El amigo de mi hijo
A mis 45 años.
Este suceso me lo contó una amiga:
Hola soy Andrea, tengo 49 años y me conservo muy bien. Mido 1,56 metros, soy morena de ojos marrón oscuro y de tetas pequeñas. Y a pesar de ser bajita tengo un cuerpo bien contorneado con muslos generosos y un culazo impresionante. Soy lo que se dice una maciza.
Lo que voy a contar sucedió hace cuatro años.
Tengo que decir que soy madre soltera y tengo un hijo que actualmente tiene 14 años. Desde el parvulario (con 6 años) es amigo de Fernando. Y desde muy pronto empezaron a quedarse a dormir ya fuera en mi casa o en la de Fernandito. Cuando se quedaban en mi casa yo cuidaba de los dos, alimentación, distracciones, juegos… Los bañaba a los dos juntos y me consta que en casa de Fernandito era igual más o menos. Cuando engendré a mi hijo, esa fue la última relación sexual con un hombre, tenía mucho dolor acumulado y no me apetecía nada estar con un hombre. Como a los tres años de alumbrar a mi hijo, una noche que salí con una amiga y después de unas cuantas copas, estaba un poco embriagada. No recuerdo bien como pasó, pero el caso es que acabé en el baño con una niña de 17 años que me sedujo. Nos masturbamos mutuamente mientras nos besábamos y toqueteábamos y tuvimos, o al menos yo, un orgasmo apoteósico. A la mañana siguiente al despertarme me acordé de mi encuentro lésbico y recordé que me gusto muchísimo y me sentí mal, yo no soy lesbiana, me decía a mí misma. Ya nunca más he repetido la experiencia, aunque a veces me entran muchas ganas, pero las reprimo.
Volviendo con Fernandito. Él me había visto muchas veces solo con unas braguitas y no pasaba nada, era una cosa de lo más natural. Hasta que al cumplir los diez años empecé a notar que me miraba con ojos maliciosos y veía que tenía erecciones. A partir de eso ya nunca más me quedé en bragas delante de él y dejé de bañarlo. La última vez que lo bañé cuando le estaba frotando la barriga tuvo una erección muy rápida y le dije que ya era mayor y que ya tenía que bañarse solo. Él se quedó callado y parece que lo asumió.
Constantemente lo pillaba satireándome y al principio lo veía normal, un niño al que le empieza a surgir su sexualidad. Yo procuraba evitar ciertas posturas que hacían resaltar mi culo en su presencia. Con el paso de los días me empezó a incomodar su mirada prospectora.
Una noche vino a mi habitación y me despertó, encendí la luz y le pregunté qué le pasaba y él se bajó el pijama y me enseñó su pollita erecta y me dijo: me duele, me parece como si me fuese a explotar… por favor Andrea hazme una paja… Yo le dije: anda niño háztela tú, venga vete y déjame dormir. El insistió diciéndome que no pasaba nada por hacerle una paja, que solo era poner mi mano y meneársela. Le dije entonces: mira Fernandito, suponiendo que yo te hiciera una paja, cosa que no va a ocurrir, yo estaría cometiendo un delito al tener sexo con un menor, razón suficiente para no hacerlo. El me dijo: no pasa nada, nadie se va a enterar, además, ¿no es más delito dejar a un niño con dolor en la polla y los huevos? Anda Andrea cáscamela… El niño estaba decidido a conseguirlo y le dije: si no te conociera tan bien como te conozco podría pensar que después de hacerte una primera paja querrías más y podrías estar dispuesto a chantajearme para conseguirlo, pero yo sé perfectamente que eres un buen niño y no harías nada parecido. Me está dando lástima verte así de empalmado, así que te voy a hacer la paja. Le dije que cerrara la puerta de la habitación y me senté en el borde de la cama y puse al niño de pie y de espaldas a mí para que al correrse no me llenara de semen o la cama. La verdad es que una vez que me decidí a hacérselo no me desagradaba la idea. Le agarré la pollita con mi mano derecha desde atrás y noté como a él le subía un escalofrío por el cuerpo y su pollita se hinchaba aún más en mi mano. Asomé mi cabeza por el lado izquierdo de su cuerpo para ver como se lo hacía. Empecé a meneársela despacio y en apenas diez o doce movimientos lanzó un chorro de semen a más de un metro de altura y los siguientes chorros también fueron potentes. Cuando salió el último chorro di la paja por terminada y se la solté, pero él me dijo que siguiera, su erección se mantenía y comencé a pajearlo de nuevo y después de unos 20 movimientos se corrió otra vez con igual fuerza que la primera vez. El niño me pidió que siguiera, pero su pollita se empezó a chuchurrir y no hubo manera. Él se sintió contrariado y le dije que lo normal es que se baje la erección después de eyacular y que si antes no le había ocurrido es porque tenía muchas ganas. A mí la verdad es que me había gustado lo que le había hecho y quise complacerlo otra vez. Le dije: vamos a esperar unos minutos para que te repongas y se te vuelva a levantar. Mientras hacíamos rato fui al baño a lavarme el semen que me había caído en la mano y cogí la fregona para limpiar el semen que había caído en el suelo de mi habitación. Después de quince minutos pensé que el niño ya se había repuesto y, ante su sorpresa, me desnudé totalmente y fue la primera vez que él vio mi coño (totalmente depilado), inmediatamente su pollita se levantó dura como una piedra y me apresuré en cascársela. Esta vez yo estaba sentada al borde de la cama y puse al niño de pie frente a mí y me abrí de piernas para que él pudiera ver bien mi coño. Me puse a menear su pollita a toda velocidad y en pocos segundos empezó a dispararme su semen en la cara y abrí la boca para que también me cayera dentro… Lo degusté unos instantes y me lo tragué y él se quedó maravillado. Pensé que por su juventud y apetito sexual podría darme por cuarta vez su semen y le dije que descansara para poder “jugar” otra vez con su pollita. Fui a lavarme el semen de la cara y el que me había caído en el pelo y mientras lo hacía pensé que realmente estaba encantada de complacer al niño y a mí misma porque me producía un placer extraño manejar su pollita. Después de limpiarme fui con él y le dije que me tocara las tetas, luego el culo y finalmente el coño. Me tocó inexpertamente y pensé en enseñarlo a tocarme en otra ocasión. Definitivamente quería continuar con aquella aventura que había empezado con él. Me senté al borde de la cama y puse al niño de pie frente a mí y le dije que cerrara los ojos. Le agarré el culito con las dos manos y tiré hacia mí hasta que toda su pollita entró en mi boca y comencé a mamársela con pasión. Mientras chupaba y succionaba la pollita pensé que quería recibir su corrida dentro de mi boca, cosa que nunca le había permitido a nadie. De pronto recibí un gran chorro de semen dentro de mi boca y me lo tragué mientras seguía mamando y recibiendo más semen. Al niño le flaquearon las piernas y tuve que sujetarlo fuerte de su culito para que no se cayera al suelo. Los dos quedamos encantados y nos pusimos el pijama y mandé al niño a su cama y yo me quedé dormida en la mía pensando en la próxima vez.
ufff wow me encantó, y que paso con el amigo de tu hijo cuenta mas esta chida…
nada creible, pero al menos logró su cometido