La primera paja que hice. La primera paja que me hicieron
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hola.
Voy a escribir las dos escenas que protagonicé cuando era más joven, y que se me han quedado bien guardadas en la mente.
Primera escena: la primera paja que hice.
Era pequeño, unos 9 años, no había cumplido los 10 porque los cumplo en otoño y la escena es en verano.
Durante el invierno, mis padres se hicieron amigos de otros, y cada familia nos veíamos a menudo.
En la otra familia, tenían un hijo de 16 años (6 años mayor que yo), que me llevaba muy bien con él, y era como mi hermano mayor.
Llegó el verano y ambas familias alquilamos sendos apartamentos en la playa y fuimos juntos la misma temporada.
Voy al grano: los apartamentos tenían una piscina, y ya el primer día ibamos a bañarnos ahí.
Los mayores me "colocaban" con el chico de 16 años, que se ocupaba de mi.
Muy bien.
Cuando nos vamos a bañar, yo ya me había puesto el bañador en el lavabo, pero este chico no lo tenía puesto, y ni corto ni perezoso, se cambió delante de mi.
Se desnudó y se puso el bañador.
Yo no había visto nunca un hombre desnudo, y aunque tuviera 16 años, para mi era como un hombre.
Me asombró ver sus genitales tan abultados, tan colgantes, tan peludos.
Miraba de reojo y con un poco de susto y pudor.
, pero el chico ni se enteró de nada.
Fuimos a la piscina, nos bañamos.
y nos volvimos, donde en la habitación, él volvió a cambiarse y volví a verle desnudo (yo no me quitaba el bañador, y cuando me cambiaba, lo hacía yo solo en la habitación o en el lavabo).
Así varios días, tanto antes de ir a la piscina como si ibamos a la playa, pero ya se empezó a percatar que le miraba, pues las primeras veces miraba de reojo con vergüenza.
, pero según pasaban los días, quería dar a entender que a mi no me daba vergüenza que él se desnudara.
, pero debí pasarme mirando sus genitales, porque me pilló varias veces mirandole sus partes.
Hasta que me pregunta:
– "¿No te importará que me cambie delante de ti, no?.
Es que como tú lo haces en el lavabo.
– "no no.
No pasa nada", contesté yo
– "Ah, vale.
Bueno, mejor que no pase nada.
Es que no lo había pensado hasta que me fijé que te quedabas mirándome"
– "jejeje", me reía yo, "bueno.
no sé.
".
No sabía bien qué decir
– "ah.
no te preocupes.
Ya entiendo.
, pero claro, tu no has visto a nadie desnudo, ¿no?.
"
– "No", aseguré yo.
"Bueno, ahora sí"
– "jeje", ahora se reía él.
"Ahora somos muy distintos, y mis piernas tienen muchos pelos mientras que las tuyas no tienen nada.
, pero en unos años ya verás que tendrás un cuerpo parecido al mio"
Y como seguía mirando, pues el amigo dejó el bañador en el suelo y me dijo que si me gustaba verle desnudo.
"Sí" dije.
"Es que no había visto nada igual".
Un huevo suyo era más voluminoso que todos mis genitales.
La verdad es que era impresionante.
Hablo de mis recuerdos.
Quizá fuese normal, pero entonces me pareció asombroso.
Me animó a que le agarrase la polla para verla doblar el tamaño y hacerse inmensa.
Yo acepté encantado y le agarre la polla, blanda pero bastante ancha.
Empezó a crecer, a bajarse el prepucio y aparecer el glande.
Me dijo que si me había pajeado alguna vez o había visto a alguien hacerse una paja.
Yo sabía de algunos chicos de clase que se hacían pajas, pero lo había visto de lejos.
, y, claro, eran niños de mi edad, o sea, con genitales pequeñitos.
Esto ahora era distinto.
Le dije que nunca había visto cosa igual, y era cierto.
Pues, me enseñó a pajearle, subiendo y bajando mi mano por su miembro erecto y ahí estuvimos unos minutos practicando el sube y baja.
Se dio cuenta que mi sonrisa era de oreja a oreja.
Estaba emocionado por tal descubrimiento.
Lo dejamos, se colocó su polla en el bañador, y fuimos a la piscina.
Se notaba su grueso palo en posición horizontal que era bastante visible para todos.
Fuimos al agua, y ahí se le bajaría, supongo.
Pero, como mi amigo pareció entender que a mi me gustaba pajearle, otro día, con más calma, volvimos a hacer lo mismo: se desnudaba, le agarraba la polla y empezaba con el mete y saca.
, pero ahora hasta el final, hasta que empezó a escupir leche blanca en varios chorros.
Vaya.
, es cierto que de la polla de un hombre sale leche, como sabía pero no había tenido la ocasión de comprobar.
Pues eso: esas pequeñas sesiones masturbatorias me enseñaron mucho y se me quedaron guardadas en la mente hasta el día de hoy.
Ahora la segunda escena: la primera paja que me hicieron.
Esta escena está muy relacionada con la primera porque cuando ocurrió tenía en mente aquella vez con mi amigo de 16 años.
Ahora yo era mayor, tenía unos 17, no era mayor de edad todavía.
Y en el papel de niño principiante, un vecinito bastante guarrete y guerrero.
No es que se diera la casualidad como en el relato de la primera escena.
Es que este vecinito (también de unos 10 años, todavía niño sin desarrollar) solo decía tonterías y guarradas.
Veíamos revistas eróticas (no llegaban a porno.
solo mujeres enseñando las tetas) tipo interviu o playboy y nos reíamos.
Y una vez llegó a más: me preguntaba si me pajeaba muchas veces al día.
Yo fanfarroneaba.
, pero tampoco le daba datos.
Él hablaba de su grupito de amigos que se pajeaban en clase, y le respondía que eso nunca lo haría yo (por el peligro de que el profe nos pille).
Claro que con su penecito tan pequeñito, fácilmente se lo podían esconder, no como el grande e inmenso superpene que tenía yo.
Ante esta fanfarronada, se interesó en ver mi pene, y yo me resistía.
, hasta que dejé de resistirme.
Para que desistiese de pedírmelo, le dije que lo enseñaría si él también lo hacía, y como él estaba dispuesto y ya se bajaba los pantalones, pues tuve que hacer lo mismo.
Una vez que estabamos los dos con los pantalones bajados, él se asombró de mis genitales (de la misma forma que me asombré yo 7 años antes cuando vi unos genitales adultos).
Los suyos eran tan pequeñitos que se subió la ropa interior y los pantalones rápido, pero no paraba de lanzar halagos hacia mi polla y mis huevos.
Los quería tocar, así que le dejé, y aquí me acordé de mi sucedido cuando era pequeño y aquel amigo.
Así que le dije a este vecinito que me pajeara para que se me hinchara la polla, cosa que hizo cuando me empezó a pajear.
Una vez con el rabo tieso, pues ya no nos detuvimos, siguió pajeando hasta cuando le avisé que iba a salir la leche y que trajera un barreño para recogerla, jajajaja.
Pues haría falta porque empezó mi polla a escupir leche, y le puse perdido.
Estaba emocionado por ver aquello, que él tampoco había visto los genitales de un adulto.
Como este vecinito estaba bastante salido, me hizo bastantes pajas durante un tiempo.
Al final lo tomé por una costumbre, hasta que una vez nos pillaron.
En mi habitación cerrada, yo estaba con los pantalones bajado, la polla tiesa y mi vecinito pajeándome.
, y llaman a la puerta y en vez de esperar a que yo conteste subiéndome los pantalones, entra directamente mi madre a dejarnos alguna cosa.
Buffff, que corte, pero se lo tomó a bien mi madre, echando unas sonrisitas (no me acuerdo que dijo en ese primer momento), y luego de mirar mi polla tiesa, se fue diciéndonos que nos laváramos las manos antes de tomar la merienda.
Bufff, una vez que se fue mi madre, me quise morir.
, pero me sacó de ese pensamiento el vecinito, que siguió pajeándome como si no pasara nada.
La corrida esa vez fue muy abundante.
Y nos lavamos las manos como quería mi madre, jeje.
Ay.
, no sé cuantos de vosotros habréis sufrido esas visitas inoportunas en medio de un pajeo.
, pero me temo que las madres parecen que tienen un radar y saben cuando uno está dándole a la zambomba e incluso cuando te ayuda un vecinito con su mano.
Cuantas cosas sabrán las madres de sus hijos salidos.
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