Enseñando a mis amigos
Historias de mis inicios en lo sexual junto a dos amigos cercanos.
Recuerdo que en aquellos días, al igual que yo los varones de mi salón empezamos a hablar de temas sexuales. Muchos presumíamos que ya habíamos tenido erecciones y también que nos masturbamamos. Incluso excluíamos de nuestras platicas aquellos que aun no se les paraba.
Con doce años las hormonas estaban a todo lo que dan. Y me encantaba hacerme la paja diariamente. Apenas sentía que se me paraba, me la tocaba o pellizcaba hasta venirme. Solo vivía con mi tío y el trabajaba casi todo el día, así que llegando de la escuela aprovechaba para masturbarme a gusto. Más tarde salía a jugar con mis dos amigos de la cuadra, Alan de diez años y Martín de nueve. Nos llevábamos de hace muchos años y diariamente salíamos a jugar o perder el tiempo a la calle. Yo como era el mayor empecé a interesarme en otras cosas, como mujeres, la paja, cosas más acorde a mi edad, ellos seguían jugando cosas infantiles y casi no me daban ganas de salir a convivir con ellos, por estar viendo programas en la tele con los cuales me excitaba y me hacía mis pajas.
Llegue de la escuela una tarde, estaba muy cansado por haber jugado fútbol con mis compañeros. Que nada más llegando, me desvestí y me fui a dormir. Tocaron la puerta y yo seguía durmiendo, insistieron tanto que me despertaron. Creí que era mi tío que había olvidado las llaves, así que salí de la cama y así como andaba abrí. Era Martín que lo mandaron sus papás a buscar una herramienta prestada. Yo estaba con una camisa blanca sin mangas y una truza igual blanca con la cual se me notaba una enorme erección. No me había dado cuenta de ello porque aun estaba algo dormido. Veo que Martín se sorprende al verme así, ya que nunca antes me había visto en calzones, y menos con el pito parado. Tardo en reaccionar y me pidió la herramienta, fui por ella. Se la entregue y se fue a su casa. Yo me puse almorzar y después me la jale viendo un programa donde salían chicas en bikini.
Más tarde vienen los dos a buscarme para salir a jugar. Como ya me había masturbado y no tenía nada que hacer, acepte. Jugamos con un balón de Alan, y mientras nos pasamos la pelota, Alan me dijo que Martín le había contado lo que había visto en la tarde. Pensé que hablaban de que me vio en calzones, pero se refería a mi erección, cosa que ellos no sabían para nada del tema. Me burle un poco de ellos al ver su ignorancia en el tema. A ninguno de los dos se le paraba todavía. Les explique de lo que se trataba y parecían incrédulos. Entonces les dije que si querían vérmela erecta. Al mismo tiempo afirmaron que si. Fuimos a un terreno oscuro que era de un vecino que casi nunca estaba y con la poca luz que había, se las mostré. La tenía normal, no estaba totalmente erecta, pero aun así se notaba que la tenía más grande que ellos por sus comentarios. Todo eso me causo cierta excitación. Volvimos al juego y ese día siguió normal.
Al día siguiente, no podía dejar de pensar lo excitante que fue mostrárselas, incluso me dio algo de morbo, recordar que Martín me vio en calzones. No entendía porque me causaba tanto morbo, que quería llegar a casa y volver a juntarme con ellos. Terminando la escuela, en lugar de reunirme a pasar un rato con mis compañeros, fui directo a casa. Me desvestí como todos los días y me quede solo con una truza que recuerdo era gris con puntos azules. Esperaba diera la hora para que ellos fueran por mí a mi casa.
Moría de nervios porque llegará el momento, y cuándo llego me arrepentí y me dio pena, no sé porque. Fui por ropa y me volví a vestir. Salimos a jugar, aprovechando que no había nadie en la calle, saque el tema del día anterior. Les pregunte si era cierto que no se les paraba y que si no sabían que era masturbarse. Ninguno tenía experiencia para nada del tema. Por lo que les propuse enseñarles. Al principio pensaron era algo malo y dijeron que mejor no, y las cosas quedaron así.
Ya otro día, seguía con mi rutina. Al estar solo me era más sencillo disfrutar de mi sexualidad conmigo mismo. Me masturbe y luego me entraba el arrepentimiento a esa edad. Cosa que tampoco comprendía. Me vestía, poniéndome a hacer mi tarea, junto con los quehaceres de la casa.
Tocan a la puerta y al preguntar de quien se trataba eran ellos. De nuevo me entro la adrenalina de aquel día y me quite el short, los recibí únicamente vistiendo una camisa un poco larga y una truza. Al verme Alan se río un poco preguntando que porque sigo en calzones, le dije que estaba viendo la tele y no me quise vestir. En eso dice que quería verme la truza, le pregunte porque y dijo que nada más quería ver como era. Me levante la camisa y se las mostré. No dijeron más que «ah», como si esperaban algo más interesante que ver. Los invite a pasar para ver la televisión, pero Martín dijo que vayamos a jugar antes de que se meta el sol. Me negué diciendo que tenía flojera, que mejor veamos algo interesante en la televisión.
Entraron, cerré la puerta con seguro, ellos se sentaron en el piso, yo me acosté en el mueble, y puse ese programa que pasaban en las tardes de las chicas en bikini. Los dos estaban medio alucinados, en sus casas no veían ese tipo de cosas. Al estar ellos ahí y yo en calzones, me entro de nuevo el morbo. Más lo que había en pantalla. Me empecé a frotar mi miembro con la mano encima de la truza. Estaba sintiendo un placer nuevo, bastante agradable.
Martín se dio cuenta y me pregunto que estaba haciendo. Cosa que hizo que Alan volteara y ambos estaban concentrados en mi ahora. Me puse nervioso, pero a la vez excitado, les dije que me calentó ver a las chicas así. Señale mi pene y se veía un enorme bulto. Esta vez sus caras fueron de sorpresa. Alan me pregunto si eso tenía que ver con la paja y le dije que si. Me pregunto que se sentía y le dije que rico. En eso les pregunte si querían tocarlo. Se miraron algo confundidos, pero se nota que la curiosidad les ganaba. Alan poniendo el ejemplo de ser el mayor fue el primero que se animo. Me paso la mano por encima de la truza diciendo que se sentía demasiado caliente, Martín quería comprobar si era cierto y también me puso su mano ahí. Yo sentía una enorme excitación al tener las manos de mis amigos encima de mi pene.
Querían ver más y les pregunte si me lo podía sacar para mostrárselos parado. Obviamente no rechazaron la oportunidad y me baje el calzón dejando salir de golpe ese tremendo pedazo que para nosotros a esa edad era enorme, lleno de venas y casi escurriendo. La cara de ambos era de impacto, nunca me habían visto de esa manera. Recuerdo que Martín dijo «Que huevotes», y me sigue causando gracia recordar la forma que lo dijo.
Ya con todo afuera, era hora de enseñarles lo que era masturbarse, comencé a jalármela mientras les explicaba la manera de hacerlo. Ambos bien atentos. En eso Martín me pregunto si le dejaba intentarlo, creí que se refería al suyo, pero era al mío. Le dije que estaba bien. Reemplace mis manos por las suyas y comenzó a hacer lo que le enseñe.
Yo estaba sintiendo creo un orgasmo, nunca antes me habían masturbado y se sentía de lo más rico, a pesar de que fueran mis amigos. Ya Alan dijo que era su turno y quito a Martín reemplazándolo y él también comenzó a jalármela. Su tacto era más brusco pero aun así se sentía bastante agradable.
Luego estaban peleando por quien hacerlo. Les dije que yo iba a terminar de hacerlo para que no siguieran peleando, y termine, tirando chorros de semen por todos lados. Me había venido más que otras ocasiones, debido a ellos. Se mancharon mostrándose un poco asqueados. Me reclamaron y les dije que era su culpa. Se me había olvidado decirles bien sobre el semen, se fueron a limpiar a mi baño. Yo me limpie con mi calzón y limpie lo que ensucie en la sala.
Terminaron de lavarse y yo igual, y dijeron que salgamos un rato. Les dije que si, pero que prometan no decirle a nadie de esto. Lo prometieron. Me vestí y salí con ellos a jugar. En la noche recordé lo ocurrido y me excite bastante, que volví a jalarmela durmiendo con mi semen encima sin importarme. Antes me limpiaba al hacer eso, pero empezó a darme igual desde esa noche.
Obviamente no iba a contarle a nadie sobre eso, pero en la escuela eran diarias las historias de las pajas de cada uno. Quería decir lo que viví ese día, pero pensé que mis compañeros iban a pensar mal. Según yo algo así no iba a volver a repetirse, pero me sorprendí al ver a esos dos nuevamente al día siguiente en mi puerta más temprano, preguntando si hoy también me iba a masturbar. Y volvió a suceder.
Seguimos con ese juego, durante vario tiempo. Apenas llegaba de la escuela, a veces ya me desnudaba completamente para recibirlos. Así era todo más fácil y rápido. Tuvimos una enorme confianza, que nada me daba pena con ellos. Hasta hacía popo con la puerta abierta delante de ellos, mientras veíamos la tele.
Tal vez por ser menores eran más penosos, que les costo mostrarme sus penes. Que si eran pequeños para su edad, pero era justo que también se los viera y con lo que les enseñe, aplicaran la técnica. La primera vez que lo intentaron, apostaron para ver cual de los dos se venía primero. Alan se lastimo de tan duro que se lo hacía, porque pensaba que así le iba a crecer. Martín se burlo de él. Terminaron peleando y se fueron a sus casas.
Ya al día siguiente para que se reconciliaran, los invite a mi casa. En lugar de intentar con ellos, les pedí que ambos me masturbaran al mismo tiempo, volviéndolo un juego para ver quien me lo hacía mejor. La verdad se esforzaban, me acariciaban las bolas, y la entrada del ano, que me volvía loco cuando hacían eso. Chorreaba semen como manguera cada vez que me tocaban esos puntos. Fueron días que disfrute bastante y sé que ellos también.
Todo termino al terminar la primaria que tuve que irme con mis abuelos a empezar la secundaria. Los he vuelto a ver años después. Ya cada quien hizo su vida, hemos hablado muy poco, pero a veces pienso que si volviéramos hablar de eso, tal vez alguna vez se repita jajaja.
Las masturbadas comunes en la adolescencia siempre serán recordadas. La más rica que tuve fue cuando un amigo me pidió que me masturbara para ver cómo me salía la leche. Lo hice, pero me puse a mamarle la verga mientras me la jalaba. ¡Estuvo rico!, para los dos…