semen por la madrugada
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Desperté con mas sueño que de costumbre, me había desvelado la noche anterior y apenas podía pensar. Me acaricié la pierna desnuda hasta llegar a mi boxer azul marino y ajustado, notando así una erección más fuerte que nunca, metí mi mano como si fuera un adolescente curioso y jugué un poco con mi vello suave y recortado. La verdad es que tenía tanto sueño que no pensé en masturbarme, pero conforme acariciaba suavemente mi pene, tan duro y a la vez un poco caliente, pensé que no podía dejar pasar una erección así.
El sol apenas estaba saliendo y yo tenía ya mi mano rodeando mi pene, recordando aquellas noches con Diana, mi ex novia, con quien tantas veces hice el amor en el sillón de su sala, donde los suspiros y los gemidos tenían que ser reprimidos por el temor a ser sorprendidos por sus papás quienes estaban siempre en la habitación de arriba.
Saqué un poco de crema de mi buró y lentamente la derramé sobre mi pene, la sentí fría y aunque no fue nada parecido a la ardiente vagina de Diana, fue una sensación deliciosa.
El que los padres de Diana estuviesen siempre en casa hacía que normalmente sólo bajáramos los pantalones y entonces lo hiciéramos, ese momento en que su tanga ya estaba tan húmeda que me encantaba sentirla con los labios. A veces llegaba y ella traía puesta una sudadera rosa que significaba siempre una cosa: debajo de esto no hay brassiere, me bajaré el pantalón, tu pene entrará en mi vagina mojada y podrás tocar mis senos fácilmente, disfrutarás mis pezones y podrás lamer cuanto quieras, desde mi espalda hasta mis hombros y mis senos.
La crema que había usado se empezó a secar y saqué un poco más, mi pene empezaba a ponerse un tanto rojo y yo en lo único que podía pensar era en Diana sobre mí y los dos sudando, acariciando sus nalgas y metiendo mi índice por su ano, con esa sudadera rosa y su cabello castaño claro amarrado con una liga para evitar que cayera sobre nuestros rostros.
Sentí que pronto me vendría y deje de manipular mi pene, aguantando el semen lo más que pude, así que mientras esperaba empecé a jugar con mis testiculos limpios de vello, como a Diana le gustaba y es que sólo los lamía si les quitaba el vello, y por arriba del pene, sólo recortado.
Eché saliva en mi mano y así fue mejor porque los testículos resbalaban más fácil, sentí que estaban más hinchados de lo normal, seguro por tanta excitación.
Imaginé a Diana acostada de lado en mi cama, con las nalgas hacia mí, así que me di la vuelta y seguí masturbándome, despacio para no correrme tan rápido. La veía de espaldas, besando desde su cuello hasta su cintura, acariciando sus piernas y tocando sus senos con esos pezones duros y su cara de placer, recordando cómo se empujaba ella misma hacía adelante y hacia atrás, recordando cómo empezaban a temblarle los brazos y los hombros cuando estaba a punto del orgasmo.
No quise detener ya más el semen porque quería por fin sentir el punto más delicioso del sexo en un hombre, ese donde el semen sale disparado con tanta fuerza… me puse boca arriba y para no manchar la cama con mi fluido decidí apuntar mi pene hacia mi abdomen y éste salió con tanta fuerza que llegó hasta mi pecho y una parte del hombro.
Saqué un pañuelo desechable y me limpié, seguí pensando en Diana mientras y mis boxers seguían abajo, no guardé mi pene de inmediato y Diana "seguía" a mi lado, desnuda, con la vagina roja como siempre se le ponía por su piel tan blanca y yo mordiendo suavemente su nalga y ella sonriendo y pidiendo que ya no lo hiciera.
Me levanté a la regadera y abrí la llave para limpiar los restos de crema y semen que habían quedado en mi pene, el agua estaba tibia y haciendo un anillo con mis dedos índice y pulgar jalé mi pene para limpiarlo bien.
Aún tenía la toalla con la que Diana se bañaba cuando se quedaba en la casa, así que la saqué y me sequé con ella, y aunque ya estaba limpia, me excitaba pensar en cuando esa toalla limpiaba su vagina después del sexo. Empecé a imaginar más cosas y el pene empezó a endurecerse de nuevo… saqué unos boxers limpios y regresé a la cama.
Esperando a que por fin amaneciera, el pene siguió erecto durante un rato pero ya no le di el placer que de nuevo me pedía. Me quedé dormido otro rato y cuando desperté revisé mi teléfono, había un mensaje de Diana: pasas por mi casa en la noche? Me encontré la sudadera rosa…
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