Descubrimiento de los genitales de los adultos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Cada vez que recuerdo estos sucedidos, me traen buenos recuerdos excitantes, jeje.
Tenía yo menos de 10 años y fui a unos campamentos de verano de varias semanas. Yo iba con dos amigos de mi edad y ya había ido otros veranos a otros campamentos. Era en un paraje bonito, en plena sierra… Yo ya sabía qué significaba ser novatos, o ser los pardillos… y siempre se espera alguna broma gamberra por parte de los que ya estaban desde principios de mes…, pero, la novatada no nos la hicieron los mismos chicos de nuestra edad que ya estaban en el campamento, sino los monitores. Estos monitores eran los “mayores”, porque eran mayores que nosotros y los responsables. No llegaban a mayores de edad, pero andaban por esos años: 16, 17 años… Según llegamos los novatos (no eramos muchos), ya nos amenazaban con novatadas, con bromitas.
Voy al grano. En medio del monte había una piscina natural, donde nos bañábamos por la mañana a una hora concreta (con nuestros bañadores, toallas…, y los que no sabían nadar, aprendían. A mí no me hizo falta aprender porque ya sabía nadar). El agua estaba fría porque la piscina estaba alimentada por fuentes y arroyos que caían del monte. El caso es que, no recuerdo bien si fue la segunda o tercera tarde, que fui con mis dos amigos por la charca por la tarde (por la mañana nos bañábamos, y a la caída de la tarde teníamos tiempo libre hasta la cena). Y en la charca estaban varios monitores chapoteando…, pero, como Dios los trajo al mundo. Fue mi primera vez que vi a unos hombres adultos desnudos (tendrían 17 años, pero para mí me parecían personas adultas, con pelos por todas partes). Uno de ellos estaba con el pene todo tieso y a mí me alucinó ver semejante palo tan grande entre sus piernas (no había visto antes un pene adulto erecto, y el mio de 9 años era una birria).
Ellos se dieron cuenta y nos llamaron para que nos acercáramos. Estaban los monitores de cachondeo y se acordaron de que éramos novatos y nos iban a poner una novatada. Imaginad tres chicos de nueve años rodeados de varios chicos de 17, desnudos, y que estaban en plan cachondeo. Uno de los monitores nos puso de novatada que pajeáramos al que tenía la polla tiesa. Le miramos, y él asentía. “¿Cómo lo hacemos?”, decíamos, un poco nerviosos, pero deseando hacerlo (bueno, hablo por mí: yo quería hacerlo porque me parecía que había entrado en el mundo secreto de los mayores y era muy interesante. Supongo que a todos los niños les pasa algo parecido). El primer niño que se acercó al monitor de la polla tiesa fue quien recibió las “clases” de cómo pajear, y los demás lo observamos para cuando fuese nuestro turno. Puso su pequeña mano en ese gran pene peludo lleno de venas y el monitor con su mano le sujetaba la suya al pene mientras subía y bajaba. Como es fácil de aprender, en un rato estaba mi amigo pajeando al chico.
Luego, me tocó a mí el turno. Buff, jeje, me pareció imposible ese tamaño de polla (acostumbrado a la mía). Estaba el pene del chico muy duro y caliente, e hice lo mismo que mi amigo: agarrar, y subir y bajar durante un rato. Pude ver como bamboleaban sus huevos cuando mi sacudida era más rápida y, la verdad, sigo recordando todo esto con gran emoción, jeje. Tras un rato, le tocó el turno al tercero de los novatos, que lo hizo como nosotros. En ese rato, los otros monitores que estaban desnudos, les fue creciendo el pene hasta tenerlo tieso como el primer monitor, cosa que lo fui viendo y asombrándome. Después de un rato, cada uno de nosotros 3 estábamos con un monitor pajeándole, y había un cuarto monitor que se movía entre nosotros y era cuando pajeábamos a dos manos (a nuestro monitor que nos había tocado pajearle y al cuarto con la otra mano). La verdad es que me lo pasé bien…; estaba excitado y nervioso, sabiendo que hacía algo secreto. No llegamos a sacarles la leche a los mayores porque se pasaba el tiempo y había que volver al campamento, pero nos dijeron que la novatada no había acabado, porque pajear solo era la primer parte. Teníamos que chupar la polla también. Bueno……., con sus pollas bien tiesas, se las acomodaron en su ropa interior y se vistieron. Fuimos al campamento a hacer unos preparativos antes de la cena.
Debían de estar muy cachondos esos cuatro monitores, porque ya en el campamento nos dijeron si queríamos acabar la novatada (o sea, chupar sus pollas) esa misma noche. Y dijimos que sí. Nos dijeron que esperásemos a cuando fuese la hora de dormir… Tras el final de la jornada, todos íbamos a nuestras literas (estábamos en un caserón donde había unas habitaciones con literas)… y, una vez que se apagaron las luces, tras un rato, aparecieron los monitores con nosotros. Como en esa habitación no se podía hacer la “novatada”, nos levantamos y fuimos a una habitación que había al lado. Ahí estábamos los 3 amigos con los 4 monitores. Cada uno de nosotros estábamos con el mismo monitor que estuvimos en la tarde en la charca, así que la polla que yo tenía que pajear y chupar era la misma que la de la tarde. Ellos estaban en bóxer, con su cuerpo bien formado y un buen bulto bajo la ropa interior. Yo estaba en pijama, claro. “Pues ahora toca terminar la novatada”, dijeron, y cada uno de ellos se bajaron los bóxer mostrándonos su pollón. El monitor que estaba conmigo tenía su pene gordo y ancho, pero no estaba tieso y duro todavía. Eso lo arreglé yo cuando se lo agarré y empecé a menearlo y masajearlo, jeje. Cuando las 4 pollas de los monitores estaban ya bien tiesas y a reventar, nos dijeron que ahora tocaba chuparlas. Primero, dando lametones en la punta y metiendo luego la punta en la boca. “Como si fuera un chupa-chups”, decían, jeje. No dijimos nada, pues tenía yo la polla tan cerca de mi cara que no me costó chuparle el glande. Jaja, parecíamos profesionales al rato, pues ya estábamos pajeándoles con la boca. Y todo, entre cuchicheos y sin hacer ruido.
Solo se oían los chupetones que nosotros les hacíamos a sus pollas. Tras un rato, nos dijeron que ya iban a echar la leche, sacaron las pollas de nuestras bocas (no lo hicieron todos a la vez, pero lo íbamos viendo según les llegaban las ganas de eyacular) y volvimos a pajearlos con la mano hasta que esas pollas empezaron a manar leche (que era la primera vez que veía yo eyacular y cómo salía la leche. Bueno, más que leche, parecía nata, yogur, espesa, caliente y abundante). Se quedaron los 4 muy a gusto (el 4º monitor que había estado en la charca y que nos acompañaba, también se llevó su ración de chupetones y pajas). Los muy tontos no habían previsto la eyaculación tan abundante, y uno limpió las corridas con su bóxer (las corridas de los cuatro)…, y luego se fue al dormitorio en pelotas. Menos mal que estaba todo oscuro y nadie le vio llegar a la litera así.
Pues este es el relato de la primera paja que hice (que no fue a mí mismo, jajaja. Para eso habría que esperar todavía). No sería la última que hice en esos campamentos. El chico que fue pajeado por mí, me decía en privado que si me había gustado, cuando yo quisiera lo volvía a repetir. Y lo repetí muchas veces: En la segunda vez que le pajeé, en medio del campo durante un descanso, no apartó su polla de mi boca cuando se corrió y se me metió su leche en mi boca. Yo dejé caer la leche al suelo, pero la probé por primera vez. No volvimos a tener pajas colectivas con mis amigos y sus monitores, salvo un par de veces en la charca, como el primer día. Pero lo normal es que cada monitor estuviese con su chaval para que le deslechara de vez en cuando. Yo, pajeándole y chupando en el monte, al lado de la piscina, de noche en el lavabo, de noche en la habitación de al lado…; una vez, de noche, se puso en mi litera, y a oscuras se bajó el bóxer y le chupé la polla. Por supuesto, una vez que probé su semen al principio y no me dio asco, pues siempre acababa bebiendo su leche. Me avisaba y yo me la tragaba, caliente y espesa. Así no había que limpiar ningún resto después.
Tras los campamentos, he visto a los monitores más veces por el barrio, pero ya no les hemos chupado la polla más (en la ciudad no les vemos mucho y es más difícil). Con mis amigos comentábamos estas cosas entonces. Y, tiempo después, estos recuerdos son ya privados y con nadie los comento, claro. Me gusta recordarlos, jeje.
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