La primera paja, a mi amigo mayor
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hace unos cuantos años, en la cándida adolescencia, o no tan cándida.
El tema es que estas cosas pasan cuando tienes amigos mayores que tú, y, obviamente, despiertan al sexo antes que tú.
Mientras uno todavía ignora muchas cosas, vienen estos amigos a abrirte los ojos, jeje.
Entonces, me presento: eramos un grupito de chicos que siempre hacíamos las cosas juntos.
Jugar, ir al cine, deambular sin hacer nada, apuntarse al equipo de fútbol, etc.
Cuando se tienen 10 años, los juegos son los clásicos que se hacen en la calle y en el parque: partidillo con quien haya, persecuciones, escondites.
Pero, mientras que algunos éramos de la misma edad e íbamos a la misma clase, había otros chicos en el grupo que tenían varios años más.
Ya suponéis de lo que voy a hablar.
Sí.
Llega una edad en que, fanfarronamente, hablamos de sexo, al modo adolescente, casi infantil, bastante tonto.
Todos podemos recordar esas edades, mirando revistas con tías desnudas, calendarios de camioneros donde se ven tetas o vulgares prospectos de tampones de nuestras hermanas que las robamos, y si nos pillan, recibimos un bofetón de ellas.
Hasta que algún niño más espabilado nos cuenta lo de las pajas, hacerse pajas.
Los más tímidos oímos hablar del tema con curiosidad, pero no sentimos deseos de hacerlo, o hablo por mí, y menos contar las experiencias.
Me parecía muy osado.
En clase, la primera vez que vi a un chico hacerse una paja fue la risa nerviosa y el apuntar con el dedo a quien se la estaba haciendo (está claro que era en un momento en que el profesor había salido, y hasta que viniese el siguiente, faltarían diez minutos.
El chico aprovechó para convertirse en la atracción de la clase).
No, yo no era tan lanzado como para hacer eso, y tampoco tenía esa necesidad sexual.
Con 10 años tenía erecciones, sí, pero no eyaculaciones ni me pajeaba.
Pero, yendo al tema: cuando en el grupito de amigos hay uno que tiene varios años más, se nota mucho.
En esas edades tan jóvenes, un año de diferencia se nota muchísimo, o eso lo notaba yo.
Solo ver a los chicos del curso superior, parecían muy mayores y solo nos llevaban un año.
Pues en nuestro grupito teníamos a un amigo de 15 años, cuando el resto teníamos 11 o 12.
Tres años de diferencia es abismal.
Ya habíamos visto revistas eróticas, que no se podían llamar porno porque solo salían tías en tetas y enseñando el culo, pero no había sexo duro (estoy hablando de hace veintitantos años).
Suficiente como para calentarnos y echar unas risas.
Pero, una tarde este amigo más mayor y el resto del grupo estábamos jugando (no sé a qué, no me acuerdo), haciendo el bestia.
y del grupo se separaron los más mayores, que se iban no se a dónde.
Les seguimos en plan borrego, porque no íbamos a quedarnos ahí sin saber que hacer.
El caso es que, nos enteramos que los mayores se iban a un sitio más discreto del parque a hacerse una paja, y algunos de los mayores querían desembarazarse de nosotros, los más jóvenes.
Fuimos un poco pesados y les seguíamos (se había acabado el juego y no teníamos plan, así que seguíamos a los mayores, y todavía más cuando nos enteramos de "sus intenciones").
Llegamos a un rincón del parque donde los 3 o 4 mayores se sentaron en un banco y los pequeños estábamos a su alrededor.
Por lo visto, esto lo hacían a menudo, y yo no me había enterado de que mi amigo se fuese con sus amigos de su edad a pajearse en compañía al parque.
Empezaron los 4 chicos a meterse la mano dentro del pantalón y a moverla y a agarrar su pene.
La verdad es que pajearse con el pantalón puesto es un poco incómodo cuando el pene crece, pues no hay mucha libertad de movimientos.
Como decidimos los chicos más pequeños no irnos, pues los mayores nos advirtieron que se iban a sacar la polla.
Recuerdo que nos decían que no mirásemos, que nos íbamos a emocionar, jajaja.
Y, vaya que sí.
Se empezaron a sacar sus pollas tiesas que ya no podían mantener bajo los pantalones, y sí que me deslumbraron.
Mucha diferencia entre la mía, pequeñita, blanquita y sin pelo.
o la del compañero de clase que le vi pajearse, que era como la mía.
, con la de estos tres chicos, que se bajaban el pellejo y descubrían un glande hinchado y rosita, y un tronco de pene que me pareció increíble.
Yo me pensaba cómo era posible que esos mindundis tuvieran semejante polla.
Y veía como la base del pene era peluda.
Vaya, estos chicos son bastante mayores, pensábamos los pequeños.
Con las pollas al aire libre, las pajas ya eran como tenían que ser.
Comentaban cosas entre ellos y se reían de nosotros, que mirábamos absortos a esos chicos que, hace un rato, eran compañeros de juego, y ahora parecían adultos.
De vez en cuando miraban a lo lejos por si pudiera venir alguien que no fuese conveniente que les viesen pajearse.
Entonces, se ponían encima de sus penes su ropa, sudadera, cazadora, jersey, camisa.
, y se tapaban las pollas hasta que pasaban las visitas inoportunas.
Y se pajeaban suavemente y con discreción con la ropa encima.
Una vez que pasaban los intrusos, volvían a sacar sus pollas al aire libre.
Esa paja pública en compañía que estábamos disfrutando de su visión, no duró mucho.
Al rato (5 o 10 minutos), un chico avisó con susto: "oye Oscar, que viene tu hermana".
Efectivamente, venían varias chicas, una de ellas, la hermana de un pajero, y enfilaron hacia nosotros.
Corriendo se metieron sus pollas en su pantalón, haciendo contorsionismo con la polla para meter ese cacho de carne tieso bajo el pantalón.
Y sí, llegaron las chicas y le dijo a este chico (al Oscar) que le estaba buscando su madre, que tenían que irse a tal sitio, y tal y tal.
Vale, vale, la chica y sus amigas se llevaron a Oscar, y se quedaron los otros.
, pero en un minutos, otro chico de los mayores se acordó de nosequé cosa y también se fue a su casa.
La paja compartida acabó ahí.
Y sí, me emocionó ver aquello como a cualquiera le impresionaría ver algo de sexo por primera vez.
En los días siguientes, a los muy frecuentes comentarios de sexo de nuestro grupito, preguntábamos a nuestro amigo mayor sobre las pajas, cuantas se hacía y cómo era aquello.
Los pequeños no teníamos necesidad de pajas, o yo no la tenía.
Todavía me quedaban varios años para mi primera eyaculación, así que, no teníamos experiencia en la materia.
Una vez que este amigo mayor estaba muy caliente y le preguntamos si se iba a hacer una paja, nos dijo que estaba deseando, pero no acaba de aclararse si se la haría después o se aguantaría.
Estábamos en el parque, el mismo parque, y le dijimos que fuéramos a aquel banco discreto.
Todos teníamos intención de participar en esa paja.
El amigo mayor, que era el que estaba cachondo, y nosotros los pequeños (ahí estábamos los más cercanos, 3 tontorrones de 11 y 12 años).
Llegamos al banco, el mayor se sentó y empezó a hacer lo del otro día, pajeándose bajo el pantalón, mirando de reojo por si hubiera algún intruso a lo lejos.
, y al final se sacó la polla tiesa a la vista de nosotros.
A diferencia del otro día, que se reían de nosotros, esta vez mi amigo estuvo "didáctico" y nos explicaba cosas, del sexo, de las chicas, de su polla.
Los pequeños, no teníamos idea de nada, así que aceptábamos lo que decía él sobre un tema que todavía ignorábamos.
Como no quitábamos ojo a aquella polla dura y venosa, tan distinta a las nuestras, nos ofreció que le pajeásemos, y no lo dudamos.
Empecé yo, que le agarré la polla, y todavía recuerdo lo caliente que estaba en mi mano fría, que no la abarcaba.
Como me quedaba alucinado solo agarrando su polla, me dijo cómo pajearle, que eso ya lo sabía, subiendo y bajando mi mano agarrando su polla, pero es que estaba calibrando cómo era una polla humana adulta tiesa por primera vez.
Caliente, dura, con el tacto de la piel.
Al rato, ya estaba subiendo y bajando la piel de la polla a un ritmo suave que me permitía ver todo muy bien.
Tras unos minutos, pasé el testigo (la polla tiesa y venosa, jaja) a otro compi que también estaba esperando a eso (he de decir que, el primer día con varios pajeros, no me hubiera atrevido a pajear a ninguno.
Pero esta tarde, solo con un pajero, mi amigo mayor y amigo del resto de peques, teníamos confianza).
Nos turnamos entre los tres peques la polla pajeándola, hasta que el dueño de esa polla nos avisaba que ya estaba a punto de correrse.
Como la posición sentado en el banco podría hacer que su leche cayera en sus pantalones, en su ropa o se descontrolase, se levantó, fue a un árbol que había ahí mismo y allí dijo que le siguiéramos pajeando para "regar" de leche el árbol.
Al momento lanzó los chorros de semen que dieron en el tronco del árbol y no nos manchamos nadie.
La paja había acabado.
Este chico de 15 años era nuestro héroe, uno de nuestro grupito que hacía cosas de "gente mayor".
Como a esa edad los chicos están muy cachondos, y siempre hablábamos de guarrerías, perdió la vergüenza de pajearse ante nosotros y cada vez que decía que se quería pajear, nos lo decía.
No cuento más otras pajas del parque porque fueron similares a esta que acabo de contar.
Ahora cuento que alguna vez, en la intimidad de mi casa o de la suya, y sin más gente alrededor (sin los otros amiguitos de 11 años), una vez que le pajeaba viendo una revista con mujeres en pelotas, me dijo que si le chupaba la polla.
Como le estaba pajeando y el glande de su polla estaba muy cerca de mi cara, le miré, y sin decir nada le di un lametón a ese glande.
Jejeje, hubo risas mías y suyas.
Sigue lamiendo, me decía y le lamía todo el tronco del pene, por abajo, por los lados, la cabeza del glande.
Cuando le pajeaba en una casa de una forma más discreta que en el parque, mi amigo se bajaba los pantalones y calzoncillos y podía admirar todos sus órganos sexuales, pene, pelos, huevos colgando, el culo cuando se levantaba.
En esa primera vez, le lamía el tronco del pene hasta el glande.
"Métetelo en la boca", me decía y aquella bola hinchada que era su capullo, me lo metí en la boca.
"No me muerdas, jaja", me advertía.
"Mete y saca la boca chumandome", me guiaba y movía la cabeza como podía intuir que es una felación.
Es fácil de intuir, jaja.
La verdad es que eso le gustaba, lógicamente.
Su polla mojada, mitad paja, mitad chupada le hizo correrse abundantemente.
Tomó semen en sus dedos.
, "¿quieres probarlo?".
Lo olió él, lo olí yo, chupé ese dedo con semen, y no me supo a nada.
No era mucho, y por eso no me sabía a nada concreto, y ahí fue la primera vez que probé el semen, cuando yo todavía no había eyaculado el mío propio.
Otra vez que le chupé la polla en una casa (bien podía ser la mía o la suya, a condición de que no hubiera nadie más), ya concertamos que me iba a beber su leche cuando se corriese, a ver qué le parecía.
La propuesta me emocionaba, jajaja, y cuando llegó el momento, me avisó y empecé a chupar su glande para absorber esa leche que salía de su polla.
Bueno, a todo se acostumbra uno.
Como no me pareció asqueroso, seguí chupándole su polla y bebiéndome su leche cuando se sentía cachondo y me lo comentaba.
Todo esto duró un par de años, hasta que yo crecí y a él ya no le pareció bien que le pajease.
También cambié yo.
, pero estos recuerdos siguen emocionándome como me advirtió un pajero la primera vez cuando se sacó la polla ante nosotros.
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