Una tarde en el parque
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por bolen.
Hola. Me animo a escribir un relato con una situación sexual que me ocurrió de pequeño y que no olvidaré porque fue una experiencia excitante. Quizá no sea una experiencia muy fuerte como otras que he leído por aquí, pero tenía ganas de escribir y recordar mientras escribo. Yo tenía en torno a unos diez años y no había visto un pene duro y tieso en mi vida. Sí había visto algunos penes adultos flácidos, como el de mi hermano (meses después se lo vería tieso e incluso se lo tocaría, pero eso es para otro relato si me animo a escribirlo), pero ¿penes tiesos adultos?…, pues no. Mi pene cuando se ponía tieso era el que era: de un niño de 10 años. Entonces me parecería normal, pero seguro que era muy pequeño… o era normal, para esa edad.
El caso es que, en el barrio había grupitos de chicos y chicas agrupados por edades. Yo salía con mis amigos de mi edad. Había otros grupos de más años, adolescentes, chicos más adultos…, que fumaban, tenían novias, etc; o sea, otro mundo, más adulto que el nuestro. No quiero eternizarme, así que voy al asunto. Uno de los adolescentes mayores debería estar cachondo, porque de mi grupito de amigos vinieron a decirme que “tal chico” nos iba a enseñar su polla. Parecerá mentira, pero esa noticia nos llamó mucho la atención y fuimos corriendo al corrillo donde ya habían otros niños y el chico este. Nos preguntaba que si queríamos hacerle una paja (yo ya sabía qué era hacerse una paja, aunque yo no me había hecho ninguna a la edad que tenía entonces… Sin embargo, en mi clase algunos niños sí se hacían pajas, que yo lo había visto: pajas de niños de 10 años…). Ninguno del grupito dijimos que no, sino todo lo contrario.
Entonces, la situación era esta: estábamos en medio de un parque público, era por la tarde de verano (supongo que sería mayo o junio, porque todavía no habían acabado las clases), y un grupito de niños y niñas estábamos alrededor de un adolescente de unos 15 a 18 años (pues no acabe de enterarme de la edad de aquel chico) esperando que nos enseñase su pene de adulto. La cosa fue rápida: se abrió el cinturón y el pantalón, se bajó un poco la ropa interior y apareció un palo largo, ancho y tieso…, con venas marcadas y con pelos en su base. Todo me asombró porque era tan distinto a mi pene, por ejemplo. Esas venas y esos pelos, y las diferencias de tamaño; todo distinto y tan llamativo.
El chico nos ordenó que agarráramos su pene, nos fue avisando cada rato que uno a uno fuésemos pajeando. Lo hacíamos torpemente… o ese es mi recuerdo, porque recuerdo que agarré su polla y no hacía nada (curioso su “palo” tieso, caliente y duro). Que suba y baje mi mano, me decía, y que hiciese como el resto. Y así estuvimos todos (y todas, porque había varias niñas de mi edad también). Al cabo de un rato, el chico avisó a uno de los nuestros que chupara el pene como otras veces, de lo que dedujimos que no era la primera vez que este niño se lo había hecho. Y…, no fue repulsión, sino excitación lo que sentimos (o sentí yo) cuando ese niño le empezó a chupar el pene: se metía el glande hasta donde pudiese (que solo era el glande, porque no llegaba a meterse más pene en su pequeña boca) y así estuvo un rato. El adolescente del pene nos pidió al resto que hiciésemos lo mismo: si le habíamos tocado la polla, ahora teníamos que chupársela. Nos miramos entre nosotros, y sin decir nada fuimos chupando su glande uno a uno.
Ya lo he dicho: en vez de asco por chupar un pene que ya estaba chupado, no nos preguntamos nada y chupamos ese glande uno tras otro. Supongo que la excitación nerviosa fue mayor que el asco a chupar ese pene (y, ahora que lo pienso, en un parque público, que no había nadie, pero que podría aparecer algún adulto por ahí). Se sentó nuestro semental en un banco, se bajó los pantalones y calzoncillos hasta los tobillos, y ahí fuimos chupando su pene hasta que dijo que se corría, y vimos como echaba varios chorros de semen al suelo. Jajajaja, yo no sabía quién estaban más alucinados, si mis amigos o las niñas que habían estado con nosotros.
Y fin del relato. Son experiencias que pasan en la infancia y que recuerdas siempre. Como sucedido entre niños, tampoco tienen mucha importancia según pasa el tiempo.
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