El mayor descubrimiento a los 12 años
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Buenas este es mi primer relato. Les contaré mi primer orgasmo anal a los 12 años.
Mi nombre es Biel y soy de Girona, Cataluña. Actualmente tengo 15 años. Mi historia ocurrió una tarde de verano de 2011.
Verán, desde los 10 años que me masturbo habitualmente. En esa época yo era totalmente lampiño y empecé después de la conversación con un amigo. Me encantaba hacerme pajas, quizás me hacía 2 o 3 cada día, siempre en mi cama o delante del ordenador, como no manchaba nada pues no había problema.
Eso pronto cambió ya que cuando cumplí los 11 años me empezó a salir precum. La primera gota que me salió fue después de unas colonias de 10 días en que no me había podido tocar y estaba muy excitado. Todavía no tenía nada de vello. A partir de ese día, la cantidad de líquido transparente que me salía iba a más. Yo no sabía si era semen o no, pero no me importaba porqué me di cuenta que el precum no manchaba la ropa, así que seguía masturbándome en la cama o donde me apetecía ya que luego me subía los pantalones y al rato estaba seco y sin rastro. Fueron unos años intensos, lo que inicialmente eran unas gotitas que se escurrían por mi infantil pene de 8cm, empezó a aumentar en cantidad ya que un día que estaba muy excitado incluso saltó un poco cayendo sobre mi camiseta. Sin embargo seguía siendo una especie de agüilla que poco se parecía a lo que veía en los vídeos porno.
Ya a los 12 años empezaron a aburrirme los vídeos y descubrí los relatos. Rápidamente me aficioné a ellos y mis pajas eran más placenteras. Mi cuerpo iba creciendo y algunos pelitos en la base del pene empezaban a salir, totalmente rubios e invisibles a menos que no te fijaras mucho.
Aunque no soy gay, siempre me ha dado mucho morbo el pensar en un chico masturbándose, dos masturbándose entre ellos. De ese tipo de relatos derivé en los relatos gay y empecé a leer sobre lo placentero que les parecía a los protagonistas el hecho que les penetraran el culo.
Yo había probado meterme algún dedo alguna vez en la ducha, pero no me gustaba nada y lo dejaba para hacerme una paja corriente.
Me di cuenta que me había vuelto adicto a las pajas así que quise ponerme a prueba y estar unos días sin darle alegría a la sardina.
Los días iban pasando pero mi excitación iba en aumento. Cuando llevaba unos 15 días, no aguanté más e intenté ponerme a leer relatos sin masturbarme. Lo conseguí pero mi excitación era máxima. Entonces mi curiosidad de preadolescente me hizo plantearme qué sentían los gays cuando alguien eyaculaba en su ano. Quise probarlo así que busqué una sustancia parecida al semen, jabón, y algo que pudiera hacer de pene, una jeringuilla de un jarabe que le robé a mi madre.
Así que ahí estaba yo, con el pene a reventar de excitación, en la ducha, con un recipiente lleno de jabón y la jeringuilla, de 5ml, preparada. Apliqué lo aprendido en los relatos y primero lubriqué un poco mi ano y metí hasta 2 dedos. Después de 5 minutos consideré que ya había suficiente así que cargué la jeringuilla, la introduje sin dificultad en mi ano y cuando estaba bien al fondo disparé. No noté nada, estaba un poco decepcionado, así que cogí más jabón y lo volví a disparar, así hasta 4 dosis. En ese momento empecé a sentirme débil, mis piernas empezaron a flaquear y me senté en el suelo de la ducha, con las piernas abiertas. De pronto el jabón empezó a salir de mi recto y escurrirse por los alrededores. Me invadió un placer nunca antes visto, sentí como dejaba de tener control sobre mi cuerpo ya que de pronto me puse a eyacular a borbotones un semen muy blanco. Nunca hasta ese día me había salido tan blanco ni tanta cantidad. Pero mi asombro no acabó ahí ya que cuando terminé de eyacular sobre mi abdomen, me empecé a hacer pis, sin poder remediarlo, no controlaba mi cuerpo. También me hice caca, en gran cantidad. Así que ahí estaba yo, tirado en el suelo, a mis 12 años, ido de este mundo y envuelto en una extraña mezcla de semen, pipí y caca. Pero no me repugnaba, al contrario estaba fascinado por el placer que acababa de experimentar y quería más.
Sin mover mi cuerpo ni un centímetro, cargué el recipiente de jabón y me apliqué dos dosis más. Esta vez el efecto fue instantáneo ya que estaba en el suelo. El jabón se escurrió por mi ano y mi pene se puso a eyacular otra vez, esta vez mucha menos cantidad y más aguado.
Creía que era insaciable, ya que cada vez que se me pasaba el efecto, tenía ganas de más y volvía a cargar la jeringuilla. A partir del tercer orgasmo ya no me salió nada pero el placer era el mismo. Me recordó a esos bellos momentos de cuando tenía 10 años y los orgasmos eran secos. No lo recuerdo bien pero creo que ese día tuve, como mínimo, unos 10 orgasmos. Después del décimo estaba tan exhausto que me quedé dormido bañado en jugos y sustancias humanas. Por suerte desperté antes de que llegaran mis padres y pude limpiar bien el escenario. Fue un día glorioso, el ano aun me palpitó durante dos días y los testículos me dolieron también unas horas ya que los había exprimido al máximo.
De ahí en adelante intentaba hacer esta práctica pero era difícil ya que habitualmente había gente en casa y resultaba difícil.
Animo a todos a que lo prueben ya que lo considero el mayor descubrimiento de mi vida masturbatoria.
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