Antiguas alumnas
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por bks.
Raquel había aceptado quedar con las antiguas compañeras de la Universidad. También iba a ir algún profesor y profesoras. Se fue a su habitación para escoger la ropa. Arriba llevaría un jersey negro que la estilizaba y con el que no debía llevar sujetador. Luego se puso sus jeans favoritos, unos que la marcaban todo, cada pliegue de su piel, de sus labios vaginales, que se la metían por el culo.
Salió de casa. Cogió el metro hasta el restaurante donde habían quedado. Allí se juntó con las amigas con las que había compartido 3 años de clase en la Universidad. A su lado se sentó una de sus profesoras. Ahora tendría unos 40 años. Era morena y muy simpática. En la Uni se rumoreaba que era lesbiana. La verdad lo usaban de forma peyorativa cuando no tiene por que.
Raquel hacía poco había besado a una amiga un día de borrachera. Le había gustado y desde aquello estaba algo confundida. Cuando vió a la profesora se acordó pero en seguida se olvidó de aquello. La cena transcurrió sin sobresaltos. Luego se fueron a una disco a terminar la velada. Ella estaba con alguna de sus compis y se les unió la profesora.
Cuando sus amigas fueron a la pista a bailar ella se quedó hablando con la profesora. Ahora solo tomaba agua o refrescos para no emborracharse pero claro también tenía más ganas de orinar y fue al baño. Se metió en uno de los cubículos a orinar. Cuando salió ajustándose el pantalón la profesora estaba lavándose las manos. Sus miradas se cruzaron y ella sintió algo extraño como si la profesora se la comiera con la mirada.
No le dio mayor importancia. Después de una hora ella dijo que se iba a casa si alguna la llevaba y la profesora se ofreció voluntaria. Ella ni recordó el momento anterior ni nada por el estilo y aceptó. La profesora la abrió. Luego se inclinó sobre ella para cerrar el pestillo de la puerta y pudo aspirar el aroma de su perfume. La profesora arrancó y la preguntó donde debía llevarla o si quería tomar la última copa.
Raquel accedió. La profesora la dijo que la iba a llevar a un sitio que sabía ella que ponían buena música y se podía hablar. La profesora paró el coche a unos cuantos metros del local y la dijo que esperase.
Tengo una pregunta que no pensaba hacerte pero que antes por como me has mirado quiero hacer.
¿Cuál?
¿Eres lesbiana? O por lo menos tendrías sexo con una mujer?
La respuesta hasta hace un mes sería no, a día de hoy es no lo se.
La profesora aprovechó la coyuntura y la besó. Con la mano derecha acarició sus rostro y el pelo. Con la izquierda sopesó los pechos llenos como dos flanes que temblaban bajo las caricias. Raquel quiso desembarazarse de sus caricias pero su coño que se estaba mojando cada vez más se lo impedía. Sus labios se abrieron para recibir la lengua de la maestra y sus piernas también para poder ser acariciados los muslos prietos y sabrosos bajo el pantalón. La profesora la instó a abrir las piernas y mirándola con cara traviesa a los ojos fue soltando botón a botón los del pantalón. Luego la bajó los pantalones un poco y con la mano la metió entre las braguitas y el coño y la penetró con los dedos. Luego la invitó a irse con ella a su casa.
Raquel accedió a la primera. Ana condujo a casa y aparcó el coche. En el ascensor se comían con los ojos, con la boca, con las manos. Jugaban y no paraban de prodigarse caricias. Llegaron a la casa. Nada más entrar ana condujo a Raquel al dormitorio. Se quitó la blusa y el sujetador. Soltó sus pantalones y se despojó del tanga empujando a la joven a la cama. Allí la besó primero en la frente, sus ojos se llevaron luego sus ósculos. Las pocas dudas que a Raquel la quedaban se despejaron con esas muestras de amor y lujuria. Luego con la lengua dibujó el perfil de la nariz para llegar a las montañas de los labios y abrirlos para fundirse en una ardiente danza.
Con la mano había quitado el jersey a Raquel descubriendo dos pechos medianos que rematados en dos pezones color café desafiaban las leyes de la gravedad. Luego jugó con su ombligo para dibujar un arroyo de saliva hasta la cintura, fue besándola desde una cadera a la otra varias veces hasta que Raquel la cogió de la cabeza y la dirigió hasta su coño que Ana comía con autentica devoción . Lamiendo alternativamente toda la vulva para puntear el clítoris y penetrarla con dos dedos, el anular y el corazón con violencia y mucha rapidez.
Raquel gemía cada vez más. Sabía que no aguantaría más entonces Ana con la lengua lamió el clítoris y lo aspiró penetrándola con los dedos de nuevo hizo que la joven se tensara y se corriera con tal fuerza que llegó a expulsar un pequeño chorrito. Luego Ana se puso sentada sobre la boca de la chica y moviendo sus caderas la ayudó a darla placer. Soltó sus manos y se tumbó frente a ella, con mucha dulzura la besaba a la vez que Raquel la masturbaba.
Ella hizo lo mismo con Raquel y la enseñó a rozarse una contra la otra hasta que abrazadas las dos se volvieron a correr. La joven miró el reloj y eran ya las 4 de la mañana. Se despidió de su recién estrenada amante y quedaron en repetir esos encuentros hasta perfeccionarlos. Luego Ana la llevó hasta su casa.
Raquel subió en el ascensor y sin apenas meter ruido abrió la puerta. Con los zapatos en la mano fue a su habitación. Se quitó la ropa y se puso la camiseta que usaba para dormir quedándose solo con dicha prenda y el tanga. Se puso a lavarse los dientes. La puerta del baño se abrió. Era su padre. Desde que su madre murió vivía sola con su padre. Se llevaba muy bien con él.
Lo has pasado bien hija?
No lo sabes tu bien, le dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
Todo esto dicho de espaldas a la puerta. Se notaba que se había levantado de la cama. El también llevaba camiseta de dormir pero los bóxers estaban sumamente abultados. Tenía una gran erección que en lugar de bajar al ver a su hija en tanga había alcanzado proporciones gigantescas. Raquel miró al espejo fijándose en el bulto cosa que su padre se dio cuenta. La chica se mordió el labio. Para provocarla su padre la dijo si había ligado y que a ese sitio no se miraba. Ella le dijo que es que era muy grande para no verlo. Intentó echarlo del baño haciéndose la ofendida por haberla preguntado. Sus labios quedaron muy cerca y su padre la besó. Los pezones de su hija se pusieron como dos pitones. Ella respondió al beso abriendo la boca y recibiendo la lengua dándola el recibimiento adecuado.
En unos segundos la dio la vuelta poniéndola de nuevo contra el espejo y arrancándola de un golpe el tanga. Al oído la susurró si la habían follado el conejito. Ella cachonda perdida como estaba dijo que si que la habían metido los dedos en el coño. El se puso como una moto y cogió un poco de aceite de baño y se lo untó en el agujerito trasero y poniéndose algo en la polla intentó penetrarla por el culo sin lograrlo. Su polla era larga pero aunque era gruesa el tronco no lo era mucho pero el glande destacaba.
Lo intentó de nuevo y otra vez que no lo logró pero con los intentos y las caricias que la hacía lograba que ella deseara muchísimo ser ensartada. Cogió mas aceite y lubricó a conciencia el capullo que esta vez si entró y de una sola vez empotró toda la polla quedándose los dos apoyados contra el lavabo. Ahora comenzó a follarla sujetándola alternativamente de los pechos y las caderas.
Ella se masturbaba mientras. Raquel estaba tan caliente que no duró mucho sin correrse. Fernando tampoco aguantó demasiado hasta que eyaculó en el culo de su hija llenándola de semen. Luego se ducharon juntos con mucha dulzura y cariño.
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