Una paja acompañada
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hola! mi nombre es Nicolás, y les contaré una experiencia que tuve con un compañero. Siempre me gustaron las mujeres, alucinaba y me hacía pajas pensando en ellas, en esas putitas gritando por sexo y como yo las complacía, o en mis compañeras de cortas falditas y grandes tetas. Sin embargo, había un chico en la secundaria que despertaba en mí sentimientos encontrados: cada cierto tiempo sentía fantasías morbosas con él, y me cuestionaba la sexualidad que tenía yo. Había llegado ya púber a la escuela y desde el primer momento sentí algo. Nos hicieron sentarnos juntos, y noté de inmediato su polera entreabierta dejando parte de su pecho asomándose. Sin embargo después de los días de gimnasia, cuando nos mandaban a todos a ducharnos, pude ver en toda su complexión su cuerpo semidesnudo, musculoso a pesar de su figura delgada, con las axilas lampiñas y su bien formado torso sudoroso. Resistiendo enormemente la erección que estaba teniendo, al llegar a mi casa exploté en un fuerte orgasmo pensando en esa imagen excitante, y así fue por todo ese año, además que el chico solía cambiarse de ropa antes de ir a las clases, por lo que siempre lo veía antes sin polera, y agregando más material a mis fantasías.
Al año siguiente nos cambiaron de grupo, y solo lo volví a ver desnudo a fin de año en un paseo familiar. Desde allí luego pasaron dos años más y estábamos a punto de egresar de la secundaria. Ya no hablaba con el chico, y los recuerdos se habían desvanecido. Sin embargo antes de salir nos citaron a ambos a dar una prueba de gimnasia por atrasos. Después de darla nos mandaron a limpiarnos, y que luego saliéramos del recinto. Al llegar a las duchas nos quitamos las poleras y nos aseamos. Al llegar ese momento volví a sufrir una erección, al ver de nuevo ese cuerpo adolescente sudoroso y cansado que apenas había cambiado de la última vez que lo vi. La parada no la pude a esconder a tiempo, antes de que el chico la viera, y me dijo:
– Parece que andas caliente.
– Lo siento! Es que estaba…
– No te expliques wn, a cualquiera se le para.
– Si, que vergüenza. Es que igual no e tenido tiempo de, tu entiendes?
– Jaja si, yo tampoco. Qué ganas de echarse una jejeje
– Si no fuera por los putos estudios.
– Oye! crees que hoy día puedas echarme una manita con ciencias. No va a haber nadie en mi casa.
– Mm. Bueno, no creo que tenga inconveniente.
Nos vestimos y tomamos un autobús hacia su casa. En el intertanto nos fuimos charlando de los estudios, las chicas y el futuro. En mí quería volver luego a mi casa para correrme pensando en que me había visto mi parada, pero tendría que tener paciencia. Al llegar a su departamento, nos percatamos de que no había nadie, y yo me dispuse para estudiar, pero él pensaba distinto.
– Esta caluroso cierto?
– Si wn, la cago
– Te molesta si me quito la polera aquí????
– Eeeee no, adelante.
– Hace lo mismo para no quedarme solo, déjala en mi pieza.
Luego de volver, el estaba parado junto a una mesa y me dijo lo que quizá había esperado por largos años.
– Sabes que después de ver tu parada, necesito hacerme una.
– Peeeero que?
– Lo siento, pero lo necesito hacer.
Acto seguido, empece a tener una fuerte erección al mismo tiempo que él. El chico la vio y me pidió que lo acompañara a su pieza, donde empezamos a quitarnos la ropa hasta los calzoncillos. Quedamos mirándonos y él me comenzó a sobar por sobre la ropa interior a mi pene, mientras yo resistía con fuerza esa excitación. Luego de ello me bajo el calzoncillo y con un escupitajo me comenzó a sobar lentamente para terminar en un fuerte sobe en el glande. Yo respiraba entrecortadamente, y le pedí hacerle lo mismo, ante lo cual no opuso resistencia. Su pene era grande y tenía una erección venuda como la mía. Estábamos calientisimos, nuestros cuerpos derrochaban sudor y excitación cuando nos apretujamos y nos comenzamos a masturbar con los torsos unidos en un abrazo pegajoso. Sentía el respirar de su pecho contra el mío, su mirada excitante buscando placer en mí. Cuando estábamos por corrernos, me puse de espaldas en la cama , y él se dispuso frente a mí, agarrando ambos penes y masturbándolos con furia. Ambos gemíamos de placer, y sentíamos nuestros cuerpos temblar mientras sentía ese subir y bajar. Casi al fin, porque tenía las manos libres, agarre su fuerte pecho y acaricie sus tetillas, lo que fue demasiado para ambos.
– Aah! No pares! Uuf!
– Cresta! Qué haces?
– Te gusta?
– Aaahh!! Mis tetillas!! ya me vengo!
– Sigue!!!! terminemos!!
Fue hermoso. Apenas unos segundos después de ese agarrón ambos nos corrimos con fuerza sobre mi torso, en medio de terribles movimientos llenos de gemidos, y con una mezcla de leche caliente que no paró de salir mientras nos mirábamos el orgasmo mutuo que estábamos teniendo en aquellos cuerpos calientes. Luego de la corrida, se acostó al lado mío, y me pidió que lo volviéramos a hacer algún día, porque había estado genial. Buscó papel y nos limpiamos y quedamos de volver a vernos algún día. Al llegar a mi casa volví a masturbarme con un poco de papel que había escondido luego de asearse oliendo los restos de ese semen mezclado, y pensando como había cumplido aquella proeza. Pero no fue lo último. Tiempo después me reencontraría con él para unir nuestros cuerpos más allá….
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