DESFLORANDO EL "CHIQUITO" DE MI NOVIA"
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Debido a mis recelos con mi novia por alcahuetear la infidelidad de su tía a quien todos los viernes en la madrugada acompañaba a otra ciudad donde la adultera se citaba con su amante, comencé a sospechar que también ella podría estar amancebándose con otro hombre, deducible posibilidad puesto que así como la deshonesta vieja tenía en ella una compinche, su amante también habría de tener el suyo y, al reunirse, yo no creía que la compinche y el secuaz se ocuparan de ir a rezar mientras su tía y su amante se entregaban a sus lascivos placeres. Tal creencia clara y precisa se la hice saber a mi novia porque eso sí… ¡No fui, no soy, ni seré jamás persona que reprimo mis apreciaciones e inquietudes!
Y, debió ser porque mi novia le comentó mi sospecha a la infiel pues de imprevisto un jueves por la noche su tía me comunicó su interés por que las acompañara en la madrugada del viernes siguiente. Yo acepté unirme al clandestino dúo pues de todas formas esta circunstancia me ofrecía la incitante oportunidad de estar con mi novia en tales travesuras y así verificar mis sospechas. Así sucedió aunque con enorme sacrificio pues despertarme del plácido sueño a las dos de la madrugada no era muy halagüeño para mí pero, “el que quiere gusto paga gusto” y, fue así como me a las dos dela madrugada me puse en pies y a las tres llegamos a la estación de transporte en donde la tía abordó un autobús con destino a la ciudad donde le esperaba su amante pero, en solitario, o sea sin el acompañamiento de su sobrina y, mi novia sin ninguna extrañeza tras la partida del automotor, me convidó a regresar. Yo me sentí desconcertado pues estuve convencido iría con ellas. Iba a protestar cuando…
Mi novia me toma de una mano y me invitó a retorno a nuestra casa por una calle paralela a la carretera troncal en dirección este-oeste hasta llegar a un callejón poco transitado y oscuro por el cual a sugerencia de mi novia nos internamos. Fue así como a la medida que avanzábamos entre la oscuridad en veces clarificada por la lejana luz de lo carros que transitaban la vía, mi novia detuvo su marcha para entonces abrazarme, acariciarme y besarme con inusitado desenfreno. Recuerdo sentir su lengua entre mi boca y una de sus manos abriendo la bragueta de mi bermuda y extrayendo de entre el pantaloncillo mi erecta verga. Y, masturbarme con irresistible suavidad y exquisitez en mitad del solitario y oscuro callejón, haciéndome gemir de placer y poniéndome a punto de una estremecedora “corrida”, la cual ella retardaba cada vez que sentía mis sacudidas pre-orgásmicas. A corta distancia vi un predio desguarnecido y sembrado de maleza a donde la convidé a refugiarnos de la mirada de algún transeúnte casual que a esa hora cruzara por allí.
Y entonces ocurrió el más insospechado desafuero sexual con mi novia. Ella sin el más mínimo recato se desvistió de su blusa, de su falda, de su brasier y de su pantis, me sujeto por el cuello y llevó mi cabeza hasta sus tetas y me hizo chupárselas. Entre mis labios sentía sus pezones erectos y rígidos como turrón de chocolate, sus pechos contrayéndose al compás de su alterada respiración y su húmedo pubis frotándose sobre uno de mis muslos. Y sin poder contener mi enardecido deseo bajé presuroso hasta su vulva donde primero lamí sediento sobre su rizada vellosidad púbica y, luego le entreabrí los labios vaginales con mis ansiosos dedos metiéndole mi lengua toda hasta lo más hondo de su chorreante “concha”. Y sentí el palpitar de su “concha”. Y sus contracciones y cuando ella empezó a restregármela sobre mi boca, mentón y nariz. Y en mi boca, labios y lengua recibí y saboree su abundante, salina y espesa lubricidad. Sus fluidos incitadores que incontenibles me bajaban por la garganta hasta el estómago y algunas escurriduras se me desbordaban por la comisura de los labios. ¡Qué sabroso manjar de mujer “arrecha” estaba yo degustando con mi novia!
Atragantado de la ardiente “derramada” de mi novia recordé entonces su más sensitivo órgano: ¡El Clítoris!… Y hacia él me dirigí y lo hallé erecto, henchido, enrojecido, a punto de “reventar” como capullo de clavel, suplicándole a mi boca y a mi lengua sus merecidas chupadas y lamidas. Y lo hice sin tardanza hasta que mi novia se estremeció de pies a cabeza y emitió un intenso gemido en señal de haberse “corrido”, de haber alcanzado su orgasmo pero y, ahora, faltaba mí orgasmo. Entonces implorante le pedí a mi novia se arrodillara ante mí y en esa postura le di mi templada verga para que me la “mamara”. Y mi novia con sus dos manos agarró ávidamente mi 14” x 9” de verga y me la “mamó” y me la lamió y me la masturbó. Me la masturbó y me la “mamó”. Me la lamió, me la “mamó” y me masturbó hasta que gimiendo de placer expulsé un potente “chorro” de semen espeso y caliente que impactó pleno en uno de sus ojos lo cual no la detuvo para llevar mi “chorreante” verga a su boca y acoger el resto de mi “leche” y tragársela. Al cabo de tan libidinoso desafuero tomé su pantis, olí el área que cubría su “raja” y lamí la húmeda lubricidad allí pegada… ¡Sssniiifff!… ¡Qué aroma “arrechador”!… ¡Sssniiifff!… ¡Fresco meao, jugos lubricantes y crema íntima!… ¡Y en el acto se me templó la verga, ella se colocó en postura de “perrito”, yo la “ensarté” por el “chiquito” y me “corrí” de nuevo en su profundidad anal. Al sacársela recuerdo que se quejó adolorida por la clavada de su desflorado ano. Nos limpiamos y retornamos a nuestras respectivas casas a eso de las cinco de la mañana, por separado, rehuyendo ser vistos por algún vecino o algún familiar suyo.
Desde entonces cada viernes reiteramos esta alucinante práctica y como extremada muestra del autocontrol de nuestra “arrechera” jamás intentamos una penetración vaginal hasta su debido momento.
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