?– me dijo ya más desinhibido
– ¿Ves? Te digo que ya quieres salir con la novia–
–No qué pasó mi Mike, yo así me divierto mejor ¿Oye me puedes regalar agua?–
–Sí Renato–
–¿Te acuerdas de mi nombre? Yo pensé que ni te ibas a acordar de mí–
–También me acuerdo de las cascaritas–
Le moví el cabello y le dije que esperara ahí en lo que metía al perro en el patio trasero porque luego se pone a ladrar como loco cuando ve gente en la casa.
–Ya puedes pasar Renato–
–Oye pero dime Reno; así me dicen mis compas ¿Tú como te llamas?–
–Dime Capi, mis compas me dicen así–
–Oye que casa tan chida y grande, me imagino tu esposa se ha de cansar limpiándola–
–No tengo esposa–
–Ah cabrón entonces que chinga te debes llevar–
–De vez en cuando viene una señora a limpiarla- le dije mientras le daba un vaso con agua
–Oye ¿vas a salir ahorita?–
–Al rato saldré a comer–
–Es que la verdad ahorita no tengo a donde ir y me preguntaba si podía quedarme un rato aquí, puedo ayudarte a limpiar la casa, podar los árboles, lavar la camioneta, cualquier cosa que necesites–
–No ocupo nada pero puedes quedarte ¿Van a pasar por tí?
–No compa ¡qué va! Mis papás fueron a llevar a mi hermana a un festival de la escuela y yo me vine para acá, van a llegar un poco tarde, por eso te preguntaba si saldrías–
– ¿a ti no te gustan los festivales?–
–Nel, ni la escuela, hace 3 semanas me expulsaron y voy a entrar hasta el próximo año–
–¿Qué hiciste?–
–Más bien que no hice, mejor luego te cuento de eso.
Otro día que venga de visita ¿va?–
–¿Pero seguro que vienes?–
–Sí ¡a huevo!–
Le dije que si quería podíamos ir a comer y me dijo que mejor pidiéramos una pizza y servía que le daba una cerveza, lo de la cerveza le dije que no pero la pizza la pedí, de hecho pedí dos.
Duramos un rato charlando y en eso le llegó un whatsapp, me dijo que tenía que irse porque su amigo estaba solo e iban a hacer unas cosillas antes de que regresara su mamá y que mejor nos veíamos el Domingo a las 8:30 de la mañana en el parque para jugar una cascarita.
Así que ese día el perro comió pizza ya que era demasiada.
El Domingo cuando desperté recordé pero tenía flojera levantarme, cerca de las 10 llegué al parque y me sorprendí que estuvieran ahí, cuando me vio “Reno” me saludó y me dijo que fuera para jugar, me sentía algo ridículo por mi edad y sobre todo jugando con los más peques.
Hicimos dos equipos uno de Reno y 3 niños y el mío con dos niños más.
El primer equipo al que le metieran gol se debía quitar la camisa y pues les metimos uno.
Ahí fue cuando me empecé a excitar no sólo al ver a Reno sino al más pequeño que le apodaban “Mantequilla” un pequeño de apenas 6 años muy flaquito, demasiado chaparrito, blanco, cabello negro muy oscuro y unos increíbles ojos azul-verde casi turquesa que por cierto era muy torpe para jugar.
La verdad es que el bulto ya se me notaba pero los demás no decían nada.
Tan pronto como metimos el primer gol Reno dijo que aún así nos ganaría y que me apostaba
–La cosa va así: si ganamos me darás una cerveza por cada gol de diferencia que tengamos, y dos por cada gol que yo mismo meta–
–¿Dos por un gol tuyo? Eso es demasiado.
– le contesté
–Pero mira sólo si ganamos, si meto varios goles pero no ganamos no me darás ninguna y haré lo que tu me pidas–
–Bueno eso suena mejor–
–¿Qué me vas a pedir?– Me preguntó Renato mientras los demás peques ya querían seguir jugando.
–Es que no sé que pedir, eso debo analizarlo con mi equipo–
–¡No! Pero si la apuesta es sólo entre tú y yo–
–Hmmmm es que de verdad nada se me ocurre–
–Si me ganas yo debo correr 3 vueltas a la cancha completamente desnudo ¿va?–
–¿Seguro que no te rajas?–
–¿Qué pasó compa o apoco tiene miedo de perder y darme unas cheves? Yo me estoy arriesgando más–
–Bueno va pero deberá ser hoy mismo la paga de apuestas–
Así comenzó una emocionante cascarita de futbol, y el pequeño Mantequilla corriendo agitado de lado a lado sin saber bien y su melena meciéndose con el viento, debo admitir que Reno de verdad quería ganar pues después del gol que le metimos hizo él 3 o de plano mi equipo era muy malo, teníamos un celular para medir el tiempo que cada uno era de 10 minutos, breve pero agitador.
Pude ver que cada que metía gol Reno le daba unos arrimones a Mantequilla mientras que cada que metía gol mi equipo dos dábamos un abrazo grupal y yo aprovechaba para frotar esos ricos cuerpecitos.
El marcador iba 9 a 3, ganando el equipo de Reno, faltaban 8 minutos cuando, sin importar mi tamaño, me dediqué a meter tantos goles como podía.
Reno ya estaba molesto pues llevábamos 16 mientras que su equipo iba en 11 y así fue como terminamos, ganó mi equipo.
Se que parece abusivo pero no podía perder la oportunidad de ver desnudo a Reno corriendo.
Terminando el partido estábamos agotados y algo sudados, Mantequilla tenía sed les dije que compraría unas botellas de agua pero todos decidieron que querían una Coca Cola y las compré.
–Ya casi me voy y no te veo con ganas de cumplir tu apuesta– le dije a Renato
–Crees que no soy de palabra o qué compa–
Y rápidamente se quitó el short, el parque estaba vacío pude ver que llevaba una trusa corta color verde fruit of the loom y que le salían algunos pelos de ella, se quitó los tenis y los calcetines, se volvió a poner los tenis y se quitó la trusa, cubriéndose con sus dos manos comenzó a correr y cumplir la apuesta, los demás niños se reían mientras el pequeño Mantequilla no dejaba de tomar su Coca cola, cuando era la última vuelta Reno levantó sus manos y dejo ver su verga semi erecta, demasiado peluda y con esos vellos risados, los niños ahora reían más y gritó “Huevos putos perdí pero cumplo”.
Se acercó a Mantequilla y lo tomó de la cabeza y lo empujó a su verga (aún en forma de broma) como para que le diera un beso y seguían los demás riendo, se puso el short y se quedó sin camisa.
Agarró su trusa y le dio vueltas con su mano en el aire hasta que después se la puso a Mantequilla en la cara y le dijo que las oliera, todos reían hasta que Mantequilla comenzó a llorar debido a que le picó el ojo al momento de ponerle la trusa en su cara.
Al verlo llorar todos se callaron, yo me acerqué y lo abracé, el abrió sus pies y me abrazó con ellos y con sus brazos se pegó a mi cuello.
–Pinche vato maricón ya no te vamos a traer a jugar– dijo Reno a Mantequilla
–Déjalo está chiquito aún– le respondí
La verdad es que se sentía rico tenerlo abrazado así y más viendo a Reno, tenía ya un poco de vello en su pecho era curioso pues apenas tiene 14 años, sus axilas muy peludas al igual que una línea que iba desde su ombligo hasta el pubis.
Cuando dejó de llorar Mantequilla lo bajé y nos pusimos a conversar.
Reno lo tomó de la mano y dijo que ya se iba, no sin antes haberme pedido mi número de celular.
Yo me ofrecí a llevarlos a sus casas, todos vivían en la misma calle a excepción de Reno y Mantequilla.
Cuando ya iba de regreso a casa me llegó un mensaje de Reno diciéndome que me estaban esperando en el parque, le pregunté que quiénes y dijo que él y Mantequilla que pasara por ellos por favor.
Regresé al parque y estaban sentados debajo de un árbol a la sombra.
Igual seguía medio vacío.
–¿No lo ibas a llevar a su casa?– le pregunté a Reno
–Es que no me quiero ir a la casa-–añadió Mantequilla– y tengo hambre–
–Quiere una nieve y un chingo de cosas–interrumpió Reno– ya le compré varias cosas y su mamá nomas me dio 20 pesos pero el niño no para, yo ya no traigo dinero–
–Es que si tengo mucha hambre– repitió Mantequilla
–Creo que ahora sí comeremos pizza ¿O no Reno? Vamos a comprar unas pizzas y nos venimos al parque a comer y después vamos por una nieve–
–Ya le dije a este cabrón que si sigue chingando lo que le voy a dar va a ser leche pero de mi verga.
Jajajá– Dijo Renato riéndose
–Ya te dije que la tuya no me gusta Reno– dijo Mantequilla muy enojado
Capi: mejor vamos por la pizza y ya no sigan discutiendo.
Reno: pero nos la comemos en tu casa este pinche parque está bien culero
Mantequilla: Yo ya tengo hambre
Capi: súbanse a la camioneta pues.
Llegamos por unas pizzas y fue algo tardado apenas íbamos en la camioneta cuando ellos ya estaban comiendo.
Reno: ¿No vas a comer?
Capi: Voy manejando, no puedo.
Te digo que es mejor pararnos en un lado y comer aquí
Reno: Dijimos que en tu casa ¿o te vas a rajar?
Mantequilla: Ahora tengo sed
Reno: mira pinche maricón sigue chingando y me saco la verga y me chupas los miados si tienes sed.
Capi: Vamos para la casa, total no está lejos.
Al verle las piernas peluditas a Reno mi verga se ponía dura, Mantequilla iba en la cabina de atrás comiendo y Reno ada que podía se jalaba el short y dejaba ver sus pelos, se había quitado la playera.
De pronto agarró un pedazo de pizza y me dijo abre la boca, me quedé fuera de onda porque no entendía, “te voy a dar de comer en la boca, vas manejando y no puedes comer”.
Con algo de pena la abrí y se acercó a mí para darme pizza
–¿Te gustó?– me preguntó Reno
–¿Qué cosa?– le pregunté ahora yo
–Que te diera de comer en la boca ¿o te gustó otra cosa?–
–Pues sí ¡gracias!– le respondí algo nervioso
–Me agarré los huevos peludos y sudados y así te di la pizza–
–Siempre haces eso y te los hueles cuando terminamos de jugar y me pones los dedos en la nariz– dijo Mantequilla
–No te pregunté a ti ¿O sí Mante?
–No seas mamón Reno ¿haces eso?
–Aún vengo sin trusas ¿no me crees?– me dijo Reno mientras se bajaba un poco el short y dejaba salir sus vellos rizados.
Eso me calentó demasiado
–¿A ti no te sudan o que vergas compa?–
–Pues sí, también me sudan después de correr y más ahorita con el sol– le respondí
–¿Los traes sudados como los míos?–
–¿Los quieres oler o qué pedo Renato?
–Mejor huele los míos– me dijo y se los tocó y arrimaba sus dedos a mi nariz.
Llegamos a casa y yo ya iba con la verga muy dura, metí la camioneta en el garaje para que así no nos viera algún vecino bajar y menos con mi verga dura.
Mientras comíamos no dejábamos de vernos a los ojos Renato y yo, mientras mantequilla parecía no haber comido en meses, comía y bebía.
–¿No me vas a invitar una cerveza?– me preguntó Renato
–Estás muy chico para eso y luego si te emborrachas me meteré en problemas– le dije
–Reno seguido toma cervezas por eso lo corrieron de la escuela– comentó mantequilla
–Ya vas a empezar de chismoso Mante, si no te callas te voy a meter la verga en la boca–
–Con razón vas a estudiar hasta el siguiente año– le dije
–¿Vas a jalar con las cheves o te agüitas? Es más si me das una le digo a Mantequilla que te huela los huevos–
–Pero Reno tu eres el que quiere la cerveza, entonces huéleselos tú–
–Es verdad Reno, si eres tú el que quiere la cheve deberías olerlos tú–
Se puso de pie y se acercó a mí, estábamos en la barra del desayunador, hizo girar mi banco y me abrió los pies, me agarró suavemente los huevos y dijo
–Ve por la cerveza–
Ni lo dudé un poco y me levanté por un par de cervezas y volví a sentarme en el banco, puse las cervezas en la barra y me senté pero Reno me puso de pie.
Se hincó y comenzó a sacar mi verga, mi trusa estaba ya chorreada de precum.
–Ya la traes bien parada ¿verdad?–
–¿no se nota o que mijo?
–Hasta babeada está–
Sin tocarme la verga me bajó la trusa y mi verga salió palpitante, chorreada y bien dura, él la observó sorprendido y se quedó quieto, luego se sobó la suya y bajo mi trusa hasta los tobillos, se acercó lentamente a mis huevos peludos y los olfateó, daba pequeños roses con su nariz que hacía que mi verga se pusiera aún más dura pero no decía nada, solo me veía a los ojos mientras lo hacía
–Ya dame la cheve ¡no seas puto Capi–
me agaché un poco para subirme la trusa y dijo
–No, no, no, pa’ que te la guardas, así está mas chido ¿o te agüitas?–
Me senté en el banco ya sin trusa y la verga bien babeante mientras que el destapaba la cheve, Mantequilla se acercó a mí y dijo
–No mames está bien gorda–
–¿Ya se te anda antojando putito?– Le dijo Reno a Mante
Se quitó el short y dejó salir su verga bien dura, también ya la traía lubricada, la tenía no muy larga pero eso sí gruesa, unos huevotes muy grandes, demasiado y muy peludos, ese pequeño de 14 años la tenía tan peluda como la mía pero con sus vellos muy rizados.
–Saca las pornos ¿o te agüitas?– me dijo Reno
–Pero el niño está aquí ¿y si dice algo?–
–Yo nunca digo nada– dijo Mantequilla – cuando nos quedamos solos siempre vemos–
–¿Ya ves? No dice nada el Mante si hasta se le pone durilla al morrito–
Como en la casa tengo cable con pornos nos fuimos a la sala los tres y le dí el control remoto a Reno para que el eligiera cual ver, puso de negros follando blancas y nos dispusimos a verlas tranquilamente, me quité la playera y el pequeño mantequilla se unió al desnudo.
Era algo un poco riesgoso y a la vez excitante.
Luego Renato cambio de canal y empezamos a ver anales.
–No mames pinche vergota que le meten a esa señora y se la come como si nada–
–Sí Reno, se la come toda…–
–Jajajá se la está metiendo por la colita a la señora– dijo Mantequilla inocentemente
–¿Por qué te ríes Mante?– le pregunté
–Es que a las mujeres se les mete por su cosita de adelante y a los hombre se les debe meter por la colita y a esa señora no le atinaron en su cosita de adelante–
–¡Pero que Pendejo estás Mante! Se les puede meter por los dos lados– dijo Reno
–Pero tú la otra vez me dijiste que a los niños y hombres sólo se les mete por la colita–
Entonces le pregunté –¿Qué más te dijo Reno? Parece que es muy experto–
Reno se levantó y le tapó la boca, lo sentó a su lado izquierdo de tal manera que en el sofá, de izquierda a derecha, estaba Mantequilla, después Reno y al otro extremo yo.
Nos quedamos callados viendo la porno con las vergas muy dura, Reno le tomó la mano a Mantequilla y se la puso en su verga.
Mantequilla, al parecer ya muy adiestrado, comenzó a masturbarlo, primero con una mano y después con las dos.
Reno puso sus manos detrás de su nuca cerró un poco los ojos mientras hacía su cabeza hacia atrás y me llegó un leve olor de su axila sudada.
Sin abrir los ojos me preguntó
–¿Tú no te la vas a jalar?–
No dije nada y con lo lubricada que tenía la verga me la empecé a sobar y masturbar suavemente.
Mantequilla se cambió y se puso entre los dos.
Reno abrió los ojos y aún mudo le puso su otra mano en mi verga.
Así el pequeño Mantequilla nos masturbaba a los dos.
¡Dios mío! Eso se sentía tan genial Esa mano un poco fría porque seguía bebiendo soda contrastaba con lo caliente de mi verga, esa pequeña mano apenas abarcaba una cuarta parte de mi verga, aunque Mantequilla era torpe en muchas cosas para masturbar era muy experto.
Acaricia los huevos, jalaba un poco los pelitos y masajeaba el glande, y así se la pasaba recorriendo los vergas, lo disfrutaba tanto como nosotros.
Mi verga seguía lubricando, yo sentía que ya casi se me salía la leche pero debería aguantar más, esto apenas iba empezando.
Reno puso su mano en la espalda de Mantequilla e iba bajando hasta sus nalguitas.
Mantequilla ahora masturbaba velozmente y yo ya casi explotaba pero Reno le dijo que lo hiciera despacio y suave.
Así el pequeño Mantequilla bajó la velocidad del movimiento de sus manos y con una sutil delicadeza masajeaba nuestras vergas.
Reno metió su dedo anular en mi boca, se lo chupé sin decir nada y después lo fue metiendo en el culito de Mante.
Mante se levantó un poco del sofá y dejó de masturbarnos mientras abría sus nalguitas y reía un poco mientras el dedo se metía más en su cuerpo.
Ahora Reno chupó mi dedo pulgar de la mano izquierda y me lo dejó lleno de saliva, se puso de pie y le abrió las nalguita a Mante mientras con su mirada me indicó que era mi turno de introducir mi dedo en el diminuto anito de Mante, color rosado y ya se le veía dilatado, cuando lo fui metiendo el pujó, apretaba y aflojaba su ano de tal manera que parecía que daba masaje con su culo en mi dedo.
Yo ya sentía que no podía más.
Mantequilla estaba totalmente empinado su cabeza entre sus dos pies, sus dos manos agarrando sus pies cerca de los tobillos y empezaba a gemir muy excitado.
Mi dedo no tuvo problema alguno en introducirse en su pequeño ano.
–¿Te gusta putito?– le dijo Reno a Mante
–Me da cosquillitas pero se siente rico–
Con una mano yo me masturbaba y con la otra masturbaba ese culito de Mantequilla.
Luego Reno se sentó en el sofá, abrió mucho sus pies, tanto que uno lo puso sobre mi pierna, tomó al pequeño Mante con sus manos y se lo sentó sobre su verga, sin penetrarlo.
Puso su verga entre los pies de Mante de tal manera que rosaban sus huevitos y el se hacía como que lo cogía, Mante se quedaba quieto y se dejaba menear como lo hicieran, luego me dijo Reno que seguía mi turno, ni lo dudé.
Con una sola mano lo tomé del arco de su axila que podía abarcar pecho y espalda y lo levanté, me acomodé la verga y lo senté sobre mí, por mi panzilla me hice hacia delante y me recosté en el sofá, tomé al pequeño Mante con ambas manos que fácilmente abarcaba toda su circunferencia y lo meneaba como si estuviera montándome, le metí un dedo y el pequeño gemía.
Reno se puso hincado frente a mí.
Mante masturbaba con sus dos manos mi verga ya dura y completamente mojada mientras que Reno jugaba con mis bolas.
Le avisé que ya me iba a vaciar y entonces se puso de pie y comenzó a masturbarse ferozmente, mi leche se salió sin control alguno, no pude evitarlo, fue tan grande el disparo que le cayó a Mante en su cara, su cabello, pecho, hombros, piernas y bueno a mí también me llegó a la cara y hombros.
Mientras salía mi leche Mante jamás soltó la verga y le daba más duro.
Luego siguió Reno de venirse, me apretó de la pierna, gimió y tomó a Mante del cuello como si lo fuera a asfixiar y dejó salir sus chorros y chorros de leche, movió a Mante para asegurarse que su leche cayera en mí, y así fue.
Pude sentir su leche espesa y muy caliente cayendo en mi cara pecho y bajando hasta mi panza.
Fue un momento genial y maravilloso que los tres disfrutamos.
Ya cuando pasó el efecto de la excitación y adrenalina me llegó un poco de nervios.
Pero no puedo dudar que los tres los disfrutamos y lo mejor estaba por venir…
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!