Mi primo Luís.
Parte 1.
Hola. Esto me lo contó una amiga hace poco tiempo:
Actualmente tengo 38 años y lo que voy a contar ocurrió cuando era muy niña.
Desde que tengo memoria pasaba mucho tiempo con mi primo Luís que es cinco años mayor que yo. Él vivía a solo una calle de la mía y pasábamos juntos casi todos los días, ya fuese en su casa o en la mía. Estábamos muy acostumbrados a vernos desnudos, ya que muchas veces nos bañaban juntos y no le dábamos importancia. También estábamos desnudos en mi piscina, bañándonos jugando, etc. Todo de lo más natural.
Todo empezó a cambiar cuando mi primo iba a cumplir los once años. Ya no nos bañaban juntos ni tampoco él estaba desnudo en la piscina, yo sí. Con el tiempo supe que eso se debía a que mi primo empezaba a desarrollarse. Le empezaba a salir el vello púbico y a crecerle la polla.
Pasado algo más de un año mi primo ya tenía doce años y yo tenía siete. A él ya lo dejaban quedarse solo en su casa y un día que estábamos solos en su casa le pregunté: ¿Luís, por qué ya no nos bañamos juntos? Y él me dijo que nuestros padres no querían. Le pregunté que por qué no y me dijo que es que le habían salido pelos en sus partes y no estaba bien que una niña lo viera. Yo le dije que quería verlo y me dijo que no que nuestros padres se enfadarían mucho. Le dije que no tenían por qué saberlo, que me lo enseñara y sería nuestro secreto y después de insistirle mucho accedió a ello. Se bajó el bañador y me quedé asombrada por el tamaño de su polla y de sus huevos y por la gran cantidad de pelos que le habían salido. Él al ver la expresión de mi cara se subió el bañador y me pidió perdón. Yo le dije que no se excusara y que volviera a bajarse el bañador para vérselo más rato y lo hizo. Le pregunté: ¿entonces a los niños cuando se hacen mayores le crece la polla y los huevos y le salen pelos? Me dijo que sí y que a las niñas le salían las tetas y también pelos en el coño. Le dije que nunca había visto a una mujer desnuda, ni siquiera a mi madre y al verme interesada me dijo que me desnudara y me pintó vello púbico con un rotulador negro y me hizo mucha gracia verme el coño con pelos. Yo sentí muchas ganas y le pregunté si me dejaba tocarle la polla y los huevos y después de pedírselo varias veces me dejó hacerlo. Le agarré los huevos y se me salían de las manos, eran gordos y pesaban… Se los estaba tocando muy entusiasmada y de pronto su polla empezó a crecer y a ponerse recta hacia arriba. Eso me dejó perpleja y no me pude resistir a agarrársela. No podía abarcar todo su grosor con mi manita, estaba caliente y muy dura… Él me dijo: ¿quieres ver cómo me sale leche de la polla? ¿Leche? Le pregunté muy extrañada… Si que quiero verlo… Tomó mi manita con la suya y empezó a pajearse con ella y me dijo: ahora tú sola, menéamela y ya verás como en un rato me sale la leche… Yo subía y bajaba el pellejo de su polla, me estaba gustando mucho hacerlo y me pidió que se lo hiciera cada vez más y más rápido y de pronto su polla empezó a disparar leche y el primer disparo me alcanzó en un ojo y el segundo me entró directamente en la boca y los siguientes disparos me alcanzaron en el pecho y la barriga… Me gustó el sabor de la leche que me había caído en la boca y me lo tragué… Era una leche caliente y espesa que poco a poco empezó a resbalar por mi cuerpo… Él tenía una cara de tremenda felicidad y me dijo que a lo que yo le había hecho se le llama paja y que él se las hacía, pero que era la primera vez que le hacían una y le había gustado mucho. Al poco rato se le empezó a chuchurrir la polla hasta quedar “pequeña”. Yo le dije que quería hacerle otra paja y me dijo que había que esperar un rato para que se le pusiera grande y tiesa de nuevo. Mientras esperábamos fui al baño a lavarme el vello púbico que me había pintado porque sería muy sospechoso para nuestros padres vérmelo así y regresé con él deseosa de hacerle otra paja. Le agarré los huevos y el efecto fue casi inmediato… la polla se le puso grande de nuevo y empecé a hacerle otra paja. Mi manita subía y bajaba a lo largo de su polla despacio como él me había dicho, ya que quería aguantar más sin correrse y disfrutar más rato de la paja. Pasarían unos tres minutos cuando ya me pidió más velocidad poco a poco y hasta el máximo y en un rato más empezó a dispararme su leche que yo cacé en su gran mayoría con mi boca dirigiendo los chorros hacia ella y di unos buenos tragos de aquella deliciosa leche.
Mientras esperábamos a que su polla estuviera descansada y lista para otra paja fuimos a bañarnos juntos, pero yo lo lavé a él y él me lavó a mí, solo con las manos y sin esponja. Después del baño, en vez quedarnos de pie él se tumbó boca arriba en su cama y empecé a sobarle los huevos y en poco rato su polla estaba tiesa y dura y yo diría que incluso más hinchada y grande. Empecé a pajearlo a buen ritmo y lo mantuve durante un buen rato antes de acelerar progresivamente hasta el máximo hasta que empezó a disparar leche a gran altura. Fue una paja más larga que las dos anteriores y duró unos seis minutos.
Ese día entre que su polla estaba ya muy cansada y que sus padres regresarían pronto ya no hubo más pajas. Yo le dije que me había gustado mucho hacerle pajas y que quería hacerle más pajas todos los días y él me contestó muy contento que quería mis pajas todos los días.
A partir de esa primera vez todos los días buscábamos la manera de estar a solas para hacerle pajas a mi primo y cuando no era posible estar en casa a solas nos íbamos a una casa abandonada que conocíamos. Todos los días le hacía al menos una paja, aunque la mayoría de los días le hacía dos y si daba tiempo hasta tres. Él siempre la tenía dispuesta para mí, bueno y para su propio goce. Cuantas más pajas le hacía más quería hacerle, era todo un vicio para mí, me encantaba tener su polla en la mano y agitársela hasta ver como su polla lanzaba buenos chorros de leche. Muchas veces apuntaba la polla de mi primo hacia mi boca para que al correrse me la llenara y así tener un trago delicioso de su leche. A los dos meses de esta relación especial, un día le dije a mi primo que ya me ya estaban sabiendo a poco las pajas que le hacía y que quería encontrar a otro para satisfacer mi “hambre”, así teniendo dos pollas para pajear sería más feliz y él me dijo que no le importaba compartirme.
A los tres días íbamos a estar solos en su casa toda la mañana y mi primo vino temprano a mi casa a recogerme para irnos a la suya. Llegamos y cuando nos íbamos a desnudar sonó el timbre de la puerta y mi primo fue a abrir. Llegó a su habitación y me dijo: estos son tres amigos míos que han venido de visita. Me los presentó y me dijo que me desnudara y lo hice inmediatamente. Después me dijo: a mis amigos nunca le han hecho una paja y han venido para que tú le hagas su primera paja por otra persona. Yo me puse contentísima con cuatro pollas… Serían pajas individuales, pasarían de uno en uno a la habitación mientras los demás esperaban su turno. Empecé con mi primo y, aunque estaba acostumbrado a mis pajas, no tardó mucho en correrse y es que estaba muy excitado con aquella situación y me dejó la cara llena de leche y el pecho y solo me limpié la leche que me había caído en la mano para que al siguiente no le diera asco. A continuación entró el primero de sus amigos y se desnudó, su polla era del mismo tamaño que la de mi primo más o menos. Yo estaba sentada en la cama y él de pie frente a mí. Empecé a pajearlo rapidito para que se corriera pronto y pasar al siguiente y en apenas dos minutos disparó su leche en mi cara. Entró el segundo y lo hice igual, una paja rápida. Entró el tercero y al desnudarse me impresionó con el tamaño de su polla, bastante más larga y gruesa que la de los demás. Con este si me recreé, agarré sus enormes huevos, uno con cada mano y se los sobé un buen rato. Luego agarré su polla gigante con dificultad porque apenas abarcaba un tercio del grosor con mi manita y empecé a meneársela despacio disfrutando de cada centímetro de recorrido y pronto tuve que acelerar porque empezaba a dar muestras de su inminente corrida, la cual llegó y me llenó la cara abundantemente de leche y el pecho… Aquellos huevos enormes estaban bien cargados.
Para una segunda ronda de pajas pasaron todos a la habitación y yo sentada en la cama puse a mi primo y a uno de sus amigos de pie frente a mí y con una polla en cada mano empecé a pajearlas despacio para coordinar el movimiento de mis manos y una vez conseguido las pajeé a toda velocidad y recibí primero la corrida de su amigo y poco después la de mi primo y sin perder tiempo me limpié las manos y empecé con los otros dos amigos. Con ellos me costó más rato coordinar los movimientos de pajeo porque con el de la polla enorme el recorrido era más largo y a él tuve que pajearlo un poco más rápido que al otro. Los dos se corrieron prácticamente al mismo tiempo y me bañaron en leche. Cuando terminé con la segunda ronda de pajas tenía el pelo, la cara, el pecho, las piernas, todo bien lleno de leche.
Después de un descanso de una media hora empecé la tercera ronda de pajas. Empecé con mi primo y esta vez se lo hice despacio para disfrutar más rato meneando su polla. Cuando estaba a punto aceleré al máximo y dirigí los chorros de leche hacia mi boca y me tragué toda la leche ante el asombro de sus amigos y les dije que también me tragaría la suya. Los tres estaban excitadísimos con lo que les había dicho y no tardaron nada en correrse y llenarme la boca con su leche que me fui tragando con apetito.
Ya dimos la sesión por finalizada y los tres amigos de mi primo dijeron que querían repetir siempre que se pudiera. Yo por mi parte estaba muy contenta de haber tenido cuatro pollas y hacer doce pajas.
Casi todos los días encontrábamos la manera de estar a solas y con el tiempo llegué a tener las pollas de once amigos de mi primo a mi disposición. No siempre podía estar con todos a la vez y cuando podía disfrutaba horrores haciendo pajas sin parar.
Transcurridos unos cinco meses empecé a hacer mamadas, pero eso ya lo contaré más adelante.
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