Masturbando a mi vecino
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Para ser exácto recuerdo que yo cursaría como el primer grado, tendría como seis años cuando esta situación, desconocida para mi comenzó. No diré nombres solo los hechos, pero este que escribe, fue el sometido. Residía entonces en un barrio, sencillo, mi vida cotidiana era muy alegre, sana y fantasiosa. No existían los modernismos, ni nada de lo que hay hoy. Los padres no nos hablaban de sexo, no nos orientaban y ese tema era un tabú, hablarlo en la casa.
Un día jugaba yo muy animado, en los bajos de mi casa, dónde había como especie de un cuarto, dónde se alamacenaban cosas deshechadas, viejas e inservibles, pero que no se botaban. Cuando llegó un amigo de mi hermano mayor, y se metió adentro, dónde yo estaba, me preguntó, por mi hermano y le dije que no estaba. Aquel muchacho tendría entonces, entre quince o diesciseis años.
De repente yo noté, que se pasaba la mano por su entrepierna y se sentó en el suelo. Yo curioso e inocente al fin… lo miraba, ahí a esa parte y notaba como en su pantalón se le levantaba un bulto grande, como una caseta de campaña. Él me pidio sentarme a su lado y cogiéndome mi mano, me la puso en esa parte prominente que se le había formado, me pedía que lo apretara. Yo lo obedecí, estaba muy curioso, no sabía que eso era algo malo. Lo sentía duro, algo gordo pero de suave textura a la vez. Entonces me dijo que no le dijera a nadie nunca eso, que si me quedaba callado, él me lo enseñaba. Le dije que no diría nada, que, qué era eso tan duro, que tenía ahí. Muy presto, él se bajó su zipper y se lo sacó por la abertura de sus calsonzillos boxers, que era lo que se usaba en aquel tiempo.
Era un pene muy blanco, grande y con una cabeza de color rosado, tan grande como un hongo, yo me asombré y sin ningún temor se la agarré. Al él sentir mi mano en su piel, recuerdo que gimió un ahhh. Se la comenzó a jalar fuertemente con su mano y luego puso la mía, con la de él encima, moviendo de arriba abajo, la gran verga, que él ostentaba. Mi mano era tan pequeña en comparación con aquella pieza de carne, tan gorda y larga (así la veía yo). Y él siguió y siguió, hasta que lo sentí jadear, fatigarse y comenzó a botar chorros de algo blanco y vizcoso que volaba por los aires, manchando mis piernas, mi mano y la de él. Me dio como miedo, porque sentí mis dedos muy pegajosos, resbalosos.
El amigo de mi hermano, sacó entonces un pañuelo de tela a rallas color vino, con el cual me limpió a mi las manos y las piernas dónde cayó el semen (luego supe que así se llamaba) y se limpió él. Más no se guardo aquella pieza de carne maciza, la cual siguió acariciando esta vez, suavemente…yo no le perdía de vista. Te gustó? me preguntó. Yo no respondí, ni siquiera entendía lo que había ocurrido, solo sabía, que me había gustado ese juego. Me dijo que eso se llamaba masturbarse o jalarse la paja, que lo que botó era leche y que cuando yo fuera más grandecito botaría también por mi pipí. Entonces me pidió que me sentara encima suyo, yo lo hice y sentía como aquello, se ponía durísimo y él me lo sobaba por todo mi culo, entre mi raja, lo pasaba y lo pasaba, se agitaba y murmuraba cosas entre dientes en su calentura. Le dije que ya, que me cansé, y él me soltó, pues me aprisionaba muy fuerte contra su cuerpo.
Pues me dijo que como ya, yo había visto su verga (guebo) me tocaba a mi enseñarle mi culo. Me desabrochó los pantalones cortos mios y de un tirón me los bajó, me viró de espaldas y me pidió doblarme. Yo no tenía malicia y así lo hice. Lo sentí tocarme todo mi culo, masajarlo, abrió mis nalgas y buscó mi hoyito, lo tocó mucho, se ensalibó un dedo, y me hacía circulos sobre el boquetito…yo lo sentía delicioso, una sensación única, algo rico y me dejaba. Que cuadro! Yo con mis manos en el suelo, el culo en pompa y aquel muchacho, explorando, sobando y jodiendo mi hoyito con su dedo mojado. A la vez se mastrubaba frenéticamente, con la otra mano. De momento lo sentí gemir, casi gritar, y me bañó de leche el culo, las nalgas y mi hoyito, frotando la cabeza de su guebo, sobre mi boquetito.
Desde ese día, eso se repetía casi a diario. Era nuestro secreto y yo fui aprendiendo cada día más. Primero aprendí a abrir bien grande mi boca, cuando él se iba a venir, luego de yo masturbarlo y a coger la leche en mi boca, la que luego escupía. Lo hacíamos en el cuartito, en su casa, en el río y en el monte. Nadie sospechaba todo lo que él me hacía, que conste nunca me obligó a nada y a mi me gustaba, no sabía nada de eso de gay, homosexual, parejas, novios, nada. Solo se que añoraba estar con él.
Al paso del tiempo ya su dedo bien mojado entraba y salía de mi culo con facilidad y lo masturbaba con la boca o sea se lo mamaba …él me enseñó. El olor se su sexo, aun lo llevo en mi mente, en mi alma, como si fuera ayer. De ahí pasaron más cosas que no caen en esta categoría. Si les interesa, ya un día lo contaré! Es verídico y muy recordado para mi todo esto. A parte de que fue determinate en mi desarrollo sexual.
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