Paseo escolástico de fin de año.
El camisón de noche estaba arremangado y se veían claramente sus calzoncitos rosados, sus piernas eran fabulosas. .
Como todos los años al termino del año escolástico, el colegio organizó varios paseos fuera de la ciudad con los chicos y chicas. Yo era el profesor jefe de la 5ta. “A”, junto a nosotros la 6ta, “B” con la profesora jefa, Carolina. Una atrayente colega, profesora de inglés que me causaba a menudo feroces erecciones por sus enormes y redondas tetas y su curvilíneo culo, era mi fantasía un día perder mi pija dura entre sus apretados glúteos, pero como ella estaba casada con un colega de otro colegio, nunca tuve una verdadera oportunidad con ella.
Mientras estábamos en el hotel que nos hospedaba, escuchamos disturbios y ruidos que provenían de un cuarto donde dormían cuatro chicas. Alarmado abrí la puerta de mi habitación y me encontré con mi colega Carolina vestida solo con su pijama, que me preguntaba que estaba sucediendo. Le dije que no lo sabía, pero seguramente eran los estudiantes que se divertían. La tranquilicé y le dije que se fuera a dormir y que yo me encargaría de todo. Me agradeció y se giró hacia su habitación, pero su pijama semitransparente me regaló una preciosa visual de sus magnificas tetas que hizo dar a mi pene un respingo y comenzó a ponerse duro.
Comencé a inspeccionar los cuartos de los chicos y estaban todos durmiendo y en completo silencio. Continué con las habitaciones de las chicas. Todas dormían como angelitos, me quedaba la última pieza donde dormía Alicia, mi alumna preferida. Abrí la puerta y no vi nada de extraño. Alicia sobre su cama dormía profundamente, era la única que dormía sola en un cuarto por ser impar el numero de chicas. Entré silente y sigilosamente, me cercioré de que dormía, ella era muy hermosa, sus muslos estaban al descubierto. Esa visual termino por endurecer por completo mi polla.
El camisón de noche estaba arremangado y se veían claramente sus calzoncitos rosados, sus piernas eran fabulosas. Me acerqué a ella, dormía plácidamente con un ligero ronquido. Sin duda era bella y me gustaba desde siempre. Ella era la mayorcita del curso con sus diecisiete años, su cuerpo esbelto y sensual. Sus senos no estaban todavía completamente desarrollados, pero prometían bien, eran prominentes con pezones pequeños y duros que apuntaban hacia arriba. Sus piernas eran del todo preciosas, bien torneadas y largas, una piel tersa y ligeramente bronceada, pero lo que más me atraía en ella era su boca de carnosos labios entreabiertos. La vista de su pequeñas bragas dibujando el contorno de su labia vaginal, fue demasiado para mí. Me excité mirándola e inconscientemente comencé a acariciar mi pija definitivamente dura como palo. Ella se movió, no sé, me pareció que se movió. ¿Dormía todavía? ¿Quizás no? Pienso que estaba aún durmiendo, o por lo menos eso es lo que quise pensar. En ese momento estaba como loco poseído por mi calentura. Tiré fuera mi verga y comencé a acariciar mis bolas hinchadas y llenas de esperma, luego mi mano se enrolló en largas caricias a mi pene y comencé a magrearlo furiosamente a centímetros de su rostro. Mi mente se había bloqueado y mi cerebro obnubilado por la visual de los carnosos labios de Alicia a centímetros de mi polla. Ya no podía controlarme ni razonar, ni menos pensar a las consecuencias. Verla a ella con sus labios semi abiertos llevó mi excitación a mil. Mi polla parecía que iba a explotar de un momento a otro, estaba duro al máximo, mi bolas se sentían más hinchadas y pesadas, era una impetuosa demencia temporal. Me atreví a apoyar mí amoratado y brilloso glande sobre sus rosáceos labios. Ella dormía. Por un instante su respiración se detuvo como si estuviese sintiendo mi polla en su boca, pero luego su respiración continuó. Mi cabezona polla continuaba en contacto con sus carnosos labios que estaban semi cerrados. Lentamente, continué a menear mi polla y la cabeza hinchada de mi verga entró entre sus labios, me detuve a contemplarla con la punta de mi polla en su boca, no había ninguna reacción por parte de ella, así que continue a magrear mi pene dulce y lentamente a la entrada de su boca. Me parecía como estar en un sueño, me pareció que ella abrió su boca y yo empujé suavemente un poco más de mi polla dentro, no sé si era mi sueño o no, pero me pareció sentir su lengua moverse sobre mi cabezona polla. Creo que fue solo mi impresión en el estado febril de mi calentura. Sentí que gotas de semen comenzaban a fluir desde mis cojones, quise tirarme hacia atrás, pero mi reacción fue lenta, tardía y un borbotón de espeso semen entró entre sus labios, eso fue solo el inicio, el resto me pareció una cascada imparable de esperma vertiéndose en la boca de Alicia, cuanto me hubiese gustado que se despertara y me chupara la verga deliciándose con mi eyaculación, mi ojos se cerraron y goce corriéndome entre los labios de Alicia. Cuando los abrí ella tenía su boca cerrada y se había tragado toda mi lechita, no había ninguna muestra de mi corrida ni en su rostro ni labios. Rápidamente me limpié las manos en mi pijama. Ella ahora respiraba un poco agitada, se movía y contorsionaba, las sabanas se corrieron y la observé, se veían claramente sus calzoncitos y su incipiente vellosidad púbica en su juvenil pelvis. Me vino la duda, ¿estaba realmente dormida o había participado?, jamás lo sabré. ¿Se contorsionaba de caliente o por una pesadilla?, no tenía respuesta para eso. Me apronté para salir de su cuarto cuando ella abrió sus ojos y dio un respingo exclamando:
—¡Qué! … ¿Qué pasa? …
—¡Nada, Alicia! … ¡Nada! … La señorita Carolina y yo sentimos ruidos que parecían provenir de tu habitación y le dije que yo vendría a averiguar de cosa se trataba … pero no ha sucedido nada … ¡Duérmete! … ¡Vuelve a dormir y cúbrete! … espera … yo lo haré …
La cubrí bien con las cubiertas y le dije que volviera a dormirse, ella me dijo sonriéndome:
—¡Gracias, profesor! … ¡Gracias por todo! …
Di un respingo al escucharla:
—¿Por todo? … ¿Y por qué? …
—Por preocuparse de mi … y … bueno … por cubrirme con mis sábanas …
Me dijo sonriendo maliciosamente y sacando la lengua la paso lentamente por sus carnosos labios adolescentes, tal vez, saboreando todavía mi esperma, luego agregó:
—Buenas noches, profesor … espero que duerma bien …
Salí estupefacto de su cuarto. Ella me miraba hacía el blandengue bulto de mi pijama con su sonrisa traviesa de ingenua diablílla. ¿Lo sabía o no? Nunca lo supe. Lo sé que me comporté como un loco depravado. Fue la eyaculada más potente y peligrosa de mi vida. Siempre me queda la duda. Ciertamente desde entonces, cada vez que la encontraba en el patio de la escuela, o a veces en clases; ella me miraba significativamente y sonriendo pasaba su lengua por sus carnosos e ingenuos labios de niñita malcriada.
Fin
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