El ladrón de bragas 1
En el instituto empecé a robarles las bragas y tangas a las chicas de mi clase hasta que un día me pillaron y me hicieron la mejor paja de mi vida..
Cuando cumplí 15 años empecé a fijarme mucho en las chicas de mi curso, perdía horas de clase mirando el culo de mis compañeras intentando adivinar que tipo de ropa interior llevaban para después masturbarme pensando en ello.
Por aquel entonces mis compañeras solían llevar un neceser con lo necesario para cuando les bajase la regla. Un día una compañera y yo estuvimos conversando y me contó como si fuese una de sus amigas que en los neceseres tenían ropa interior para cambiarse en caso de mancharse.
Aprovechando que durante el recreo no quedaba nadie me escondí en el lavabo para poder entrar en clase y comprobar si eso de que tenían bragas era verdad. Fui al pupitre de la chica más pija y creída de la clase y le abrí la mochila. Encontré el neceser y lo abrí, todo el cuerpo me temblaba como si fuese un ladrón robando la joya más cara del mundo, metí la mano en el neceser y saqué dos bragas. La primera braga que saqué era una braga negra básica, la segunda fue una braga de Calvin Klein blanca con la goma gris donde se leía el nombre de la marca. Me guardé las bragas y me fui al recreo, después de clase me masturbé y me corrí en las Calvin blancas.
Desde aquel día el robar bragas fue mi obsesión, robaba unas bragas y me las llevaba para correrme en ellas, después las devolvía a su dueña porque me di cuenta de que no revisaban los neceseres. Recuerdo una ocasión en la que una chica se cayó en un charco un día lluvioso y tubo que cambiarse, no pude concentrarme durante las clases porque esperaba al recreo para poder coger las bragas que se había cambiado y oler el aroma de su vagina.
Durante meses lo hice una y otra vez hasta que un día me confié y me acabaron pillando.
Entré en clase como había hecho cientos de veces y abrí la mochila de la mejor amiga de la chica que me gustaba, saqué su neceser y vi que tenía dos tangas, uno era negro y otro era gris. Cuando me puse los tangas en la nariz para olerlos escuché:
- ¡No me jodas! Vaya puto cerdo de mierda. ¿Qué coño haces con mis bragas?
- No es lo que parece – le contesté a Martina.
- ¿No? Porque yo veo a un tío oliendo mis tangas con la polla más dura que las patas del pupitre – Martina me miraba con una cara de asombro y asco a la vez.
- Mira, los siento, dejaré esto donde estaba y como si no hubiese pasado nada. ¿Te parece?
- Tío no voy a decirle nada a los profes pero tu y yo tenemos una conversación pendiente después de clase – Me dijo acercándose a mí mientras me cogía los tangas de la mano.
Estuve las seis horas de clase nervioso pensando en que me iba a decir, sonó el timbre de clase y Martina me hizo unas señas para que la siguiese. Fuimos a un edificio abandonado que hay cerca del instituto y me soltó un sermón.
- No puede ser que suba a clase a por un libro y me encuentre a un tío que parece inofensivo oliendo mis tangas y con la polla tan hinchada que parecía que fuese a reventar el pantalón – Martina me miraba enfadada pero no me parecía que lo estuviese.
- Mira Martina ha sido un error, ayer me pasó por la cabeza saber que tipo de ropa interior usas porque te escuché hablando con Laia sobre las bragas que te compraste la semana pasada.
- Chaval estoy dispuesta a que esto lo olvidemos pero este fin de semana te vas a venir a mi casa, si no vienes te juro que le cuento a Laia lo que he visto hoy y acabas en Instagram como el salido del pueblo.
El Sábado fui a su casa, llamé al telefonillo y me abrió la puerta de la calle. Cuando llegue a su piso Martina estaba en la puerta esperándome, llevaba unas mallas negras Nike Pro y un top negro Calvin Klein.
- Pasa y siéntate en el sillón – Me señaló donde estaba su salón y me senté donde me indicó.
- Y bien dime, ¿A que he venido a tu casa? – Le pregunté mirando que estaba haciendo algo raro en la cocina.
- Si tanto te interesaba saber como me huele el coño, hoy lo vas a ver – Martina entró en el salón vistiendo solo un tanga de Calvin Klein negro con la goma blanca y un top a juego.
- Quiero que te saques la polla y te la empieces a menear, cuando esté dura me lo dices.
Me empecé a masturbar y rápidamente me empalmé.
- Vale, ya está ¿Ahora que quieres que haga?
- Ven me quitas el tanga y rodeas tu polla con el – Fui y le quité el tanga, me lo puse alrededor del pene como elle me dijo y empecé a masturbarme arriba y abajo.
Me estuve masturbando hasta que Martina me hizo señas para que parase. Se puso de rodillas y me cogió el pene, en ese momento sentí un cosquilleo por todo el cuerpo.
- Me has puesto cachonda cabrón, voy a quitarte las ganas de robarme las bragas – Me escupió en el pene y empezó a masturbarme arriba y abajo.
- Martina voy a correrme – Le dije gimiendo como un loco, sentía que iba a tener el mejor orgasmo de mi vida.
- Vamos córrete en el tanga pajillero vamos – Ella me pajeaba más rápido y yo ya no podía más.
Llene todo el tanga de semen, Martina se lo puso y me dijo que me duchase y me fuese.
Al día siguiente recibí un mensaje pero eso ya es para otro relato.
Empieza bien, casi como si fuese un retrato de mi vida.
Después le pillan y hay buena tensión, pero en la casa, la cosa se acelera en exceso y se deja de describir, una lástima.
De todas formas me gustará ver que pasa después con ese mensaje.