Mis Placeres
A los 13 conocí las pajas, a los 15 perdí la virginidad y a los 16 estuve con un chico por primera vez..
A los 13 conocí las pajas, a los 15 perdí la virginidad y a los 16 estuve con un chico por primera vez.
Más o menos así fueron mis inicios en el sexo. Me llamo Nicolás y vivo en algún lugar de Argentina.
Todavía recuerdo aquella tarde donde casualmente estuve solo en casa. Salí del baño envuelto con la toalla para cambiarme en mí habitación, cerré la puerta detrás de mí y dejé caer al suelo la toalla. Sentí la pequeña brisa de aire recorriendo mí cuerpo, estaba de espaldas al espejo dejando una linda imagen de mí culito lampiño y gordo; adelante los primeros pelos comenzaban a salir sobre mis huevos adornando de manera tierna mí pija (que a esa edad ya me media unos 12 centímetros). Una vez elegí la ropa que iba ponerme me miré al espejo, ahí por primera vez admiré lo que me había dado la vida y algunas charlas que tuve con mis amigos se vinieron a mí mente como por ejemplo quienes ya se hacían la paja, si ya teníamos pelos o sobre que chicas nos parecían lindas en la escuela, etc.
Sin haberme dado cuenta me había acercado frente al espejo, una mano la tenía agarrando tímidamente mí pija hasta que poco a poco me animaba a jalarmela con más frecuencia. Sentía mis piernas temblar junto a mí corazón quería salirse del pecho como si estuviera apunto de cometer un delito, las primeras corrientes de placer que viajaban por mí cuerpo logrando hacer que varios suspiros y gemidos salieran de mí boca. Mis mejillas se tornaron en un color rosita al igual que mí pecho, el espejo reflejaba una erótica imagen mía entregado al placer y como mis huevos rebotaban cada vez que sacudía mí pija con vehemencia.
— Ahh ahhhh ahhhh… Ohhhh siii!!!.
Cerré mis ojos ya entregado al placer, la pelvis la movía hacia delante y detrás como si tratara de franelear con mí propio reflejo. La mano que tenía libre viajó por todo mí abdomen y torso lo que me produjo más choques eléctricos.
— Ohh mmm… Si…. La puta madre…
Sin querer o por obra del destino mí pija hizo contacto con el espejo, sentir el frío de este me había echo dar un pequeño sobresalto pero no paré y seguí la paja como un desquiciado hasta que no aguanté más. Mis piernas tambalearon, un largo suspiro ahogado de placer salió de mí alma y varios lechazos salieron disparados manchando el suelo y espejo.
Caí arrodillado al suelo, mis nalgas quedaron abiertas por la posición en la que estaba. Mí pecho subía y bajaba como si hubiera corrido un maratón, abrí los ojos y ví mi reflejo entre los lechazos que se deslizaban hacia abajo goteando al piso, sonreí ante eso con una mezcla de orgullo y satisfacción. «Me hice la paja y me encantó» pensé. Descubrí un mundo maravilloso.
Dos años después, ya a los 15, cogía seguido con una querida amiga la cual sería mí incondicional hasta el día de hoy. Julieta tenía la misma edad y era una bomba de 1.55 con grandes tetas y un hermoso culo todo heredado genéticamente por su mamá, habíamos pegado onda al instante por tener personalidades casi idénticas y libres.
La culiaba a mí antojo y no se quejaba, nos metíamos mano sin importar el lugar ni el momento, todo para provocarnos y terminar encamados como amantes. Con ella conocí otros tipos de placeres los cuales los consideraba inapropiados. Al ser más alto que ella cada vez que la tenía montada sobre mí su rostro quedaba a la altura de mí pecho, generalmente en esa pose lo que hacíamos era besarnos hasta enredar nuestras lenguas pero una vez, cara a cara, me tomó por sorpresa besándome y lamiendo una tetilla mientras que con su otra mano me pellizcaba la otra, notó mí gemido agudo lo cual la incentivó y siguió como si una bebé estuviera siendo amamantada por su madre.
Otra cosa que me hizo al estar desprevenido fue meterme un dedo en el culo.
Lo hizo cuando hacíamos un 69, habíamos pasado dos semanas sin vernos por las vacaciones, no sé cómo pero había aguantado las ganas de pajearme todo ese tiempo y solo para llenarle de leche la boca. Apenas la ví nos tiramos en su cama terminando con nuestras bocas comiendo el sexo del otro, estaba tan concentrado chupándole la concha y su clítoris que di un brinco al sentir el tacto de su dedo índice acariciando alrededor de la zona.
— Shh… Déjate llevar.
Me sentí como un gato mojado pero con lo caliente que estaba solo asentí mientras hundía mis uñas sobre las sábanas, su dedo solo entro hasta la mitad y lo sacó, luego volvió a intentar pero esta vez lo llenó de saliva.
— Ohh… Mmmmm.
— Ves?… Te está gustando.
No le contesté, arquee la espalda ofreciéndole más mí culo y ella lo aceptó dándome nalgadas. Cuando quise darme cuenta estaba en cuatro totalmente entregado de piernas abiertas mientras ella me pajeaba, dedeaba y lamía. Ese día tuve el mejor orgasmo de mí vida.
Cuando tuve los 16 Agustín llegó a nuestras vidas, un pibe piola y copado como solemos decir aquí. Casi idéntico a mí, salvo por su cabello corto y rizado, después lo tenía todo. Siempre que podía se quedaba en casa ya sea para jugar a la play o terminar la tarea por lo que terminaba prestándole ropa para estar más cómodo pero aquella vez que se encontró con las tangas de Juli cambió nuestra amistad para siempre.
— Fua, esto se pone Julieta?.— agarró un par sin ninguna pereza— Son re chiquitas.
— No le tapan nada. Le hacen ver el orto más grande y dice que son más cómodas.
— Mirá cómo se me puso la pija.— le miré el bulto marcado sobre el short sin ningún pudor, de echo estaba bastante tranquilo con la situación— Me imagino como le deben quedar…
— Probate una si querés. Yo no le cuento a nadie.
— Qué? Estás loco.
— Pero mirá cómo te pusiste, hacelo si tenés ganas.— estaba dudoso y le insistí— Te segundeo, dale.
— Bueno pero los dos juntos eh y de esto nada a nadie.
Nos quedamos en bolas, su pija era más grande que la mía y más gruesa pero al igual que yo se depilaba. El se puso la tanga negra y yo la bordó de encaje, la parte de adelante quedaba insignificante ya que no podía cubrir nuestras erecciones. Se contempló frente al espejo junto a mí mientras que yo admiraba mí culo respingón como el de Juli.
— Fua boludo mírate el culo! Lo tenés como una mina.
Me dio una nalgada en confianza.
— Vos tampoco estás mal eh.— atiné estrujando el suyo y nuestras pijas hicieron contacto una con la otra, ninguno dijo nada, solo repetimos la acción una y otra vez generando los famosos espadazos hasta que el líquido preseminal bañó nuestros miembros. Nuestras manos viajaron hasta la verga del otro dando comienzo ahora a las pajas cruzadas— Ay papi… Si que rico… Dale dale, no pares.
— Así bebé?… Te gusta mí pija no?.
— Me encanta tu pija bien venosa como la mía. A vos te gusta mí pija?.
— Si, es hermosa. Te haría un rico pete…
— Si vos me la chupas yo te la chupo después.— sabía que después de esto no había vuelta atrás, tampoco me importaba. No dudó, se arrodilló ante mí comenzando con unos besos y lamidas alrededor como si fuese un helado, luego lo tragó completo mientras jugaba con el elástico del tanga— Ahhh si Agus… Mmmm no pares.
Minutos después el estaba tirado boca arriba de mí cama con las piernas abiertas sobre mis hombros mientras le comía la pija con desenfreno. Sus manos jalaban apenas mí cabello logrando hacer que hundiera mí cabeza para tragarlo entero, no había prisa, no quería despegarme de el ni del pedazo de poronga que cargaba.
— Ohhh Nico…. Si así mmmm… Estoy a punto, me voy a correr!.
Traté tragar todo pero no pude, su leche rebalsó mí boca cayendo sobre su abdomen. Yo le mostré sacando mí lengua que me había tragado todo lo que pude y me acosté sobre su pecho quedando pegados por el semen acumulado entre nuestros cuerpos desnudos salvo por las tangas que aún teníamos puestas.
Hoy mantengo una linda amistad con ambos, siendo el trío inseparable para el afuera y los amantes perfectos entre las cuatro paredes.
¿Qué les pareció el relato? En principio tenía pensado que solo sea cosa de un «capítulo» pero si les gustó y quieren saber más de estos tres personajes háganmelo saber en los comentarios. Sin más gracias por leer.
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