Estrellas involuntarias del video porno
Mi amigo Cornelio, en complicidad con su exmujer Stella, graba a ésta usando a tres machos durante 24 horas sin que éstos lo sepan. Me enseña el video que editó para que lo viéramos juntos y lo disfrutamos jalándonos la verga durante horas..
El viernes vino a verme Cornelio. Ya me había dicho que iba a enseñarme un video (tomado con el celular en el tripié y escondido en el closet) que le permitió tomar su exesposa Stella, pero no lo dejó que él estuviera escondido viendo la acción, como otras veces, ya que Stella estaría 24 horas cogiendo, desde el mediodía del sábado hasta el domingo siguiente. No sé los aspectos técnicos de la App que descargó Cornelio para manipular el celular como cámara de transmisión y, desde su casa, grabar todo en la computadora casera, y no en el celular. Después editó las escenas más calientes e hizo el video que me trajo. Lo bueno es que me regaló una copia.
–La semana pasada, cuando fui a coger con Stella, me contó que al siguiente sábado iba a tener mucha acción ya que juntaría a tres de sus amantes, los burros más antiguos que jinetea: Carlos, Guillermo y Ociel –me explicó cornelio.
–¿Te decía eso porque te invitaría? –pregunté de inmediato.
–Exactamente eso le dije, pero ella me corrigió. “Te lo digo porque quiero que ese fin de semana, aunque no te corresponde, te quedes con tus hijos ya que mis padres están fuera del país”, me aclaró la puta y abundó: “Es que hace tiempo que quiero fumar mota y emborracharme, pero con más de uno para coger y este sábado pueden tres de mis parejas” –concluyó contundentemente.
–Yo acepté su petición, pero le pedí que ella me dejara poner una cámara: “Bien, atenderé a los niños, pero me gusta mucho ver cómo te cogen. ¿Podría dejar un cámara para grabar la acción?” –pregunté y se quedó callada antes de consentir –. “Sí, pero ponla donde no se vea, a ellos no les gustaría”, dijo. Así que el viernes fui a instalarla y probarla.
–Supongo que “probarla” incluía cogerte a Stella… ¿O no? –aseguré sonriendo.
–¡Claro! Puse la cámara, hice tomas para conservar diferentes poses de nosotros dos. Sólo aguanté tres venidas. Nos vestimos y en la noche salí de su casa con mis hijos. Déjame conectar mi máquina a la pantalla para que veamos esto.
Mientras Cornelio hacía las conexiones, yo me puse a preparar las tapas y acercar a la mesa de centro las botellas de cervezas, licor y refrescos.
–¡Ah, tiene sonido…! –exclamé cuando comenzó el video editado.
–Sí, pero me pasé horas corrigiendo el volumen, sobre todo cuando los diálogos se daban en la dirección contraria al celular o cuando eran muy tenues. –señaló mi amigo.
Inicia el video con las “pruebas del equipo” que hizo Cornelio con la participación de su exesposa. Ambos desnudos y colocándose en diferentes poses sexuales recorriendo el King sise de extremo a extremo. Ellos habían colocado la pantalla de la computadora sobre el mueble que está a la piesera de la cama y ahí veían la transmisión que el celular, colocado en un tripié en el interior del closet, enviaba hacia algún sitio de Internet desde donde lo recogía la computadora, y era eso lo que ambos miraban, con un insignificante retraso. La escena que me encantó ver fue “La carretilla” –en esta posición la mujer está boca abajo, deteniéndose con las manos estiradas y las piernas con el empeine de los pies en los hombros (y brazos) del hombre, quien, además de penetrarla, se las detiene con las manos– pues aunque a mí no me ha salido bien, ellos recorrieron la cama de esquina a esquina y las tetas de Stella se movían al compás del ritmo que le imprimía el pubis de Cornelio. No pude evitar apachurrarme el pene que ya estaba destilando presemen.
–Mejor quítate los pantalones, para que no se mojen y te la puedas jalar bien –me advirtió Cornelio–. Te garantizo que te vas a quedar seco. Yo llevo toda la semana jalándomela durante la edición que hice.
Yo le tomé la palabra y me quedé sin pantalones. Más tarde también me quité la camisa, pues me estorbaba la falda y las mangas de ésta quedándome sólo en camiseta. Cornelio se encueró completamente y, a dos manos, se acarició todo el aparato. La introducción fue breve, pero las muestras de tomas, que ellos monitoreaban en la pantalla, fueron muy variadas. Las tres venidas que tuvo Cornelio fueron: De misionero, después de hacer gritar muchas veces de placer a Stella, quien lo tenía aprisionado con un fuerte candado de piernas en la cintura y no dejaba de gritar “Así, mi amor, así”; la segunda en la boca de Stella, en el 69 donde él saboreaba el atole de la primera venida, pero bastante escurrida del flujo de las venidas que su exmarido le había propinado; y, por último, en la culeada que le dio al final poniéndola de perrito zarandeándole las chiches con el movimiento de las estocadas enjundiosas con las que penetraba a su ex, gritándole “puta” en cada sacudida de tetas. Ahí fue mi primera venida.
–¡Qué rico te la cogiste por el culo! –exclamé cuando me quité la lefa de la mano embarrándola en mi pierna.
–Sí, pero a mí me prende más cuando la miro ensartada por otro u otros, cuando al par que se la están cogiendo en sándwich ella les comparte el semen que le ordeñó al tercero con la boca. Ellos sin desenchufarse, se lo tragan y le dan más velocidad a las vergas en cuanto Stella los besa –me aclaró Mi amigo.
Y sí, cuando vi esas partes, al menos tres, porque lo hizo mamándosela a cada uno, me jalé muy rico la verga, aunque en dos lo complementé muy caliente porque me puse a chuparle el pene a Cornelio, quien sacó más pronto el semen con mis mamadas acompañando a sus jaladas y lo saboreé. Claro que esas veces no tuve que limpiarme la lefa, pues mi amigo me dejó limpios los dedos y el pene con su lengua.
La parte de ellos inicia cuando todos están encuerados, con un vaso de licor en la mano y Carlos les ofrece un carrujo a cada quien. Ociel es el único que dice “paso”, los demás lo encienden y aspiran displicentes. “Este amigo tuyo es como tu cornudo, se hacen muy formalitos”, le dijo Carlos a Stella y Ociel frunció la boca y movió negativamente la cabeza. “Este macho tiene otras cualidades que me fascinan”, contestó la putita y le dio una lamida al pene de Ociel que de inmediato se erigió. “¿Ves que reacciona rápido?”, aunque me gustaría que cualquiera de ustedes, y otros machos que ordeño, tuviesen tanto aguante como mi exmarido”, concluyó Stella dándole un gran jalón a su bacha y terminó echándole el humo a Ociel, quien de inmediato se levantó y fue hacia la ventana para abrirla y todos se carcajearon. Al rato, cuando ya habían terminado de fumar el primer churro, se ve que Carlos y Guillermo jalonean a Stella para cogérsela, pero ella se zafa y va con Ociel a quien le quita el vaso de ron para abrazarlo y decirle “Tú primero”. Los otros dos se quedaron tranquilos, y tomando vieron cómo cayeron al colchón los tórtolos. Pose de misionero, Stella enrollando las piernas en la cintura del amante elegido y Ociel dándole con mucha pasión hasta desbordarse. Stella lo soltó dando sonoras carcajadas y, abriendo las piernas, dijo “Otro más…” y fue ensartada por la verga de Carlos quien estaba más cerca. La escena fue similar a la primera, cogida furiosa y venida abundante. “El que falta…” gritó entre carcajadas y la cubrió Guillermo metiéndole el falo de un rápido envión que salpicó mucho dejándoles mojados los vellos del pubis. No hubo mucho movimiento, pues apenas terminó Stella de cerrar el candado de sus piernas sobre la cintura del macho, bastaron tres movimientos para que éste diera un fuerte gemido de satisfacción. Seguramente Stella se dio cuenta que el macho ya había soltado toda la carga, lo rodó al colchón y quedó con las piernas abiertas.
“Dame toda la leche en besos”, dijo dirigiéndose a Ociel quien había estado atento a esta tercera cogida y vio cómo se escurría el coctel de semen y flujo desde la panocha de su puta. Sin remilgos, paseó la lengua para recoger el atole que pudiera y le dio a la dama un beso que ella apuro a sorber. “Más…”, exigió Stella y Ociel fue por el otro trago que reclamó ella. Así fue durante cinco besos. “¿Alguien más quiere chupar panocha?, les dijo y Carlos se fue a lamer las piernas y la pepa disfrutando las caricias que Stella le daba revolviéndole la larga cabellera. “Mámale, mi putito”, le decía Stella. “Ya casi lo haces tan rico como mi cornudo, ¡a ése sí que gusta del atole!”. Carlos prendió otro porro, le dio las tres y se lo pasó a Stella. “¡Qué rico!, el papel sabe a semen, me lo dejaste con tus babas”, señaló Stella dándole tres jaladas y lo pasó a Guillermo quien se entretenía mamándole una teta. Por su parte, Carlos se puso a chuparle la otra.
“¡Ja, ja, ja, tengo dos becerritos amamantándose! Me acuerdo de los dos únicos machos a quienes sí les di de mi calostro y mi leche” dijo ella sin dejarles de acariciar el pelo. “¿Quiénes fueron?”, preguntó Ociel. “¡Ja, ja, ja!, debes preguntar quién fue el otro, pues mi marido probó lo de todos mis embarazos. Al otro lo tengo mamando aquí”, precisó Stella y Carlos, sin dejar el pezón, sólo alzó la mano.
–Era obvio, fue su primer amante –exclamé y mi amigo Cornelio se entristeció.
–Y probablemente también el padre de alguno de mis críos –dijo sombríamente Cornelio, pero no dejó de acariciarse la verga que se le puso más dura.
En otra escena, están haciendo sándwich a Stella: Ociel por el culo sosteniendo a Stella sobre él y Guillermo en la vagina con enviones de gran amplitud. De repente se escucha la voz de Ociel que dice ¡No, pendejo, no es por allí!”. “¡Perdón, ja, ja, ja, se me fue más abajo, sólo fue un puntazo, ja, ja, ja…!”. “Lo hubieras dejado, mi amor, así sentirías tan rico como siento contigo en el culo desde la primera vez. ¡Ja, ja, ja…!”, le sugirió Stella con palabras lentas porque la lengua se le trababa con lo fumada y tomada que estaba.
–Bueno, Ociel no estaba muy caliente, por eso protestó –dije.
–¿A ti ya te la han metido? –me preguntó Cornelio.
–Solamente cuando era niño, nos cogíamos y mamábamos entre los amigos –respondí recordando que lo que me gustaba era meterla y acariciarle el pene a quien yo tenía ensartado.
La siguiente toma de la edición que hizo mi amigo, los machos están de pie del lado contrario a la cabecera y Stella hincada en la cama, con las manos en los huevos de dos de ellos y tratando de meterse los tres glandes juntos en la boca. Imposible, sólo le cabían dos a la vez. Pronto cambió la estrategia y juntó a Carlos y Guillermo de los penes para hacerles una chaqueta. Ellos se revolvían y tallaban uno al otro disfrutando el juego que hacía Stella con sus vergas al apretarlas simultáneamente; su arrechura se desbordaba cuando ella tallaba un glande junto al otro. “¿Les gusta? ¡Son unos putos!”. “Acuéstense, quiero chuparlos en un 69”. Guillermo obedece y al recibir la panocha de Stella se pone a chupar. Stella le da un paseo de lengua por todo el tronco, mientras mira a Carlos, con la boca abierta. “Ayúdame con los huevos, no te quedes mirando”, le dice a Carlos quien obedece como corderito y chupa una a una las bolas de Guillermo en tanto que Stella sigue regodeándose con el palo en la boca, Guillermo mama panocha con más ganas al sentir las lenguas. “Te ayudo”, dice Ociel tomando un testículo para lamerlo y chuparlo con deleite. Guillermo descarga un chorro de semen en la boca de Stella, quien lo deja resbalar hacia los huevos y es deglutido por los otros dos. Instintivamente, Cornelio y yo hacemos un 69 jugando con las bolas y mamando el glande hasta venirnos casi simultáneamente.
–¡Pinche Stella, hasta a nosotros nos calienta a ese extremo! –exclama Cornelio después de tragar y paladear mi lefa.
–Aja –exclamo sin dejar de jalarle el pellejo a mi amigo Cornelio para exprimirle hasta la última gota de su simiente.
Ya habíamos hecho un 69 a petición de Stella en un par de tríos que le hicimos y nos gustó mucho. Cornelio detuvo el video y sirvió un vaso de vino a cada uno, el cual tomamos divertidos jalándonos la verga mientras apurábamos el vino. Terminamos la bebida y ahora nos acariciábamos a dos manos.
Una vez que nos tranquilizamos, Cornelio reanudó la proyección del video. “Estás más puta que otras veces, Stella”, le dijo Ociel, apretándole una chiche en cada mano. «Sí, me pongo más puta cuando la fumo», contesto con evidente rostro de lujuria y le dio otra gran calada a la mariguana y, después de exhalar el humo en la cara de Ociel, me pareció que el rostro de Stella se transformó en el de una puta que quiere más verga. Casi a gritos, pero arrastrando las palabras, dijo “Amores, aquí está su puta para lo que quieran. Denme verga hasta por las orejas…». Los tres se abalanzaron sobre ella, besándola, mamándola y cogiéndola como podían. Era evidente que a todos, los fumados y el que no, les despertó la libido de golpe. Pobre Stella, me pareció que la iban a destazar, cada uno queriendo apropiarse de una parte de ella y deseando meter la verga. Ociel se apropió de la vagina, pero Carlos se la quería meter también y le dio varios puntazos en el culo a Ociel, quien no se quitó al sentir la turgencia entre sus nalgas. Pero estoy seguro que, de haber tenido más fuerza Carlos, Ociel pierde su virginidad anal.
–¡Ja, ja, ja, ya mero hacen un trenecito! –exclamé con fogosidad.
La verdad, era tanta la magreada que le estaban dando a Stella y los manotazos entre ellos para ser el ganador de una posición que no se sabía como terminaría el asunto, pero al rato cada uno ocupaba un agujero: Guillermo se la cogía (literal) por la boca, Carlos por el culo agarrado de las tetas, y Ociel por la vagina queriendo besar la boca de la puta, pero sólo lograba lamer la verga de Guillermo cada vez que el tronco de éste pasaba por los labios de Stella. ¿Y Stella? ¡Se había desmayado! y no podía reclamar violación, pues fue ella quien los incitó a comportarse desenfrenadamente.
–¡Pinches putos salvajes, dejaron muy magullada a mi esposa…! –exclamó Cornelio sin caer en cuenta que se había referido a su ex como “esposa”.
Siguió cada uno en lo suyo gasta que se vinieron, separándose. Primero Guillermo y por fin Ociel se apropió de la boca de Stella quien, mecánicamente, expulsaba entre fuertes tosidos el semen que le obstruía para respirar bien. Carlos siguió, quedando yerto, y Stella escurriendo semen de la oquedad que se miraba enorme. Por último, entre degluciones de semen, Ociel logró eyacular y quedó sobre la inerte Stella.
–Se quedaron dormidos todos –dijo Cornelio, deteniendo el video–. La primera en despertar fue mi mujer, quien sólo se arrastró hasta donde quedaba la almohada y la abrazó. Los demás se acomodaron como mejor pudieron. Quedaron tan cansados que despertaron después de las diez de la mañana. Stella fue la primera quien rengueando fue al baño y después fue a hacer el desayuno para sus machos.
–¿Ya no cogieron? –pregunté.
–No sé en la verga de quién se haya sentado a desayunar. Según ella se quedaron “en la sala para seguir fumando y tomando, echándose uno que otro palito. Pero lo más rico fue cuando me pusieron con la espalda en el sillón, me abrieron las piernas y uno a uno fueron pasando con la boca abierta para tomar el vino que escurría de mi panocha y otro vaciaba sobre ella, mientras yo me echaba el último carrujo del día”. Ellos ya no aparecieron más por la recámara pues se habían desnudado al llegar y abajo estaba su ropa. Sólo apareció Stella, quien se metió a bañar y al salir, abrió la puerta del closet para posarme sin vidrio intermedio. “A la hora que tú quieras, puedes traerme a nuestros hijos. Te espero para premiarte”.
Al terminar de decir esto, Cornelio reanudó el video y Salió Stella con una toalla en la cabeza a manera de turbante, pero posando encuerada como actriz porno mostrando sus atributos, destacándolos uno por uno. “De esta parte le das una copia a Ber, para que se le antoje esta puta que lo ama tanto como a ti, cornudito”, dijo Stella poniéndose en pose de vaca moviendo circularmente las ubres. Aumenté el ritmo de mi chaqueta hasta que me vine y Cornelio se fue directamente a mi verga en cuanto comencé a soltar el semen. Lo dejé chuparme mientras seguía viendo el video.
La siguiente escena estuvo muy caliente, Eran Cornelio y Stella brindando con una bebida algo extraña. Eran copas de vino tinto, pero el fondo estaba blanco. Ellos estaban de frente uno al otro, pero claramente se notaba que Stella estaba sentada en la verga de Cornelio. “Salud y hasta el fondo” dijeron chocando las copas y luego miraron a la cámara exclamando “¡Salud Ber!”, y se tomaron todo el contenido. Se dieron un beso compartiendo sus residuos del vino.
–¿Qué era lo blanco? No era crema de menta, pues no era un blanco intenso –argumenté.
–Era mi premio –dijo Cornelio–. La puta de mi esposa ordeñó a sus tres machos en la mañana, después que desayunaron y colocó en una copa la leche de ellos. Cuando llegué con los niños, después de cenar hizo lo mismo conmigo. Con mamadas y jaladas me extrajo una buena cantidad de leche que vació en la misma copa que había sacado del refrigerador, luego tomó un agitador del bar para mezclarlas. Eso era lo que había en el fondo de las copas.
El resto del video sólo tiene las cogidas que le di a mi mujer. La mayoría no se ve bien porque estaba apagada la luz.
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