La gota de leche
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por doctorx.
La gota cristalina (Paula –Parte 2—)
Una gota cristalina, caliente, brillante, surgió suavemente sobre la hendidura… allí se quedó, haciendo equilibrios; sola en lo alto del pedestal enervado, en el palpitante pedestal que lentamente oscila, por los caprichos de mi mano que no puede quedarse quieta…
Una gota cristalina que apareció redonda, en la punta de mi falo palpitante…
Mis ojos la observan, tumbado allí en el borde mi cama solitaria…
El tronco creció como un espárrago furioso después de la tormenta, y las formas se fueron marcando con exacta definición…
Creció como un cohete que anhela, que desea, que desesperadamente quiere saltar hacia los abismos y enterrarse en universos blandos y calientes… el ojo que todo lo ve.
Una gota que refleja brillos cálidos, ácidos, y en ese mundo aparece ella… fragmentada, desquiciada, excitada, en acción e inacción, mostrándose y ocultándose, con esa cadencia que tiene para jugar a los juegos mas ricos, los más deseados y prohibidos…
Definitivamente soy un mirón. Definitivamente las escenas se graban en mis retinas y acuden cuando mis deseos las invocan… ahora van a bailar en este mundo pegajoso.
En la gota está su rostro, y su vientre, y sus bragas incrustándose en sus huecos profundos.
«—Me encanta apretarle aquí a los hombres, y ver como les sale este líquido»… —Decía ella, la joven que apareció en el chat y que hasta ayer no conocía, tal vez estuviera realizando sus primeras experiencias en el terreno del sexo.
«—¡Me vuelve loca y quiero probarlo! ¡Les estrujo la pancita de la pija! ¡Y me gusta, me encanta… se lo hago a mi novio!»
Apriétalo despacio, bella adolescente… tus ojos están perdidamente centrados en la gota.
Mientras, en el seno de tu vientre, una tormenta de tempestades está creciendo…
—¿Sabías que esa gota es como la que te sale a ti?
Esa que moja tus bragas cuando se arrugan y juntan los elásticos en la entrada de tu vagina pequeña…
Esta tarde vi, cómo jugaban al sexo dos personas en la calle…
Llegaron de no sé dónde, ella abrigada con un sacón y una falda gruesa, tipo escocesa… suponían que en el callejón no había nadie…
Ella corrió su tapado y levantó su falda por el frente… sus firmes piernas blancas enmarcaban una braga azul-celeste… supongo que no había tiempo para mucho juego más, seguramente ya venían enardecidos desde mucho antes… en un bar, en una plaza, en el bus…
Mi gota crece, otra que surge debajo de ella la alimenta, y se aplasta un poco, y hace equilibrios… el glande inflamado está endurecido… ¿Caerá para el frente? Así mojaré el prepucio con ella… ¿Caerá para atrás? Así lubricaré lo que era el frenillo, y las aureolas hinchadas de la cereza azul… esa parte es tan sensible… a la boca de Paula le encanta jugar con su lengua en ese lugar…
El hombre sacó su verga, blanca, no muy grande, de entre una bragueta de pantalón de vestir, sus huevos asomaron también…
Entonces ella giró sobre sí y se dio la vuelta. Ofreciéndole el culo. Como hacen las perras en celo, como hacen las hembras calientes… imagino que su vulva tendría los labios mayores turgentes y duros, nunca me olvido de una perra que había en casa, como abría y cerraba su vulva cuando el perro quería montarla…
Desde atrás es más cómodo… apenas agachar la espalda y… ahí está el delirio hecho carne blanda y caliente para el hombre.
La gota no soportó el equilibrio y cayó arrastrando a dos más, en una línea pegajosa, hacia un costado, mejor así, así la miraba bien…
La gota cayó mojando unos labios rojos que se abren y se cierran en una respiración entrecortada, sobre un escote pronunciado de señora bien, sobre esa braga celeste y tantas más…
Tampoco pude aguantar tanto.
Ella levantó el borde del sacón, y levantó el ruedo de la falda…
Dos columnas blancas aparecieron desde adentro de unas medias oscuras y transparentes, aparecieron esos muslos blancos contrastando con la ropa oscura, apareció la línea de los glúteos y dos balones redondos, apareció una línea gruesa y profunda… sí señor, es un señor culo… y dentro de él, la braga celeste-azul.
Él metió su mano bajo la falda y tomando el elástico, bajó la braga… deslizándola casi con violencia, un jirón de género se perdió entre aquellas piernas y quedó más abajo de los glúteos bien estirada.
Supongo que el frío en la piel la azuzó un poco, su culo pareció crecer, más redondo aún, como buscando un falo erguido que lo calme, el macho estaba ahí, detrás…
Comienzo a bajar y subir, porque sé… lo que viene…
Entre la piel blanca, entre las líneas del glúteo, apareció una mata de vellos… una selva oscura y enardecida que asomaba sus penachos desplegándose provocativamente, como un animal que intenta defenderse… bajo esa mata peluda, hay una vulva que palpita, una vagina llena de líquidos, como este que cae sobre mis dedos y lubrica como aceite… una boca de labios hinchados y calientes, de garganta profunda que late y succiona…
Entonces él entró, penetró, invadió… y ella gimió, como gimen las hembras, y en sus ojos había lascivia y ardor, y su culo buscaba al macho dando empellones hacia atrás, que la poseía y colmaba de carne ardiente…
Abrazados al falo que entraba y salía, aquella mata de vellos suaves y lacios que nacían en los bordes de sus labios mayores y en los glúteos alrededor del ano, se pegaban y mojaban, contrastando, dándole más morbo a mi situación de mirón…
Mi dedo pulgar aprieta y sube, mi dedo índice acompaña por detrás, rozando el borde del glande, desatando una descarga eléctrica por la espalda, vaciando el contenido que hay en el conducto hinchado, la imagen del culo blanco y los pelos, y los pelos, y los pelos mojados moviéndose…
Una gota blanca asoma entre la verga del macho, y los labios de la hembra… surge como escapando de aquél pistón… la leche blanca, la leche dulce… leche de hombre, leche blanca como la piel de su hembra… el borde de la falda oscila con violencia, la braga tirante es un detalle celeste en el frío ambiental…
Manantial de leche caliente, que se derrama y alimenta, que salpica, que arremete, que inunda… los labios mayores de la vulva se mojan con leche blanca, una gota de leche blanca desciende y besa al clítoris apenas asomado en su capucha arrugada, esa gota hace equilibrios y cae al suelo, y sobre la braga, y sobre el pavimento frío, sobre los pobres, sobre las prostitutas de las esquinas, sobre la tierra hambrienta de hijos, sobre los úteros que exigen ser llenados, colmados en su sed…
Como la gota de leche que asoma en mi falo, en el pedestal, y comienza a derramarse blanca y caliente, en medio de estertores y convulsiones, como un volcán de leche que ya no puede parar… como leche que brota de los pechos de Paula cuando los aprieto, pero esa, esa será otra historia.
El macho retira su verga de la hembra y dando medio paso atrás la guarda junto con sus huevos dentro del pantalón… El culo blanco de la hembra se retrae, las líneas oscuras, los pelos desaparecen en su interior, la braga sube y se acomoda aplastando la piel enardecida de la blanca vulva mojada, el ruedo de la falda cae, el ruedo del sacón también… Todo fue muy rápido, solo instinto, solo cópula y nada más…
Una mujer con la concha y las tripas llenas de leche, un hombre satisfecho y preocupado por lo que pudiera ser, siempre estará preocupado por algo… olvidará este momento tan rápido como el acto mismo lo fue.
Ella camina calle abajo, con sus bragas embadurnadas y la leche escurriendo hasta sus medias, ocultas por la falda y el sacón…
Mañana, esa mujer estará conmigo, será mía…
Ese culo será mío, esos pelos, esa vulva…
Y tendré todo el tiempo del mundo para mí…
Esa mujer es Paula, quien me citó en ese callejón porque quería darme un regalito…
Doctorx dixo1962@hotmail.com
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