CONFESIONES
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por dulces.placeres.
Me especializo en terapias de pareja, problemas con los que la gente no puede sola y necesita ayuda, muchos casos de infidelidad, de engaños, de mentiras, de discusiones de poder, peleas por los hijos, por los padres, intereses económicos y muchos más que ahora no vienen a mi memoria.
Con cincuenta años de edad, creía saber casi todo, pero la historia que leerán a continuación aún me desvela, siempre mantuve el secreto con mis pacientes, pero esto pudo más.
Hace tres meses, tuve la primera cita con profesional con un caballero, pongámosle el nombre de fantasía Cristian Gonzalez, mi primera impresión fue de encontrarme con un tipo simpático, amable y un poco introvertido, mientras completaba su ficha lo observaba de reojo, sus gestos, sus actitudes, su forma de ser. Tenía treinta y seis años, aunque por su aspecto le hubiera dado casi mi edad, tal vez por su barriga un tanto prominente, ó por su casi total falta de cabellos, ó por las arrugas de su rostro. Un tipo de tez morena donde se destacaban unos gruesos bigotes entrecanos.
Cuando terminé de ingresar sus datos en mi notebook, lo miré a los ojos y le dije:
– Bueno Cristian, cual es su historia? Que lo trae por acá?
– Verá doctora…
– Doctora no, llámeme Sara por favor, dejemos los formalismos de lado…
– De acuerdo, Sara entonces… Mire, me pone incómodo hablar de esto porque usted es mujer, pero en realidad ya pasé por tres psicólogos varones y siempre terminó en un fiasco, por eso me recomendaron que hablara con usted…
Hice una mueca de agradecimiento y proseguí
– Tranquilo, tiempo al tiempo, intente soltarse y veremos que resulta
– Mire, el problema es mi esposa, en realidad no sé si es mi esposa ó soy yo, pero no puedo seguir de esta manera….
– Cuánto hace que conviven?
– Casi diez años…
– Tienen hijos?
– No
– Alguien más convive con ustedes en la casa?
– No, solo nosotros, tenemos familia pero cada uno en su casa
– Bien, digamos diez años de convivencia, viven solos, si hijos, vamos al grano, que es eso que tanto lo agobia?
Tal vez fui muy directa, ó muy rápido, el estaba perturbado y tomó unos instantes con la vista perdida en el suelo, tomó aire y encogiéndose de hombros con un gesto de resignación arrancó
– Bueno mire, disculpe la palabra, pero no encuentro otra, el tema es que mi esposa es una terrible puta… pero sabe que es peor? que a mí me gusta!, no podemos ponerle freno y cada vez es peor!
Sentí el impacto de sus palabras, me quedé reflexionando mientras acariciaba una gargantilla que llevaba en el cuello
– A ver, como es eso?
– Bueno, yo siempre lo supe, no la amo por su dinero, cuando la conocí su posición social estaba muy por debajo de la mía, tampoco por su inteligencia, está lejos de poder escribir un bestseller, ni por su calidad de ama de casa, es pésima cocinera, menos por su belleza, es gordita, rellenita y de baja estatura, sabe porqué la amo? La amo porque es una perra y se acuesta con quien quiere, con mi consentimiento, nada hace a mis espaldas, y yo disfruto con eso, dígame doctora… perdón, Sara, quien es el enfermo?…
Nuevamente quedé meditando, mi respuesta era importante para él, miré el reloj, faltaban cinco minutos para terminar su turno, así que le dije
– Necesito saber más en detalle de que estamos hablando y ya es la hora, le propongo una cosa, pídale a mi secretaria un turno para la semana próxima, que sea el último, por si la charla se extendiera más de lo necesario, quisiera que me cuente una de esas historias que tanto lo atormentan, le parece?
– Si, me parece bien…
Lo acompañé hasta la puerta, me dio un beso en la mejilla y lo despedí.
Sinceramente los días que siguieron no pude sacarme a ese hombre de mi cabeza, estaba ansiosa por escuchar que tendría para contarme, nunca me involucro en las historias de mis pacientes, pero esto me había traspasado.
Una semana después volvía visitarme, lo recibí cálidamente
– Buenas tardes Cristian, cómo esta?
– Bien, bien… dispuesto a contarle una de mis historias, si es que recuerda…
– Por supuesto! pongámonos cómodos…
– Mire, si no se ofende, preferiría hablar dándole la espalda, me incomoda mucho que sea mujer y pienso que si uso un lenguaje vulgar podré expresar mejor lo que siento…
– Ok, como prefiera…
Así fue que me acomodé tras mi escritorio y el mirando a la ventana comenzó a narrar:
– Esto sucedió el año pasado, habíamos ido a la fiesta de casamiento de un viejo amigo, y nuestro lugar estaba contra una ventana, al costado del salón, eran mesas circulares para diez personas donde acomodaron de la mejor manera posible y vio como son esas cosas, uno conoce a gente que es amigo de amigo de amigo, que pasada esa noche jamás volverá a ver. Así fue que en nuestra mesa conocimos a dos hermanos mellizos, delgados, de cara flaca, pelo enrulado y ojitos azules que resultaron demasiado simpáticos, me habían advertido que eran dos solterones mujeriegos, todo empezó con charlas risueñas con Flor, a propósito, mi señora se llama Florencia…
– Siga Cristian, que pasó luego?
– Y… uno se hace el estúpido, pero no lo es…. A medida que pasaban los minutos y las copas, la provocación de mi mujer era más que evidente, buscándolos, bailando pegados a ellos, refregándoles el trasero y respirándoles en la boca, fue por eso que me sentí molesto, no me gusta que me expongan en público por lo que la llamé a solas y le dije que dejara de hacerse la puta con ellos….
– Y que contestó? Y usted que sentía?
– Qué contestó? sonrió, dijo que cuando terminara la fiesta iríamos a coger los cuatro juntos…. Y yo que sentí? Una calentura terrible, sentí que se paraba mi pija bajo el pantalón… Y así fue, cuando la fiesta terminó nos siguieron discretamente en su coche hasta nuestro domicilio… ya puede imaginarse lo que siento cuando veo que mi esposa se desnuda ante otros hombres solo para tener sexo…
No quería interrumpirlo pero lo cierto es que me sentía acalorada por lo fuerte de la historia, me serví un refresco, le ofrecí otro a él y volví a mi asiento, el prosiguió
– Guau! qué mujer… mi gordita compartía sus labios y su lengua con los míos y con los mellizos, de a uno en uno y en ese momento era solo uno de los tres hombres que iban a cogerla. Si bien para ella nunca fue importante el tamaño, noté que mis compañeros de turno estaban muy bien dotados, ella no perdió el tiempo y apretando sus tetas puso u verga al medio de ellas y jugó masturbándola, no se imagina que tetas hermosas que tiene! Son de este tamaño!
Haciendo un gesto con sus manos me dio la idea de unos pechos enormes, yo escuchaba intrigada
– Sigo, yo tenía la verga dura de calentura, disfrutando lo que hacía, entonces ella comenzó a lamerlos a ambos, uno a su derecha y el otro a su izquierda, había pelado las dos vergas dejando las cabezas expuestas, los mellizos acosaban su boca y veía como su lengua viperina buscaba inquieta todos los recovecos de esos glandes calientes, notando como estaba me ordenó que me tirara entre sus piernas y lamiera sus genitales, yo hervía, me acomodé en su intimidad y lamí con locura su vagina, estaba toda húmeda, empapada, seguí sin tregua, la sentí venir, la aferré con mis brazos por sus muslos y la sentí retorcerse en gritos de placer, agitada, transpirada, la muy puta…
Mi paciente siguió narrando con lujo de detalles esta historia increíble, cada paso que avanzaba lograba meterme más y más en el relato, haciéndome olvidar mi relación profesional con el paciente…
– Los mellizos habían alternado sus vergas entre la vagina y la boca de Florencia, en ese momento yo era un espectador de lujo, en una actitud un tanto pasiva, apenas participaba si ella lo requería, pero lo cierto es que mi amada se perdía con esos dos extraños, y sabe lo que hizo?
– No, no se… lo escucho…
– Ella estaba de costado, con su trasero un tanto parado, uno se la cogía y al otro se la mamaba, entonces soltó la verga de su boca y mirando al otro le pidió que se la metiera en el culo…. imagínese, jamás me dejó que se lo hiciera por atrás, que no le gusta, que le duele, que es sucio… pero solo conmigo, a los extraños siempre le da la cola, solo para enloquecerme, y sabe que? La verdad es que no quiero que me la de nunca! porque desear en mi propia esposa lo que le da a cualquiera realmente me hace volar la cabeza!, me puede!, me pone loco y me enciende. El sentir sus quejidos de placer cuando le rompen el culo, mirar a sus ojos cuando ella me mira, ver sus labios que apenas pueden contener los quejidos mientras están saboreando nuevamente al otro pene…
Esta historia me podía, el seguía relatando, dado que el no me miraba, mi mano ya no acariciaba la gargantilla, sino que había bajado tocando la tela de mi camisa, sintiendo los pezones duros como botones, mis muslos se habían relajado, mi vagina se había mojado y mi clítoris latía en lo profundo de mi ser, sentía deseos incontrolables de tocarme…
– Sabe como terminó todo? Florencia había dejado de torturarme ya con el sexo anal, uno se la cogía, y el otro seguía en su boca, me hizo acercar a su rostro al tiempo que me pidió que me masturbara, tomó la pija del mellizo, abrió su boca y haciendo fuerza la metió casi toda adentro, bajando hasta sus testículos, subió y bajo tres veces, la soltó, vino a mí y me dio un profundo beso de lengua, volvió a la verga y repitió el procedimiento, tres veces y a mi boca, y así continuó sin parar, usted tiene idea lo que es sentir en la boca de la mujer amada el sabor del sexo de otro hombre?
A esta altura ya hervía con la historia…
– Le diré que siguiendo con ese jueguito, el tipo acabó todo en su boca, lo noté en sus gestos, como se esforzaba en succionar todo, hasta el final, para luego volver sobre mi y darme un último beso, sellando labios contra labios, metiendo su lengua llena de semen en mi boca, compartiendo conmigo el fruto de su placer, esto hizo que acabara yo también, llenándola de leche, por su rostro, por sus pechos, por su vientre, en uno de los orgasmos más impresionantes que recuerde…
Estaba inconexa, sin respuestas, había perdido la noción del tiempo, entonces el terminó el relato
– Miré, yo no me considero homosexual ni nada por el estilo, me gustan las mujeres, se lo aclaro por el beso de esperma que nos dimos, pero no puedo resistirme a sus encantos, yo estaba listo y esperé a que el otro mellizo le llenara la concha de leche, como a ella le gusta… y después? Nos despedimos y jamás volvimos a vernos, dígame doctora, quien está enfermo en esta relación?
Cristian había vuelto su rostro apesadumbrado hacia mí, sorprendiéndome en una relación por demás de relajada, recuperando la postura solo le dije que era demasiado tarde y que le proponía tener una nueva reunión, esta vez con su esposa.
Nos despedimos, nunca más volví a verlo, no supe mas nada de él, solo que no puedo de dejar de recordar su historia…
Si eres mayor de edad me gustaría saber tu opinión sobre este relato
Escríbeme a dulces.placeres@live.com
Me.encanto tu relato ojalá puedas pasarme más