En la playa
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Este relato trata de la primera vez que tuve un pene entre mis manos, en mi adolescencia, y que me gusta recordarlo. Fue un verano, cuando era una adolescente de unos 17, 18 o 19 años, o sea, ya era mayor, y con el cuerpo desarrollado, pero todavía una pipiola, jeje.
En la urbanización de la costa coincidíamos todos los años los mismos veraneantes que en la ciudad no nos veíamos porque en la gran ciudad es más difícil coincidir. Y es que yo tenía un grupito de amigas y amigos que pasábamos los meses de agosto haciendo las cosas típicas de los jóvenes. Una de esas cosas es ir con las amigas a la playa. Basta que una crezca para ir con las amigas y dejar de ir a la playa con los padres siempre, cosa que es normal y que hacíamos todas (unos días con mis padres, otros días con las amigas). Había por la zona alguna playa nudista, en la que, cuando eramos más pequeñas, nos colábamos para curiosear, comentar entre nosotras y echar unas risas (vestidas, o sea, en bikini). No estábamos mucho tiempo porque nosotras mismas nos íbamos (no sé si porque no debíamos estar allí con bañador o porque éramos demasiado pequeñas y temíamos que alguien nos reconociera y se chivara a nuestros padres)
Bueno, voy al grano del sucedido: Ahora ya no eramos pequeñas y una chica del grupo propuso ir a la playa nudista, pero para tomar el sol sin bañador. No solo en topless sino sin nada de ropa. Así podríamos pasear y…, a ver qué se sentía en esa situación. Un poco nerviosa estaba yo por ser la primera vez…, pero, tras un par de días, se acabaron los nervios del primer día y ya nos fuimos acostumbrando a tomar el sol desnudas y a darnos unos baños como Dios nos trajo al mundo. Pero, tras un par de días, aparecieron "los chicos"… Sí, el grupito de adolescentes de la urbanización eramos chicos y chicas. Obviamente, lo de tomar el sol desnudas no lo comentamos a los chicos, pero, aunque las otras dos lo negaban, yo creo que a alguna se le fue la boca y ellos se enterarían. El caso es que, vimos paseando por la costa a "ellos", y ellos nos vieron y se acercaron. Yo me puse como un tomate al principio, pero intenté que no se me notara. Los 3 chicos estaban muy bien, de nuestra misma edad, con muy buen cuerpo y…… los penes, aunque flácidos, estaban bien gruesos y anchos (seguro que hacían esfuerzos notables porque no se les subiera, jajaja, porque, sin estar erectos, estaban más anchos y largos de lo normal). Y, pues mis ojos estaban puestos en aquellos penes anchos bamboleándose, como los ojos de ellos estaban en nuestras tetas. Así que nos fuimos todos al agua a darnos un chapuzón.
Eso fue el primer día que coincidimos. Varios días después, coincidiendo de nuevo todos, y dando un paseo por la playa, quedamos solos yo y el chico más guapo de los tres (los tres estaban muy bien, pero uno era más guapo, claro, jeje), así que, el tema "nudista" fue la conversación, que si íbamos a la playa nudista a menudo, que si tal, que si cual… y al final, como echándonos piropos por nuestros respectivos cuerpos, que si tú estás muy bien, que si tú estás mejor, etc… jajajaja
Como nos dábamos cuenta que estábamos mirando a ciertas "zonas sensibles", cada uno a la del otro, me pude dar cuenta que su pene estaba empezando a estar más anchote de lo normal y a empinarse. – Vaya, parece que "alguien" se está alegrando un poco, dije yo, que me percaté de su miembro cada vez más grande. – Yo no hago nada, es el solo el que se alegra, pero le entiendo porque le gusta mucho lo que ve, dijo él entre risas. Me dijo que fuésemos un poco por la parte de arriba de la playa, un poco más discreta y fuera de la vista de los playeros, porque se le empinaba la polla y tampoco quería ser un espectáculo donde todo el mundo le mirase el mástil. En cierto modo, yo también prefería ir por la parte de fuera de la playa (entra matojos y sombras, a resguardo de los que estaban en la playa) porque también quería discreción. En fin…, que ahí estaba yo mirando su polla ya tiesa sin ninguna molestia por parte de ninguno que mirase. Y, la conversación que traíamos que era sobre que no le miraran en la playa su pollón tieso, pues me dijo que yo sí podía, claro, pues estaba al lado. Yo echaba "piropos" a esa polla pues la veía bien grande y el resto de penes playeros eran birriosos y flácidos en comparación a ese. – ¿Te gusta?, me dijo. – Jajajaja, claro, dije yo entre risas. – ¿Quieres agarrarlo?. Aprovecha ahora, que no nos ve nadie…, dijo él, también entre risas. – No te pases, que luego lo cuentas, advertí yo. Le dije que se la agarraría si no salia de entre nosotros, y dejamos de andar y yo le agarré la polla, que estaba muy dura y caliente. Me gusta recordar ese momento, en el cual, me volvieron los nervios como el primer día que hice nudismo.
No hizo falta que me dijera qué hacer, y directamente yo empecé a menearle la polla, sube y baja, arriba y abajo, durante algunos minutos y no tenía intención de parar. El me empezó a sobar las tetas y el culo…, y solo le dejé un ratito, o sea, poco tiempo, y le dije que no se pasase. El trato era que yo le tocaba la polla, pero él a mi no. O lo tomas o lo dejas. Y, vale, me dio un cachetillo en el culete, y se dejó que le siguiese sobando la polla, pero tras 5 minutos, decidimos ir al mar porque ya eran demasiados minutos solos sin el resto, y para que no pensasen mal, nos fuimos al mar a bañarnos. Una carrera hacia el mar, donde tetas y pollas se movian en bamboleo, y al agua. Allí en el agua nos juntamos con el resto del grupo, y tras media hora nadando y dándonos todos un chapuzón, el pene de este chico se le bajó ya. En un momento se me acercó y me dijo que si quería seguir pero en otro sitio más discreto, y le contesté que vale.
Pues esa fue la primera vez que agarré un pene. No es que sea un relato porno porno, pero me gusta recordarlo. Decir que algún día después, coincidiendo con este chico, pero ya fuera de la playa (o sea, ya vestido), pues nos retiramos sin que nadie se enterase a un descampado, donde me volvió a mostrar su pene y yo se lo agarré, haciendole crecer el pollón, y con mi mano masajeándole. Entonces pude ver su orgasmo y como se corría: vi como salió la leche de su polla, para gran emoción mia. Y, sin hacerlo todos los días, pero sí una vez a la semana por lo menos, discretamente ibamos a algún sitio solitario donde le masajeaba la polla y le sacaba todo el semen que sus grandes huevos tenía. La verdad es que, eran unas situaciones curiosas: no queríamos que nadie lo supiera, ni siquiera que nos viesen juntos…, y, ¡menuda situación!, yo vestida (bueno, con ropa de verano, que es muy poca ropa) y él sin pantalones ni ropa interior, y a veces completamente desnudo, con su cuerpazo musculoso y su polla impresionante… y ahí, entre los árboles, o en un descampado (alguna vez en su casa o en la mía), me tiraba un cuarto de hora o lo que fuese hasta que vaciaba sus huevos de semen.
Sí, me gusta recordar aquello que ya pertenece al pasado.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!