Hay que tener cuidado con lo que se desea, no sea que se consiga
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
En ocasiones para poder culminar mi orgasmo tenía que cerrar los ojos e imaginar que un hombre ya mayor, vestido de cuero, con barriga y detestable, me agarraba de los pelos y me obligaba a mamarsela hasta que se corría y me atragantaba con su semen. Llegó un momento en que el sexo que tenía con Jesús se convirtió en una sosería que era imposible de soportar. El pobre, que me quería de verdad, se desesperaba.
– Pero ¿qué te falta?, ¿qué echas de menos, amor mío?.
Después de varias veces intentando averiguar que me sucedía, decidí que no era legal seguir mintiéndole y que debería ser leal con él y decirle la verdad. Sabía que le dolería pero mas le iba a doler cuando se enterase de la mentira.
– Jesús, el sexo contigo no me satisface, le falta…, chispa, es…, aburrido, insulso.
– Yo te hago el amor con toda la delicadeza de la que soy capaz…, intento ser un amante perfecto, lo que tu te mereces que eres mi princesa.
– Ese es el asunto…, demasiada delicadeza, le falta algo de reciedumbre. ¿Sabes?, en mis fantasías me veo siendo poseída violentamente por hombres sucios y groseros y eso me excita. Me penetran sin piedad por delante por detrás y luego por mi boca, me atan y me castigan y no cesan de follarme hasta que caigo desfallecida. Ese sexo es el que me atrae. Comprendo que lo que tu me proporcionas es lo correcto pero a mi no me basta.
Puso cara de inenarrable sorpresa, enrojeció, no se si de vergüenza o irritación, abrió la boca intentando articular palabra sin poder decir nada. Finalmente encogió lo hombros adoptó habito de resignación mirándome de forma conmiserativa y me contesto.
– ¿De manera que eso es lo que quieres?. Deberías habérmelo dicho antes. Siempre desee penetrarte por detrás, pero el respeto que te tenía me impedía proponértelo, imaginaba que me despedirías escandalizada. De igual manera me excitaba aún mas penetrarte al tiempo que otro lo hacia por el culo y otro te poseía la boca.
– Eso que estás diciendo me está mojando. Y en quien habías pensado para acompañarte…
– Espera, espera. ¿Estás hablando en serio…, serio del todo?. Me quieres convencer que no te importaría ahora mismo…
– Pues claro, Jesús. Me harías la mujer mas feliz, colmarías todas mis aspiraciones. Bueno, ¿en quien estás pensando?.
Jesús hizo un par de llamadas y sin mas espera me metió la mano por debajo de la minifalda y de un tirón me arrancó el tanga. Eso me excito aún mas y di un gemido de placer.
– ¿Esto es lo que te va, no, durillo?. Pues duro va a ser. Nos están esperando ya. Aparte de mi habrá otras cuatro personas.
Cuando pensé que cinco hombres me iban a tener a su disposición me maree de excitación. Que inocencia la mía. Luego me enteré que los hombres tienen siempre un lésbico en sus fantaseos sexuales. Durante todo el camino en el coche hasta nuestro destino Jesús no cesó de pellizcarme el clítoris y los pezones. En un semáforo, se abrió la bragueta y cogiéndome la cabeza con fuerza me obligó a mamarle. No hubiera hecho falta esa demostración de fuerza, porque yo después de tanto castigo a mi clítoris me estaba corriendo de gusto y deseaba metérla en mi boca y chupárle hasta dejarle seco.
Finalmente llegamos a una urbanización de las afueras de la ciudad, de esas que tiene todas las casitas iguales con su jardín, su sótano y su bohardilla que les daba el falso aspecto de villa de calidad. Al llegar a la verja, tocó la bocina y salió una chica a abrir la puerta. Le dijo a Jesús que metiera el coche en el garáge, para que no se viese.
Por una puerta lateral entramos a la casa y de allí Jesús me condujo al salón. La chica que nos abrió la verja estaba ya de pie junto a la chimenea con el resto de habitantes de la casa, fumando, observándome con insistencia. Sentados en un sofá un hombre entrado en años, otro de mediana edad y uno joven, de la edad de Jesús mas o menos.
– Os presento al puton de mi novia, se llama Verónica. No sabe que es el sexo y quiere aprender.
Con lo caliente que yo estaba después del viaje, el oír que el muy educado Jesús me tildase de putón me hizo estremecer de gusto. La verdad es que las secreciones me corrían por los muslos y me provocaban aún mas excitación al sentirlos resbalosos deslizarse el uno contra el otro.
Me presentó primero al mas mayor, se llamaba Marcelo. Se levantó del sofá, con bastante agilidad y se acercó a mi. Sin mediar palabra me saco un pecho de la blusa y me pellizco el pezón al tiempo que se mostraba encantado con una amplia sonrisa en los labios. Al intentar huir de la presa el hizo mas fuerza aún y la acompaño de un cachete en el culo con la otra mano al tiempo que deshacía su sonrisa de la cara y severo me avisaba que había que ser obediente y aguantar. Después de Marcelo, que me impresionó voluptuosamente me presentó al de mediana edad. Era su tío Marcos. Marcelo era su íntimo amigo de francachelas. Me acerqué a darle un beso y por toda respuesta me hizo arrodillarme y con destreza se saco la verga y me la metió en la boca. Estuve así mamandole a la vista de todos hasta que le pareció bien. Cuando se cansó me apartó sin miramientos dirigiéndose a su sobrino.
– ¡A ver si enseñas a esta guarra a mamarla, lo hace fatal!. ¿No será tortillera?.
A estas alturas, y aún no habíamos empezado, yo temblaba, no sabía si de excitación o de miedo, aunque me tranquilizaba el hecho de que estuviese Jesús allí que jamás consentiría que se me hiciese daño.
Seguidamente me presentaron al mas joven, Ricardo. Era guapísimo y tenía los ojos pintados, o eso creí yo. Al presentarnos antes de hacer cualquier otra cosa se dirigió a Jesús.
– No llevará ropa interior, eso sería imperdonable, no la llevamos ninguno.
Jesús negó con la cabeza y con habilidad y delicadeza, Ricardo, me acerco a él tocándome el sexo con suavidad. Comprobó que estaba muy mojada y me metió los dedos de golpe lo que me hizo gemir de gusto. De repente sacó uno de ellos y encontrando mi agujerito posterior lo metió sin contemplaciones al tiempo que hurgaba bien dentro de la vagina. Fue un placer raro, mezclado con incomodidad teñida de placer. Estuvo así un rato hasta que sacó todos los dedos y anunció a todos:
– Valdrá, haremos carrera de esta zorrita.
Cuando acabó, Marcos les dijo a todos que al sótano a jugar. Me quedé mirando a Jesús extrañada y con descaró y echando redaños, como si no estuviese asustada por lo que ni en las noches mas calenturientas hubiera imaginado que me iba a suceder le dije a Jesús en alta voz:
– ¿No me dijiste que eran otros cuatro, además de tu mismo, falta uno?.
Me contesto con una fina y cínica sonrisa, Marcos, que parecía que llevaba la voz cantante.
– ¿Es que no has reconocido a Sonia?, ella te abrió la puerta. Sonia, saluda a nuestra invitada.
La mujer se me acercó y por el camino apagó el cigarrillo en un cenicero. Llegó a mi altura y antes de que pudiera darme cuenta tenía su lengua dentro de mi boca al tiempo que restregaba su sexo contra el mío. Estaba inmovilizada. Eso no lo habría sospechado nunca. Marcos volviéndose a su sobrino le recriminó en broma.
– ¡Jesús!, ¿no le habías dicho que sin lésbico no hay placer completo para un hombre como dios manda?.
Sonia se apartó de mi satisfecha del efecto que había provocado en mi y siguió a todos escaleras abajo al sótano.
Jesús bajó detrás de mi la escalera del sótano abrazándome por la cintura circunstancia que aprovechó para desabrocharme la minifalda, con lo que como la camisa que llevaba era cortita me encontré desnuda antes de llegar abajo del todo. Me sentí incomoda porque yo era la única que estaba desnuda y no sabía bien como actuar; taparme me parecía fuera de lugar pero sentirme así expuesta no sabía como colocarme. No sabía que enseguida iba a despejar la duda de cual tendría que ser la postura mas adecuada.
Entré en una espaciosa sala que si no ocupaba todo el bajo de la casa le faltaba poco. Tenía una especie de mesa alta con argollas, un bastidor de metal con cadenas que colgaban y un montón de otros instrumentos, algunos que imaginaba para que podrían servir y otros imposible de imaginar cual sería su aplicación. De entre los que si sabía para que servían estaba una sustanciosa colección de dildos de diferentes tamaños, formas y colores. Todos mis acompañantes se colocaron en torno a la mesa y Jesús me dijo que me subiese para que todos pudiéramos verla bien. Me encaramé a la mesa mediante un escabel que al efecto tenían previsto para las que como yo jamás podrían jugar al basket. me quedé encima de la mesa de pie sin saber que hacer mientras todos me observaban sin decir nada. Marcos con gestos me indicaba algo que yo no entendía y cuando se cansó de que no la entendiese me indicó que me acercase al borde de la mesa. Cuando estuve a su alcance me agarró la blusa y de un tirón fuerte me la arrancó. Desnuda ya del todo me ruboricé y me quedé cortada.
Ricardo en ese momento a instancias de Marcelo me acercó hasta la mesa una buena colección de dildos de diferentes tamaños y dejándolos allí esperando que yo los cogiese. Marcelo me habló con urgencia y mando.
– Vamos putilla aficionada, elige uno que que te lo vas a clavar para que veamos hasta donde eres capaz de llegar para excitarnos.
¡Querían que me metiese el consolador!. Yo les iba a enseñar como se excita y hace excitar una hembra con su sexo. Para impresionarlos elegí un consolador largo y grueso que sabía que me entraría bien y me haría gozar a mi de paso.
Empecé a excitarme con el roce del cacharro haciendo movimientos mas y mas lúbricos hasta que la excitación me hizo perder la vergüenza que me quedaba y a base de quejidos y gemidos empecé a introducirme el dildo en la vagína. Cuando mas entusiasmada estaba, Marcos me interrumpió.
– Pero Jesús, ¿qué clase de puta loca nos has traído?. ¡Tu, guarra!, ya sabemos que en el coño te entra de todo, queremos saber lo que te entra por el culo, ten en cuenta que después tendrás que tragarte esto.
Y se saco su miembro en pie, parado con un capullo gordo y sonrosado, brillante y terso que destilaba por la punta abundante esmegma trasparente que colgaba filante hasta el suelo. Jesús me alcanzó un tubo de vaselina echándomela desde donde se encontraba y yendo a caer a mis pies. Me quedé paralizada sin saber que hacer. Había ensoñado repetidas veces que me enculaban pero en realidad nadie me lo había hecho jamás. Para mi desgracia el dildo elegido era enorme para mi ano pero ya no había vuelta atrás, o me desvirgaba el culo yo con todo el cuidado del mundo o lo harían todos aquellos sin moderación alguna. Me agaché y abrí el tubo descargando una porción en mis dedos. Miré a Jesús, mi novio que por señas me dijo que me pusiese bastante mas. Le hice caso y me embadurne metiéndome un dedo para que la vaselina penetrase bien. Luego me metí dos dedos para intentar dilatar y empecé a sentir algo parecido al placer. Entrecerré los ojos para concentrarme y culeaba mientras me metía y sacaba los dedos. Escuché a Ricardo que decía en voz baja: ?Esto es otra cosa, esto va prometiendo?. Eso me animo y seguí con mis contoneos metiéndome y sacándome ya hasta tres dedos que entraban con dificultad mientras que con la otra mano me pellizcaba los pezones con furia lo que me permitía arremeter adentro con mis dedos. Llegó un momento en que sentí necesidad de que me entrase el dildo y me lo apliqué al ojete con decisión. De un primer intento me entró la punta y sentí una punzada, pero me aguanté. Seguí aplicando presión a pesar del dolor y la vaselina hizo el resto. El ano parecía que absorbía el consolador y a medida que entraba sentía que se me llenaba la vagina de una forma diferente y me proporcionaba un placer tan tremendo que me hizo perder la noción de donde me encontraba enloqueciendo por el deseo de que el dildo siguiese entrando y entrando hasta el infinito. Se me olvidó que estaba siendo observada y empecé a sentir un orgasmo interminable. De repente caí sobre la mesa y noté que el dildo se me salía del ano. Me quejé ruidosamente de que se me privase de esa fuente de placer y abrí los ojos. Alcancé a ver a Sonia que me retiraba el consolador y vi a Marcos que se acercaba con uno mas grande. Al verlo acercarse le ofrecí el ano para que me penetrase y grité y grité hasta desfallecer.
– ¡Clávamelo, por favor, clávamelo en el culo!.
Marcos ni se molestó en lubricar el enorme dildo, me lo apuntó y empujó sin contemplaciones. Sentí que estallaba por dentro al tiempo que el clítoris desde dentro me era empujado hacía arriba y afuera haciéndome volver a gozar. Era una mezcla de dolor, presión y placer incalculable. Me quejaba de gozo de forma desvergonzada reclamando mas y mas. Miraba enfebrecida a mi alrededor y solo veía caras sonrientes y llenas de vicio. Alguien que no supe identificar le dijo a Sonia que me pusiese el sexo al alcance de mi boca. Sonia se despojó de su ropa y quedo desnuda del todo. Me volvió boca arriba y mientras Jesús, mi novio me levantaba las piernas y las separaba para que Marcos pudiese violarme por el culo con el consolador y así permitir además que Sonia me cabalgase sobre mi cuello poniéndome su sexo sobre mi boca. Nunca había hecho nada parecido pero me pareció una propuesta magnifica. Chupé, mordisquee y lamí con avidez el chocho de Sonia que gemía de placer y les anunciaba al resto incluido mi novio.
– Esta zorra sabe comerse un coño, tiene arte. ¿Estás seguro, Jesús que no se lo hace con ninguna amiguita?.
No hubo respuesta y yo me sentí halagada de esa apreciación aplicándome con mas fruición aún, haciendo que la mujer alcanzase el orgasmo rápidamente. Pero yo seguía insatisfecha. Deseaba mas, quería sentirme mas llena por todos mis agujeros. Sonia ahíta de placer se había retirado de mi cara. Parecía que había pasado un siglo desde que Sonia desapareció cuando ocupó su lugar Ricardo en mi cuello. Me colocó sus huevos en la boca y se deslizaba adelante y atrás de forma que alternativamente le chupaba las bolsas o el ano en el que metía la lengua con avidez, con tanta que llegó un momento que debí provocar tanto placer en el ano a Ricardo que se detuvo sobre mi boca y se restregaba con fuerza para que le clavase la lengua lo mas profundamente posible. Estaba entusiasmada intentando penetrar en el ano de Ricarlo cuando noté que me reventaban las entrañas. Marcos había sacado el dildo después de trabajarlo exhaustivamente y metía con fuerza su mano en mi ano y al tiempo utilizaba el dildo para penetrar por mi coño. Sentía que me reventaba pero le pedía que me reventase ya, necesitaba que me destrozase. A un orgasmo se sucedía otro y estaba ya agotada de tanto placer cuando de repente todo se detuvo. Marcos se retiro de mi ano y mi vagina, Ricardo descendió de mi cabeza y quedé desfallecida deseando dormir. Estaba a punto de quedar felizmente dormida cuando un dolor punzante en uno de mis pezones me hizo levantarme de subito.
Cual no sería mi sorpresa cuando vi a mi novio, Jesús, perforándome con unos ganchos afilados primero un pezón que fue el que me alertó con su dolor y llevaba en la mano el otro gancho destinado al otro pezón. Intenté defenderme y rápido como el rayo varias manos me inmovilizaron. Jesús me miraba, al parecer encantado de lo que hacia, sonriente y me decía:
– Este tipo de sexo es el mejor, ¿verdad mi amor?. Así, duro, estas son las emociones que tu buscabas, pues aquí las tienes. Disfruta, esto no ha hecho mas que empezar.
Me perforó el otro pezón y engancho a cada gancho el extremo de una cadena. El dolor agudo fue aminorándose y sentí que los pezones estimulados por la agresión sangrienta se endurecían y me provocaban mucho placer, algo que ni se hubiese pasado por la cabeza.
Marcelo, desnudo del todo, como todos ya a estas alturas, enarbolando un enorme pene me apartó del centro de la mesa y se tumbo boca arriba con su enorme verga insultantemente enhiesta apuntando al techo. Jesús me ayudo a levantarme y me deposito sobre esa carne dura y amenazante. Me sentí deliciosamente clavada por mi vagina y una punzada me atravesó el cuerpo desde el clítoris hasta el ano. Los pezones estaban al rojo y me dolían y me daban gusto. Yo estaba disfrutando cabalgando sobre esa pija tan grande cuando Marcelo agarró la cadena que conectaba los pezones y de un tirón brutal hizo que abandonase con un grito mi posición erecta y me plegase sobre su pecho. En ese instante sentí que alguien me penetraba el ano sintiéndome plena. Empecé a sentir otro orgasmo, uno mas, brutal, que me hacía casi convulsionar y casi perder el conocimiento. Cuando mas disfrutaba sentí que quien me sodomizaba se salía de mi cuerpo y saltando por encima de mi se colocaba delante y me penetraba la boca hasta la garganta haciendo atragantar. Era Jesús el que se había salido de mi culo e inmediatamente me la metía en la boca. El sabor de su verga no dejaba lugar a dudas de donde había estado, pero mi estado de excitación era tal que deseaba que ese asqueroso sabor fuese aún mas intenso. Estaba mamando encantada de ser sometida a esas vejaciones cuando sentí que me volvían a penetrar el ano y fue ya el acabose. Marcelo al ver mi estado de locura sexual intentó hacerme bajar mi temperatura y me dio otro tirón de la cadena de los pezones, pero el resultado fue el opuesto porque el tremendo dolor que me desgarraba los pechos hizo que el orgasmo se desencadenase de tal manera e intensidad que con un enorme grito, lo último que recuerdo, me desvanecí del todo.
Me desperté en el apartamento de mi novio. El estaba a mi lado y me acariciaba y me besaba por todos lados con una tremenda suavidad. Me susurraba muy tierno que me quería y que quería casarse conmigo. Abrí los ojos y le dije:
– No te puedes ni imaginar lo que he soñado. Uffff, que sueño mas…, mas…tórrido. me da vergüenza hasta contártelo.
– Inténtalo, a lo mejor…, no me asusto.
Hice intención de incorporarme en la cama y al hacerlo un dolor lancinante en los pezones me hizo comprender, y con un grito me derrumbé en la cama otra vez. Jesús me miraba divertido con aire de suficiencia. Dejó pasar un rato para que tomase conciencia de que lo que yo creía un sueño no era mas que una pesadilla absolutamente real.
– ¿Vas a querer repetirlo, o preferirías que siguiéramos como antes?. No me importaría ser un depravado contigo si eso es lo que te gusta, pero, ¿no crees que ese tipo de sexo fantasioso no conduce mas que a una vida marginal?.
No supe que contestar o quizá temía dar la contestación equivocada. Me había dado una lección. Era una niña estúpida y malcriada que creía que estaba muy avanzada en sexo porque era capaz de imaginar cosas y situaciones que en el fondo no creía que pudieran darse y me había dejado meridiano que esas practicas estaban tan cerca y eran tan reales como que él mismo, Jesús, podía organizar una sesión de esas en minutos.
Miré con ojos implorantes a Jesús y le pedí perdón por haber sido tan cabeza loca y tan tonta. Mientras él me abrazaba diciéndome que no me preocupase mas, yo pensaba en que manera de disfrutar mas tremenda. Con Jesús de compañero eso se tendría que repetir, no tendría mas que echarle en cara que era sosote en su sexo para que intentase darme otra lección. Al abrazarme sentía como los pezones me dolían y al tiempo empezaba a destilar lubricación por mi vagina. Ese dolor no lo era tanto, era placer adulto. Se repetiría. Me obligaría a repetirlo, no creía que pudiese pasar mucho tiempo sin ese tipo de sexo. Nunca debí desear vivir una experiencia así. Ahora ya con el veneno en el cuerpo no había salvación ni antidoto posible. Pero no importaba, deseaba repetirlo y lo haría y mas bestia aún, para que el placer lo fuese también así, brutal y salvaje.
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