DOBLE O NADA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por dulces.placeres.
DOBLE O NADA
Empiezo por mí, me llamo Constanza, tengo treinta y dos años, soy docente, maestra de niños pequeñitos, de siete, ocho y nueve años.
Vivo sola, en un departamento en una coqueta zona de la ciudad, mi gata Perla es mi única compañía.
Soy de cabellos enrulados, morenos, ojos miel, digamos de anchas caderas, grandes tetas, y culo respingón.
Apenas paso el metro cincuenta, por lo que las proporciones cambian a la vista, para mi estatura resaltan aún más mis tetas y mi culo.
En la cama soy bastante putona, me gusta el sexo, me gustan los hombres, me gusta divertirme, me gusta vestirme como puta, tengo un morbo especial por cambiar esa imagen de ‘maestra puritana’ que tienen de mí, toda bondad, toda amor, el hecho de imaginar que los padres de mis pequeños alumnos pudieran verme por casualidad vestida como una perra caliente provoca en mí una excitación especial.
También tengo que referenciar a Julio, él es un ‘amigo’ como suelo llamarlo, uno de los tantos que pasó por mi cama, en verdad es un bastardo, una mierda de persona, un egocéntrico creído que solo me busca para coger, lo odio…
El solo piensa en él, no le importo, y no tiene tapujos en decirme las cosas en la cara, me dice que soy una puta que no puede tener cinco minutos las piernas cerradas, y es verdad…
Y por qué lo frecuento? por su verga… tiene una verga enorme que me enloquece, es lo mejor por lejos de cuanto hombre me ha llevado a la cama.
Una vez llevé un centímetro de costurera, tiene veintisiete de largo y cinco de ancho… es hermosa!
Además me coge como nadie, puede estar horas dándome sin parar, cuando la siento martillar bien en lo profundo me causa un dolor tan placentero!
Lo admito, estoy rendida a sus pies… además cuando acaba… no acaba, sino que ametralla! tira unos fuertes chorros de semen a larga distancia, uno tras otro, a mí me gusta cuando lo hace en mi boca, su leche tiene un rico sabor muy especial…
Él sabe todo esto, y para mí es como una droga, miles de veces lo mandé al demonio y le dije que no quería volver a verlo, y miles de veces volví a su lado, nuestra relación es solo sexo, el me coge bien, él lo sabe, y se aprovecha de ello, soy su marioneta, su pija me puede…
Cuatro meses atrás mi cola era virgen, a pesar de mis treinta y dos años, y no porque no quisiera, siempre tuve morbosos deseos, pero los miedos, las dudas, la educación, no sé, nunca me había animado.
Fue entonces cuando Julio vino con una propuesta, el, yo, un amigo y su pareja, dos hombres, dos mujeres, todos contra todos, propio de él.
Tuve dudas, nunca había tenido sexo grupal, menos con extraños, pero el cómo de costumbre se dedicó a presionar y presionar, una y otra vez, en algún punto me dijo
– Dale puta, mi amigo tiene una verga enorme como la mía, como a vos te gusta…
Esas palabras me dolieron, para él era solo una puta, y en parte tenía razón, porque no hacía otra cosa que portarme como una puta.
Lo medité varias noches con la almohada, tenía demasiados ‘no’ en mi cabeza, una sin dudas era el sexo anal, pero sabiendo que estando con dos hombres que me verían como una puta y con demasiado alcohol en el medio, todos mis ‘no’ terminarían siendo ‘si’.
Terminé aceptando, con la consigna de encontrarnos a beber unas copas previamente, y si había ‘onda’ seguiríamos adelante, y si no, como decía mi abuela ‘cada carancho a su rancho’.
Y lo que me decidió, contrariamente lo que pudieran imaginar, no fueron los hombres, ni sus vergas enormes, no, mi deseo fue por el lado de la mujer, siempre había soñado con poder besar unos labios femeninos y poder chupar una buena concha, no me considero lesbiana, ni bisexual, solo una mujer curiosa…
Y llegó el sábado, me depilé por completo, porque a Julio le gusta ‘concha de beba’ como suele decirme, me puse un conjunto de ropa interior negro que me había comprado para la ocasión, con bastantes transparencias, la tanga hilo dental se hacía sentir acariciando mi sexo y mi ano, y esto se me hacía un tanto molesto, pero sumamente exquisito, un top negro resaltando las tetas, llegando hasta las costillas, dejando mi plano abdomen desnudo, luciendo mi piercing en el ombligo, una corta minifalda tableada, de la cintura apenas tapando mi cola, con mis robustas piernas desnudas, sin nada que ocultar, con unos zapatitos taco aguja que me regalaban unos generosos veinte centímetros, me acomodé el cabello, un tanto recogido para lucir mis largos pendientes, discreto maquillaje, me miré al espejo, un pantera toda de negro, una puta, una verdadera puta…
Julio pasó a buscarme, apenas me vio lanzó una mano bajo la pollera para llegar a mis nalgas, no sabe comportarse… fuimos a un boliche a tomar unos tragos, donde nos encontraríamos con Marisa y Victor.
Marisa era rubia, de ojos verdes, delgada, espigada, vestía bien, lucía bien, alta, no la alcanzaba ni parada en mis tacos.
Victor era entre musculoso y gordo, término medio, de cabello crespo, su brazo derecho tatuado por completo llamó mi atención, se mostró simpático y me trató mejor de lo que Julio me trató en su puta vida, me hizo sentir mujer…
Todo fue ameno, entre copa y copa la sexualidad fue aflorando en la mesa, había feeling, incluso Marisa y yo nos cruzábamos miradas fulminantes.
A media noche pasó algo inesperado, cuando vi ingresar al lugar a los padres de Brian, uno de mis alumnos, en ese momento quise que la tierra me tragara, esa ambigüedad con la que siempre había jugado en mi mente de repente se volvía en mi contra y se hacía realidad, no quería que me vieran así, vestida como una puta regalada, era la maestra de su pequeño hijo…
Sentí el calor vergonzante subir por mis cachetes, disimulé mi presencia sin sacarle los ojos de encima y apuré a Julio para dejar el lugar cuanto antes, lo que evidentemente tomó como mis ganas incontenibles de coger, lo dejé que pensara lo que quisiera, con tal de desactivar esa bomba…
Minutos después estábamos los cuatro rumbo la casa de la colina, una casa de fin se semana alejada de la urbe a la que Julio me llevaba cuando quería tener sexo.
Y estábamos los cuatro ahí, habíamos bebido demasiado alcohol, sin embargo abrimos un par de cerveza más, Julio la tomó por la mano a Marisa y se apartaron de nosotros, me quedé entonces a solas con Victor y en ese momento me asaltó la duda del tamaño de su mimbro, empezamos a besarnos, sus manos se colaron bajo la pollera y aferraron con fuerza mis glúteos desnudos, pasó su lengua por mi cuello y bajó a mis pechos, donde quedaban desnudos, fuera del sostén, no tardé en sentir su bulto crecer y refregarlo contra me vientre, me mojé, me levantó con fuerzas y los rodee con mis piernas quedando suspendida en el aire, desnudé mis tetas y enteré su cabeza entre ellas, me movía de lado a lado disfrutando como me las lamía, entonces le dije al oído
– Quiero chupártela…
Me bajó y se recostó sobre un sillón al tiempo que con dificultad bajaba su jean, a trasluz pude notar bajo un slip rosado su verga dura reposando prisionera hacia un costado y ya pude notar que Julio no había mentido… me recosté a su lado y llené a besos su prenda íntima recorriendo el monstruo que escondía bajo ella, quería chupárselo, así que no lo hice lo desear demasiado y se lo busque con desesperación, era un poco más corto que el de Julio pero sin dudas mucho más grueso, y con ser que el de mi amigo sí que era grueso
– Te gusta? – preguntó sabiendo mi respuesta.
Pelé su glande, tenía un sabroso aroma a pito, me lo comí, todo lo que pude, exquisito, se lo besé, se lo acaricié, se lo llené de saliva, tomé sus bolas en mi mano y se las estiré suavemente, su glande rosado estaba hinchado, pasé mi lengua una y otra vez por él, en círculos y buscando esa zona inferior tan sensible que tienen los hombres, el empujaba mi cabeza bien abajo, pero lo hacía con suavidad, sabía que no era fácil comerme todo eso…
Mientras se la chupaba, él había levantado mi pollera a la cintura, mi culo había quedado desnudo y entre sus dedos aferraba el hilo dental de mi tanga y había empezado un juego de tirar y aflojar haciendo que el cordón se enterrara no solo en mi trasero sino que también en mi concha, dejando mis labios desnudos, poco a poco comenzó a causarme un hermoso dolor por lo que empecé a jadear mientras se la chupaba…
Así nos interrumpieron Julio y Marisa totalmente desnudos, el con su verga parada, ella sensualmente hermosa, no hubo palabras, vino a mi lado se sumó a la lamida que le daba a Victor.
Mi amigo, que se había quedado solo, me acomodó en cuatro patas, corrió la tanga y me la metió hasta el fondo arrancándome un grito de placer, hijo de puta! que hermosa pija!!!
Empezó a cogerme, el placer de golpe tras golpe me hizo perder la concentración, solo podía gritar en cada empuje por lo que ella se quedó con la otra pija por unos instantes, pero pronto vino a mi encuentro y comenzó a besarme, yo no había dicho nada, ella tampoco, solo nos besamos, lengua con lengua, boca con boca, mujer con mujer, le susurré como pude…
– Quiero chu… chuparte la… la con… la concha…
Ella se acomodó entonces solo sonriendo, recostada donde antes estaba Victor, con una pierna a cada lado, una sobre el espaldar, la otra sobre el piso, me zambullí sin dudarlo, como a una piscina, besé sus muslos, sus nalgas, su culito, sus labios, su clítoris, su pubis, probé sus jugos, estaba enceguecida, miles de orgasmos salieron de mi como pequeñas alfileres, de la más profundo.
Victor a su vez hacía ahora que ella se la chupara, el Maldito de Julio tiró con fuerza el hilo de mi tanga hasta romperlo, fue excitante, sí, pero era lo único que tenía, como fuera ya estaba hecho, y el siempre hacía conmigo lo que quería…
Ellos cambiaron, Victor vino a cogerme en cuatro patas y Julio fue a que ella se la chupara, que gorda era su pija… me masajeaba el clítoris con fuerza, me sentía inundada, ya no le chupaba la argolla a Marisa quien se había concentrado en la verga de mi amigo, de pronto empezó a acabar en su boca, sus cachetes se inflaron y le semen chorreó por su cara, empezó a toser sorprendida por la cantidad, pero no se hachó atrás, siguió lamiendo con su ceño fruncido, a todo esto también se vino quien me cogía, su leche caliente llenó mi concha, me sentí explotar, lo sentí explotar, caí rendida…
Tomamos apenas unos minutos de descanso, para reponer energías, ellos fueron por unas cervezas más y de paso maldije a mi amigo, estaba por su culpa sin tanga y con la concha chorreando leche, nuevamente tomé unos minutos para besar apasionadamente a Marisa, su boca pegajosa sabía a semen…
Volvimos a la acción, Marisa empezó a lamerme las tetas, a besarme y a volver nuevamente a mis pechos, los machos miraban y se iban entonando, pronto volvieron al juego, Victor la arrancó de mi lado, se sentó y ella abierta sobre el para comerle toda la verga, directo a mis ojos quedó su concha jugosa penetrada por el enorme falo, quería llegar a chuparla pero mi amigo me había sujetado fuerte por las caderas y dándome una nalgada me hizo acomodar nuevamente en cuatro patas, lo sentí decir:
– Puta, como te gusta la verga!
A lo que respondí:
– Si, me gusta la verga enorme que tenes… metémela toda, haceme gritar!
Y así lo hizo, me la enterró tan profundo como una perra necesita, sus veintisiete centímetros se perdieron en mi caverna, solo se escuchaban los chasquidos y los gemidos femeninos, luego de unos minutos Victor dijo
– Hora de romper culos!
Y con una rapidez asombrosa, Marisa sacó la verga de su concha, apuntó en el otro agujero y se sentó suavemente, suspirando, ante mi mirada la enorme pija de nuestro amigo se perdía en la profundidad de ese culo.
en ese momento comprendí que mi hora había llegado, Victor escupía mi esfínter y jugaba con los dedos en él, podría haberme quejado, podría haberme negado, pero qué diablos, alguna vez tendría que ser, solo traté de relajarme, respiré hondo y esperé la estocada…
El primer intento fue de terror, fue muy rápido, muy bruto, solo sentí como un calambre en el culo y grité increpándole…
Me pidió perdón, era la primera vez que lo sentí pedir perdón, entonces fue más despacio y empujó lentamente, mi culito se fue abriendo receptiva, poco a poco, pero era tan gruesa.
solo cerré los ojos y lo dejé hacer, hasta cuando debía estirarse? poco a poco fue cediendo y el dolor inicial se transformó en un dulce placer, me aferró fuerte por la cintura y me empujó en su contra, aceleró el ritmo, el movimiento, pronto me gustaba, perdí el control…
Él lo notó, siempre se adelantaba a mis movimientos, se quedó quieto y me dejó la iniciativa, empecé a mecerme, atrás adelante, con violencia, comiéndome todo lo que podía, gemí, grité, me perdí en la culeada, quería más, necesitaba más…
Julio de pronto salió de mi interior dejándome sola, fue donde estaban los otros dos, Victor la culeaba con firmeza y Marisa estaba toda abierta, con su concha expuesta como una flor, mi amigo fue al medio y se la metió en la concha, la hicieron un sándwich, uno por el culo, otro por la concha, ella me miraba con sus ojos entrecerrados por encima del hombre de Julio, yo me quedé inmóvil y por instinto llevé mis dedos a mi esfínter, me asusté, me entraban los cuatro dedos al mismo tiempo…
Le dieron un buen rato en el que yo fui espectadora, hasta que Julio mirándome fijamente me dijo:
– Ahora te toca a vos!
– Estás loco! ni sueñes! Tan puta te crees que soy??? – respondí ofendida
Pero él ya se había sentado y tomándome con fuerza por un brazo me llevó sobre él, trastabille sobre mis tacos altos y casi me obliga a arrodillarme sobre el sillón con una pierna a cada lado, en un abrir y cerrar de ojos su verga entraba otra vez a mi concha, no podía negarme por qué diablos no podía negarme?
Me lamía las tetas que se bamboleaban de un lado a otro, mientras vi de reojo como Victor venía a mis espaldas… murmuré tímidamente como una tonta chiquilla
– No… no… no… las dos no… por favor…
La segunda pija se apoyó en mi culo y me llenó por completo, por Dios! clave las uñas en el pecho de mi amigo, eran tan grandes, por ambos lados, las sentía placenteramente insoportables…
Me penetraron por ambos frentes y tuve los orgasmos más impensados y placenteros de mi vida, me sentía toda abierta, toda puta, toda entregada, quería que me rompan toda, quería que me dejen de cama, quería agonizar ahogada en carne…
El destino jugaría su parte, en un momento Victor salió de mi trasero para acomodarse, lo propio hizo Julio, solo que en lugar de mi concha eligió mi culo, empecé a saltar sobre su pija, tenía el culo destrozado, me encantaba, Marisa se había transformado en una espectadora de lujo que se masturbaba a un costado, mi amigo tomó mis manos y las llevó a mi espalda, inmovilizándome, y le dijo a Victor
– Vamos amigo! en el culo de esta puta hay lugar para ambos!
Qué estaba diciendo? Acaso estaba loco? las dos en mi culo? intenté negarme…
Victor pareció querer hacerse lugar y Marisa vino en su ayuda, la muy perra comenzó a separar mis cachetes, un escalofrío recorrió mi espina dorsal al sentir que el empezaba a empujar también en mi pobre culito, me quedé como hipnotizada, paralizada, sin reacción, la segunda verga empezaba a dilatar mi cráter y Julio me miraba con ojos lascivos, mientras me susurraba
– Qué puta hermosa que sos…
Resignada, entregada, las dos enormes vergas estaban dentro de mi culo, cerré los ojos, y gemí en cada movimiento, el placer fue supremo, los dejé hacer a su antojo, me sentí tan puta, tan sucia, y lo peor es que me encantaba sentirlo…
Victor me dijo desde atrás
– Te gusta Constanza?
– Si!!! quiero… quiero… ayyy!!!.
las dos… ayyy!!!.
dos verg… mmmm!!!.
vengas en mi… mmm….
mi culo….
Dios!!!
Resignada, solo gocé, gocé como puta, gocé como perra…
Victor salió de mi culo y casi de golpe fue sobre Marisa para chorrearla de leche, de arriba abajo, parecía un delicado salpicado plástico
Julio pidió casi con premura
– Chupala! Chupala!
Salí con urgencia y fui sobre su verga, como a él le gustaba, como a mí me gustaba, su leche caliente brotó en mi boca, chorro a chorro, exquisita, deliciosa… tragué todo como una niña obediente y se la seguí lamiendo hasta dejarla limpita limpita…
Seguimos cogiendo hasta morir, a las cuatro de la mañana decidimos que era suficiente, me fui a dar una ducha para borrar el sexo de mi cuerpo.
Con las primeras luces del amanecer Julio me llevaba en su coche nuevamente a casa, él hablaba demasiado, en esos momentos suele hablar demasiado, pero yo no lo escuchaba, viajaba con la minifalda de perra, sin ropa interior, sentada sobre una de mis nalgas porque el culito me dolía horrores…
Y hace cuatro meses que Julio abusa de mí y no puedo decirle que no, día por medio me llama, se la chupo un rato, me coge un rato y después me hace el culo hasta llenármelo de leche, me dice que me lo va a dejar tan abierto que nunca me olvidaré de él…
Y este es mi presente, estoy frente a los niños dando mi clase, son tiernos, inocentes, soy ‘la seño Constanza’, pero en mi mente, mis fantasmas me hablan a cada minuto, tenía un lindo culito virgen, ahora tengo un cráter por el que puede pasar un ferrocarril, santa de día, puta de noche…
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