De Orgía En Orgía En Una Sola Noche.
La esposa cuenta como en una sola noche se la pasó de orgía en orgía, y hasta viendo como le daban por el culo a su marido..
Mi nombre digamos que es Rosaura, estoy casada hace 12 años con Fabricio, tenemos dos hijos de 9 y 10 años, y soy ama de casa. Mi marido es ganadero, aunque los chicos y yo vivimos en la ciudad.
Lo digo por lo que cuando Fabricio insistió en celebrar nuestro aniversario de boda, en la hacienda, la verdad, a mí la idea no me agradó mucho. Yo esperaba algo mucho más íntimo, como dejar a los niños en casa de los abuelos y salir de viaje en un crucero por el Caribe o algo así, y no estar compartiendo con el montón de patanes que trabajan para él. Pero no me imaginaba que esa noche terminaría de orgía en orgía.
Bueno pero que se le va hacer, Fabricio una vez que toma una decisión, difícilmente cambia de opinión. Por suerte si pude dejar a mis hijos, en casa de los abuelos. Por lo que de manera resignada me hice a la grandiosa idea de mi marido, de celebrar nuestro aniversario en la finca, guao que alegría (eso lo digo sarcásticamente).
No les voy a aburrir con todos los detalles de la fiesta, como la comida y la mucha bebida, los conjuntos de música típica y el desfile de gente que no conozco, y algunas ni entendía lo que me decían, ya que son un grupo de alemanes u holandeses, con quienes mi marido hace negocio que mi marido invitó a la fiesta, supongo que deseándome un feliz aniversario.
En fin ya eran las once de la noche y me encontraba la mar de aburrida, decidí irme a dormir, le dije a mi esposo que me iba a acostar ya que tenía dolor de cabeza, y que si estaba dormida que no me despertase. De sobra sabía que Fabricio no llegaría en toda la noche, si acaso cuando comenzara a amanecer, ya que continuaría bebiendo, y que, si alguna de las invitadas se le resbalaba, terminaría acostándose con ella, probablemente en la casucha que le sirve de almacén y está retirada de la casa.
Cosa que a mí ni me va ni me viene, ya desde hacen mucho tiempo sé, que mi marido es un magnífico padre, increíble compañero, inigualable proveedor, pero el ser fiel no es precisamente una de sus virtudes, por lo que no me rompo la cabeza por eso.
Realmente no me dolía la cabeza, lo dije por costumbre, ya que cuando él bebe, se pone fastidioso, y así me evitó el tener que soportarlo en la cama, queriendo tender sexo en posiciones insoportables o imposibles de mantener, además de tener que estar escuchando las estupideces, que a consecuencia de su borrachera se le ocurren decirme, cosas como. ¿Qué te parece si traigo una tipa a nuestra cama, para hacer un trió? o que, si me gustaría que él invitase a un extraño, y luego me dice, para que entre él y yo hagamos un sándwich contigo. Pero son cosas que nada más dice borracho, ya bueno y sano es más moralista que el Papa.
Bueno después de darme una refrescante ducha y depilarme nuevamente mis axilas y mi vulva, después justo cuando pensaba acostarme, se me antojó salir a caminar un buen rato bajo la luna, sin rumbo fijo, por lo que sin pensarlo nada más me puse mi bata de cama, sin más nada abajo, ya que tan solo pensaba retirarme un poco de la casa, a ver si me daba sueño, y aprovechar para fumarme un cigarrillito, de los prohibidos.
No es que sea adicta, pero ocasionalmente me agrada disfrutar a solas, de una buena nota antes de acostarme, además ya tenía más de tres semanas que no me fumaba nada. Así que, a diferencia, de la mayoría de las veces que fumo marihuana, en lugar de preparar un pequeño cigarrito, esa noche me preparé, lo que mis amigas llaman un trabuco, o sea un verdadero tabaco.
A lo lejos se escuchaba la música, y se veían las luces de la fiesta y del almacén, así que me encaminé en sentido contrario, hacía un viejo ranchón que usan de pesebre. Prendí mi cigarro y comencé a darle varias buenas chupadas a medida que caminaba bajo la luna, de esa calurosa noche de verano.
Fue cuando al pasar por el lado de uno de las camionetas que tiene mi marido parada al lado de la casa, por costumbre me vi en el espejo retrovisor de la puerta, entonces me di cuenta de que andar con la bata de cama o andar completamente desnuda, prácticamente era la misma cosa. Pensé hasta en regresar y ponerme algo un poco más encubridor, como mi bata de baño, pero como pensé que todo el mundo estaría en la fiesta, me dio flojera regresarme únicamente para ponerme algo más encima, así que continué fumando mi cigarrillo de marihuana, caminando despreocupadamente hacía el ranchón.
El ranchón se encuentra como a unos trescientos metros de la casa, así que al llegar, aun fumando, me senté sobre un fardo de heno, en la oscuridad al levantar la vista, vi que en el corral se encontraba el padrote de la hacienda, un toro de pura raza cebú, pero no estaba solo, frente a él había una vaca, y yo llegué en el preciso instante en que el animal después de oler o lamer la vulva de la vaca, se dispuso a montarla.
Para mí fue toda una sorpresa, ver semejante animal, primero lamiendo u oliendo bajo el rabo a la vaca, y después trepándose sobre la pobre vaca, y como su largo y grueso miembro se abría camino dentro de la vulva de ella. Los bufidos y mugidos me tenían absorta, no apartaba mi vista del toro, o mejor dicho de su miembro. Inconscientemente abrí mi bata y llevé mis dedos hasta mi coño, al tiempo que aspiraba profundamente el humo del cigarrillo y trataba de contenerlo el mayor tiempo posible dentro de mis pulmones, comencé acariciar mi clítoris profunda y profusamente.
A medida que la bestia continuaba moviéndose yo por mi parte continuaba acariciando todo mi coño, al principio tímidamente nada más me apretaba mi clítoris con mis dedos índice y pulgar, pero después de un buen rato, mientras continuaba viendo como el toro salvajemente montaba la vaca, terminé por introducir casi toda mi mano dentro de mi mojado coño, imaginándome como sería si esa bestia me lo llegase a meter a mí, hasta pienso que en cierto momento, llegué a envidiar a la condenada vaca. Pero a pesar de la tremenda nota que tenía y de lo caliente y excitada que me encontraba, sabía que el solo pensar en ello era algo de locura. Pero mientras más me imaginaba dejándome ser penetrada por ese toro, con mayor fuerza introducía mi mano dentro de mi coño, hasta que ya no pudiendo aguantar más, disfruté de un tremendo orgasmo como hacía tiempo no lo disfrutaba.
Quede exhausta, y por un buen rato permanecí recostada sobre el fardo de heno, con mi mano aun prácticamente dentro de mi mojado coño. Pero a pesar de ello todavía me sentía sobre excitada, hasta pensé en dirigirme a la fiesta, tal y como estaba y buscar a mi marido, para que me saciara. Fue cuando escuché una voz de hombre, que provenían del otro lado del ranchó. Quizás por instinto inmediatamente me escondí tras los fardos de heno, apagué mi tabaco de marihuana, no sin antes darle una buena jalada. Se trataba de tres hombres jóvenes, pero no eran peones de la hacienda, me quedé bien callada, procurando escuchar lo que ellos decían. Así fue que me enteré que era peones de otra hacienda y que mi marido les había autorizado para que trajeran esa vaca para que el padrote la cubriera.
Ya estaban por marcharse después de retirar a la vaca del corral, cuando en medio de mi nota, y de lo excitada que me encontraba se me ocurrió simplemente salir a saludarlos tal y como estaba.
Cerré mi bata, e hice como si recién llegase al ranchón. En medio de la oscuridad del ranchón me les aparecí, de repente, saludándolos como si nada. Los tres al verme se quedaron boquiabiertos, con sus ojos clavados en mí. En ese instante, yo misma pensaba que estaba comportándome como una puta loca, y me preguntaba que buscaba, con eso de presentármele medio desnuda a esos tres tipos, en ese retirado ranchón. Pero a pesar de estar bien clara que eso no era debido, continué caminando seductora y despreocupadamente hasta donde ellos tres se encontraban.
El mayor de los tres, ni tonto ni perezoso de inmediato se presentó, diciéndome que su nombre era Juan Evangelista, pero que todos lo llaman Juan E. De inmediato él me presentó a los otros dos, al gordo José Miguel y Jesús Antonio el menor del grupo. Yo por mi parte extendiendo mi mano, para saludarlos y plantándole un beso en las mejillas a cada uno, les dije que mi nombre era Rosaura.
Juan E sin demora de manera cortes me preguntó, que estaba haciendo por ese sitio tan apartado de la fiesta. Yo por mi parte de manera seductora mientras tomaba asiento sobre un gran fardo de heno, riéndome como una tonta les dije, mientras despreocupadamente movía mis piernas. Es que como tengo muchísimo calor, no podía dormir, así que salí a caminar, a ver si me da algo de sueño, pero que, en lugar de eso, me siento bien llena de energía.
Al decir eso, con toda la intención separé mis piernas dejándolos ver claramente y sin lugar a duda alguna que no tenía nada debajo de la transparente bata. Hasta les dije que si encontraba una palangana de agua sería capaz de darme un refrescante baño a la luz de la luna. Juan E sonriéndose, me dijo mientras se me acercaba, bueno Rosaura si es por nosotros no se detenga, en ese momento ellos tres comentaron algo entre sí, y de inmediato él, al ver mi rostro lleno de curiosidad por lo que se estaban diciendo entre ellos, me dijo.
Los muchachos me preguntaban, si a ti no te molestaría que nos tomásemos, un trago de ron. Él no había terminado de hablar, cuando yo nuevamente riéndome otra vez como una tonta les dije, que encantada. De inmediato el más jovencito, Jesús Antonio, salió del ranchón y a los pocos segundos regresó con una botella de ron en sus manos, entregándosela a Juan E. Quien después de destaparla, me ofreció un trago a pico de botella, el que me di sin problema alguno, en ese instante para mi estaba bien claro cuáles eran las intenciones de ellos tres, emborracharme y aprovecharse de la situación.
Pero lo que ellos tres ignoraban, era que yo tenía muchas más ganas, que ellos. Así que apenas terminé de darme el primer trago de ron, les dije, mientras dejaba caer mi bata de dormir, al suelo. Bueno chicos que les parece si hacemos algo chévere, para divertirnos los cuatro al mismo tiempo. Los tres se vieron mutuamente y sin demora alguna prácticamente saltaron sobre mí. Juan E, fue el primero en ponerme sus manos sobre mi cuerpo, pegándome de inmediato al suyo, y colocando su boca sobre la mía, estampándome un profundo beso de lengua que me puso, más caliente de lo que ya estaba. Sus manos comenzaron a recorrer todo mi denudo cuerpo, sin falsas vergüenzas, deliciosamente. Pero en ese instante abrí los ojos y me di cuenta de que los otros dos chicos se comenzaban a retirar. Dejando de besar a Juan E, le pregunté. ¿Te molestaría que tus amigos, se unieran a nosotros? El chico como que al principio no agarró la idea, pero cuando se lo volví a preguntar seductoramente, como que, si no le importase, dijo que no. De inmediato les comunique a los otros dos, no tienen por qué marcharse, ni a mí y a él no me molesta que nos acompañen ahora. Los dos chicos se vieron mutuamente, y bastante sorprendidos por mis palabras no tardaron, aunque tímidamente, acercarse a mí.
Juan E sin perder tiempo continuó besándome, mientras que torpemente, procuraba sacar su miembro del pantalón. Yo me separé nuevamente de su cuerpo, y dirigiendo mis manos a su entrepierna, bajé la cremallera de su pantalón y lo desabotoné, para luego comenzar a bajarles los pantalones. De inmediato apareció su erecto miembro, mientras que él observaba lo que yo hacía sin decir ni hacer nada. Dirigí mis manos a su parada herramienta y por unos segundos jugueteé con ella entre mis dedos, para luego sin aviso alguno dirigir mi boca a su colorado glande hasta que desapareció dentro de mí. Sus dos amigos se quedaron paralizados, viendo lo que yo hacía como si no lo pudieran creer, después de pasarle intensamente mi lengua y darle unas cuantas buenas chupadas, sacándome de mi boca su miembro les pregunté a los otros dos ¿Por qué no se desnudan, para que estén más cómodos? En cosa de segundos ambos terminaron desnudándose del todo, y casi de inmediato me comenzaron acariciar también todo mi cuerpo. La nota que sentía era tremenda, estar entre los brazos de esos tres jóvenes, me hacía sentir la mujer más feliz del mundo. Aunque por breves instantes yo misma me recriminaba lo que estaba haciendo y por dejarme hacer, pero de inmediato al sentir sus manos acariciando todo mi cuerpo en particular mis tetas y mi coño, dejaba de pensar en tonterías.
Juan E fue nuevamente el primero, dirigió su miembro a centro de mis piernas, y yo sentí divinamente como se abría paso dentro de mí depilado coño. Con toda la intención me recosté sobre su cuerpo, dejando mis nalgas completamente al aire, y el resultado no se hizo esperar, el gordo sin demora comenzó a pasar sus gruesos dedos llenos de saliva por sobre mi apretado esfínter, y a tiempo que lo fue haciendo poco a poco los comenzó a introducir divinamente dentro de mi culo. Mientras que yo movía mis caderas una y otra vez de lado a lado, hasta que finalmente comenzó a enterrarme toda su verga lentamente, quizás por la nota que yo cargaba, o por el buen rato que José Miguel me estuvo metiendo sus gruesos dedos, dentro de mi culo, que realmente no recuerdo que me haya dolido. Jesús Antonio el más joven de los tres nos observaba completamente excitado, mientras que se masturbaba suavemente, por lo que se me ocurrió estirar mi mano hasta que lo agarré y atraje su miembro hasta mi boca. En mi vida en muchas ocasiones, había fantaseado con poder llegar hacer eso, y en esos momentos lo disfrutaba intensamente.
Por un buen y largo rato sentí el embate simultaneo de las dos vergas que entraban y salían de mi cuerpo divinamente, mientras chupaba como loca el miembro del chico ese, que no demoró en venirse completamente dentro de mi boca, y terminó por regarme con su semen todo mi rostro. Al poco rato el gordo finalmente aceleró sus movimientos, hasta que de momento apretando mi cuerpo contra el de él finalmente se detuvo, tras lo cual extrajo su verga de mi culo.
Pero Juan E y yo continuábamos disfrutando el uno de otro, ya que mientras me chupaba salvajemente mis tetas, sentí su verga que llegaba a lo más profundo de mi coño. Cuando ambos alcanzamos el clímax, mis gritos de placer se debieron haber escuchado por todas partes, hasta que los dos quedamos molidos.
Por un largo rato permanecí acostada sobre su cuerpo, hasta que finalmente tuve las fuerzas suficientes como para quedar tendida a su lado. Aunque estaba algo agotada, me sentía más que satisfecha, en esos momentos me di cuenta de que, por todo mi cuerpo, tenía lamparones del semen de los muchachos, en mi cara, dentro y fuera de mi coño, así como entre mis nalgas y muslos, es más también sobre mi vientre y hasta en mi cabello tenía rastros de la leche de ellos tres.
Juan E se paró y al igual que los otros dos se comenzó a poner su ropa, mientras que a mí me entregó la botella de ron para que me diera otro trago, lo que hice sin pensarlo mucho.
Yo por mi parte después me levanté y me dirigí así desnuda como me encontraba a la parte de afuera del ranchón, sabía que por algún lado había una manguera pegada a una llave de agua, la que quería aprovechar para darme un buen baño.
Mientras mis tres amantes se dedicaron a montar a su vaca en un camión. Yo comencé mi aseó, cuando ellos finalmente terminaron de subir la vaca. Después de eso se despidieron, y yo busqué mi transparente bata, que estaba toda sucia, me la puse y volví a prender mi tabaco de marihuana, después de darme otro trago de ron.
Tras lo cual me encaminé a la casa, ya que lo cierto era que me sentía extenuada, mareada, y con senda nota, pero bien satisfecha por todo lo sucedido, aunque con un pequeño y efímero complejo de culpa, por haberle sido infiel a mí marido y para colmo con tres desconocidos.
Al llegar a la casa, me quite la bata y la puse dentro de la ropa sucia, me volvía a dar un buen baño, me acosté completamente desnuda en nuestra cama, y recordando todo lo sucedido dentro del ranchón me comencé a quedar dormida, pero en medio de mi sueño sentí que me estaban mamando sabrosamente todo mi coño, al abrir los ojos, me encontré con el rostro de mi marido, entre mis piernas, el separó su cara de mi coño, y con ese tono de voz aguardentoso, que tiene cuando bebe demasiado, lo escuché preguntarme descaradamente, sí me gustaría que él invitase a unos amigos para que junto con él se acostasen conmigo.
En muchas ocasiones simplemente e ignorado sus palabras o hasta lo he mandado para el carajo, diciéndole que invite a su madre, para que le hagan eso. Pero en ese momento, como que aún me encontraba con ganas de seguir jodiendo, así que lo único que le dije fue. “Si a ti eso te hace feliz, hazlo, pero luego no te enfades conmigo.”
Fabricio de inmediato, dejó de mamar mi coño y me decía que él no haría eso, arreglándose los pantalones salió dando tumbos de nuestra habitación, yo pensé que de seguro mi marido en cualquier momento se daría cuenta de lo que estaba a punto de hacer, así que realmente no creí que se fuera a presentar a nuestra habitación con un par de machos, pero me equivoqué, no se presentó con un par, sino con media docena de personas, ósea con cuatro hombres y dos mujeres.
A ninguno de ellos o de ellas yo los conocía, únicamente recordaba vagamente, que alguno de ellos mi marido me los presentó en la fiesta, eran los extranjeros con quienes hacía negocio.
Pero en medio de mi nota y borrachera, por una parte, me asusté de momento al ver como mi dormitorio se llenaba con gente que ni conocía, pero por otro lado pensando en lo que podría pasar, me sentí la mujer más dichosa del mundo en esos instantes.
Fabricio entrando a nuestro dormitorio, cargando con unas cuantas botellas de diferentes tipos de bebidas, les dijo algo que no entendí, a los recién llegados, y tras repartir las botellas, las sonrisas de ellos no se hicieron esperar.
Ante mi sorpresa, Fabricio retiró la sabana con que apenas los sentí entrar me cubrí, y de inmediato separando mis piernas dirigió su rostro a mí descubierto coño y se volvió a dedicar a mamarlo intensamente ante la sonrisa y comentarios que yo no entendía de los presentes.
A medida que mi marido me mamaba el coño descaradamente frente a sus invitados, yo simplemente me dejé llevar por el placer que recibía así que, sin inhibición alguna, me mantuve con mis piernas abiertas, contorsionando todo mi cuerpo a medida que mi marido seguía mamando mi coño de manera tan deliciosa.
Uno de los invitados dijo algo a lo que mi marido separando su boca de mi coño le respondió. “Indien later.” a lo que el extranjero sonrientemente comenzó primero a acariciar mis senos, y casi de inmediato mientras mi marido continuaba mamando mi coño, el tipo ese se dedicó a mamar mis pezones de manera divina.
El resto del grupo a medida que se daban tragos de alguna que otra de las bebidas, todos también se comenzaron a denudar.
En medio de mi confusión le escuche a otro de los tipos decir. “Ik wil dat deze Slet mame mij het.” o algo parecido refiriéndose a una de las mujeres que de inmediato ya toda desnuda se arrodillo frente a ese tipo y dirigió su boca a la verga de él.
Definitivamente se trataba de una verdadera orgía, y yo en medio de todo comencé a disfrutarla completamente. Mi marido de la misma manera en que comenzó a mamar mi coño dejó de hacerlo, y la otra chica se me acercó de manera insinuante y suavemente me comenzó a introducir sus dedos dentro de mi vulva, sin que yo dijera o hiciera nada por impedirlo.
La nota me reventó haciéndome la avergonzada, pero en el fondo disfrutaba profundamente de todo lo que me estaba pasando.
El tipo que me mamaba las tetas descaradamente me colocó su verga entre mis senos y de manera bastante vulgar comenzó a hacerme una cubana. Lo que realmente no me importó tanto, ya que la chica me estaba haciendo una delicia con sus dedos, dentro de mi coño.
Pero a ella a la vez otro de los tipos se agachó tras de ella y comenzó a lamer desesperadamente su coño o su culo, la cosa es que, a los pocos segundos, comenzó a clavársela, pero por el culo, por lo que ella dejó de acariciar todo mi coño. Momento en que aprovechó otro de los hombres y diciéndome algo como. “Ik wil uw ass ik des.” realmente no tenía ni la menor idea de lo que me decía, hasta que, levantando mis caderas, dirigió su verga directamente a centro de mis nalgas, las que embadurnó con su propia saliva, casi de inmediato sentí como me abría, mi culo, y aunque me dolió algo, el placer que me produjo fue tremendo ya que con sus manos continuó lo que la chica había empezado.
Yo movía mis caderas y tetas como una loca, disfrutando de las atenciones de esos dos invitados, mientras que mi marido se encontraba ausente de todo eso. El que se hacia la cubana con mis senos, terminó masturbándose frente a mi cara, para derramar todo su semen sobre mi rostro y cabello.
El que me comenzó a dar por el culo, y a enterrar una de sus manos dentro de mi coño me hizo alcanzar un delicioso orgasmo, al tiempo que se venía entre mis nalgas. Yo volví a quedar molida y llena de leche por sobre todo mi cuerpo, pero tremendamente satisfecha.
Me levanté de la cama apenas pude y mientras me daba una rápida ducha, entró desnudo otro de los extranjeros al baño y sin decir una sola palabra, me tomó entre sus brazos y dirigiendo su verga a mi coño, sin miramiento alguno comenzó a follarme como un desesperado.
No es que yo sea una relacionista pública, pero traté inútilmente de sacarle conversación, y lo único que me decía y repetía constantemente era. “Slet, slet, slet.” Así me estuvo clavando un buen rato hasta que se vino dentro de mi coño, pero dejándome a mí como a medio camino, es decir que me quede con las ganas, sin poder alcanzar un orgasmo.
Tal como entró salió del baño, el tipo ese, yo terminé de ducharme y mi dormitorio era un desastre, entre dos de ellos tenían a una de las mujeres, acostadas en el piso de la habitación, dándole uno por el coño, mientras que al otro ella se lo mamaba.
La otra tipa, al parecer estaba con otro de los extranjeros haciendo un 69, así que decidí salir fuera y tomar algo de aire, y volver a prender mi tabaco, ya que no creo que a ninguno de los presentes le molestase si yo fumaba o no, a todas estas mi esposo estaba sin aparecer, cuando escuché al otro lado de la casa, unos quejidos, por curiosidad después de darle unas cuantas aspiradas, apague el tabaco, ya se me había vuelto a elevar la nota lo suficiente como para sentirme de maravilla.
Pero al asomarme al sitio de donde procedían los gemidos, me llevé tremenda sorpresa. Fabricio mi marido, se encontraba tirado en el piso del balcón, con los pantalones abajo y sin camisa, boca abajo, aparentemente sin sentido, y con otro de los extranjeros dándole por el culo.
Ese instante lo aproveché, de inmediato entré nuevamente a mi habitación, busqué mi cámara digital, con la que de inmediato regresé a donde él se encontraba, tomé un sinfín de fotos, en las que sin duda alguna a mi marido le estaba dando salvajemente por el culo, y luego el mismo tipo sacó su verga y se la introdujo en la boca a Fabricio, cosa que también fotografié, hasta el cansancio.
Después de eso guardé la cámara, y tal como me encontraba de desnuda, salí de la casa, todos los que estaban adentro o estaban borrachos, o dormidos, me senté cerca de la casa, y seguí fumándome lo último que me quedaba de mi tabaco.
Al día siguiente, los extranjeros se habían marchado, de regreso a casa mi marido no me decía nada, y me miraba con cara de reproche, por lo que apenas llegamos a casa sin que él se diera cuenta, descargué las fotos que tenía en mi cámara, y se las envié a su email con un nombre falso, y una nota que decía. “O pagas o le hacemos llegar las fotos a tu mujer y tu familia, ya te contactaremos.”
Parece que nada más abrió su correo, y vio las fotos, se le quitó lo molesto o bravo conmigo, y casi de inmediato me dijo que tomaríamos un crucero, no por el Caribe, sino por el mediterráneo.
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