Mi amigo J
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
J y yo nos conocimos hace muchos años en una sala de chat de mi ciudad, por aquella época esa sala de chat era la novedad en lo que se refería a tener citas a ciegas, hoy en día no sé si lo haría.
Conocí a J un sábado y me invitó a su casa a ver una película y comer algo. Yo recién había salido del closet y buscaba desesperado tener sexo todos los días y a veces más de una vez por día. Con J no se dio eso, pero desde el primer día que nos vimos tuvimos una linda amistad y es más, se lo presenté a mi mejor amigo y fueron novios por un tiempo.
Pasó el tiempo y por distintas circunstancias de la vida nos distanciamos y dejamos de charlar tan seguido como antes, hasta perder contacto por completo.
Hace casi un año, exactamente 10 años después de aquel verano en que nos conocimos, nos volvimos a encontrar y otra vez internet fue la intermediaria de nuestro reencuentro. Ya con diez años más encima cada uno y con un pasado y experiencias que nos ha dado la vida y aun así pareciera que el tiempo nunca pasó para nosotros. Volvimos a salir juntos, a entrenar, a comparir cenas y también su cama.
J vive solo y cada vez que nos juntamos a comer en su casa, siempre se nos hace tarde y me quedo a dormir con él. Todo venía normal, como dos amigos comunes que uno se queda a dormir en la casa del otro, hasta que un día comenzaron a pasar cosas en la cama.
Mi amigo da muchas vueltas en la cama a la hora de dormir y esos movimientos me despertaban, y hacían que me diera vuelta tratando de conciliar nuevamente el sueño, un día decidí abrazarlo para que se quedara quieto y no pude evitar las ganas invasivas que tuve de acariciar su cuerpo semidesnudo (los dos dormimos solo en bóxers) y recorrer con mi mano cada parte de su esbelto y atlético cuerpo, pasó una noche, pasó otra y otra y otra hasta que un día esas caricias comenzaron a ser correspondidas.
Con el tiempo se fue despertando en mí un deseo incontrolable de sentir su cuerpo más junto al mío, más de lo nomal, de los 7 días de la semana 3 noches me quedaba en su casa a dormir. Un día entre manito va y manito viene me animé a tocar su "pito" -como le dice él- y grande fue mi sorpresa al notar que estaba en su máximo esplendor. En ese momento se apoderó de mí una calentura incontrolable, no sabía cómo seguir ante la situación. Por un lado no quería arruinar la amistad que tenemos, pero al mismo tiempo moría de ganas por introducir en mi boca todo ese pedazo de carne largo y grueso… no aguanté más esa noche, pero logré contenerme, tuve que ir al baño y mientras me daba una ducha para bajar la temperatura me hice una paja en conmemoración a eso que había sentido en mis manos, esa hermosa verga dura y palpitante. Al otro día ambos hicimos como si nada hubiera pasado y no se habló del tema.
Así se fue repitiendo la historia hasta que Otra noche que salimos y me quedé a dormir en su casa me animé a más. Esperé a que mi amigo estuviera dormido para empezar con mi juego de manos, acariciando todo su cuerpo, pero esta vez ya metiendo mi mano por debajo de su bóxer, para esas alturas mi amigo ya había bajado la guardia y se puso boca arriba, no pude evitar tirarme encima de su cupero y comenzar a besar cada parte de él hasta llegar a su bóxer, lo tenía ahí a centímetros de mi boca, sintiendo su olor a sexo, palpitando deseoso de salir a la luz, (a todo esto mi amigo dormía o se hacía el dormido), comencé de a poco a bajar primero su pantalón, luego so bóxer (ese día había decidido acostarse con pantalones cortos) y pude ver en vivo y directo lo que hasta la noche anterior solo imaginaba como sería basándome en lo que mi sentido del tacto me había dicho.
Ahí estaba esa hermosa pija de unos veinte centímetros de largo toda disponible para mi solito, no dudé ni un minuto y me la metí toda en mi boca y disfruté cada segundo de esa mamada, mi amigo siguió fingiendo estar dormido, pero me di cuenta de que estaba disfrutando de la mamada por como su respiración se agitaba y acelaraba con cada mamada que le daba. Pasaba mi lengua por todo su tronco lampiño, y volvía a meterme su verga hasta mi garganta. Todo mi cuerpo palpitaba de alegría y cuando sentí que se estaba por acabar, que ya no aguantaba más comencé a pajearlo hasta que chorros de leche cayeron en mi cara… me hubiera gustado cojer con él esa noche, pero mi amigo dormía… cuando dejó de salir leche de su pija busqué algo para limpiarnos, me acerqué a su oído, lo abracé y le di las gracias por permitirme saborear su pedazo de carne.
Después de eso volvimos a dormir y no se habló más del tema. Yo pienso que él tampoco quiere arruinar nuestra amistad y por eso ninguno de los dos habla al respecto. Hoy en día nos seguimos viendo y seguimos durmiendo juntos en su cama, y yo sigo deseando que una noche de estas tome la iniciativa y cojamos toda la noche, mientras tanto espero y cada vez que tengo la posibilidad me deja dormir abrazado a él y con mi mano por debajo de su bóxer apoyada en su verda.
Es lo más mi amigo… ojalá y alguna de estas noches que duerma en su casa se me de…. cuando pase lo contaré en otro relato. Espero les haya gustado y comenten diciendo que les parece, si va a pasar algo más o no entre mi amigo y yo.
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