Mi Reencuentro con Ulises – By Jack Smith
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por JackSmith
A los 12 años me fui a vivir lejos de Ulises. Al volver luego de poco más de un año. Las cosas se pusieron más calientes.
No sé que había hecho Ulises en mi, o que sentimientos raros había puesto en mi, la verdad es que solo le bastaba guiñarme un ojo o hacerme un gesto sugerente a la distancia para provocarme una erección.
Así era de efectiva su provocación.
Y no era que nos la pasabamos practicando juegos sucios a diario.
Porque yo vivía en mi casa y él en la suya.
Nos veíamos a lo sumo 2 veces a la semana y aveces solo 1 vez, que eran los domingos.
Sí o si los domingos nos juntabamos en familia.
Y no siempre teníamos oportunidad de estar solos.
Siempre había más primos o mis hermanos.
No los quiero decepcionar, pero yo y mi primos Ulises, nunca tuvimos sexo, sin embargo ambos lo tuvimos con otras personas.
Pero eso no viene al caso.
Lo importante es que nuestra relación siempre fue cercana y lo seguirá siendo mientras sigamos viendonos.
Ahora ambos somos adultos.
Y abandonamos la práctica masturbatoria entre nosotros.
Sin embargo somos muy unidos.
Pero a los largo de 12 años más o menos nosotros hicimos de todo.
Menos penetración.
Pero bueno.
Les cuento otra:
Cuando iba a cumplir los 12 mi mamá y papá decidieron, luego de mucho pensar, ir a vivir a Buenos Aires.
Había una oportunidad «única» de trabajo para mi padre y aunque mi madre intento buscarle la vuelta.
Entendió que era una buena oportunidad para juntar dinero y terminar de construir la casa.
Pero, no fue solo mi padre, fuimos todos, los 5: papá, mamá, mi hermano y hermana y yo.
Viajamos 2000 km dejando nuestra provincia, y vivimos un año y un poquito más en Avellaneda.
No nos acostumbramos.
Y yo extrañaba mucho a Ulises.
A todos en general pero más a Ulises.
Volvimos finalmente y yo ya tenía 13 años.
Apenas volvimos nos juntamos con todos y ahí estaba Ulises con el pelo largo ahora.
Y nos pusimos a charlar.
Y me dijo:
-Estas grandote eh?
-Creci.
Jajaja.
Vos también.
-Si, pero a vos se te nota más, estás casi igual de alto que yo.
-Jaja.
Es verdad.
-Y creció también por otro lado? – preguntó bajando la voz con una sonrisa picara, típica de él, le encantaba joder con eso.
Hacer chistes doble sentido y esas cosas.
-Puede ser – dije tímidamente.
No había olvidado nuestras travesuras, pero había pasado tanto tiempo que me daba vergüenza.
Nos pusimos a hablar de BsAs y demás.
Pero acordamos en que me quedaría a dormir el sábado siguiente como en los viejos tiempos.
Pase esa semana pensando en Ulises, estaba ansioso.
Y el sábado a la mañana estaba como nervioso.
No sabía cómo sería nuestro encuentro.
Noches que pase recordándolo.
Y pasar más de un año sin verle el pene, y él sin ver el mío.
Me tenía nervioso.
Me preparé bien para ir a su casa.
Me bañé temprano y mientras me bañaba tuve la pija parada todo el tiempo.
Pensé en masturbarme pero preferí guardar todo el semen para Ulises.
Quería que vea que tan abundante y blanco era ahora.
En mi mochila guarde mi ropa para dormir.
Un pantalón corto y una remera viejita.
Y un calzón extra porque siempre ensuciaba uno con él.
Cuando llegue a su casa nos fuimos a su habitación y ahí nos pusimos a jugar.
Pero ninguno tomo la iniciativa.
Aunque Ulises me miraba todo el tiempo.
– Sacate las zapatillas – me dijo.
-asi estás más cómodo.
Le obedecí y cerca de la noche salimos a cenar al comedor y nos quedamos un rato viendo una película con mis tíos y abuela mientras hacíamos sobremesa.
Ulises estaba a mi lado pero yo le tapaba el televisor a él.
Así que se apoyo un poco en mi silla para ver por un costado.
Y con su otra mano me acariciaba disimuladamente el brazo.
A mí me gustaba que me tocara.
Así que no decía nada.
Luego fuimos al baño y yo me cepille los dientes mientras él orinaba y luego yo orine mientras él se cepillaba.
Pero no nos animábamos a mirar.
Es como que aún estábamos tímidos.
En la habitación nos cambiamos y mientras yo estaba en boxers me dijo:
– Realmente se ve más grande eso.
Yo me reí pero le dije:
– Si me decís eso se me va a poner dura.
– Ya quiero verlo – dijo.
Me sonroje un poco y mientras me acomodaba en mi colchón que estaba en el piso baje mi calzoncillo y se la mostré por un segundo, como haciéndome el tonto y seguí con mi rutina.
Él se rió y yo también.
Me acosté dándole la espalda, y se me puso totalmente dura.
La luz de la lámpara daba una luz amarillenta.
Me dijo.
– Te llegó la hora.
Yo no respondí pero estando así, entre boca abajo y de costado, me baje los calzoncillos dejando mi cola al aire.
Y luego dije:
– Apaga la luz.
Él la apagó y por los sonidos que hacía entendí que se estaba sacando la remera y el calzoncillo.
Escuchaba nuestras respiraciones también.
Se tiró en mi cama y me terminó de sacar los calzoncillos.
Metió su mano entre mis piernas acariciando mis huevos y luego mi pene húmedo.
Yo solo actúe de sumiso.
Cómo era costumbre.
Y sin decir palabras me masturbo como antes, o mejor.
Ahora su mano subía y bajaba con fuerza y la sentía chica, no como antes que parecía una mano enorme porque mi pene era más pequeño.
Cuando estaba por acabar lo detuve y me di vuelta le agarre su verga y lo empecé a masturbar.
Prendí la lámpara un ratito para ver qué tan similares estábamos y no ví mucha diferencia.
Tal vez la de él era más gruesa y si tenía mucho más pelo.
Incluso más que antes.
Tenía el culo muy peludo.
Volví a apagar la luz y seguimos, me senté sobre sus piernas para poder agarrar mi pene y el suyo al mismo tiempo y el me ayudaba a masajear nuestros penes mojados.
Nos movíamos con fuerza hasta acaba en su abdomen y pecho.
Prendimos la luz para ver nuestras lechitas y limpiar.
Ulises me pidió dormir con él, aunque me daba miedo que nos descubrieran acepté.
Dormimos abrazados, pero antes de cerrar los ojos me dijo al oído:
– Te extrañé.
A la mañana siguiente me desperté sobresaltado y al ver que no corríamos peligro de ser descubiertos estire mi mano hasta su entrepierna.
Le exploraba con la mano su pene dormido, el exceso de piel de su pija en reposo, su arrugada piel en los testiculos.
Se le empezó a poner dura y seguí tocando esa cabeza hedionda de semen reseco de la noche anterior.
Yo también estaba más duro que una piedra.
Sentí ruidos y corrí a Ulises a su cama.
Y nos dormimos un ratito más, soñando con un próximo encuentro.
Espero les haya gustado el relato.
La próxima más detalles de Ulises y el protagonista.
Quiero que superen la cantidad de comentarios del relato anterior.
Así que espero más de 5 comentarios para subir una nueva parte.
Saludos.
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