Paja en el monte
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Estaba leyendo los relatos, y me animo a contar lo que me pasó a mi hace unos años. Tenía yo entonces unos 17 o 18 años. No llegaba a los 20, pero ya no era un niño. Tenía mis pelos bien puesto y mi cuerpo bien desarrollado.
Resulta que mis tíos tenían una casa en la sierra en un paraje bastante agreste, cerca de la Pedriza, y mis padres y yo íbamos de vez en cuando a verles. Mis tíos tenían 3 hijos (mis primos). El caso es que era verano, y fuimos a pasar casi una semana con ellos, para descansar, hacer senderismo o lo que se nos ocurriera. Yo ya había estado en aquella casa otras muchas veces y lo que solía hacer era darme una excursión por la montaña que empezaba detrás de las fincas. Pues, aquella mañana avisé que me iba a lo alto del monte a dar un paseo (había una fuente por allí y pensaba llegar allí para saciar mi sed, pues seguro que llegaría acalorado). Dicho y hecho, salí de la casa y empecé a subir por la montaña… Tras varios kilómetros, me subí a una peña a descansar un poco, tomar el sol, contemplar las vistas… y, en la soledad, y calendándome el sol mi torso desnudo… como que se encabritó la entrepierna y, tras echar una meada, seguí sacudiéndome la polla hasta que se me quedó grande y tiesa como un palo. Me recosté en una roca tomando el sol, me bajé shorts y ropa interior y empecé a menearme la polla, suavemente… sube y baja, tiesa que estaba, muy tirante… Aumenté la velocidad y ya me estaba pajeando en toda regla… Me gustaba la brisa del aire que me daba en los huevos y la sensación de libertad de pajearme al aire libre. Tras un rato pajeándome, me vino el orgasmo y eché un buen chorro de leche, que me ladeé un poco para que no me salpicara encima de mí. Dejé un charquito de cremita blanca de mis huevos, jeje, me subí la ropa y seguí paseando por la montaña.
A los veinte minutos veo que hay gente detrás de mí y que me hace gestos. Miro y reconozco a mis tres primos. Ellos eran más pequeños que yo. En torno a los 15 años (de 15 a 12). Bueno…. les voy a esperar, me dije. Y, con ellos, iremos a la fuente a refrescarnos. Me alcanzaron mis primos que me dijeron que les habían dicho que yo subía a la montaña y que fueran conmigo. Vaya, pienso, imaginándome mi situación media hora antes pajeándome yo a lo bestia…
Seguía yo con el torso desnudo…, pero no me iba a poner la camiseta ahora. Dice uno de mis primos: “Te hemos seguido y te hemos visto…”, y antes de acabar la frase se empiezan a reír por lo bajo… con lo cual, me figuro que han visto… lo que estaba haciendo yo encima de una roca. Es lo que tiene pajearse al aire libre, que siempre pueden haber ojos indiscretos que no controles. El caso es que, les contesto “¿qué?, ¿qué habéis visto?”. Y no me contestan, pero se están partiendo el culo de risa. “Jajajaja, que te lo estabas pasando muy bien”. Ya no hace falta que digan más, me han pillado con el palote en la mano. Pufff, me tengo que reir a la fuerza para tapar mi ridículo, jejeje, pero intento cambiar de tema rápido: “pues cuando queráis más, no tenéis más que pedírmelo. Os la voy a poner de sombrero”, jejeje. Y seguimos la excursión. Luego, tras descansar, remojarnos y volver a casa, mi primo el mediano me dice a mi solo: “¿es verdad que si te pedimos que te pajees, lo vas a hacer?”. Pongo cara de extrañeza… y respondo con una pregunta: “¿Es que quieres pajearme?”. Y, mi primo no se atreve a decir que sí, pero asiente inclinando la cabeza… Me deja un poco a cuadros… pues ya quería olvidar el suceso de esa mañana…, pero…, bueno, se lo dejo a su elección: “Como quieras. Pues entonces mañana. Vuelvo a la montaña y si quieres, vienes”.
Al día siguiente, al avisar que me iba a la montaña, los otros dos primos dijeron que no venían, que ya habían ido ayer…, así que solo se vino el primo mediano, con lo cual ya veía yo que iba en serio que quería pajearme. Andamos una hora hasta llegar a un alto donde se veía una bonita vista. La cuestión era que yo iba a estar oteando el horizonte para que no hubiera ojos indiscretos, que fue lo que no hice el día anterior. Visto que estábamos solos, le dije a mi primo: “Bueno…, sigues pensando en lo que dijiste ayer, ¿no?”. Asintió. “Quieres…, ¿no?…, hacerme una paja, ¿no?”. “Si me dejas…”, dijo él. Pos vale… no sabía muy bien cómo empezar, tenía la polla flácida… Así que, me quité la camiseta, me sobé un poco por encima de la ropa y… “¿me bajo los pantalones?”, pregunté. “Sí, venga”, contestó. Bueno, me bajé los shorts, y luego la ropa interior… y ahí estaba yo con los pantalones en los tobillos y con el nabo y los huevos colgando. Jejeje, se le veía emocionado al chico…, pero le dije que me tenía que pajear, así que, le agarré su mano y con su mano, agarré mi polla. Empecé a bajar su mano por mi polla, descubriendo el glande y empezando a hincharse.
Suavemente, subíamos y bajábamos la mano por mi miembro que se iba poniendo más duro y empezaba a apuntar hacia arriba. Al minuto, con el pene tieso como un mástil, le dejé su mano en mi polla y le dije “Toda tuya, sigue tú”. Y siguió él. Una buena paja en toda regla. Sube, baja, sube, baja. Los huevos bailando al compás de las sacudidas que me hacía mi primo, y es que hacía calor y tenía los huevos como hinchados, colgando distendidos. Tras un rato le dije que empezaba a notar que la leche iba a salir… pero dejé que siguiera pajeándome. Al rato, le aviso y empiezan a salir chorros de leche que me caen en el pecho (estábamos sentados en una roca) y riegan los alrededores como un surtidor. Bufff, ya que nos atrevíamos a haber dado el paso, me dejé llevar y enleché mi cuerpo y a él también. En la carne, era fácil de limpiar, pero cayó también semen en su camiseta…., así que ahí hubo que limpiar para que no se notase el manchón. Parece que la experiencia le gustó a mi primo.
Y ya, días después, cambiábamos de recorrido y el tío se apuntaba siempre conmigo para pajearme en el primer lugar un poco abandonado que encontrásemos. Al 3º día, fuimos a una granja de vacas que había por ahí, y donde comprábamos la leche. Pues fue decir a mis padres y a mis tíos que “íbamos a por leche” y, que fue literal lo que hizo mi primo, jajaja. Subimos al monte por otro sitio, me dijo que me desnudara completamente (siempre lo hacía, porque ya iba desnudo de cintura para arriba), y… me tenía una sorpresa guardada. Una vez que me puso tiesa la polla, acercó su cara a mi miembro…, y me lo empezó a chupar. Ya no solo me pajeaba, sino que me chupaba la polla. Jejeje, me dijo entonces lo que había dicho en casa: “iba a por leche, y no se iba sin leche”. Tras un buen pajeo y una buena mamada, yo entendía que me tendría que correr dentro de su boca. Le avisé y… unos buenos chorrazos de leche de hombre le metí en su boca. Ya, por lo menos, no le manchaba la camiseta pues toda mi leche iba a dentro de su boca. Me deslechó muy bien, se la bebió toda (le pregunté: “¿está buena?”. Respondió: “está caliente”. Me acuerdo muy bien, jejeje). Luego, me subí los pantalones, me puse la camiseta y fuimos a la lechería a por leche… de vaca.
Los 4 o 5 días que estuve en casa de mis tíos, siempre encontré un momento en que mi primo mediano me pajease y me sacara la leche. Lo que fue vergonzoso al principio, ya lo tomamos por costumbre y yo me quedaba muy a gusto. Luego, tras el verano, nos seguíamos viendo de vez en cuando… y, unas veces que no estaban sus dos hermanos, me dijo si podría pajearme…, a lo cual, pues le dije que sí, claro. Un par de veces en su casa, y otro par de veces en la mía, íbamos a la habitación más recóndita, controlando mucho que no viniera alguien por allí, y ahí me bajaba los pantalones y calzoncillos y empezaba mi ordeñador a ordeñarme de nuevo, como en verano. Como desde aquella vez, al eyacular, no dejaba escapar ni una gota de leche, y las que se le escapaban por la boca, luego las recogía con la mano y se las tragaba para no dejar ningún resto seminal fuera. Lo que hicimos en el campo, ahora en una habitación… Así estuvimos como un año, hasta que poco a poco fue más difícil coincidir…, y luego pues como que ya ni hablamos del tema.
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