La nenita y el psicologo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por tezcatlipoca12.
No seré hipócrita con ustedes, utilizare este espacio para contar cosas que nunca le he podido contar a nadie y espero tener algo de comprensión por aquí, encontrar personas con gustos más o menos similares que sepan disfrutar de mis escritos.
Quien haya leído mis historias de “el tambo” sabrá que desde joven aprendí a disfrutar aprovechándome de la inocencia de niños menores que yo y si bien esas historias son reales, fue en realidad solo formas de explorar mi sexualidad, pero de alguna manera esto me dejo cierta fijación, todavía hoy por hoy, que ya tengo 30, tengo la fantasía de seguir gozando de cuerpos tiernos y pequeños, pero ya a mi edad, eso es solo una fantasía, pues están los limites morales y legales por una parte y por otra la cuestión de que ya no tengo relación con niños.
Y en realidad fue esto último lo que siempre me ha limitado, si veo aceptación de su parte, planeo escribir varias aventuras reales.
Pero quiero empezar por esta, que es de lo mejor que me ha pasado en mi vida, es como si de tanto desear tener una nena inocente a mi disposición, la vida me hubiera puesto una en bandeja de plata, aunque como verán yo actué muy sin pensarlo y lo termine arruinando, pero ya llegaremos a eso.
Yo unos meses atrás había terminado la universidad, ya era un psicólogo titulado, aunque la verdad no veía con buenas expectativas el encontrar un trabajo pronto, vivía desde hacía unos de forma independiente y sufría de muchas carencias económicas.
Para mi fortuna unos familiares, que gozaban de buena economía me ayudaron bastante en esos difíciles tiempos.
Por aquel entonces trabajaba con ellos una doméstica, llamémosla “Miriam” una mujer de cuarenta y tantos, que siempre me produjo morbo, un poco por su posición de trabajadora doméstica y un poco porque a pesar de no ser atractiva, su herencia de mujer de costa la había dotado de un magnifico culo, gordo y bien parado, era una delicia verla hacer la limpieza de la casa mientras contoneaba esas enormes nalgas, cuando yo iba de visita.
La vida de la señora Miriam no era fácil, su esposo estaba desde hacía varios años desaparecido, así que ella sin estudios, se tenía que partir la espalda en varios trabajos, para mantener a hijos pequeños y para empeorar las cosas su hija mayor de 10 años, tenía diagnosticado TDA (trastorno de déficit de atención) y era un caso bastante difícil, la niña tenía diversos ataques, donde destruía cosas, tenía cientos de problemas en la escuela y en la casa, era muy poco sociable y agresiva, de echo era necesario medicarla y tenerla en tratamiento, lamentablemente Miriam no tenía dinero para ninguna de esas cosas.
Recuerdo bien la primera vez que vi a esta niña, llamémosla Carmen.
Había ido a casa de mis padres para hacer una tarea en su computadora, pues como yo no tenía dinero no podía pagarme una propia, en la casa solo estaba mi hermano en su cuarto y en el piso de abajo Miriam hacia la limpieza y sin saberlo Carmen estaba con ella, la niña deambulaba por la casa y entro al estudio en donde yo estaba.
-Hola ¿Qué haces? Escuche que me decía desde la puerta.
-Mi tarea, le conteste al tiempo que giraba a verla y me sorprendió ver una linda nena, de apenas 1.40 cm, delgada, de piel morena claro, de cabello negro, era bastante bonita de cara, la pubertad empezaba a hacer cambios en su cuerpo, sus dos pequeñas tetitas apenas en desarrollo le abultaban la camisa y sus nalguitas todavía de nena, ya apuntaban a que en un tiempo serian igual de gordas como las de su madre.
No mentiré desde ese momento me sentí atraído por ella, un impulso sexual se apodero de mí, al tiempo que la nena se me acercaba y me llenaba de preguntas.
¿Alguna vez han estado con una persona con un trastorno de personalidad? Si es así sabrán que se siente desde el principio que hay algo raro en ellas, en su actuar, su mirar o hablar, es algo que se percibe fácilmente y yo siendo psicólogo me di cuenta de inmediato.
Aparentemente le di confianza a la nena desde el principio, pues se quedó conmigo unos minutos, tiempo en el que si bien me sentí algo incómodo por su extraña forma de ser, mi mente ya maquinaba planes para hacerla mía.
-Carmen ¿Qué haces? No estés molestando a los jóvenes, ven para acá, le grito su madre desde abajo, la nena se despidió de mí y así vi truncado cualquier intento de hacer algo con ella en ese momento.
Cuando la señora Miriam y Carmen se hubieron ido platique con mi familia sobre la nena, me contaron que efectivamente era una niña rara y que sabía que debía estar medicada psiquiátricamente, para mi esa información me pareció muy valiosa, veía que había una ventana de oportunidad, quizá podría proponerle a su madre que me dejara acercar a su hija y ver que podía lograr con ella. Pero cosas del destino, su madre se me adelanto.
Un par de semanas después, en la mañana, pase a la casa, quería ir por una camisa que había dejado ahí, para mi fortuna Miriam estaba planchando unos trajes, así que le pedí que me planchara la camisa, ella sin problemas lo hizo mientras platicábamos de cualquier cosa, yo pensé en preguntarle por su hija para ir preparando el terreno para mi plan, pero ella me interrumpió.
– Me contaron que ya termino la carrera, me dijo.
-Si así es, hace apenas unos meses.
-oiga ¿Usted podría dar terapia?
-Pues sí, para eso estudie, solo me falta tener a quien dársela, le dije, contento por el rumbo que la conversación tomaba.
-¿Usted sabe que Carmen necesita tomar terapia? Cuando me hizo esa pregunta casi salto de la alegría, no lo podía creer, ¿Usted podría dársela?
Me sentí tan raro al escuchar esa pregunta, como algo que tenía tiempo planeando, salía por si solo justo como yo quería fue muy extraño, sentí que estaba soñando y pos supuesto que le dije que sí, pero ya tenía que irme, así que le dije que al salir de la oficina le hablaría para afinar detalles y me fui corriendo de emoción y felicidad.
Pase las seis horas de mi servicio pensando en lo increíble que era todo y aunque no lo sabía se pondría mucho mejor, urdí un cuidadoso plan, ya solo era cuestión de actuar cautelosamente y quizá podría obtener los favores sexuales de Carmen y ¿Por qué no? Quizá hasta los de Miriam, no cabía en mí de la excitación y emoción.
La verdad es que el plan que ideé era casi perfecto, se basaba principalmente en dos cosas, la primera era mucha paciencia para preparar el terreno y la segunda y más importante, que lo que debía hacer era engañar a Carmen y su madre, de tal forma que yo recibiera favores sexuales de la nena, sin que esta lo supiera, suena rebuscado pero no lo es tanto, déjenme explicarles.
El plan se dividía en tres fases, la primera era ganarme la confianza de la madre y la hija, le pediría a Miriam que asistiera a las primeras sesiones, para que viera mi trabajo y no se preocupara por dejarme a solas con su hija más adelante, al mismo tiempo aplicaría distintos “ejercicios” a Carmen, con los ojos vendados, esto para que se fuera familiarizando con las actividades que yo le pondría, como hacer ciertos movimientos con la mano o incluso con la boca, en un principio ella interactuaría con distintos objetos, siempre a la vista de su madre, eso hasta que iniciara la segunda fase, donde ya a solas con la nena y ella con los ojos vendados, interactuaría, sin saberlo, con mi pene y ya iría viendo cómo lograr que más adelante lo hiciera sabiendo plenamente lo que hacíamos.
Según mi itinerario, primero me haría varias pajas sin saberlo, más adelante me la chuparía y en la última fase y ya con su consentimiento probaría su conchita. Mi plan era muy bueno, si me hubiera apegado a el seguramente habrían pasado grandes cosas, pero lo arruine y lo arruine por dos razones y la primera fue directamente Miriam.
Cuando esa tarde le hable para planearlo todo coincidimos en dos puntos, me dejaría darle terapia a su hija en su propio cuarto y no le cobraría dinero, en parte porque ella no me podía pagar, pero para como era mi plan, su hija me pagaría con favores sexuales y si ya estaba abusando de ellas, ya sería muy hijo de puta además cobrarle.
Pero cuando le dije que ella debía estar presente las primeras sesiones, ella se negó me dijo que confiaba en mí y no tenía problemas en dejarnos a solas y con eso acabo de pactar el destino de su hija en mis terapias, podría parecer positivo y tal vez lo fue, pero el problema es que esto desbalanceo mis planes de ir poco a poco, pues como verán más adelante, el ir poco a poco se fue al traste.
Por qué los dos elementos que terminaron por arruinar mi plan, fue por un lado lo poco que me controle, por no decir nada y que Carmen tenía un secreto que influiría n el curso de las terapias.
Finalmente decidimos con Miriam, que la primera sesión seria al día siguiente en la tarde.
SESION 1:
Llegue puntual a la casa de Miriam, lleno de emoción y expectativas, me había arreglado y perfumado, pues en parte todo esto iba de seducir a la nena y quizá a la madre, me abrieron la puerta y entre, la casa denotaba pocos recursos económicos, estaba en obra negra y apenas y tenía 4 cuartos, la cocina, la sala, el cuarto de la madre y el cuarto de los niños.
Tras los saludos y para mi sorpresa, Miriam le dijo a los hermanos de Carmen que se fueran a jugar a otra parte y no volvieran y me dijo que ella iría a casa de la vecina, que si necesitaba algo le avisara y salió, dejándonos a solas a mí y a Carmen.
Si bien mi plan principal era tener a la nena, también quería hacer las cosas “bien” y darle terapia, así que nervioso me senté en un sillón con ella y empezamos una terapia normal, hablamos de la escuela de sus amigos, de su relación con los demás miembro de la familia etc. Era evidente que Carmen estaba muy contenta de estar platicando con alguien, pues era una niña muy solitaria mientras yo tomaba apuntes de todo lo que hablábamos.
Su contexto de vida no era bueno y vi que había mucho con que trabajar, pero pasados varios minutos decidí, que ya era tiempo de empezar a “trabajar a la nena” así que de entre mi mochila saque una bufanda negra que traía para la ocasión y le dije que le vendaría los ojos para hacer algunos juegos, ella sin problemas y hasta algo emocionada acepto.
Así que le cubrí los ojos y apreté la bufanda, me cerciore de que efectivamente no viera nada, ella solo reía nerviosamente, pero cooperaba sin reparos en todo lo que le decía.
Y aquí es donde mi plan de ir poco a poco se fue al carajo, deben entender que el estar a solas con esta bella e inocente nena con los ojos vendados me puso a mil y fue peor cuando le dije que pusiera sus manos como si estuviera agarrando un cilindro y las moviera despacio de arriba abajo, el verla así me hizo perder el poco control que me quedaba, así que una vez que comprobé que nadie nos espiaba por la ventana, sin pensarlo saque mi duro miembro por el cierre del pantalón y de pie frente a ella que estaba sentada en el sillón, me empecé a masturbar a pocos cm de su cara, sin que ella se diera cuenta de nada, solo seguía riendo y haciendo el movimiento que le había ordenado con las manos.
La situación era tan terriblemente morbosa, me tenía tan excitado que no pude más, necesitaba que ella me diera placer, mandando así al cuerno mi plan de ir poco a poco.
Me senté junto a ella, con mi miembro más duro que una piedra –voy a ponerte algo en la mano, le dije, quiero que sigas haciendo ese movimiento, no te vayas a detener, tome su manita y la lleve a mi pene.
Ella sin decir nada lo sujeto desde la base, sentir esa inocente mano rodear mi miembro fue la gloria y ella siguiendo mis instrucciones al pie de la letra, continuo con su movimiento de subir y bajar, lentamente, muy lentamente, fueron solo unos segundo, pero debo decir que fue la mejor paja de mi vida, no solo porque ella lo hacía increíblemente bien, sino por el morbo de la situación.
Sin embargo el no haberme apegado al plan lamentablemente, tuvo sus efectos, ella sospecho que había algo raro en la situación.
-¿Qué es esa cosa? Pregunto sin dejar de masturbarme.
-Nada le conteste, muerto del placer, tu sigue moviendo tu manita.
Ella subió y bajo la piel de mi miembro unos segundos más, pero finalmente lanzo la pregunta que cambiaría todo el juego: ¿Es tu pene?
Al verme descubierto de un salto me separe de ella y guarde rápidamente mi miembro en los pantalones.
-Claro que no era mi pene, le dije nervioso, eran mis dedos, mira le dije poniendo un par de dedos en su mano.
-No es cierto, me dijo, la otra cosa era más grande y caliente.
Me quede mudo, aunque debo decir que me sentí un poco alagado por aquello de que era más grande je, tenía que pensar en algo rápido para salir de este aprieto.
-¿Por qué crees que era mi pene? Le pregunte sin pensar.
-Por qué se sentía como un pene, su respuesta fue concreta y si bien me dejo sin muchas salidas para convencerla de que no me había masturbado, también prendió un foco de alerta roja en mí.
-¿Por qué sabes cómo se siente un pene? Le pregunte genuinamente preocupado.
Platicamos varios minutos sobre eso y seria largo de contar así que les daré un resumen: Carmen tenía una extraña fijación por el miembro masculino, fijación que le inicio cuando por accidente vio el pene de un tío en el baño.
La experiencia había dejado marcada a la niña, tenía ganas de explorar, decía que le gustaba tocar “penes chiquitos” es decir de niños, como sus compañeros de la escuela, pero decía que “los penes grandes le daban miedo”
Todo este enredo me tenía preocupado, pero cuando me conto que el pene que más le gustaba era el de su hermanito pequeño, de unos siete años, la verdad me volví a prender.
Todos los hermanos dormían en la misma cama, por lo que Carmen aprovechaba para abrazar a su hermanito y meter la mano en su pijama y jugar con el diminuto miembro del nene, me dijo que le encantaba como se ponía durito y que se sentía pegajoso. Su hermanito se volvió su cómplice y era cosa de casi todas las noches que Carmen jugara con el miembro de su hermanito hasta que ambos se durmieran.
¿Se dan cuenta de las posibilidades? Solo era cuestión de tiempo para que esos dos hermanos empezaran a practicar el incesto y esa idea me puso muchísimo, mi verga ya estaba de nuevo bien dura.
-enséñame como se la acaricias a tu hermano, pese a todo ella nunca me desobedeció, así que movió su mano como si acariciara algo, no te entiendo le dije, vamos a hacer esto, acaríciame a mí el pene como si fuera tu hermano.
Con ese último movimiento, mande definitivamente mi plan a la mierda, es decir adiós a toda la base de conseguir engañarla, ya se lo estaba planteando abiertamente.
Ella muy nerviosa, pues el saber que tocaba mi pene siempre la puso así, dirigió su mano y acaricio mi miembro sobre el pantalón, hay que decir que todo este tiempo ella seguía con los ojos vendados.
-Sigo sin entender bien, le dije, hagámoslo así y saque de nuevo mi pene, con mucho miedo y nervios, de forma muy tímida, la pequeña Carmen, plenamente consciente de lo que hacía, aunque sin poder ver, acaricio la extensión de mi verga con sus dedos, si bien eso se sentía bien, estaba lejos de producirme placer sexual así que finalmente fui a por todas.
-No está bien que se lo acaricies a tu hermano, le dije, de ahora en adelante solo me lo vas a tocar a mí, siempre que venga me lo vas a hacer, para que así se te quiten las ganas de hacérselo a él ¿Me entiendes?
De nuevo de forma nerviosa ella asintió, sin dejar de acariciarme la verga.
-Pero a mí me lo tienes que hacer así, le dije tomando su mano haciendo que rodeara mi verga y como ya supondrán marcándole el movimiento de una paja.
Carmen lanzaba quejido de nervios, se dibujaba cierto asco en su cara, de forma nerviosa continuo con la paja de hace unos minutos.
Yo le daba instrucciones, de cómo agárrala, de hacerlo más rápido o más lento, que tratara de hacer una torsión con su muñeca, poco a poco Carmencita fue mejorando y aprendiéndolo a hacer mejor, pero por alguna razón, sus nervios, hacían que no fuera tan bueno como la primer paja.
-¿Por qué tengo que hacerlo así? Me pregunto
Le conteste que así debía de hacerlo y ya, mientras me recostaba en el sillón, disfrutando de la rica pajita que me estaba haciendo esta nena de apenas 10 años con los ojos vendados, era una situación perfecta, pensé que concretar todos mis planes con ella sería más fácil.
Al fin, la situación con la que tanto había soñado se volvía realidad, una nenita para mí.
Su manita subía y bajaba, cubriendo y descubriendo mi glande, cuando sentía que llegaba el orgasmo, le pedía que se detuviera, para reanudarla después, ella me obedecía, aunque era claro que no le gustaba, pero no se detenía, dándome más y más placer.
Por mi me hubiera quedado así mucho más tiempo, pero se nos acababa el tiempo de sesión, su madre podría sospechar, así que le pedí que parara, corrí al baño y termine en el escusado, pues pensé que todavía no estaba lista para ver el semen.
Terminamos la sesión, no sin antes advertirle que no debía contarle a su madre lo que había pasado.
Unos minutos después Miriam y yo tomábamos un café sentados en el mismo sillón en el que su hija me había dado una deliciosa paja, ella estaba ávida de saber cómo me había ido con Carmen.
Por supuesto que omití la parte sexual, pero no quise dejar pasar la fijación de la nena con los penes, para mi sorpresa Miriam lo sabía perfectamente, sabia del “accidente” con el tío e incluso varias veces la maestra de Carmen le había comentado que la nena tocaba a sus compañeros, pero Miriam no veía o no quería ver que eso no era normal, y eso fue un problema más adelante.
Me fui de ahí feliz por la aventura que había tenido, pero sabiendo que había actuado mal, que debía controlarme, pero sobre todo preocupado por Carmen y su fijación por los penes.
Esta es una historia real, con una protagonista real, hubo varias aventuras más con ella, deliciosas aventuras, aunque fue claro que a ella nunca le acabo de gustar del todo las cosas que hicimos. En concreto disfrute de varias pajas más e incluso de una pequeña mamada, antes del trágico desenlace de la historia, pero ya llegaremos a eso en el siguiente capítulo, Gracias.
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