ESOS ERAN LOS LOBOS
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por rafles69.
Algunos fines de semana “Los Lobos” atendían el negocio de Don Pascual, un viejo rico y déspota que se creía dueño del tianguis porque su puesto era el más grande de todos.
Vendía ropa usada que le enviaba un hermano de Estados Unidos.
Nadie se dedicaba a ese ramo en aquel tiempo así que pronto se hinchó de lana y hasta se compró una tremenda “camionetota” de agencia.
En algunas ocasiones, Don Pascual se metía a la cantina conocida como “La Norteña” y ya no salía hasta bien entrada la madrugada cuando Los Lobos iban por él luego de cerrar el negocio.
Bien borracho se lo llevaban a su casa caminando o a rastras pues nadie sabía manejar.
No entiendo como Don pascual confiaba tanto en los hermanos pues les daba manga ancha incluso en el manejo de los dineros.
Ahora ya de adulto sospecho que Don Pascual era el padre de los chicos pues se parecía muchísimo y los abrazaba bien fuerte cuando estaba borracho.
Hortensia Prats y Evangelina Vázquez eran amigas desde la infancia y terminaron emparentadas como sucedía con la mayoría de la gente que vivía en “El cerro de Los Leones”, uno de los barrios más marginales y peligrosos de la ciudad, un verdadero gueto de novela oriental.
Hortensia tendría unos 24 o 25 años y era una mujer preciosa; bajita, morena, no tan delgada pero con un cuerpazo digno de una mujer aficionada al gym aunque es cierto que ella no entrenaba en absoluto.
Su sonrisa era contagiosa y sus risas se escuchaban cantarinas por todo el callejón en que vivía.
Tenía un culo que solo de recordarlo me da escalofrío.
Usaba pantalones de mezclilla muy pegados y blusas escotadas que dejaban ver su tremendo par de melones que Dios le había dado.
Hortensia estaba casada con un joven soldado jubilado que había recibido un tiro en una pierna.
Dicen que el disparo se lo dio un compañero durante una reyerta aunque oficialmente se decía que fue producto de un accidente en una práctica.
Hugo, mejor conocido como “El Rengo” era un hombretón muy callado que a raíz de su desgracia había caído en las garras del alcohol y vivía eternamente ebrio.
No obstante su estado, era capaz de acabar con 3 hombres al mismo tiempo en cuestión de segundos.
Era una máquina de pelear.
Evangelina también conocida como Eva o Lina era un poco menor, quizás de 23 años, y parecía una autentica aristócrata viviendo en la mas denostada pobreza.
Sus enormes ojos verdes alumbraban por la noche el oscuro terregal en que vivía.
Sus dientes eran perfectos y su sonrisa angelical.
Alta, de piel muy blanca y cara muy bonita era la perfecta acompañante de Hortensia.
Su delgado cuerpo no estaba ausente de bellas formas, hoy día hubiese sido con facilidad una “top model”.
No obstante su remarcable belleza, sus modales eran los de una chica de barrio con muy poca educación.
Manejaba un lenguaje obsceno de manera magistral que hubiese hecho sonrojar al más pelado albañil.
Hortensia y Lina eran dos joyas hermosas viviendo en un basurero.
Evangelina estaba casada con Mateo, un hermano de Hortensia.
Todos se preguntaban cómo era posible que Lina se hubiese fijado en ese hombre tan horrible y agresivo al cual le sacaba más de 10 cm de estatura.
Mateo era un pseudo judicial de los más malditos que había en aquel tiempo.
Delgado, no muy alto pero si con pequeños músculos de acero era experto en propinar madrizas a quien se interpusiera en su camino; igual hacía confesar a un sospechoso en la procuraduría que robaba un auto mal estacionado en la calle subterránea sin dejar huellas.
Dicen que Mateo no se tentaba el corazón para “enfierrar” a un enemigo o para conmocionar a batazos a cualquiera que lo contrariará.
Decían que ya debía por lo menos una docena de cristianos.
Así como entraba a la cárcel, así salía de fácil pues tenía muy buenos contactos.
Un sábado por la mañana alrededor de las 11:00 Don pascual nos pidió que nos quedásemos al frente de su negocio pues él debía ir a la ciudad de Irapuato a recoger unas pacas de ropa que le habían llegado por ferrocarril.
Realmente los encargados eran Los Lobos, yo estaba de más.
Armamos la tienda, sacamos la ropa y la colocamos hecha bolas sobre unas tablas, no tenía caso doblarla pues la gente la desordenaba al buscar lo que necesitaba.
Escogíamos las mejores prendas y las colgábamos en ganchos sobre unos tendederos formados por las cuerdas de otros puestos que pasaban a través del de Don Pascual.
Encendíamos varitas de incienso para disimular los olores de la ropa pues provenía de cárceles, hospitales, gente particular, tiendas e incluso mucha debía ser robada.
En una ocasión encontramos un pantalón de mujer con una tanga dentro.
Tal vez la dueña se desvistió apresuradamente olvidando allí su calzoncillo.
La prenda era de color azul eléctrico.
Don Pascual la tomó cariñosamente entre sus manos, la olió prolongadamente le dio un beso y la guardó en un bolsillo de su chaqueta.
El puesto de Don Pascual se colocaba justo a afuera de su bodega, la única de todo el mercado, de tal forma que parecía que la tienda era la boca de un dragón hambriento y la bodega el interior de su oscura panza repleta de mercancía que el animal se había tragado y guardaba celosamente.
La mañana transcurría tranquilamente mientras Los Lobos jugaban damas inglesas sobre un cartón cuadriculado y coloreado con esmero utilizando fichas hechas de “corcholatas” pintadas de blanco y negro.
Yo por mi parte releía mi colección de cuentos de Spider Man.
– ¿Traerás vestidos para fiesta, Rickys? – preguntó una sensual voz femenina que nos hizo saltar de nuestros asientos.
Eran “Las Muñecas” Hortensia y Lina (Evangelina) que andaban de compras.
– Tenemos una fiesta el próximo sábado y queremos vernos muy elegantes.
Se casa uno de mis primos-
– “Nomás lo que está colgado muchachas” – respondió el Lobo
– ¡Chingados ¡, Casi no hay tallas chicas – pensó Lina en voz alta
Las muñecas estuvieron buscando y rebuscando por más de 20 minutos, tomaban un vestido y se lo probaban por encima modelando grácilmente; una le daba el visto bueno a la otra la cual al final desistía de llevárselo por pequeños detalles; “está demasiado largo”, “está muy corto”, “el color no me va”, “es carísimo”.
Ya me estaba fastidiando de escucharlas, sobre todo a Lina que no paraba de decir malas palabras a las cuales Hortensia respondía con sonoras carcajadas que se escuchaban por todo el lugar.
Los Lobos en cambio estaban atentos a cada movimiento de las jóvenes y no dejaban de mirar sus nalgas y tetas.
– Pasen a la bodega chiquitas, acá tenemos más mercancía – dijo el Geras ante la atónita mirada de su hermano Rickys.
– ¿En serio? – preguntó Hortensia
– No manchen ¿y porque no la sacan? – cuestionó Lina
– Esa ropa la reservamos para las señoras ricachonas, ¿a poco creen que ellas compran en tiendas departamentales? Naaaaa, también se visten y se desvisten con nosotros – comentó burlonamente el Geras.
Las muchachas se miraron unas a otras observando la cara impasible del Rickys.
Estuve a punto de contradecir al Geras que me calló de una certera patada en la espinilla que casi me hizo llorar.
Lina me lanzó groseramente los vestidos que ya habían seleccionado y simplemente me dijo, – apártamelos escuincle-
Los cuatro jóvenes entraron en la bodega mientras yo me quedaba atendiendo el puesto.
Varios meses después “El Piti” me contó lo que pasó allí adentro con lujo de detalles.
“Geras” le platicó pues el “Pitis” ya era mayor a sus escasos 15 años.
Yo solo recuerdo haber escuchado groserías, mentadas de madre, gritos, gemidos y pujidos.
La primera en entrar fue Hortensia seguida por “Rickys”.
Después pasó Lina y al final el Lobo menor “Geras” que fue el de la idea.
La bodega era pequeña y estaba repleta de pacas de ropa fuera de temporada, rollos de tela y bolsas de yute repletas de zapatos y juguetes.
Apenas había un estrecho pasillo en el medio dividiendo el tiradero en dos partes iguales.
-¿Cuáles pinches vestidos? – Gritó Lina, – ¿a mi no me engañan hijos de puta? – ; – tranquilas, tranquilas – respondió el “Geras”, ahorita encuentro y les muestro la paca de las señoras ricas.
Una pequeña bombilla oscilante iluminaba y calentaba el interior.
– ya enserio, muchacho – decía Hortensia – no se vayan a querer pasar de lanzas que ya saben cómo son nuestros viejos.
Ellos si les parten su madre –
Sin mediar palabra el Lobo mayor se abrió la bragueta sacando su tremenda verga peluda y mostrándosela a las muñecas mientras la movía de izquierda a derecha con su mano.
El lobo menor lo imitó y quedaron las dos chicas atrapadas dentro de la bodega.
– Échenos una manita y les regalamos toda la ropa que quieran – dijo El Rickys – Además les va a a gustar –
Lina soltó una sarta de palabrotas antes de ser callada por un beso del Geras, Hortensia no lo pensó dos veces y fue ella la que besó al Rickys; – ¿de verdad me vas a regalar lo que yo quiera Lobito? -, – ya sabes que si muñequitas, lo que tu quieras.
Nomas no me vayas a dejar sin mercancía, bonita – Hacía mucho tiempo que Hortensia no era tocada por su marido así que no iba a desperdiciar la oportunidad de cogerse a un muchacho tan guapo como Rickys.
Por su parte Lina seguía poniendo resistencia.
– Nooo Hortensia, ¿Cómo crees que le voy a poner el cuerno a tu hermano?, noooo – ; – Tranquila Lina, que el muy cabrón se lo merece, ya ves que no te da para el gasto y recuerda todas las madrizas que te ha puesto sin razón alguna – respondió Hortensia; – relájate y disfruta, piensa en los vestidos que nos vamos a llevar –
Lina tomó la verga del lobo menor y comenzó a masturbarlo con cadencia, así como le gustaba a Mateo.
La piel del miembro de “Geras” era suavecita y no olía tan feo como la de su marido.
“Geras” mientras tanto ya le había sacado los pechos a la güera fuera del vestido y los lamía con maestría como si fuese un niño hambriento.
A Lina le encantaba que le mamaran los senos así que cerró los ojos y comenzó a relajarse disfrutando de las ricas lamidas que le daba el muchacho.
Inesperadamente el Geras la cargó en vilo y la colocó sobre una paca de ropa, le levantó la falda dejando al descubierto unas hermosa y largas piernas blancas.
Sus gastadas bragas azules eran lo único que separaba al “Geras” de la felicidad y se las bajó sin problema.
La panochita de Lina era de color café claro y estaba muy bien depilada; su pubis era pequeño y los pliegues de la vagina eran hermosos.
El chico le abrió las piernas colocándolas sobre sus hombros y comenzó a mamarle a Lina con muchas ganas tal como lo había visto en las películas XXX.
Era la primera vez del Geras pero él sabía muy bien cual esa su labor.
Lina gemía de placer mientras el “Geras” recorría toda la geografía de su aparato reproductor como un turista extraviado.
Lina gozaba de lo lindo y gemía de placer sin dejar de decir malas palabras.
– Así cabrón, así.
Sigue, sigue, no pares de mamarmela – Cuando Geras tocó el clítoris de Lina con la punta de la lengua ella no pudo evitar echar un grito que hizo que Hortensia le pidiera que se callara.
Hortensia estaba colocada en la misma posición que Lina justo a su lado izquierdo y el Lobo mayor también le estaba proporcionando un sabroso cunnilingus.
Rickys si tenía experiencia pues de chico una vecina mayor lo llamaba cuando se bañaba para calentarlo mostrándole su cuerpo desnudo y cogiéndoselo literalmente en la misma cama que compartía con su cornudo marido.
Allí estaban las dos cuñadas recibiendo sendas mamadas al mismo tiempo, viéndose sus lindas caras una a otra.
Hortensia cerraba los ojos con fuerza y su lengua recorría sus labios mojándolos con su saliva.
Rickys metió su lengua en el ano de Hortensia y comenzó a remolinear allí mismo provocando un tremendo orgasmo en la morena.
– Shhhhh – siseó Lina, – ¿que te pasa wey? ¿Ahora la gritona eres tu? –
Posteriormente intercambiaron lugares y Lina le chupó la verga a Geras hasta que se vino sobre ella.
Hortensia por su parte también le dio una soberana mamada a Rickys pero este aguantó la eyaculación.
– ¿para eso me gustabas pendejo? – le dijo Lina al “Geras”
Entonces el “Rickys” se acostó de espaldas y tomó a Lina por la cintura montándola sobre su miembro.
Lina sintió como le entraba el tremendo miembro del Lobo y comenzó a retorcerse como endemoniada.
Parecía que el pito del Lobo estaba caliente y vibrara solo.
Lina tenía una flexibilidad y equilibrio admirables y se puso en cuclillas sobre el lobo para permitir una penetración total.
El “Geras” estaba atónito viendo como su hermano se cogía a la esposa de Mateo y disfrutando del incomparable trasero de Lina.
Su ano se contraía y relajaba con cada movimiento.
– Lámele la cola a mi comadre – dijo Hortensia mientras yo hago que te resucite tu juguetito niño.
“Geras” lamia el ano de Lina de abajo hacia arriba evitando tocar la inflamada verga de su hermano, Lina no podía parar de gemir y maldecir.
En cualquier momento terminaría y ella era de las que mojaban vastamente la cama así que en esta ocasión dejaría trabajo de limpieza a los muchachos.
Hortensia mamaba la verga del Lobo menor con mucho amor sabiendo que le esperaba una cogida magistral.
El “Geras” no pudo contener su breve eyaculación cuando escuchó los gritos de Lina que alcanzaba su enésimo orgasmo.
Hortensia escupió en el piso el semen del “Geras” y le dijo comprensivamente, – te hace falta aprender mucho mi hijo- y dirigiéndose a su cuñada le señaló que era su turno.
Hortensia se montó en el Lobo Mayor que seguía de espaldas.
Con su pequeña mano morena Hortensia tomo la verga del Rickys y se la introdujo ella misma en su vagina.
Visto desde atrás el culote de Hortensia era espectacular y más aun cuando una reata como la del Lobo entraba y salía sin parar.
El “Geras” estaba sin habla y nuevamente se corrió sin erección de por medio al observar las plantas de los pies de la morena que se había quitado los zapatos.
Era algo digno del paraíso ver una cabellera china moviéndose agitadamente y una espalda fuerte y femenina retorcerse de placer.
Un par de nalgas grandes bien redondeadas protegiendo un oscuro agujerito anal se movían como lavadora y sus piecitos perfectos acompañaban el movimiento armónicamente.
El Rickys de repente sacó su enorme palo del cuerpo de Hortensia y se vino copiosamente sobre sus manos.
Chorros de blanco semen caliente llenaron sus brazos hasta los codos.
Hortensia por su parte se ayudo a si misma a terminar con una masturbación majestuosa.
Los 4 estaban jubilosos riendo sin parar cuando de repente se abrió la puerta de la bodega y apareció Don Pascual bien enojado porque habían descuidado el negocio.
Dice el “Piti” que Don Pascual obligó a las muchachas a que le hicieran sexo oral al mismo tiempo alternado las bocas de Hortensia y Evangelina cada dos minutos hasta que cayeron dormidas de tanto esfuerzo.
Yo no creo que eso haya pasado, es mas ni siquiera recuerdo que Don Pascual haya regresado.
Lo que si escuché fue a Hortensia advirtiéndole a Lina que ese hombre era suyo y que esa era la primera y última vez que se lo compartía.
Los Lobos regalaron a las muchachas mucha ropa incluso un pantalón y una camisa para sus respectivos maridos.
Se despidieron y cada quien continuó con su trabajo; el “Geras” estaba muy deprimido por su mal desempeño pero su hermano lo animó diciéndole que para la próxima todo sería distinto.
Las semanas pasaron y yo me retiré un poco de esta gente pues se me vinieron encima los tiempos de exámenes a los cuales no estaba acostumbrado en primaria.
Sé que ocasionalmente el Lobo mayor seguía viendo a Hortensia y que una o dos veces también volvió a encontrarse con Lina.
No sé como se enteró la Hortensia de que Lina había vuelto a ver al Lobo pero de alguna manera lo supo y se puso furiosa.
– A ver hija de tu p… ¡que parte de no te metas con mi hombre no entendiste?- le dijo Hortensia a Lina.
– No es cierto manita, te juro que yo no lo he visto – respondió la güera con nerviosismo.
Todos en el barrio sabían que “La Tencha” era buenísima para los fregadazos igual que su hermano Mateo y por eso nadie se metía con esa familia.
Una bofetada coloreó de rojo la mejilla de Lina que entonces dejó que su lengua se desatará pronunciando mil improperios.
Lina trató de madrugar y coger de los pelos a Hortensia pero esta evadió con facilidad el movimiento de la güera y le soltó tremendo trompadón al rostro que de inmediato provocó que la nariz de la bella explotara en sangre y mocos.
La agarró por los pelos y la bajó hasta el piso conectando enseguida una fuerte patada en las cotillas dejándola sin respiración.
A pesar de que había varias señoras viendo, nadie intentó detener la pelea.
– Pinche puta mira que seguir poniéndole el cuerno a mi hermano – gritaba Hortensia; – te las vas a ver conmigo-.
Lina sollozaba y pedía perdón pero Hortensia no se detuvo y continuó golpeándola como si fuese un hombre.
Puños de mechas rubias se esparcían por el terregal.
Afortunadamente los niños no estaban en casa pues fue en horario de escuela que se presentó la situación.
– Y me regresas mi ropa cabrona – le espetó Hortensia escupiéndole en el rostro.
Le arrancó la blusa y le rompió la falda dejándola solo en calzoncillo pues no traía brasiere.
– Y dale gracias a Dios que no te mato nomás porque somos familia- – Y cuidado y te vuelvas a meter con lo mío- Hortensia se fue caminando altivamente echando bronca a los mirones, – y a quien no le guste que nomas me diga -.
La güera se levantó tambaleándose y con dificultad se metió a su humilde casa, ahora si le habían partido sabrosamente toda su madre.
Cuando Mateo se enteró de que su hermana había golpeado a su esposa primero le puso otra chinga a su mujer, luego usó sus técnicas disuasorias judiciales para hacerla confesar los motivos de la pelea y posteriormente fue a casa de Hortensia para soltarle también un par de madrazos sin decir agua va.
Hugo estaba bien borracho y no supo ni lo que pasaba; – Pinche cornudo pendejo- le dijo Mateo saliendo de la casa azotando la puerta casi en el rostro de su hermana que trató de explicarle algo.
La vida continuó como si nada hubiese sucedido.
El mercado siguió donde estaba, yo seguí armando puestos y Los Lobos siguieron ayudando a Don Pascual sin faltar los sábados de fiesta.
Las muñecas desaparecieron de la vista y Hugo fue internado en un centro de rehabilitación.
A finales de año casi llegando a las Navidades me levantó mi madre muy temprano un domingo para decirme que habían matado a mi amigo El Rickys.
Alguien lo había atacado a traición y le había encajado un verduguillo por la espalda perforándole un pulmón.
Ya herido el chaval le cortaron la yugular y lo dejaron desangrarse muy cerquita de su casa en un callejón oscuro.
Quien lo mató dejó sus huellas sobre el charco de sangre pues hasta parecía que se echó un bailecito celebrando su maldita acción.
Yo me sentí muy triste y pensé quien podría haber hecho semejante cosa.
El Lobo tenía muchos enemigos pues a bastantes cabrones había madreado pero no creía que nadie se hubiese atrevido a matarlo.
Dos semanas después el “Lobo Menor” se suicidó colgándose de una viga de su solitaria casa.
No soportó la ausencia de su carnal.
Habían convivido tanto tiempo juntos, habían pasado tantos tiempos malos y habían gozado de tantas fiestas que era imposible imaginarlos separados.
Don Pascual estaba inconsolable, sus dos ayudantes habían sido eliminados en menos de un mes.
Se pasaba el día llorando y yo me hacía cargo del negocio que poco a poco se fue hundiendo pues ya no había quien surtiera nueva mercancía.
Las visitas de Don Pascual a la cantina se hicieron más frecuentes y un día incluso chocó su camioneta contra un poste dejándola inservible.
Un sábado muy tempranito cuando me disponía a armar el puesto con mi ayudante “Piti” Don Pascual nos llamó y nos dijo que ese día no abriríamos.
Nos pagó y nos dijo que fuésemos a ver el beis bol.
Me sobó la cabeza y me dijo que era un buen chico.
Esa misma noche coincidieron en la cantina Don Pascual y Mateo quien borracho se burló del viejo arruinado.
Don Pascual sacó su pistola y de cerquita le vacío la carga al mendigo Mateo.
4 balas le destrozaron la cara y una quinta le hizo estallar una vena del cuello desangrándose hasta morir igual que el Lobo.
Don Pascual salió de la cantina y se fue de la ciudad.
Nunca más supimos de él.
El tiempo pasó inexorablemente y llegando a mis treinta decidí darme el lujo de experimentar un trío con dos mujeres maduras.
Volví a mi ciudad y busqué a las muñecas que para ese entonces habían restablecido su amistad y tenían nuevos maridos igual de gamberros que los anteriores.
Las encontré, las convencí de ser parte de mi experimento a cambio de una buena gratificación y una tarde nos encerramos en un motel.
Ellas seguían igual de bellas y buenotas.
Igual que el Lobo, me cogí a las dos e igual que Don Pascual hoy me voy de la ciudad pues no vaya a ser que alguien se sienta celoso.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!