Experiencia picante
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Estaba muy caliente.
La nieve me tenía encerrado y era fin de semana.
Mi mujer en casa y los espacios de contacto no contestaba nadie.
Un fin de semana con ganas de hacer cosas fuera de lo "normal".
Me apetecía ser la putita de algún tío perverso que jugase con mi cuerpo entregado a tope a la causa del sexo.
Mi ano al servicio de un depravado que me hiciera las mayores perrerias que se le ocurriese.
Claro de pronto y así sin más no es fácil.
A lo que más llegue es a que me contestase un activo que dejó de escribir después de plantarle algún juego subido de tono.
El caso es que andaba con la mente calenturrienta y el cuerpo caliente disponible y dispuesto a las mayores perversiones, pero sin posibilidad alguna de disfrutarla.
Como estaba así de caliente, por internet busque nuevas experiencias a la hora de masturbarme.
Más de una vez me había corrido delante de una cam y enchufado para todos aquellos que querían verlo.
Me ponía a cien uno de ellos que iba de amo y que me mando unas cuantas acciones que hice sin rechistar.
Colonia por los huevos, meterme un par de dedos por el ano .
acabe corriéndome como un barranco.
En internet buscando prácticas distintas tropecé con el uso del jengibre por el ano .
tenía en la nevera, fui lo corte y me lo metí.
Ardor encantador que multiplicó mis ganas de que alguna caritativa siguiese con el juego.
En la misma página indicaban que también podía utilizarse en el ureter.
Corte una lámina y volví a experimentar la misma sensación acompañada de un empalme descomunal.
No quise correrme y ya entre en el bucle de lo cotidiano.
Al cabo de un par de horas en otros relatos hablaban de dentífrico.
Sin más me hunte el año .
Picazón frescrito.
Seguía sin correrme y con más ganas de perrerias.
Mi mujer se fue a la cama.
No había forma de contactar con nadie y enchufar la cam no me parecía un buen plan.
Seguí pensando en alguna que otra pervesion.
Me acordé que una vez por accidente me rocé los ojos después de andar con una guindilla.
Rompí una guindilla que ya estaba muy seca entre mis dedos y roce mi ano.
Hufff nunca había tenido sensación igual.
Ardía el ano y el glande.
Con este ardor seguí la masturbacion hasta correrme como nunca.
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