Paja en el bar
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por fran124.
Aquella mañana había decidido salir a tomarme un aperitivo. Tras darme un paseo por las calles del centro, entré en un bar, al principio no reparé en ella, la verdad es que no la vi era imposible que una hembra como ella dejara indiferente a nadie. Me pedí una cerveza y pase al servicio. Bajé la cremallera de mi pantalón y cogí y polla, tras mear salí del servicio.
Entonces fue cuando la vi sentada en un taburete, que estiliza sus largas piernas, su corta falda tapaba lo justo, insinuando sus íntimos y ocultos lugares de deseo, por poco si me caigo.
Cambie de lugar y me puse donde pudiera contemplarla plenamente, aquella morena lo merecía. Tras un largo rato observándola enteramente, me di cuenta como me excitaban sus largas piernas, semiflexionadas por la rodilla, las hacían más atractivas. Observándolas me di cuenta que estaban recientemente depiladas, había zonas enrojecidas en ellas, aquello me excito aún más. Mientras bebía mi cerveza y cogía el vaso como si estuviera masturbándome deslizando dos dedos arriba y abajo no sabía ni como me aguantaba cogí un taburete y me senté. Mi mente la imagina desnuda, con un coño enrojecido recientemente depilado, con una tira suave de aquel vello moreno, de un par de dedos de ancho, toda una delicatesen comerse aquel coñito, húmedo con sus flujos goteando, acariciar sus piernas, morderlas, lamerlas de un extremo a otro.
Mientras cada vez más excitado mi polla crecía más y más.
Tras un tiempo sentada se puso de pie, aquello aumentaba más mis deseos hacia aquella mujer. Empecé a mirarla detenidamente su pelo largo en melena le caía por su espalda.
La camisa que llevaba dejaba que sus pezones se dibujaran en ella marcándose. Sus rojos labios se estrellaban contra el cristal de la copa donde bebía los veía chupando mi glande mientras sus dedos apretaban el resto de mi pene. Mi polla se estaba poniendo cada vez más dura y tuve que sentarme para no llamar excesivamente la atención y aliviar la tensión que sentía en aquellos momentos.
Se dio cuenta de que la observaba, y empezó a insinuarse sutilmente, cruzando sus largas piernas, acariciándose los muslos suavemente de arriba abajo, y de abajo a arriba. Sus mano derecha se movió a su culo y con sus ojos mirándome fijamente mientras se deleitaba tocándose, muy, muy despacio. Imaginaba su coño humedeciéndose mojando sus bragas.
Una servilleta cayó al suelo, y ella se acachó para cogerla, su escote dejaba ver unas tetas redondas que resistían a la fuerza de la gravedad, y unos pezones duros. Unos segundos más tarde nuestras miradas se cruzaron durante un segundo, y una gota de sudor recorrió mi espalada.
Con paso firme se dirigió al cuarto de baño, mi mirada la seguía, a pesar de jaleo del bar oía sus tacones en el suelo, toc, toc, toc. Abrió la puerta del servicio, girándose pude verla de perfil, sus senos se dibujan en aquella camisa, nuestras miradas se cruzaron de nuevo. No aguantaba más. Sin saber si era mi imaginación o no me levanté y fui al servicio.
Tras la puerta de entrada había un pequeño distribuidor con dos puertas una frente a otra y un lavabo en el centro, ella había entrado en al servicio, decidí quedarme allí hasta que saliera, acerque el oído a la puerta quería oír cualquier ruido que hiciera, oía como chocaban sus orines en la porcelana, y la imaginaba sentada, con las piernas abiertas, y su sexo mojado. Acabó, oí como se levantó, casi la veía subiéndose las bragas, arreglándose la ropa, como tapaba aquel coño limpio, de cualquier mirada indiscreta. Tiró de la cisterna, me separé de la puerta de un salto.
Abrí el grifo y me puse a lavarme las manos, tenía que disimular un poco. Abrió la puerta notaba como me miraba, se puso detrás de mí, la oía respirar, su aliento me daba en la nuca. Pegó su pecho a mi espalda, notaba sus pezones clavándose en mi espalda, el calor de sus tetas contra mi espalda y como se aplastaban contra mí. Sus brazos rodearon mi cintura, sus manos agarraron mi polla dura bajo el pantalón, la recorrió unas cuantas veces apretándola fuertemente, la separó. Recorrió mi cuerpo con ella y buscó mis manos bajo el grifo, nuestras manos y dedos se entrelazaron, mi temperatura iba en aumento. Mi polla crecía más quería salir del pantalón que la aprisionaba. Quería follármela allí mismo.
Me giré, mi boca busco su boca nuestros labios se encontraron, los dientes rechinaban entre ellos. Nuestros sexos se encontraron separados por unos trozos de tela. Sus labios suaves carnosos, dulces seguían pegados a los míos. Mis manos recorrían su espalda, sus muslos, su nuca, acariciaban su cabeza, buscaban bajo la ropa aquello todo lo que antes había imaginado, ahora mi mente lo dibujaba con el tacto, sus tetas suaves tersas, y duras de tanta excitación, chocaban ahora contra mi pecho notaba mis pezones duros.
Una de ms manos se deslizaba por sus nalgas acariciando el encaje de braguitas, y su fina piel. Mis manos se encontraron de pronto en su culo prieto, tiraron de ella hacia mí, quería sintiera mi polla contra su coño. Frotaba mi polla contra su coño, atrás y adelante mi polla se hundía entre sus pierna quería metérsela notar su húmedo coño. Mi mano rodeó su cintura para dirigirse a su vulva uno de mis dedos pasó debajo de sus bragas, estaban mojadas, la movía haciendo círculos por su vagina, sus flujos mojaban mis dedos. Nuestras respiraciones se entrecortaban. Nuestras caderas se movían al mismo ritmo. Estábamos en pleno éxtasis, cuando se oyó un ruido tras la puerta, y empezó a abrirse. Ella se separó de mí bruscamente, y en un momento se ajustó la ropa y se arreglo el pelo, y respiró profundamente, era preciosa. Una hembra diez.
Entró un hombre, yo me di la vuelta disimulé como pude, lavándome las manos. se dirigió a ella y le dijo que tenían que irse, no se quien era pero si se que salieron los dos juntos.
Mi polla seguía dura, tenía que hacer algo con ella, olí mis dedos ¡ahhh! Que gusto me había quedado con su olor más íntimo. Los lamí quería saborearla. Pasé a uno de los servicios, cerré la puerta, saque mi polla, y oliéndome la mano comencé a masturbarme, pensando ella imaginaba mi polla entrando y saliendo de coño sus tetas moviéndose atrás y adelante con cada envite mío.
Noté como resbalaba mi semen caliente por mi mano. Aquella paja había sido magnifica, que buen polvo hubiéramos…
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