Mamada en el Bus
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Desde los 15 años me asumí como gay, antes de eso pensaba que era bisexual, pero desde que recuerdo mi fantasía de la infancia era tener relaciones con un hombre, debe ser por eso que me gustan los hombres muy maduros (no me pongo límite de edad). ¿El Sexo? No me faltaba nunca gracias al cliché del primo sádico que desea satisfacer sus ganas con lo que sea, y con la cantidad de primos que tengo ya se imaginarán. Sin embargo, era muy tímido y, al asumirme completamente gay, me di cuenta de que no conocía a ningún otro homosexual, por aquella época no había internet como ahora y pensaba que los únicos gays eran los travestis y peluqueros.
Cuando comencé a estudiar en la universidad (16 años), lo más tedioso era, aparte de tener que levantarme muy temprano (4am), el tiempo de traslado de casa a la uni, que era de 2 horas aproximadamente, dependiendo del tráfico y de la cantidad de personas. Al pasar 4 horas diarias de traslado, casi todo el tiempo en un bus y el resto en el metro, las opciones eran entretenerme con lo que fuera o ver pasar los carros y pensar en la inmortalidad del cangrejo; leer se me hacía muy incómodo, así que comencé a vencer mi timidez y a socializar un poco más en el traslado en bus (con gente mayor y mujeres), aprovechando que siempre estaba al tanto de la actualidad política y económica, y los problemas de traslado que era el tema favorito de todos los pasajeros, entre otras tonterías. Un día, de regreso de clases, a eso de las 7pm, se sentó a mi lado un Sr. de unos 50 años, traía una franela sin mangas y un short, luego de dar las buenas noches y sentarse se comenzó a quejar de la ineficiencia de la línea de transporte, del precio del pasaje y bla bla bla, volteo a verle la cara siguiendo las normas del buen oyente y me doy cuenta de que el tipo era muy atractivo, pero mi fuerte no era hablar con tipos porque me ponía nervioso, y esta vez no fue la excepción y creo que se notó. El Sr. siguió su verborrea durante más de 10 minutos (porque hablaba más de la cuenta), y me dijo que estaba haciendo ejercicio en un parque muy conocido de la ciudad (que años más tarde me enteraría que es un sitio de encuentro gay), yo pensé que estaba como tarde para ir a ese parque en específico, considerando que este país no se caracteriza por su seguridad, pero bueno, me contó que se iba temprano a casa porque sufrió una caída y se había golpeado la pierna izquierda y cada vez le dolía más, sin más preámbulo que las palabras precedentes se levantó el short y dejó al descubierto casi todo el muslo, acto seguido mis ojos ya estaban clavado en la espectacular pierna que tenía el señor, y a pesar de que las luces estaban apagadas, las luces de los postes en la autopista iluminaban lo suficiente, era como una pierna de ciclista y me quedé tan absorto de la impresión que él se rió, supongo que fue porque comprobó que yo era gay (si es que tenía alguna duda desde el principio). Los pasajeros a esa hora ya regresan cansados del trabajo, y los que no están dormidos no andan pendiente de lo que hace el resto, tampoco me importó mucho porque me estaba enseñando una “herida”, la cual resultó ser apenas un rasguño sin importancia, y además tenía el bolso colocado en la otra pierna impidiendo la visión de otros.
Ni corto ni perezoso me dijo que tocara la “herida” porque creía que se estaba poniendo “dura”, yo de inocente (en ese momento no sabía muchas cosas) pensé que era cierto, aún así no lo toqué, pero insistió y tomó mi mano para que lo tocara y la puso cerca de la raspadura, pero más cerca de su PAQUETEEE… DIOS como no me percaté antes de que el tipo estaba súper erecto, él quería que viera su erección desde un principio, pero yo de despistado no la había notado. Luego me mira fijamente y sin bajar la mirada ninguno de los dos, coloca mi mano sobre su miembro y fue el momento más excitante de mi vida hasta ese momento, pero no me soltaba, me dio mucho miedo porque estábamos en un bus y yo nunca había hecho eso. Cuando me soltó me dijo que me quedara tranquilo, que nadie veía nada y que ya tenía experiencia haciendo eso, y después de todo tuvo razón. Comenzó a acariciarme la pierna y luego tomó mi mano y la puso de nuevo en su paquete. Mi curiosidad y excitación pudieron más que el miedo y comencé a masturbarlo muy sutilmente sobre el short durante unos 10 minutos. Al terminar la autopista encendieron las luces porque llegábamos a la primera parada, así que nos detuvimos, luego de la 4 parada ya las personas que había a nuestro alrededor (los que podían vernos) se habían bajado y por fortuna yo llegaba hasta la última parada (la suya ya había pasado). Apagaron las luces porque todavía faltaba algo de tiempo para la siguiente parada. Y no esperó ni un segundo y se lo sacó y vi el manjar más delicioso del mundo justo al alcance de mi mano, lo agarré ya sin miedo y lo comencé a masturbar, el tipo lubricaba muchísimo entonces comienza a empujarme por el cuello para que me agachara, le dije que estaba loco y dijo que él estaría pendiente, que los asientos son altos y las pocas personas de adelante no verían nada.
Como no había mucho tiempo rápidamente me agaché hasta que tuve la punta de ese tremendo palo frente a mi cara, saqué la lengua y la metí en el pequeño orificio de la uretra para probar primero el líquido preseminal que tanto me gusta y estaba ríquisimo, salado, espeso y pegajoso, me lo pasé por los labios, le pasé la lengua por el borde del glande y me metí la cabezota en la boca, no podía ser tan sutil porque el movimiento del bus, así que lo lubriqué con saliva para poder metérmelo completo, y a pesar de que era grueso me lo comí casi todo, diría que medía unos 18cm, pero el olor de ese pedazote de carne dura y caliente me volvía loco, y más cuando volteaba a verle la cara y se estaba mordiendo el labio inferior para no gemir, y viéndome con esa cara de sádico, con cejas gruesas y una barba espesa. Me separó un momento de su machete y me metió dos dedos de su mano izquierda en la boca para que se los chupara y después me metió la mano por el pantalón hasta que llegó a mi ano y me metió la punta de un dedo y comenzó a moverlo hacia adentro, y aunque no entró mucho por falta de lubricación lo sentí como una cogida; sus manos eran gruesas y rústicas (luego me dijo que era albañil) y sus brazos gruesos y peludos, como sus piernas y su abdomen. Seguí chupándole la verga para sacarle la leche rápido, me agarró la cabeza con su mano derecha y empezó a empujarme arriba y abajo sin importarle si me ahogaba, me soltó un momento y seguí mamándole la verga según su pauta y al voltear a verlo me saca el dedo del culo y se lo comienza a chupar, me sentí tan sádico, sucio y pornográfico que sólo quería sacarle la leche y tragármela, me ayudé con la mano y en unos pocos segundos sentí como su cuerpo se tensó, me empujó la cabeza y sentí la fuerza de sus potentes chorros chocar con mi paladar. Aseguré bien mis labios alrededor de la cabezote de su verga para que la leche no saliera de mi boca hasta que él terminó la más rica descarga de leche que me han dado en mi vida, me la tragué toda por supuesto.
Sacó un pañuelo para limpiarse, pero no había nada que limpiar, yo había hecho bien mi trabajo. Luego seguimos hablando hasta que llegamos a la última parada, me enteré que tenía 52 años, al bajarnos me pidió mi número pero no tenía celular y no podía darle el número de mi casa. Dijo que le gustaban los muchachos blancos y rubios como yo y que quería destrozarme el culo en un hotel, me dio su número y dijo que lo llamara al día siguiente, nos despedimos y tomó un bus de regreso. Nunca lo llamé.
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