Mi primera paja, la magia de crecer.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por obramaestra.
Es interesante lo que se logra con un poco de imaginación, recuerdo cuando me masturbe por primera vez. Tenía once años, casi doce. Me había cansado de escuchar a mis compañeros de escuela hablando de sexo y mujeres… Me sentía ajeno. Es que nunca había sentido la necesidad de hacerme una paja.
Un buen día, después de la escuela, ya estaba en casa. Mis padres todavía no habían regresado de trabajar, así que aproveché para "darme una mano" con éste tema que se convertía en un problema, porque a esa edad, si no hablas de sexo, te sientes excluido de todas las charlas.
A esa edad, yo era un chico de la altura normal de alguien de 11, bien alimentado, lo que no quiere decir que tenía sobrepeso. Piel blanca, bronceada por el sol. Cabello castaño claro, y ojos marrones. Como practicaba fútbol, y rugby. Mis piernas y trasero estaban muy bien marcadas. Tenía un lindo culito pálido, redondo y paradito. Mi pene, todavía en crecimiento, era de unos 12cm, y mi cuerpo era lampiño. Todavía no me salían los primeros bellos.
Eran cerca de las siete de la tarde, e, sol comenzaba a bajar. En mi casa no había nadie, así que decidí ir a mi habitación. Me quité toda la ropa del colegio, me había quedado sólo con el slip blanco que traía puesto desde que me lo puse a la mañana para ir a clases.
Me encontraba acostado boca arriba en mi cama, hacía frío porque era invierno. No sabía por dónde empezar, nunca me había hecho una paja. Así que hice lo lógico, metí en mi slip mi mano derecha. Comencé a masajear mi pene, se comenzó a poner duro. Comencé a jalarme la pelcita (el prepucio), hacia abajo. Me dolía un poco cuando lo estiraba todo, era como si el prepucio fuera más angosto que la pequeña cabecita rosada de mi pene.
Finalmente logré bajarla toda, luego volví a subirla. Repetí lentamente los movimientos, en mi mente trataba de pensar en mujeres. Pero me excitaba más "la paja" en sí, que mi imaginación… Los movimientos fueron cada vez más intensos, al punto en que mi puño, al jalar hasta abajo, tocaba mis huevos pálidos, y lampiños, y generaba un sonido similar al "splash".
Cada vez intensificaba más la frecuencia de la jalada. Mi cuerpo comenzó a contraerse, sentía que iba a explotar. Alcancé a bajarme hasta las rodillas el slip, mientras seguía acostado boca arriba con los ojos cerrados, mis músculos se contrajeron y, en un instante, lancé dos pequeños chorros de un líquido transparente y tibio, que cayó en mi cuello, pecho y ombligo.
Mi cuerpo se relajó, me vinieron ganas de dormir. Pero sabía que mis padres estaban por llegar, así que fui a bañarme rápido, donde no pude evitar hacerme otra paja, esta vez (la segunda en mi vida) me salió menos líquido.
Luego de ese día, me volví un "pajerito" de primera. Me masturbaba siempre que podía, recuerdo que me gustaba pajearme en lugares donde corría riesgo de que me atraparan. En la terraza de mi casa, en mi habitación con la ventana abierta, en la ducha, en el living (cuando no había nadie), en el vestuario del club… Tuve pocas oportunidades de pajearme con otros chicos de mi edad, pero las pocas que tuve no las desperdicié.
Pero esas pajas ya son otro relato. Espero sus comentarios, les gusto?
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