COMPARTIENDO A EDITH: Su primer gang bang
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Esto ocurrió hace unos ocho meses. Ya mi esposa y yo habíamos participado en varios intercambios, incluyendo una pareja de amigos en una ocasión. Desafortunadamente, él le contó a Axel, otro de mis amigos y el asunto se puso tan molesto que debimos mudarnos. A Edith no le gusta Axel y a mí no me gusta su esposa pero existe el agravante de que a mi chica nunca le cayó bien su forma de ser; a decir verdad él es bastante machista y morboso, con una moral bastante cuestionable en diversos aspectos que a mí no me molestan en demasía. Axel le ha llevado ganas a Edith desde que éramos novios y nunca lo disimuló; un día me dijo que le encantaba su boquita y le provocaba meterle la verga y ponerla a chupar; en otra ocasión me contó que se cogió a su esposa por todo lado imaginando que era mi Edith y que lo había pasado fantástico. Una vez, cuando éramos novios, Edith me contó que él se le había insinuado y yo hablé con él; me dijo que estuviera tranquilo, que no volvería a molestar con eso pero que yo debía comprender a él y a los demás, dado que Edith está bien buena y en ese momento apenas éramos novios. El asunto no pasó a mayores y alrededor de un año después de eso fue que Edith y yo nos casamos.
Cuando mi otro amigo le contó del intercambio que hicimos, él se puso como loco y vino a proponerme, aduciendo que ya había convencido a su chica lo cual no era cierto. Indistintamente, acudí donde Edith para convencerla ya que me pone cachondo imaginarla siendo bien follada por alguien a quien ella detesta. Su negativa fue rotunda y la cosa se puso difícil entre nosotros, lo cual resolvimos mudándonos a otro lugar. Hace ocho meses le comenté a Edith que me gustaría verla follando con tres desconocidos.
-Mira, no me siento preparada para una doble o triple penetración, amor.
-Mi amor, es de lo más normal. Estoy seguro que te gustará.
-Sí me gustaría que me vieras con un desconocido pero hasta ahí. Más que eso, prefiero que no.
-¿Y si se turnaran? ¿Uno a la vez?
-Pues… no sé.
-Sería como una preparación para ver si un día te animas a un gang bang con más tipos a la vez.
-¿De dónde los vamos a sacar… a los tres desconocidos?
Acordamos ir a una disco y que ella sondeara entre los presentes a ver si había tres que le gustaran bastante, ya fuese que anduvieran juntos o cada uno por separado. Se puso una deliciosa minifalda y blusita de tirantes que pone cachondo a cualquiera; usó un maquillaje discreto pero se pintó los labios con un carmín bastante llamativo y provocador. Desde que llegamos, la mayoría de los hombres empezaron a violarla con la mirada. Al principio Edith fue discreta pero ya con un par de vodkas se puso a buscar candidatos. Al cabo de hora y media, le gustaron dos tipos treintones que andaban juntos y un chico de su edad que al principio estaba con unas chicas también jovencitas pero que se retiraron dejándolo solo. Habíamos rentado una habitación en un hotel cercano, la cual contaba con dos camas matrimoniales, una pequeña salita con un sofá y un sillón; así como una mesa de comedor para cuatro personas. Ella fue a hablar con el chico y yo con los otros dos. Les expliqué cuál era el plan y en todo momento se mostraron interesados; sin la menor reserva hacia las restricciones que les estaba indicando.
-Eso sí: uno de ustedes sólo tendrá derecho a chupar, amigos.
-No hay problema. Haremos un volado ahora mismo.
Frank y Eduardo. A Frank le correspondió limitarse a chupar a mi esposa y Eduardo se ganó todos los derechos.
-Hola.
-Hola, mi amor. Ellos están de acuerdo, bebé.
-Me parece bien. ¡Ah! Él es Cristian y también va a estar con nosotros.
Conversamos en la disco durante una media hora y luego nos fuimos los cinco al hotel, donde nos servimos unos tragos y algunos bocadillos; hasta que Eduardo y Frank fueron los primeros en empezar a tocar los senos y las nalgas de mi esposa; luego se les unió Cristian. Edith ya tenía experiencia y sabía que a mí esas cosas, lejos de molestarme me pone más cachondo. Los tres hombres ya conocían el plan y todo marchaba de maravilla, aunque debo reconocer que ella desconocía algunas cosas. La primera vez que estuvimos en un intercambio, el tipo me confesó al final que la chica con quien andaba no era su esposa sino una dama de compañía. Eso me excitó; opté por no contarle nunca a ella y desde entonces he venido desarrollando una obsesión por compartirla, incorporando en ocasiones elementos adicionales que ella no llegue a saber, como la vez que incluí a mi jefe y una amiga de él haciéndolos pasar por desconocidos. El caso es que invité a Axel y él se encontraba escondido en un cuarto de pilas, siendo testigo de lo que pasaba y masturbándose mientras grababa lo que podía. Frank le fue quitando la blusita a mi esposa, mientras Cristian y Eduardo lamían su vientre y espalda; luego él le quitó el sostén y se puso a chupar y mordisquear sus pezones; la recostaron en una de las camas y terminaron de desnudarla completamente. Eduardo besó y lamió sus pies, al tiempo que Frank comenzó a besar su conchita y Cristian la besó en la boca. Poco a poco, mi Edith se fue poniendo caliente mientras los tres la mordisqueaban y chupaban por todo lado, haciéndola jadear de placer cada vez más y más y así durante cerca de diez minutos, durante los cuales se turnaron para chuparle la vaginita.
-Amor: ya estoy lista.
Los cuatro me miraron esperando señal, mientras ellos seguían acariciando su sabroso cuerpo. Abrí la maleta y saqué una careta para tapar los ojos.
-¿Qué les parece es siguiente trato? Edith se coloca esto en la cara para no ver y ustedes al azar se turnan para follarla; cuando terminemos y nos despidamos, ella me dirá con quién le gustó más y yo lo llamaré dentro de un par de semanas. ¿Qué dicen?
Los tres tipos estuvieron de acuerdo sin dudar, aunque desde luego yo les había adelantado a Eduardo y a Frank sobre lo que haríamos. Edith me miró con un gesto pensativo, se sonrió y no me respondió.
-¿Estás de acuerdo, mi amor?
Tomó mi cabeza con energía y me dio un fuerte beso.
-¡Claro!
La besé mientras le colocaba el antifaz cuidadosamente y ellos, una vez que se desnudaron completamente, volvieron a tocar a mi esposa y lamerla por todo lado; luego se separaron mientras ella esperaba de pie con los ojos vendados. El primero en tomar turno fue Eduardo. La acostó boca abajo y se colocó sobre ella mordisqueando sus nalguitas; luego empezó a subir lamiendo y mordiendo mientras su verga dura restregaba sus piernas hasta llegar a la entrepierna. Ella lanzó un suspiro de placer y se abrió un poco. Él la levantó un poco para poder rozar su conchita con el pene y Edith comenzó a retorcerse con evidente placer. Los demás, incluyendo Axel desde su escondite, nos pusimos a masturbarnos y poco a poco Eduardo la fue ensartando por la vagina. La hizo abrirse más y trató de penetrar cada vez más profundo y más fuerte; era claro que mi chica estaba disfrutando; luego él, sin sacársela, hizo poner a mi Edith a cuatro patas, la tomó por las caderas y le dio una vapuleada de padre y señor mío. Lo cual hizo que Cristian se viniera de inmediato y así continuó hasta hacer que mi esposa terminara también, con un largo gesto de ahogo. De seguido se la sacó y se puso a chuparle el culo durante un par de minutos y se la ensartó sin mucho preámbulo; volvió a agarrarla de las caderas y le dio su buena follada de culo a mi rica esposita. Así la tuvo hasta venírsele dentro. Fue realmente delicioso; ella cayó en la cama esperando quien seguía pero no se le notaba cansada.
Todos estábamos excitadísimos; Frank volteó a verme y le hice la seña a Axel, quien ya estaba desnudo y con la verga bien dura y húmeda. Entró sin hacer ruido y fue directamente donde Edith mientras yo saqué la cámara y empecé a grabar; él la tomó por una muñeca y la hizo sentarse; la alzó en brazos y la llevó al sofá. Ahí le dio unos besos y luego le aproximó el pene a la boca; ella la abrió y Axel se lo metió despacito, volvió a sacarla y así fue poco a poco metiéndola más y más adentro hasta hacer que mi esposa se pusiera a toser un poco; luego la dejó que mamara durante un rato, sacándola de vez en cuando para que se notara la baba mientras yo grababa entusiasmado.
La puso boca arriba y le abrió las piernitas para penetrarla deliciosamente y así empezó a darle con fuerza, al tiempo que Edith se fue poniendo más y más caliente de nuevo; entonces Axel le levantó una pierna y se puso a follar a mi esposa mientras me miraba con una sonrisa malévola; se fue poniendo como un animal y sostuvo sus piernas con ambos brazos mientras cogía salvajemente y arrancándole los primeros gemidos; ella también gozaba sin saber que se trataba de alguien a quien tanto detestaba. Axel mantuvo la postura y continuó sudando chorros hasta hacer que mi esposita se viniera nuevamente. Entonces la puso a cuatro patitas y se la ensartó de una en el culo, atacó con todas sus fuerzas y la agarró del cuello dándole más y más duro; entonces le pasé la cámara a Eduardo y me le aproximé para ofrecerle un beso; ella asintió y la besé con firmeza mientras Axel se la cogía por el culo como pocas veces en la vida. Me separé y así la tuvo buen rato hasta quedar cerca de la corrida; entonces se la sacó y la hizo sentarse, le abrió la boca y le dejó venir toda la leche a Edith en la boca. Luego se retiró al escondite mientras Cristian se dirigió al sofá y puso a mi esposita a chupar verga como una puta; se notaba que estaba disfrutando y no dudo que haya sabido que se trataba de él; eso me puso cachondo de nuevo.
Su lengua y sus labios nos hicieron poner duros a todos; luego él la puso a cuatro patas y se la restregó suavemente en el orificio anal; se la metió de una y la agarró por la cintura para darle una buena follada de culo a mi esposa, la tomó por las muñecas y se puso a darle con todo haciéndola gemir como perra, así hasta terminar dentro de su culo. Bañada en sudor, Edith se recostó en el sofá y le dije que todavía no se quitara la careta para que no viera quién había sido el último. Los tipos empezaron a vestirse y sus semblantes eran de total satisfacción. Le serví una copa de vino y le quité el antifaz. En verdad los cinco –o más bien los seis- estábamos muy complacidos con la experiencia. Nos quedamos conversando y bebiendo vino durante más de una hora, hasta que los tres se retiraron despidiéndose agradecidos. Nosotros dos nos quedamos un par de horas más e hicimos el amor en la ducha. Según lo convenido, Axel se marcharía media hora después.
-Bueno: ¿Qué te pareció?
-Mi amor, cada vez son más excitantes estas aventuras que tú me inventas. Realmente me gustó muchísimo.
-¿Y cuál de los tres te cogió más rico, bebé?
-El segundo.
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