DESEOS CULPABLES
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por david35g.
¿Culpa? Culpa es lo que se siente al herir a otra persona que en realidad de importa. ¿Quién no conoce la culpa? El sentir como un mundo se desmorona justo debajo de tus pies al ver a esa persona.
Les contare lo que me paso hace algún tiempo, dos años para ser precisos. Era en fechas de Febrero. Recuerdo que los alumnos regresaban a sus clases y yo también. Para mi desgracia el maestrillo al que sustituía en la preparatoria anterior en la estaba ya había regresado de su incapacidad y a mí me habían dejado a la deriva sin empleo nuevamente. Donde vivo, es muy difícil el poder agarrar una plaza para maestro y más cuando eres uno casi técnicamente nuevo. En fin, un año atrás que acababa de terminar mi carrera como maestro de cálculo y estaba batallando demasiado para encontrar una preparatoria en la cual enseñar lo aprendido.
Recuerdo que después de meter papeles, hacer llamadas y conducir hacia muchas preparatorias, por fin había encontrado una en la cual estaba interesado en mí. Me hablaron un viernes, recuerdo porque esa noche salí con mi novia a embriagarnos para celebrar que por fin tenia empleo. Al siguiente lunes debía de reportarme muy temprano a primera hora. Cuando iba de camino hacia esa preparatoria de la cual no tenía ni idea que se encontrara en la misma ciudad en la cual yo vivía, me sentía ansioso.
Sentía esa extrañar sensación en el estómago. El grupo anterior que había tenido era uno de los peores en conducta en toda la preparatoria y esperaba no encontrarme con uno igual a ese estas ves. Cuando tienes 26 años, muchos alumnos te ven un poco joven y se creen que pueden utilizarte a su antojo, en especial la alumnas manipuladoras que creen que por el hecho de ser jóvenes y ser proporcionadas pueden tener su ‘’10’’. Se equivocan. Yo no soy de esos maestros. Yo creo en la educación y en el aprendizaje, en que un estudiante puede forzar sus propias riendas y ser alguien importante si este es alguien a quien le importa el aprender. Más sin embargo, la estandarización del aprendizaje en el lugar en donde vivía, estaba simplemente por los suelos. A los alumnos no les interesa aprender hoy en día. Ven el aprendizaje como una obligación y no como una pasión. Ellos, asisten simplemente a las escuelas para tener contentos a sus padres. En fin, la educación en todos los niveles estaba por los suelos.
Y yo, era una persona fantasiosa que creía que podía cambiar eso. Y era por eso, que en mi mente iba completamente enfocado en lo que quería logar. Y esperaba, que ninguna situación pudiera cambiar eso que hasta ese entonces pensaba…
Llegue a las 6:50 am a la preparatorio recuerdo. Estaba checando el reloj a cada momento. Estacione mi auto en el estacionamiento exclusivo para maestros y recuerdo que llevaba una sonrisa de idiota por hacer eso.
La preparatoria era grande y bonita. Me gustaba el hecho de que tanto el patio, los pasillos, las escaleras y la cafetería eran al aire libre. Era agradable y natural.
Caminaba por un pasillo que me conducía hacia la dirección con cara iluminada mirando como un niño en Disneyland. Por ese pasillo, los alumnos también debían de pasar para ir hacia sus salones. Las alumnas llevaban falda azul marina y una blusa abotonada de color blanca. Los alumnos llevaban pantalón de color caqui con camisa a botones de color blanco y zapatos negros. Lo que me sorprendió, era que en esta preparatoria los alumnos parecían más chicos que en anteriores. Tenían más cara de niños aun. En cambio en la anterior en la que me encontraba los alumnos parecían adultos básicamente. Al estar en dirección hablo con la persona que me asignaría el salón de clases al que impartiría clases. Recuerdo que estaba esperando mientras la señorita iba a buscarme la listas de asistencia cuando un grupo de chicas entraron a dirección, eran alumnas de la preparatoria. Ellas me miraban de pies a cabeza y jugaban con su cabello, ¿Y todavía piden respeto? Por dios. Tienen a lo mucho diecisiete años.
La señorita salió con la listas, me las entrego y me dirección hacia el salón que daría clases. ‘’3E’’ Me toco el tercer semestre. Que son chicos aproximadamente como de dieciséis/ diez y siete años. Suponía que estaba bien, estaban a la mitad de mis expectativas. Al entrar al salón de clases ya había unos cuantos chicos sentados en sus pupitres y otros hablando entre sí en las esquinas de los salones. Por lo que parecía, era un grupo amplio. Salude amistosamente a unos cuantos alumnos que me miraban con el ceño fruncidos, ellos me saludaron cortés y amistosamente lo cual recuerdo que hizo que sintiera un poco de calma. Faltaba poco para que la campana sonara así que me senté en el escritorio y comencé a sacar mis cosas para tener todo en orden. Estaba preparado recuerdo, traía ejercicios, traía lecturas para que tuvieran un poco de teoría, traía perfectamente el orden de las cosas y sobre todo llevaba las ganas de enseñar.
Recuerdo que seguían y seguían llegando alumnos, así hasta que conformemente el salón se fue llenando. El timbre sonó y comencé por presentarme recuerdo.
-Mi nombre es: David y seré su maestro de la materia de cálculo.
Los alumnos fueron muy amigables, era mucho la diferencia al anterior. Les pedí que se presentaran a cada uno de favor para poder recordar sus nombres y sus rostros.
Una vez acabado, comencé a explicarles un nuevo tema y recuerdo que la mitad del salón ya estaba por lo menos enterados de que existía ese tema. Lo conocían y eso me hizo sentir aliviado y un parte de mí, contento.
Recuerdo que estaba anotando el ejercicio, después de preguntarles como 10 veces a los alumnos si habían comprendido los ejemplos y como iba todo esto. Ellos respondieron que ‘’Si’’. Entonces, un sonido me interrumpió e hizo que dejara de escribir en el pizarra. Era la puerta que la estaban tocando.
La puerta se abrió al igual que mis ojos. Eran un grupo de chicos, conformado por tres chicas y dos chicos. Recuerdo que pensé, ‘’Dios santo, ¿Mas alumnos? ¿Apoco si podrán caber en el salón?’’ Les pregunte que si porque el retardo, ellos respondieron que el autobús no había pasado temprano. No me la creí mucho. Las chicas hablaban e inventaban excusas para que los dejara pasar. Uno de los chicos hablaba poco y se quejaba en vista de que no quería dejarlos pasar ya que llegaron 30 minutos después de que sonara la campana. Estaba un chico, parado detrás de todos. Era bajito, no se podía ver claramente debido a sus compañeros que lo cubrían. Lo poco que miraba era su cabello, un cabello que brillaba y desprendía reflejos cobrizos. De piel que era tan blanca que podría llegar a ser transparente. Recuerdo que pensé, ‘’El niñato que se esconde detrás de sus amigos’’. Al verlos a todos con sus caras de ‘’Tristeza’’ Según ellos, decidí que era momento de hacerles entender que debían de llegar temprano.
-¿Y el joven de atrás no dirá nada?- Pregunte cruzado de brazos.
Recuerdo que todos el grupito ese de chicos me miraron sorprendidos, creyendo que se los había preguntado a ellos.
-Al joven castaño que solo se le ve la cabeza-Aclaro, refiriéndome a que era ‘’bajito’’ como un chiste blanco.
El joven paso al frente y lo pude observar detenidamente ahora sí. Era delgado, tenía un aspecto físico regular. Llevaba un suéter de color gris de zipper desabrochado que es a su medida. Lo que se ve de su camisa blanca, perfectamente planchada y muy blanca al igual que el pantalón. Cuando subí mis ojos hasta su rostro recuerdo que mi corazón comenzó a acelerarse y mi mente comenzó a llenarse de preguntas y dudas. Sus ojos… sus ojos eran, magníficos. Maravillosos. Recuerdo el resplandor de sus ojos color azul y siento piel de gallina aun. Eran grandes, grandes y hermosos. Con pestañas del mismo color de su cabello, castaño.
Eran gruesas ya que las podía apreciar desde donde estaba. Cuando mire la piel tan blanca y lisa de su rostro recuerdo que no pude evitar preguntarme, ¿Cómo carajos tiene una cara tan…? No tenía y no tengo aun las palabras para describirla. Yo a su edad estaba lleno de acné recuerdo, y al igual que todos los alumnos de esta escuela. Pero… el, simplemente parecía perfecto. Desde ese momento, mi mente se llenó de dudas, se llenó de gritos y de problemas. Nunca antes había tenido o por lo menos, me había detenido a observar de la manera en que yo estaba en ese momento mirando a ese chico. Jamás, jamás había sentido eso por un chico. Y yo, me considero una persona heterosexual, o eso era antes. Siempre me habían gustado las mujeres. Y eso yo lo tenía perfectamente claro en mi cabeza desde pequeño, pero este niño… sencillamente hacia que me lo preguntara nuevamente una segunda vez. Su cara se miraba tan inocente, como la de un niño de cinco años. Sus labios tan rosados, me parecían mejor a los que cualquier chica y eso que no llevaban ni la más mínima cantidad de maquillaje ni la labial en ellos. Recuerdo que tuve que inventar algo en ese momento en el salón de clases para que no se notara que me había quedado perdido en los ojos de ese chiquito.
‘’Solo tenía dieciséis años’’, recuerdo en mi mente y siento algo que me recorre, que inicia en mi nuca y desciende hasta mi espalda. Algo ardiente.
Los deje pasar con la condición de que se presentaran frente al grupo casi de la misma forma en la que los demás a excepción de que estos debían de decir su nombre, edad, algo que les guste, algo que les disguste, y cuál era su objetivo a lograr en esta materia. Esto no era necesario, pero quería divertirme.
La mayoría de ese grupo de cinco dijo que tenía aproximadamente diez y siete años. Solo el niño de lindos ojos tenía diez y seis, era el menor de ellos. No recuerdo con exactitud el nombre de todos ellos. Una de las chicas, la que tenía los senos muy desarrollados para su edad, se llamaba Carolina, la recuerdo por obvias razones. Y otra de las chicas (la mejor amiga del chico pálido) se llamaba Michelle. El último en pasar al frente fue el chico de ojos azules. Dijo que se llamaba ‘’Dylan’’, tenía 16 años. Él dijo que le gustaba mucho la música, que le disgustaba el programa de televisión de Los Simpson.
Cosa que me pareció graciosa en el momento, y que su objetivo a lograr en esta materia era aprender y aprovechar todo lo que yo les muestre. Fue sencillo y convincente para mí. Les di el permiso para que pasaran a sus asientos. Proseguí a reanudar en lo que me había quedado. Los chicos se fueron a los asientos de las orillas y estaban técnicamente juntos. Me molestaba que no pudieran guardar silencio. Se reían, escuchaba sus pupitres sonar contra el suelo, se levantaban todo el tiempo a sacar punta a sus lápices, en fin, me di cuenta de cuál era el grupito indisciplinado de esta clase. El chico, Dylan, el permanecía en silencio a diferencia de sus amigos, sus grandes ojos estaban enfocados en la pizarra y a lo que yo decía. Lo recuerdo, recuerdo que parecía curioso y pensé en ese momento que quizás el seria fiel a las palabras que había dicho anteriormente sobre aprovechar todo lo que yo les mostrara.
Al final de la clase, les pedí de favor que me dejaran sus actividades que les había apuntado en la pizarra. Lo que me sorprendió en ese momento, fue que el grupo de chicos ni siquiera sabían de qué trataba el tema y más sin embargo ellos me entregaron su trabajo en perfecto estado, sin ninguna mancha, sin ningún error, todo perfecto parecía. Obviamente copearon. La chica de grandes senos, al entregarme en trabajo me sonrió algo tipo el gato sonriente de Alicia en el país de las maravillas, me pestañeo y me percaté de que su blusa estaba un poco más desabotonada que cuando llego. Sentía ganas de reír en mi interior.
Cuando Dylan, me entrego su actividad, recuerdo que él iba aun en mano con su lápiz y su frente con una ligera capa de sudor en ella. Cuando me lo entrego, me tome la molestia de revisarlo un poco por interés. Las respuestas parecían correctas, estaba echo un desastre, eso sí. Pero se miraba que él había hecho el intento. La hoja estaba rallada de problemas hasta en las orillas de ella. Se miraba que trato y que era por su propia cuenta. Sonríe en mi interior y en mi exterior, el me miro y recuerdo que pregunto con miedo, ‘’ ¿Esta mal? ‘’. Yo le respondí que no, que estaba muy bien. El joven me sonrió a mí y puso mis cinco sentidos alerta y mis manos sudorosas. Recuerdo que pensé, ‘’Que hermosa sonrisa’’. No se necesitaron más palabras para el chico y él se dio la vuelta y regreso a su pupitre.
Cuando me retire del salón, una vez acabada la clase de el día de hoy para ellos. Salí confundido, extremadamente confundido. Culpable. Sería mejor y más expresiva esa palabra del cómo me sentía en ese momento. Él podría ser algo así como mi hijo, pensaba tontamente. Imaginen, me fijaba en un ‘’chico’’ que aparte tenía 16 años. Estaba mal eso. Estaba muy mal. Durante todo el día solo pensaba en eso. Recordaba que decían que era normal el tener pensamientos homosexuales o fijarte en un chico. Pero para mí era sumamente raro, jamás me había fijado en un hombre. Mucho menos en un niño. Esa noche, cuando fui a ver a mi novia, no podía dejar de verla y pensar en el rostro de ese niño. Mi novia, tenía ojos marrones y chicos, labios delgados, tenía un cuerpo sensacional. Sus piernas eran de envidia para cualquier mujer y de deseo para cualquier hombre. Mas sin embargo, no dejaba de compararla con aquel chico. Pensaba, ‘’El chico tiene ojos grandes y azules, mi novia no, el chico tiene la piel blanca como la leche, mi novia no. ’’ Y así sucesivamente. Me sentía culpable, y sentía lastima por ella. No me concentre en ella en toda esa noche, ni en el momento de tener sexo.
Como cualquier persona cobarde y con lógica, trataba de alejar todo pensamiento morboso sobre el chico, él no se merecía eso, ni siquiera en mi cabeza. Así que al siguiente día, iba en camino a aquella preparatoria, decidido más que nada a dejar de ver con distintos ojos a aquel chico. Llegue a la preparatoria y fui a firmar. Cuando entre al salón, el salón estaba técnicamente lleno, a un faltaban alumnos pero seguían llegando conforme transcurrían los minutos en lo que sonaba la campana. El grupo de chicos llego a tiempo, una de las chicas me saludo y se dirigieron a sus pupitres. Yo los miraba y observaba detenidamente a cada uno, hablaban y secreteaban entre ellos. A diferencia de Dylan. El permaneció con la vista perdida en su pupitre, yo me preguntaba, ‘’ ¿En que pensara? ‘’, ‘’ ¿Tendrá novia y pensara en ella?’’ ‘’ ¿Tendrá problemas en casa?’’ ‘’ ¿Estará bien? ‘’, siendo que simplemente estaba con la mirada perdida y yo le inventaban una serie de situaciones. Algo pasaba en mí y estaba mal.
Llego la hora de entregar sus actividades del día anterior y los fui nombrando conforme la lista. La mayoría fueron trabajos muy buenos, no eran perfectos ni tenían todo bien pero se notaba que habían comprendido lo explicado.
-Dylan – Dije y el joven bajito de ojos grandes, piel blanca y cabello castaño se paró de su pupitre con cierto miedo.
Recuerdo que cuando lo miraba aproximarse me daba cuenta de cómo era él. Él era un chico tímido, callado e inseguro. Llevaba sus manos metidas por dentro de la mangas de suéter azul marino. Caminaban con miedo a no equivocarse y con la vista solamente al frente. Llego hasta mi escritorio en el que me encontraba sentado y se lo mostré. Lo había hecho muy bien, fue uno de los mejores en la actividad. Había tenido errores pero eran casi insignificantes, me tomaba la molestia de mostrarles sus errores para que ellos pudieran mejorar y aprender más. Así que lo hice con Dylan. Cuando le comenzó a mostrar sus pequeños errores, al joven se le podía notar que tenía miedo, miedo a equivocarse, se le notaba que era una persona estricta consigo misma. Cuando se dio cuenta de que tenía errores, hizo cara de disgusto hacia el mismo. Le explique que fueron errores simples, que a todos les pasan, que en lo particular su trabajo estaba bien.
Recuerdo que el saco su mano de la manga de su suéter y la coloco sobre la hoja de papel donde se encontraba su actividad. Sentí algo así como un golpe en el estómago al ver sus manos, sus uñas estaban todas mordisqueadas, como si las hubiese querido arrancar, se miraba pequeños cueros levantados en ellas. En ese momento, recuerdo que sentí tanta lastima y compasión por el que levante mi vista y mis ojos se toparon con sus ojos que me miraban curioso como analizándome. Me dieron ganas de tomar su mano y llenarla de besos. Hay, en ese momento, fue cuando me di cuenta de que probablemente este chico estaba lleno de problemas. Problemas de inseguridad serios. Trate de dejar eso de lado y proseguir a explicarle sus pequeños errores. Cuando le señalaba algo, el chico casi se metía a la hoja literalmente para poder ver, forzaba la mirada bastante y me percaté de que necesitaba lentes y que no los utilizaba.
Cuando le entregue su actividad con todas sus dudas respondidas, el joven me murmuro, ‘’Lo haré mejor a la próxima’’. Yo convencido le dije, ‘’Te aseguro que si’’. El joven se retiró y recuerdo que mi mente estaba trabajando como un barco y teniendo un enfrentamiento conmigo mismo.
Ese día me habían asignado a otros grupos a los cuales les impartiría clases. Básicamente me llenaron mi horario. Tenía que dar clases hasta la última hora. En parte eso me hacia sentir feliz ya que mientras más trabajo y más horas, claramente más dinero, pero bueno, al igual me daba algo de pereza el tener que estar con adolescentes todo el día.
Pero amaba mi trabajo.
Cuando por fin había concurrido todas mis horas de trabajo, recuerdo haber salido cansado y con demasiada hambre. Caminaba a paso apresurado hacia mi vehículo sin voltear atrás. Me metí a mi auto y lo encendí sin pensarlo dos veces. Al salir, debía de tener cuidado de no arroyar a ningún alumno que estaba esperando el autobús. Conforme avance unos cuantos metros, mire con precisión y me percaté de que caminaba una silueta que me parecía familiar. Era Dylan, que se encontraba caminando por la cera con su mochila de color guinda de lado. Me pareció un poco graciosa la forma de su caminar, era como a paso corto. El joven iba perdido mirando hacia quien sabe dónde. Recuerdo que baje la velocidad consiente de que llevaba autos detrás mío solo para poder apreciar un poco mejor a aquel niño.
Literalmente al joven podía alguien llegar por detrás y hacerle algún daño y él ni siquiera se daría cuenta. Iba perdido, con sus manos adentradas dentro de su suéter. Eso me preocupo. Me preguntaba en ese instante, ‘’ ¿Vivirá muy lejos?’’, ‘’ ¿Caminara hasta su casa?’’ Eh incluso, ‘’ ¿Ira hacia su casa o ira a verse con alguien? ‘’. Estaba perdiendo los estribos. Me estaba preocupando por alguien a quien apenas hace un día me acababa de enterar de su existencia.
Conduje hasta mi casa tallándome la frente y con un sinfín de dudas sin responder. Tuve que apagar la radio de mi automóvil porque me molestaba.
Las cosas transcurrieron así durante una semana. No podía dejar de ver a aquel niño tímido. Durante las clases me gustaba ver su rostro preocupado y estresado con los problemas que les anotaba en la pizarra. En el fondo mío yo quería levantarme de mi escritorio e ir a ayudarle. Lo miraba todo el tiempo. Cuando era hora del almuerzo me gustaba mirarlo comer su emparedado. Me parecía adorable y quería darme de golpes contra la pared por pensar en eso. Me encantaba revisarle sus actividades y decirle a fondo hasta sus más mínimos errores. En veces, simplemente terminaba hablando de cualquier otra cosa que no estaba relacionado con lo que me correspondía y al instante trataba de evadir el tema. Me encantaba su olor, era dulce y a limpio, había un olor afrodisíaco y a lo que yo suponía provenía de su cabello. Me imaginaba al chico sentado en mis piernas y yo con mi cara plantada en su cabello. Era raro y escalofriante el pensar de esa manera.
Conforme las semanas pasaban, yo me comenzaba a irritar. Comenzaba a enojarme con medio mundo, tenía muchas peleas con mi novia. Me estaba quedando loco, loco por ese niño. Las cosas que antes pensaba o la manera en que lo hacía se estaban cambiando, ese niño las estaba cambiando. Me enojo conmigo mismo, me enoja con el chico. Quería gritar. Quería salir corriendo. Me imaginaba en prisión por pensar en lo que pensaba. Era impotencia por no tener a aquel niño.
Comencé a tener favoritismo. Favoritismo por el chico. Pasaba a la mayoría de mis alumnos al pizarra a excepción de Dylan. Lo felicitaba. Era muy diferente con él a con los demás. Claro, evitando que el sospeche y que los demás lo hicieran. Mi cabeza estaba a punto de explotar. Sentía cariño, sentía enojo, sentía lujuria, sentía deseos, sentía culpa. Sentía asco, asco de mí mismo por lo que me estaba sucediendo. Quería arreglar las cosas. Cada vez que me follaba a mi novia forzaba mi mente a hacer creer que esto era lo que quería. Pero en realidad, era que simplemente me insatisfacía, no me era suficiente. Me era un poco más tolerable el masturbarme pensando en aquel niño, que él se encontraba arrodillado frente a mí y yo tenía su cabeza a mi disposición. Mío, que él era mío. Que mientras él se introducía mi miembro poco a poco por su virgen garganta, sus ojos azules hermoso me miraban. Mientras yo, sostenía su mano, la llevaba hasta mi boca y la comenzaba a llenar de besos. Besos por sus dedos, por sus uñas. Sujetaba su cabeza y la acariciaba forzando después a introducirse aún más mi miembro. Terminaba mal, terminaba muy mal. Con dolor de cabeza y una impotencia que crecía dentro de mi cada vez más.
Mis deseos fueron aumentando y mi lastima por mí mismo también. ‘’Pedófilo, eres un pedófilo’’, me repetía constantemente en mi mente y tragaba saliva pareciendo que tragaba lava hirviendo.
Era evidente, mis deseos aumentaban radicalmente. Unos días, lo imaginaba conmigo, en mi cama, abrazándolo mientras dormía y su cabeza reposaba en mi pecho. Otras, lo imaginaba en mi automóvil sobre mis piernas. Sin nada debajo de él. Mientras se introducía dentro de el mismo mi miembro y en sus ojos comenzaban a resbalar unas cuentas lágrimas. Esa imagen de él llorando me partía el corazón.
Tenía sueños, oh vaya que los tenia. En veces, creía que podía manipular mis sueños y querer seguir con la continuación de ellos. Unos sueños eran maravillosos, blancos e inocentes y en cambio otros era espantoso, negros y depravados.
Llegue a buscarlo en sus redes sociales, me encantaba mirar su sonrisa y sus ojos. Lo que me gustaba de él, era que no tenía fotos como la mayoría de los chicos de su edad tienen, tenía si acaso como unas cinco fotos de él y en ninguna salía solo, en todas salía con una persona o varias. A excepción de una foto en la que salía solo y precioso. En ellas aparecía simplemente como él es, con una bella sonrisa y sus ojos entornados. Guarde algunas en mi celular y las recorte donde solamente aparecía el. Las miraba a cada momento
Tome la decisión de dejarlo en paz. De olvidarme de ese pequeño, de olvidarle de lo imposible. Yo pensaba, ‘’haré esto por mí, por mi pareja, por mi vida’’. Como verán, claramente me estaba quedando lunático. Aun no tenía ni siquiera una conversación con el chico o por lo menos algo que se le pareciera y yo ya quería, ‘’dejarlo en paz’’. Por dios…
Un día, tenía unas cuantas horas desocupadas dado a que los alumnos de un salón al que le impartía clases habían salido fuera de la escuela por distintos motivos y me encontraba desocupado. Tenía mucho trabajo para casa, revisar problemarios, revisar actividades de aproximadamente doscientos alumnos. Era demasiado, así que tome la decisión de ir y avanzar un poco en la biblioteca. Por lo general, siempre esta vacía, si acaso unos cuantos chicos copiando tarea de último momento o chicos que solo quieren ir a usar un poco el internet. La biblioteca de aquella preparatoria era bastante amplia, me gustaba mucho eso. Tenía escritorios que figuraban pequeñas oficinas para maestros. Era un lugar excelente para trabajar. Entre a ella normal y me direccione hacia las pequeñas oficinas. Conforme caminaba recuerdo haber visto si acaso a cuatros chicos que estaban claramente como esperaba copiando sus tareas o terminándolas de último momento. Me fui hasta la parte trasera donde estaban las oficinas, coloque mi carpeta y mi maletín sobre el escritorio y estaba dispuesto a tomar asiento en aquella silla cuando siento un objeto que se mueve de mi lado. Era una silueta humana. Una silueta que la conocía bastante bien.
Volteo al instante y me percaté de que era aquel chico, Dylan. Estaba rebuscando entre los estantes de la biblioteca algún libro. Se encontraba en la sección de ‘’Física’’. Al instante, mi mirada se quedó enfocada en aquel chico que no tenía ni la mínima idea de que estudiaba cada pequeño movimiento de su pequeño cuerpo. Lo apreciaba, lo vigilaba. El instante me senté sobre aquella silla y comencé a mirarlo sin pestañear recuerdo.
Necesite figurar que estaba haciendo algo para que el chico no se diera cuenta de que me lo estaba tragando vivo con la mirada. Me gustaba la manera en que se paraba de puntitas para poder alcanzar un libro de aquel gigante estante. Su trasero se miraba tan firme y redondo con esos pantalones escolares. Llevaba un suéter de cuello V de color negro que sencillamente hacia resaltar aún más su maravilloso trasero. Me saboreaba, me saciaba de verlo. Recuerdo que comencé a tener una erección y lo necesite pensar dos veces antes de que mis asquerosos impulsos me hicieran bajar mi bragueta y comenzar a hacer un movimiento involuntario. Me resistía con todas las fuerzas de no hacerlo.
El joven seguía rebuscando, suponía que tenía un objetivo claro de acuerdo al libro que buscaba. Literalmente no alcanzaba ni la tercera división de aquel estante gigante de lo pequeño que estaba aquel niño. Me causo ternura, me daban ganas de acercarme hacia él, tomarlo por la cintura y levantarlo para que el alcanzara lo que buscaba. Era adorable todo el.
Proseguía mirándolo, no podía apartar mi vista de él y en momentos recuerdo que quería que él me mirara, que mirara como mis ojos se morían por tener sus grandes ojos azules sobre los míos. Que mirara como me lo comía con mi mirada y me moría de deseos por él. Me necesite pellizcarme. Pellizcarme con tanta fuerza que aún lo recuerdo, todo, para alejar mis pensamientos morbosos, asquerosos e impuros sobre aquel niño inocente. Estaba matándome a mí mismo.
El joven encontró un libro y se sentó justo frente a mí en unos sillones de color canela. Me parecía sorprendente el cómo no se daba cuenta de que me encontraba hay. Estaba tan metido en lo que buscaba y en lo que quería que simplemente no miraba a nadie más en su escenario. El joven abrió aquel libro y comenzó a leerlo con su vista forzada y el libro a pocos centímetros de su cabeza. Estaba casi dentro del libro. Definitivamente necesitaba anteojos. El pequeño así estuvo como por unos diez minutos que a mí me parecieron tres. Se levantó de aquel sillón y se direcciono nuevamente hacia el estante. Recuerdo que pensé, ‘’ ¿De nuevo? ‘’.
El joven se puso de puntillas e intento colocar el libro en aquel que era su lugar. Aún recuerdo esto y siento gracia y ternura. El chico por su estatura, no se aseguró de meter hasta el fondo el libro en el estante, haciendo que quedase en la orilla y que el libro claramente cayera sobre él. Sobre su cabeza. ‘’Mierda’’, dijo el chico al caerle aquel pesado libro sobre él. Al instante pegue un brinco de la silla por impulso y necesite controlar mis pies para no correr y ayudar aquel chico que simplemente acabo derribado en el suelo gracias a aquel libro. Yo pensé en aquel momento, ‘’Se desmayó’’, y al instante corrí para ver cómo se encontraba. Al aproximarme, recuerdo haber mirado al chico con los ojos muy abiertos mirando hacia el cielo extendido sobre el suelo. ‘’Auch’’, Pronuncio el tratando de sobar su frente. Al toparse sus ojos contra los míos el pequeño se puso de color rojo y comenzó a balbucear.
‘’ ¿Se encuentras bien? ‘’ Le pregunte tratando de ocultar mis ganas de reír. El respondió que sí. Lo ayude a levantarse y él estaba con una cara que quería que se lo tragara la tierra. Me causaba gracia recuerdo. Tenía la frente roja y con un hematoma aproximándose. Le pedí que se sentara en el sillón ya que el golpe había sido bastante fuerte. Levante aquel libro de física, senté al chico y yo me senté a su lado. Le preguntaba si se encontraba bien, si no quería ir a la enfermería. Pero el chico decía que estaba bien. Se la llevaba jugando con la manga de su suéter nerviosamente, miraba hacia abajo y su respiración era agitada. Paso de eso a comenzar a mordisquearse las uñas y era obvio para mí que el chico estaba apenado. Abrió la boca para preguntarme cuanto tiempo llevaba hay. En ese momento me confirmo que el chico no se había dado cuenta de que me encontraba en justo a su lado. Me sentí yo apenado por un momento y le respondí que ya tenía un rato hay. Al ver que aquel chico estaba tan nervioso y rojo como manzana decidí que era bueno quitar un poco la tensión preguntándole si le gustaba la física al percatarme de que llevaba el libro que golpeo al pequeño. El joven me respondió que si con un poco más de entusiasmo y recuerdo haber sentido bien dentro de mí, como alivio por alguna rara razón. Estaba teniendo una conversación con el chico y eso me emocionaba.
Le pregunte si conocia al físico, Eratóstenes. El joven me miro con una gran sonrisa de emoción en su rostro iluminado y respondió, ‘’Por supuesto’’. Solo fue necesario esa pregunta para que aquel chico tímido y casto se desenvolviera por completo. Comenzó a explicarme la vida de ese científico, sus logros y la diversidad de conocimientos que conocía aquel. Me parecía sorprendente todo lo que él decía, era básicamente como tener una conversación con alguien de mi edad. Alguien centrado, que sabía lo que quería y lo que le interesaba. Sabía demasiado sobre la física y a lo que me comento, sobre otras ramas. Era algo así este niño como un cerebrito.
La manera en la que hablaba era limpia, ordenada y para mí, provocativa. No podía dejar de ver sus labios tan carnosos y su mirada que se perdía que el espacio al platicarme sobre sus intereses. Me sentía en la gloria. Me llego a corregir en algunas cosas a las que yo decía y eso me parecía excitante. Sabía inclusive hasta más que yo. Me comento que la única materia a la que se le dificulta y siempre lo ah echo era calculo y todo lo relacionado con las matemáticas. Me pareció algo extraño viendo que el chico sabía demasiado sobre otras materias que para mi punto de vista eran mucho más difíciles que esta. Pero bueno, cada mente entiende diferente y es de diferente manera.
Le comente que había asesorías fuera del horario de clases donde él podía ir y resolver sus dudas sobre la materia a la que no entiéndase. Me dijo que él ya había tratado de ir anteriormente pero que simplemente los enredaban aún más y no entendía nada con los otros maestros. Sentí un gran alago cuando me dijo que gracias a mi había comprendido un tema al que llevaba bastante tiempo tratando de comprenderlo. Que yo fui mucho más conciso y claro.
Dado esto, aproveche para invitarlo a mis asesorías. Aun no tenía asignado mi horario para asesorías dado que era maestro nuevo pero que tan pronto me las otorgaran yo le avisaría con gusto para que se uniera a ellas. Él me dijo feliz que eso le gustaría bastante y que sería de mucha ayuda. Él me dijo que necesitaba la ayuda dado que el siguiente examen parcial estaba cercas y aún tenía algunas dudas sin responder sobre este.
Le pregunte en broma que si no había entendido lo que enseñe a lo largo del mes y el respondió que sí, pero como irían algunos temas de parciales anteriores, necesitaba ayuda con esos. Aquí, yo mire una gran oportunidad para estar a solas con aquel niño de cara pálida y ojos perfectos. Le comente, que si a él le parecía bien, con gusto me gustaría ayudarle a entender los temas que él no comprendía. Él dijo que no era correcto ya que ese ya no sería mi trabajo. Lo anime, diciéndole que a mí como maestro me interesaba que mis alumnos desarrollaran sus capacidades al máximo y que yo haría cualquier cosa para que ellos aprendiera, que si para mi fuese necesario el trabajar fuera de mis horarios de clases para el bienestar de ellos yo lo haría. Ya que esa es mi obligación como maestro.
El joven nuevamente rojo dijo que si yo quería y no habría problema estaba bien, que estaría muy agradecido. Acordamos vernos hay mismo en la biblioteca mañana a la hora de la salida. Recuerdo que levante mi brazo para ver en mi reloj la hora y percatarme de que ya iba tarde a mi siguiente clase. Me pare rápidamente de aquel sillón sin ganas de irme y dejar a este chico solo. Me la estaba pasando bien con él, no quería irme, no quería. Pero mis obligaciones son primero así que me despedí cortésmente de el con un ‘’Hasta mañana’’. El joven respondió de la misma forma y me regalo una cálida y tierna sonrisa que hizo que mi corazón seco vibrara. Me sentía de nuevo en la preparatoria, me sentía de su edad.
Recogí mis cosas que se encontraban intactas en aquel pequeño escritorio y camine a la salida de la biblioteca pensado en que dejaba a el niño solo, a mi niño solo. Recordé que no había avanzado nada con mi trabajo y sentí alivio al recordar ese momento que había pasado con él, con Dylan. Al mirar al bibliotecario vigilando en su escritorio lo mire de una manera de inspección tratando de averiguar si él no era motivo de desconfiar. Era un señor como de treinta años, y se estaba quedando a solas con el pequeño Dylan. Sentí celos por un breve momento, celos sin razón alguna. Más bien era desconfianza, no quería que tocara al chico, a mi chico. Salí de la biblioteca y me dirigí rápidamente hacia el salón donde me tocaba impartir clases.
Cuando llegue a mi casa, yo llevaba una gran erección en mi pantalón, estaba a reventar.
Sentía placer al sentir el rose de mi pene contra mi ropa interior. No tarde ni un minuto en quedar completamente desnudo y recostado en el sofá de mi casa en plena sala de estar. Menos mal que vivía solo aun. Saque mi celular y seleccione una foto del chico, una foto en la que en lo general me tenía maravillado, salía esplendido. Era una foto de él que tenía publicada solo. Solo él. Solo Dylan.
Sonriendo, con sus ojos azules entornados y mirando a la cámara con cierta cara de niño tonto. Me parecía aun así fantástico. Su cara reflejaba inocencia pura. Reflejaba que no conocía nada del mundo ni nada de maldad. Eso me hizo comenzar a mover mi pene hacia arriba y hacia abajo, masturbándome despacio.
Pensado en aquel niño que se encontraba en aquella foto. De esa misma manera lo quería en mi cama. Lo quería recostado boca arriba para poder ver mejor su bello rostro mientras introduzco mi pene dentro de él y miro como su cara se va tornando de dolor. Como su inocencia se va perdiendo gracias a mí.
Como yo soy el que lo tiene en cuerpo y alma y como soy yo el que lo posee. Me llenaba eso de placer. Me lo imaginaba a el así, plasmado en mis ojos. Yo le pedía que no apartara su vista de mí, le pedía que no llorara, que no lo pensara y que se enfocara en mi ojos mientras él iba recibiendo cada vez más un poco de mi pene. Cada vez más un poco de mí. Lo tenía, su ano era apretado y caliente, era virgen, era mío. Al ver su resistencia hacia mi yo lo sujetaba por sus pequeños brazos y le pedía que por favor no gritara.
Le convencía de que el dolor pasaría y que lo comenzaría a disfrutar. Mi pene estaba soltando tanto líquido pre seminal que pensaría que ya me había venido, pero la realidad era que este pequeño así me ponía. Entraba una y otra, una y otra vez en mis fantasías dentro de él. Lo tenía, le tocaba su abdomen, le tocaba su cuello, besaba sus labios mientras mis testículos chocaban en su trasero de una manera brutal. Gemía con fuerza, me pedía más y me pedía menos. Que fuera más lento y que fuera más rápido. Que lo besara, que lo mordiera, que lo dejara, que no lo lastimara. Eso a mí, no me importaba porque estaba a punto de llegar a mi clímax.
Me masturba con mucha potencia ahora, era como si en realidad esto estuviese pasando, así lo sentía. Lo tenía, yo era todo de él y él era todo mío. Olfateaba su cabello y me sentía en las nubes, era celestial. Escuchas su vos tan dulce y cálida en mi odio diciéndome, ‘’Te necesito’’, Hacia que mi cuerpo se apoderada de algo y comenzara a darle aún más fuerte las envestidas. Estaba a punto de venirme dentro de él. Me acerque hacia su labio inferior y lo mordí, lo mordí con fuerza hasta que el chico dio un grito. Un grito agudo, de dolor y de satisfacción.
Yo daba horcajadas viniéndome sobre este chico, mi pequeño niño gritando su nombre una y otra vez. ‘’Dylan…’’
Había terminado salpicado de semen. Había llegado hasta mi rostro. Fue uno de los mejores orgasmos que eh tenido. Una de las mejores pajas que me eh dado. Estaba feliz, estaba satisfecho y manchado de semen. Mi sofá estaba salpicado de mis fluidos corporales y no sabía si ponerme reírme o ponerme a llorar. Me estaba dando cuenta del depravado sexual que llevaba dormido dentro de mí y que este chico acababa de despertar. Tome mi celular y mire su foto confundido. Tenía miedo por él y lo tenía por mí. No quería hacerle daño realmente.
Mire la foto un momento más mientras me encontraba desnudo, manchado de mi semen y confundido. En alguna parte de mi subconsciente depravado, oscuro y sucio, hablaba con él y me sentía como un loco. Apague el celular y con culpa me levante de mi sofá.
Continuara…
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