La Mano Misteriosa
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Porky.
Jaimito se habia quedado solo en casa aquella tarde. Tenia unas dos horas por delante hasta que volvieran sus padres del Hipermercado. ¿Seria tiempo suficiente para realizar sus sucias y desviadas intenciones? El creia que si, y sin pensarselo mas se levanto de la cama dispuesto a todo.
Lo primero que hizo despues de arremangarse fue depilarse el brazo izquierdo desde el codo a la muñeca. Luego se pinto las uñas de un color rosa chillon bastante hortera, pero era el unico que tenia su madre. Hurgo en el joyero y saco dos pulseras de plata y un par de anillos, uno de ellos de los del "Teletienda" con brillantes mas falsos que Judas. Ya estaba casi listo para su orgia autonoma. Solo faltaba sentarse sobre la mano de los abalorios hasta que se durmiese.
Cuando la tuvo suficientemente entumecida, sonrio: en ese preciso instante iba a dar comienzo la increible y tantas veces atrasada velada de "la mano misteriosa". Escogio la izquierda porque le habian dicho sus colegas que asi parecia que se lo hacia otra persona.
Ya en el salon se imagino que acababa de llegar a casa despues de un duro dia de trabajo. Iba a sentarse a leer la prensa vespertina, pero creyo ver que algo se ocultaba detras de la ventana de la terraza. Se acerco de puntillas y miro con atencion. De repente (y despues de haber metido la mano arreglada por debajo de la cortina) lo comprendio: su amante secreta, la Señorita Manuela, se habia escondido alli.
¿Quien anda ahi?- dijo.
Entonces una preciosa mano delicadamente femenina salio y le acaricio el pecho.
– ¡Eh! ¿Y esta mano? –
La mano empezo a desabrochar con torpeza los botones de la camisa. "Pobre señorita Manuela: esta nerviosa ante un chicarron como yo." La mano bajo y le rozo el paquete. "¡Vaya con la muy cachonda!" pensaba Jaimito.
Le agarro los huevos. Se estremecio de gusto mientras se los sobaba, pero, para seguir con su comedia, se resistio un poco.
No señorita Manuela, apenas nos conocemos, y aunque se que soy irresistible… tengo que pedirle que deje estos tocamientos indecentes.
Sujeto su mano izquierda con la derecha y durante unos segundos se echo un auto-pulso. Curiosamente perdio la derecha, que humillada se llevo un buen pellizco.
Esta bien, señorita. ¡Tomeme!-
La mano no desobedecio y le bajo la cremallera. El miembro salio disparado y choco con las pulseras, provocando un suave tintineo metalico. Comenzo a rozar el frenillo con el anillo y a pellizcar con mucha ternura (ya tenia la mano despierta) el glande con aquellas uñas toscamente pintadas.
Luego agarro con el indice y el pulgar el capullo y empezo a dar suaves sacudidas arriba y abajo con otras ocasionales (y presuntamente inesperadas) mucho mas rapidas y violentas que retiraban el pellejo de todo el glande hasta abajo y que obligaban a Jaimito a apretar todos los musculos de la pelvis para contener el extasis.
Ohhhhh…Me encanta señorita Manuela. ¡Ordeñeme como a una vaca! –
Se la empezo a machacar como un poseso. Cerro los ojos y dejo caer la cabeza hacia atras, presa de la excitacion que sus agiles dedos arrancaban de su sexo. Durante unos cinco minutos le estuvo dando a la zambomba hasta que noto que se venia.
Sin parar en ningun momento metio la mano derecha en el bolsillo para sacar el trozo de papel de water que, demasiado tarde, se dio cuenta que no habia cogido. No podia parar, su mano habia cobrado vida propia, asi que tuvo que usar la derecha para evitar ponerlo todo perdido. Le vino el orgasmo y con un jadeo entre triunfal y angustiado se corrio en su propia mano.
Sono la puerta de la casa al abrirse. Jaimito sintio la adrenalina correrle por todo el cuerpo y el panico apoderarse de sus visceras.
¿Jaimito? Ya hemos vuelta, que el hiper hoy estaba cerrado. –
En solo unos segundos sus padres lo descubririan alli, medio desnudo, sudoroso, con una mano pringada de lefa y otra pintada, depilada y llena de baratijas, y lo que aun era peor: sujetandose la polla.
¿Jaimito?…¡Jaimito! Pero que…¡Dios mio Jaimito! –
Veras mama, yo….-
Y con los nervios agarro con la mano derecha la cortina del salon.
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