Día de piscina
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Les contaré la historia de una de las mejores masturbaciones que tuve con un amigo. Tengo 19 años y no soy gay, pero ese día algo pasó. Me habían invitado a la casa de un amigo para bañarnos en su piscina, y así aligerar el terrible calor que hacía en aquel verano. Yo conocía hace tiempo a este tipo, y era normal el reírnos del sexo y aquellas cosas, pero nunca esperamos lo que iba a pasar.
En fin, llegue cerca de las 3 de la tarde, y al poco rato nos fuimos a bañar. Nunca antes lo había visto sin polera, por lo que me impresione de sobre manera al verlo. A pesar de mi condición sexual, note una hermosura en su cuerpo que no había sentido nunca antes, y sólo con chicas de nuestra edad o pornos. Sus pectorales eran bien formados y se tensaban junto con sus tetillas, que debían de estar calientes aquel día, y era enteramente lampiño, lo que lo hacía extrañamente excitante. Cuando estabamos por bañarnos, ambos semidesnudos, empezó a hacer flecciones hasta cansarse, y me dijo q nos recostaramos hasta que se encontrara descansado. Yo estaba muy caliente, y me puse boca abajo para intentar ocultar la fuerte erección que me sobresalía.
Mientras hablabamos, comenzó a hablar sobre chicas en general, sobre como las encontraba yo, etc. Me preguntó sobre si veía porno, y sobre la masturbación. Yo me puse colorado, pero el siguió intentando hablar del tema, preguntandome sobre el video más excitante que había visto. Entrando en confianza le comenté sobre uno de una chica que era penetrada cinco minutos sin pausa por un chico atlético, hasta que éste se venía entre jadeos y tensiones sobre las tetas de la chica. Note que mientras yo le contaba el video, también comenzó a sufrir una erección, que se empezó a notar fuertemente, hasta que él notó que yo le había visto su miembro parado. Sin embargo, él no hizo caso, y empezó a acariciarse sobre el pantalón, y me preguntó:
– ¿Te hay masturbado antes con alguien más?
– No
– Dicen que es súper rico.
– La wea gay.
– Estoy muy caliente, necesito pajearme.
– Peero.
– Mira, ven.
Y me tomó del brazo y me llevó hacia el baño de su casa. Afortunadamente, estabamos solos, pero yo seguía forzando. Pero él es más fuerte, toma un cordón y me ata las manos. Me dice que no pasara nada, y me lleva al baño. Yo seguía miedoso, casi petrificado, pero eso se fue cuando me bajo el pantalón, y empezó a enjabonarme el pene, que ya no resistió más el intento de dejarlo flaccido. Me empezé a calentar, y vi como mi amigo estaba igual de caliente que yo. Me miró y dijo:
– ¿Estás listo?
– No lo sé.
Acto seguido me dió 10 masturbadas que me hicieron sentir la excitación por todo mi cuerpo, pero resistí. Luego vuelve a hacerlo, y de nuevo, hasta que yo empezé a gemir y a tensarme, y viendo como a él le gustaba le ofrecí lo mismo. Me desató e hice lo mismo con su miembro, sintiendo ese cuerpo viril y tensado mientras él respiraba dificultosamente. Cuando estaba por venirse, me pidió parar, y dijo:
– Ven wn, esta wea no las vas a olvidar.
Me acercó a un rincón del baño dónde caían perfectamente dos personas apretaditas. Nos abrazamos, y sentimos nuestros penes uno junto al otro, pero sin besarnos ni nada de eso; solo queriamos sentir el orgasmo mutuo. Y empezó a masturbarse cada uno con su miembro, sintiendo el otro pene cerca, y yo ya no podía más.
– Ay wn está muy rico esto.
– No pares wn, hasta el fin por la mierda.
– Me voy a venir ya wn!!
– Resiste mierda, yo ya voy a correrme.
– No puedo más wn.
– Dale joder.
Y de repente nuestra respiración se cortó, nuestros músculos se tensaron al máximo y vimos la cara del otro en acción. El orgasmo salió al mismo tiempo, gemimos con fuerza mientras sentíamos el semen caliente mezclado entre nuestros abdominales, con un clímax que no terminó hasta vaciarnos de toda la leche que podíamos tener. Fue hermoso, sentíamos el orgamos del otro cerca de uno, y sentíamos la fuerza de la eyaculación en toda su magnitud. Salimos del hueco, y terriblemente cansados y sudorosos, concurrimos a bañarnos en la piscina. No hablamos hasta pasado un rato, donde me agradeció por ello y me dijo que había sido el orgasmo más fuerte que había tenido. Me volví a calentar, y le dije lo mismo. Ambos sabíamos que queríamos otra vez, y fuimos corriendo a su pieza ahora, donde volvimos a corrernos, pero esta vez solo por eyacular para cada uno, no como algo mutuo. Quizá se vuelva a repetir, espero que sí.
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