Masturbándome viendo a mi primo dormir.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por gordito19madrid.
Cuando tenía doce años no paraba de masturbarme. Hacía unos meses me había corrido por primera vez y no quería otra cosa que echar ese mágico liquido. Un día me quedé a dormir en la casa de campo de mis tíos. Compartiría habitación con mi primo de 19 años, y lo único que pensaba era en el fastidio que me causaría no poder tocarme, como hacía cada noche, en mi cama. Ya que mi primo me vería y me daba mucha vergüenza.
A la hora de la noche yo fui al cuarto de baño, y sentándome con los pantalones y calzoncillos bajados, empecé a tocarme. Mi polla, que por aquel entonces era muy pequeña, se puso dura en seguida. Y mis pensamientos se fueron a mi primo. Pensaba que le comía la polla, imaginaba que era como la polla de un amigo que me decía de comérsela cuando era más pequeño, con unos 8 años. Mi amigo era mayor y la tenía mucho más grande que la mía. Y pensara en quien pensara todos los chicos en mi imaginación tenían la misma polla. La única que había visto, la de mi amigo. Imaginaba que mi primo me pillaba y me dejaba comerle la polla, hasta que su leche saliera, como la mía. Pronto llegué al orgasmo, me limpie y salí, relajado, al pasillo.
Entré en el dormitorio. Y al mirar donde dormía mi primo le vi desnudo, roncando fuertemente, con la polla dura.
Era mucho más grande que la de mi amigo. Era mucho más grande de lo que había imaginado que podía ser una polla. Me quedé fascinado, y no supe que hacer. Aunque acababa de correrme, la polla otra vez saltó, y se me puso dura al instante. Mea cerqué con mucho miedo a la cama de mi primo. El seguía roncando y durmiendo como si nada. Al moverse un poco, yo volví a mi cama, asustado. Y allí me pajee mirando su gran polla. Imaginaba que se la comia mientras dormía, que me abrazaba y la sentía por todo mi cuerpo.
Reuní valor y me volví a poner de pei. Me acerque y se la toque un poco. Él no reaccionó asi que la agarre. Mi mano casi no podía cubrir entera su polla. Meneé un poco la mano, despacio, por si se despertaba. El se movió de nuevo, y yo me aterré, así que volví, otra vez, a mi cama, y ahí me quede, mirándole. Mientras me masturbaba salvajemente. Al correrme me metí en al boca las dos gotitas de semen, y las saboreé como si hubiesen sido de mi primo.
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