Felices fiestas en un velero

Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Soy Ernesto, de 32, mi mujer es Norah, de 29 y no somos casados. Vivimos en San isidro, provincia de Bs. Aires. Les contaré lo que pasó en la Fiestas del año pasado. Como los dos somos muy afectos al sexo libre y sin límites somos miembros de foros eróticos.

Allí conocimos a Daniel y Judith de aproximadamente 25 años, novios viviendo juntos. Después de varios contactos en Internet decidimos conocernos personalmente. Los cuatros somos agradables y muy bien formados, sin ser espectaculares, pero con ideas muy similares. Los encuentros fueron en término de charlas de sexo, alegría y comprensión, sin llegar a encuentros sexuales.

Los invitamos a pasar un finde en nuestra quinta con piscina y lo pasamos muy bien. No me prohibí de decirle a Judith lo linda que eran sus tetas y que ya le daría por todo el cuerpo, los otros, siempre de palabra me llevaban el tren.
Daniel nos invitó a pasar las fiestas en el medio del mar en su velero, cosa que aceptamos de inmediato.
El 23 de diciembre a la tarde zarpamos del puerto de Olivos rumbo a nuestra aventura marina, sin puerto de llegada, sólo vagabundeo por solitarias aguas.
Debo relatar que Daniel tenía un ovejero alemán que también iba en el barco.

En la hermosa noche, con las velas susurrando por el suave viento, las mujeres estaban sobre la toldilla dando un espectáculo de lesbianismo que yo miraba, desnudo y masturbándome lentamente. Daniel, dejó el timón, en la popa y abrazándome por detrás comenzó a pellizcarme las tetillas y colocó su hermoso miembro entre mis nalgas. Me negué a que me penetrara en frío, sin excitarme antes.

Lo llevé a una cucheta y acostándolo boca arriba comencé a masturbarlo mientras lamía su pene, sus bolas, con el dedo mayor de la mano izquierda, todo mojado de saliva jugaba en la entrada de su culo. Le introduje el dedo hasta donde pude seguí pajeándolo. Las mujeres sintieron frío en el techo del habitáculo y bajaron, encontrándose, maravilladas, de que sus machos estuvieran practicando ese excitante sexo. Sentí el espasmo de Daniel, metí su glande en mi boca y los chorros de su semen llenaron mi boca. Bebí, feliz ese esperma tan exquisito y dándome vuelta dejé mi culo en pompa para que Daniel terminara lo que deseaba. Por suerte, ese pene siguió tan grande y duro como al principio. Norah, con sus dedos me ponía lubricante en el culo y Judith sacó un arnés. Sentí como entraba el pene de Daniel hasta el fondo de mis tripas, dándome placer y felicidad y aunque no pude verlo, sabía que Judith estaba culeando a su marido en un trío muy coordinado.

Ante el olor a feromonas y sexo desmedido, apareció Félix, el perro. Judith indicó a Norah que se arrodillara y pusiera sus nalgas en posición de oferta. Félix, veterano penetrador de vaginas y culos ensartó a Norah en el primer envión y comenzó su increíble mete y saca ante los susurros y gemidos de mi adorada mujer. Muy pronto comenzó a quejarse del dolor y Judith, le dijo que soportara que quedarían abotonados. Mi placer era inefable. sentía como la polla de Daniel llenaba mis tripas, el dolor que producía el forzamiento de la válvula que divide el, colon del recto y temblaba imaginando cuántos días de dolor profundo y placentero tendría.

Félix se quedó quieto, después de producirle dos orgasmos a mi mujer. El orgasmo de Daniel, que me hizo sentir sus chorros en mis entrañas, nos hizo acabar a Judith y a mí. Las eyaculaciones de Félix en la vagina de Norah se repetían cada pocos minutos, produciéndole nuevos orgasmos. Estuvieron abotonados casi 20 minutos. cuando se separaron, Judith se turó al suelo y comenzó una mamada al perro hasta que volvió a eyacular en su boca.
Todos quedamos consumidos el sueño nos venció. Por suerte el barco tiene piloto automático.

Por la mañana nos despertamos y desayunamos, todos desnudos, por supuesto. Daniel volvió al timón y yo, con Judith nos pusimos a tener sexo muy loco bajo la sombra de las velas. Norah, boca arriba, tomaba sol y Félix acercó la punta de su pene, que apenas salía, a su boca. Norah comenzó a lamerlo suavemente y ese hermoso miembro comenzó a aparecer fuera de su funda. Se formó un 69 entre Norah y Félix, que mi mujer llevó al extremo. El perro eyaculo en esa hambrienta boca que bebió el fluido y luego, con desparpajo de dueño, el can orinó sobre la cara y la boca de la mujer, que bebió unos buenos tragos.

Al llegar la nochebuena, el barco estaba hecho un encharque de semen, saliva, fluidos vaginales y orines. Nos prometimos lavarlo a la mañana, pero esa noche, Norah lo pasó muy bien con Daniel y Judith conmigo y con Félix. Yo también probé el perro pero sin dejarme meter la bola de su verga.
El 25 después de desayunar y baldear el barco, primero yo y después Félix gozamos del culito de Daniel, mientras las mujeres se demostraban su amor en increíbles juegos lésbicos en una cucheta. Por la tarde, estábamos bastante agotados por tanto sexo, así que Judith, como buena anfitriona, propuso que para excitarnos la rodeáramos y y orinábamos sobre ella. Así lo hicimos, incluso Félix largó lo suyo. A la noche tuvimos sexo cuasi convencional, Norah con Daniel y Judith conmigo y luego con Félix, que ya estaba totalmente integrado. Salvo que Daniel, un día levantó la cola de Félix y lo penetró hasta el fondo. No se si al perro le gustó, pero se quedó quieto.

Así transcurrieron los días de año nuevo, seguimos frecuentándonos con Nuestros amigos y teniendo sexo del hermoso.
Lo que sí, en nuestro jardín hicimos construir dos caniles: uno para un labrador negro que tiene amores con Norah y otro para una hembra Golden retriever que tiene amores conmigo aunque me parece que me cornea con Norah.
Un beso a todos mis amigos
ERNESTO