Hermanos sin tabu cap 12
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Crystal69.
Volvimos con los demás.
Personalmente me sentía muy excitada por la posibilidad de tener sexo con personas que no fueran familiares, además de que me costaba deshacerme de la bonita imagen de Mayra y su trasero respingón siendo penetrado por su esposo, y la sensación de su lengua comiéndome el coño.
Esa mujer sin duda sabía lo que hacía con su boca.
En la playa estaba tendida mi mamá y Estefy, las dos conversando como si nada, desnudas por supuesto.
Verlas juntas hacia que mi cabeza albergara lujuriosos pensamientos de ellas dos juntas: la frágil y traviesa de mi hermanita menor contra la prominente y sensual madura que era mi madre, con toda esa experiencia sexual de seguro le partiría el culo a la pobre chica.
Mi tía estaba un tanto más lejos y platicaba animadamente con Ángela y Lorena.
De seguro indagaba sobre su relación y trataba de meter a la recatada de mi gemela en los juegos sexuales familiares.
Además haber visto a Ángela probar una polla me excitó tanto que el simple recuerdo me humedeció un poco.
—¿Cómo estuvo? —preguntó mamá dándole un sonoro beso en la boca a papá y a tío.
—Todo muy bien —les respondí y me recosté en la arena.
Acto seguido Estefy se puso a horcajadas sobre mí como una niña chiquita y acomodó su cabeza sobre mis senos.
Ay, cuánto amaba a mi hermana, tan tierna y a la vez, toda una princesa sexual —.
Conocimos a una familia de nudistas que están interesados en participar con nosotros.
—Uhm… no lo sé, hija.
Creo que por ahora nos mantendremos entre familia.
Esto del incesto es algo muy propio de nosotros.
No nos gustaría meter a gente ajena al círculo.
Hice un mohín.
—A mí no me importaría coger con alguien más —dijo Estefy, que en ese momento le daba delicados besos a mis pezones —.
De hecho quiero perder la virginidad ya.
Me duele el culito de tanto hacerlo anal.
—Lo que pasa —dijo mamá —, es que para ustedes dos teníamos pensado hacer una fiestecita especial para que las desvirgaran.
Pueden elegir entre cualquiera de los hombres de la familia o decidir entregarle su virginidad a otra persona.
Deben saber que es algo sagrado y que una vez que pierdan no podrán recuperar.
Tanto Estefy como yo pusimos los ojos en blanco.
Aunque mamá fuera toda una reina del sexo, seguía siendo un poco tradicional en varias cosas.
Le contamos a tía Joan lo que pensábamos hacer.
Alec se vio interesado en cuanto oyó a la mujer amamantando y lo atrevida que era.
Sin embargo nuestra tía recalcó que no.
Esa vacaciones eran para que nosotros los más novatos de la familia disfrutáramos del nudismo y del incesto.
No era momento de meter a otras personas en nuestras sesiones de sexo.
Estefy demostró su desconcierto y su urgencia por perder la virginidad.
—Calma, calma.
Cuando volvamos a casa haremos una pequeña fiesta —prometió tía —.
Bueno, será mejor que volvamos a la casa a descansar.
Ya nos expusimos mucho al sol.
Todos volvieron a la camioneta menos Estefy, Alec y yo.
—¿Qué creen que debamos hacer? —me preguntó Alec —.
Yo realmente quiero probar la leche de esa mujer.
—Te apoyo, hermanito —dijo Estefy feliz y tomó el pene de Alec entre sus manos.
—Yo también tengo muchas ganas de coger.
Mmm… tal vez ellos se enojen, pero tengo una idea.
Síganme.
Les dije a nuestros padres que les alcanzaríamos después de dar una caminata por la playa, pero en realidad nos fuimos en dirección a la pareja de nudistas.
Yo caminaba con emoción por estar desobedeciendo a mi tía.
Estefy y Alec platicaban con normalidad excepto porque mi hermana sujetaba la verga como si le llevara de la mano.
Qué tierna, pensé.
Llegamos hasta donde estaba la sombrilla.
Mayra y su esposo nos saludaron.
—¿Qué han decidido?
—Participaremos pero sólo mis hermanos y yo.
—Perfecto.
Nos estamos hospedando en ese hotel de allá, habitación 203.
Les veremos a las diez de la noche ¿vale? Cuando nuestra hija se haya dormido.
—Claro, allí estaremos.
—Lleven condones de sabor ¿sí? Y también si tienen juguetes podríamos compartirlos.
Nosotros tenemos unas cositas bastante divertidas también.
—A las diez, hecho.
Ahora sólo faltaba idear un plan para que nuestros padres nos dejaran salir a esas horas sin que sospecharan de nuestras intenciones.
Estefy sugirió que les mintiéramos diciendo que iríamos a bailar a un antro.
La idea no sonaba nada mal, sólo que eso podría darle ganas a nuestros padres de ir también y nos aguarían la fiesta.
Sin embargo como no teníamos más remedio ni otra idea, la aceptamos.
—¿Un antro? —dijo papá, que estaba en la sala.
Mamá y tía Joan estaban a sus lados completamente desnudas y lo abrazaban como si fuera el rey de la casa.
En cuanto a tío Mauricio, él estaba en un rincón con la verga tiesa dentro de la boca de Lorena.
Mientras tanto mi gemela miraba con atención las habilidades mamatorias de su novia.
Al parecer la recatada se estaba soltando.
—Bueno… eso suena interesante —dijo tía Joan —.
Deja que se diviertan.
No creo que sean tan malos como para hacer algo indebido ¿verdad, niños?
—Ya no somos niños —dijo Estefy inflando los cachetes.
—Sí, claro —padre se lo pensó un poco.
Yo me quedé mirando como mamá y tía jugaban con la verga flácida de papá —.
Está bien.
Pueden ir, pero no tarden mucho.
Las quiero aquí antes del amanecer y nada de llegar callándose de borrachos ¿vale?
—Sí, papá —dijimos los tres.
Por la noche nos vestimos como para ir de fiesta.
Yo con una minifalda de mezclilla y una camiseta.
Alec iba muy guapo, con una camisa que le marcaba su prominente pecho, y Estefy con unos pantalones a la cadera mostrando los tirantes de su sexy tanga y un top negro.
Parecía que la chica iba a grabar una película porno.
Nada más verla, papá la sentó en sus piernas.
Estefy lo rodeó con sus brazos y le dio unos suaves besos en la boca.
—Te quiero papito.
—Y yo a ti hermosa.
Papá siempre había consentido a Estefy por ser la más pequeña de los hermanos, y hasta en el sexo la trataban con delicadeza.
—Vámonos, hermosa.
—De repente quiero coger con papá.
—No, vamos a ir de fiesta —la tomé de la mano y nos fuimos a la camioneta que Alec iba a conducir.
Una vez en la carretera Alec y yo estábamos callados y nerviosos.
La única que parecía ir de auténtica fiesta era Estefy, ya que iba sacudiendo su cabello al ritmo del rock que sonaba en el estéreo.
Antes pasamos a comprar los condones de sabor y dejé que Estefy los escogiera.
Luego fuimos al hotel y buscamos la habitación.
Por un momento pensé en echarme para atrás pero cuando vi a Mayra abrir, recobré las ganas.
Se veía muy linda e inocente vestida con oberoles, como una mamá recatada que acaba de perder la virginidad.
Nos saludó con sendos besos y nos dejó pasar a su habitación.
—Pasen, pónganse cómodos.
—Gracias.
—¿Gustan algo de tomar?
—Un refresco estaría bien.
¿Tus hijos ya se durmieron?
—Sí.
Están roncando.
No se despertarán, descuiden.
Mi hermana duerme con ellos así que los mantendrá quietos.
Tengan, salud.
Bebimos por un rato y conversamos un poco para conocernos mejor.
Resultaba que ellos eran incestuosos también, ya que Mayra y su hermana se daban unos atracones lésbicos cuando se cansaban de compartir la polla de Hans.
—¿Y piensan meter a sus hijos en el incesto? —preguntó Mayra, indiscreta.
Los dos se rieron.
—Sí, pero cuando sean grandes por supuesto, jajaja.
Bueno… ¿quieren comenzar o platicamos más?
La polla de Alec ya se marcaba.
Estaba aguantándose las ganas.
Me reí.
—Comencemos.
—De acuerdo —soltó Mayra y empezó a desnudarse.
Nosotros tratamos de imitarla pero ella dijo que no ya que ellos nos quitarían la ropa a nosotros.
Su esposo y ella quedaron desnudos rápidamente.
No llevaban ropa interior.
La rajita de Mayra ya se veía un poco húmeda y deliciosa.
Sus pechos eran grandes y se le veían las venitas azules y verdes por debajo de la piel.
Qué pezones tan hermosos.
La polla de Hans no se quedaba atrás.
Era muy venosa, con un glande perfecto y gruesa como a mí me gustaba.
A Estefy se le hizo la boca agua.
Lo vi en sus ojitos.
—Comenzaremos por un poco de juego previo ¿vale? Ven aquí, Alec.
Ustedes pueden irse con mi esposo.
—Yo quiero jugar un poco —dijo Sofia, apareciendo de repente del dormitorio.
Llevaba unos minishorts y su sujetador.
—Ah, bien.
Les presento a mi hermana.
Es muy buena con las chicas.
—¡Ah, yo la quiero! —dijo Estefy levantando la manita.
Sofia sonrió.
Eran muy parecidas en cuando a complexión y edad.
Mientras se acercaba Sofia se quitó la ropa y se sentó frente a mi hermanita.
Hans me pidió mantenerme agachada como una perrita.
Él se levantó masturbándose.
Su polla quedó tiesa al momento y la acercó a mi boca, pero cuando yo iba a atrapar esa deliciosa verga, él me la alejó.
Volvió a acercarla suavemente.
Me reí.
Dejé que untara el glande por mis labios como si fuera un labial, que me frotara sus huevos por toda la cara.
Mientras lo hacía empecé a desvestirme.
Me quité la falda y la blusa.
Por suerte no llevaba nada de ropa interior.
Me estaba calentando tanto que mi frente ya empezaba a sudar con sólo sentir el tacto de pene en mi boca.
Por otro lado mi hermano estaba tumbado boca arriba.
Ya no tenía los pantalones ni la camisa.
Mayra estaba restregándole su culo por toda la cara, bañándolo con sus dulces jugos.
Mayra y Sofia estaban enredadas en un buen rollo lésbico y se besaban como si no hubiera un mañana.
Podía oír sus lenguas chasquear y como la saliva les escurría de la comisura de la boca.
—Sofia adora los besos con mucha saliva —dijo Mayra.
—Mi hermanita también.
Son tal para cual…
Antes de poder seguir hablando, Hans introdujo su verga en mi boca y la llevó al fondo de mi garganta.
Tuve una arcada y la sacó de inmediato.
—Wow….
Otra vez.
Lo volvió a hacer, yo sólo me limité a abrir los labios y dejar que su pene entrara y saliera por completo, hasta el tronco.
Ese cabrón me estaba obligando a hacerle una garganta profunda a la que no estaba muy acostumbrada y me estaba provocando.
Sin embargo supo cuando detenerse y darme un respiro.
Del otro lado Sofia regresaba con unas cuerdas.
Tomó a Estefy de la mano y se subieron a la cama.
Mientras mamaba la cabecita del pene de Hans, vi como esa mujer amarraba los brazos y los tobillos de mi adorada hermana hasta tenerla bien abierta.
Esto maravilló a Estefy, que no tenía reparo en mostrarnos todo su coñito.
Después Sofia sacó de un cajón un vibrador y lo aceitó.
—Soy virgen, así que me lo tienes que meter por el ano —dijo Estefy con naturalidad.
—Ah… entonces hay que ponerle un condón texturizado.
Con mucha sensualidad Sofia le puso un condón al juguete.
Luego colocó una almohada para levantar el culito de Estefy y pegó su boca al culo de la chica para empaparlo de saliva.
Estefy se carcajeaba y jadeaba de lo rico mientras la lubricaban con saliva y sus propios jugos.
Después oí que Alec gemía.
Mayra estaba a cuatro patas y sonreía apaciguada mientras mi hermano le hundía la verga por la concha, hasta el fondo.
Lo hacía despacio y a profundidad.
La mujer cerraba los ojos.
Vi que de sus senos comenzaba a gotear deliciosa leche y quise ir a lamerla, pero tenía la boca llena de la verga de Hans.
—Ya te la quiero meter —dijo el hombro.
—Es que también soy virgen.
—Descuida.
Adoro el sexo anal.
—Ah, un gusto.
Me puse frente a Mayra para besarla en la boca mientras su esposo me separaba las nalgas y metía su duro miembro por mi estrecho agujerito.
Gemí y me mordí el labio inferior de delicia cuando el pene abrió un canal por mi recto.
¡Qué rico! ¡Qué polla más gruesa!
—Está riquísima ¿verdad? Tú hermano no se queda atrás.
Estefy se puso a gemir cuando Sofia le empezó a rajar el culo con el consolador.
Mayra y yo veíamos como Sofia sacaba y sacaba el vibrador muy rápido.
La maquina zumbaba.
Estefy gemia y gritaba intentando liberarse pero las sogas la tenían bien abierta.
—¡Sigue! ¡Sigue! ¡Más rápido, coño!
—Tú hermana se la come toda ¿verdad?
—Adora el sexo por el culo.
Lo acaba de descubrir.
Antes era adicta a la masturbación.
Las tres gemíamos.
Nos estaban dando por el culo y la habitación se lleno de los gemidos dulces de las tres mujeres.
Mayra y yo intercambiábamos saliva, besos y unas pocas palabras.
Detrás Hans empujaba por mi recto y me hacía chocar con la cabeza de su esposa.
—Cambiemos un poco el ritmo —pidió Mayra y yo me alegré porque el pene grueso de Hans ya me estaba incomodando un poco.
Mayra se recostó encima de su esposo después de quitarle el condón y ponerle otro.
Dirigí su pene para que le entrara por la concha de su esposa.
—Ven aquí, bebé —pidió a mi hermano —.
Métemela por la cola.
Una doble penetración.
Alec aceptó de inmediato.
Yo ayudé a que mi hermano pudiera introducir su verga dura por el ano de Mayra.
La mujer gritó deliciosamente cuando los dos hombres empezaron a moverse alternadamente.
Vi que sus tetas goteaban leche.
Su marido se pegó a ellas y succionó sus pezones.
Yo, solita, decidí descansar un poco.
Me ardía la colita y me fui con Sofia.
Estefy y ella se estaban besando.
El vibrador continuaba metido en el culito de mi hermanita y le hacía estragos por el recto.
Yo lo dejé allí y me dediqué a lamerle la vagina, que estaba brotando de jugos.
No iba a dejar que se desperdiciara una sola gota.
Durante un rato los gemidos de Mayra fueron feroces, y se sobreponían a Sofia y sus chasquidos cuando le comía la boca a mi hermana.
—Hagamos otra cosa —pidió Sofia y desnuda se fue al dormitorio.
Volvió con un par de cajas donde habían otros juguetes sexuales y me dio a mí unas bolas chinas.
Luego desatamos a Estefy, que se sintió muy feliz de verse libre.
—Oigan… yo también quiero sandwich —dijo cuando vio como le rompían el culo y la vagina a Mayra.
—Pero sólo tienes un agujero disponible —repliqué.
—Uhm… ¡Estoy lista! ¡Alec, quiero que me desvirgues!.
Por un rato todos nos detuvimos.
Estefy sonrió traviesa.
Acto seguido nos concentramos en Estefy.
La recostamos en la cama.
Mayra le puso un poco de lubricante vaginal.
—Pero me amarran.
Quiero tener las piernas bien abiertas para recibir a mi hermano.
—Me haces tan feliz —dijo Alec.
Sofia obedeció y amarramos a Estefy con sus muslos tan separados como nos era posible.
Por suerte la chica había practicado gimnasia de niña, por lo que sí era muy flexible.
Su coño estaba muy mojado.
—Vamos a mojarla un poco más —sugerí y pegué mi lengua a su vagina.
Mayra y Sofia también y entre las tres devoramos la concha de mi hermanita, que gemía como loca.
Compartíamos sus juguitos con mucho placer mientras los hombres se masturbaban mirándonos.
—Un poco de leche —dijo Mayra que aprovechó y exprimió sus tetas.
Me reí cuando un chorrito de leche salió de sus pezones y bañó todo el coñito de Estefy.
Incluso le entró por el culito que todavía seguía un poco abierto por la violenta irrupción de vibrador.
—Ya está lista para ti —le dije a Alec.
El se acercó.
Se quitó el condón.
Su cuerpo musculoso parecía demasiado grande y su verga también para la estrecha rajita de nuestra hermana.
Estefy miraba con una sonrisa, la cual se desvaneció cuando poco a poco el pene fue irrumpiendo dentro de su vagina.
Su cara estaba muy roja y el rico sudor le bañaba las tetitas.
—Tienes que hacerlo rápido —dijo Hans, que seguro era experto en desvirgar.
Alec sonrió y frunció las cejas después.
De un sólo empujón rompió el himen de Estefy y su verga se hundió en las profundidades de esa dulce vagina.
Estefy gritó y lloró.
—Sigue penetrandola.
No pares.
Deja que el placer borre el dolor.
La cara de Alec se veía un poco asustada y empezó a bombear.
Estefy lloraba.
Se veía tan hermosa.
Tan dulce e infantil.
Siempre había sido la bebé de la familia y ahora se convertía en mujer.
Me enternecí tanto que me acerqué y le di de besos en la boca.
Podía oirla gemir.
Su voz entraba a mí y yo la obligaba a callar con besos.
Al poco rato esos lloriqueos desaparecieron y se volvieron deliciosos gemidos.
—¿La saco?
—Bromeas.
Quiero otra verga, por favor.
Hans rió.
—Creo que es mi turno.
—Un poco más —pidió Alec —Quiero correrme dentro de ella.
No estás en días fértiles ¿verdad?
—Nop —respondió feliz y sonriente.
Vaya que mi hermanita estaba aprendiendo.
Todavía ponia gestos de dolor que rápidamente se iban y disfrutaba del pene de Alec.
Mientras tanto Mayra se acercó a ella y se recostó a su lado.
Le ofreció de sus tetas.
Estefy aceptó y se metió un pezón rosado a la boca y se puso a mamar como lo hacía de bebé.
Cerró sus ojitos.
Veía que no sólo estaba sacando la leche, sino que sí se la tragaba.
—Qué dulce eres, cariño hermoso —dijo Mayra —.
Ojalá mi hija sea como tú cuando crezca.
Alec gimió cuando soltó todo su semen dentro del coño de Estefy.
Mi hermanita no hizo mucho caso.
Estaba muy relajada succionando tetas, alimentándose de nuevo.
¡Qué dulzura de mujer!
Acto seguido vino Hans.
Su pene era más grueso y costó un poco en entrar.
Estefy mordió el pezón de Mayra y la mujer dio un grito, pero la dejó ser.
Una vez la verga estuvo adentro, la sacó y salió bañada por el esperma de Alec que seguía adentro.
A Hans no le importó y siguió perforando como todo un macho cabrío.
—Bueno, creo que sólo quedamos nosotras —dijo Sofia, ya que Alec estaba en un lado descansando con su pene flácido mirando como se cogían a su hermana.
—Hace rato vi bolitas chinas —mencionó Estefy.
—Aquí las tengo, cielo —me acerqué y le pedí a Hans que se quitara un momento.
Lentamente introduje todas las bolas en el recto de Estefy.
Luego las dejé allí para que le dieran placer.
—Uhm… y si ¿le metemos esto? —Sofía se acercó con un pequeño dildo, muy delgado.
—Metan lo que quieran —soltó Estefy con naturalidad, ahora bebía del otro seno de Mayra mientras sus piernas seguían bien abiertas y amarradas.
Me acerqué.
Sin sacar las bolitas chinas, como pude, deslicé el dildo miniatura por el anito de mi hermanita.
Me sorprendí de que se abriera lo suficiente como para que tuviera dos juguetes adentro.
Estefy gritó un poco, pero lo dejó ser.
Acto seguido pujó y el dildo salió un poco.
Lo volví a meter y ella usó sus deditos para mantenerlo adentro.
Hans reanudó sus penetraciones, ahora con más fuerza.
Ya se imaginarán que rico gemía Estefy con las bolitas chinas, el minidildo en su culo y la verga enterrada en su concha, además de las fabulosas tetas de Mayra en su boca dándole leche fresca.
Era erótico, morboso y raro a la vez; pero así es el sexo ¿verdad? No tiene que ser lindo y tierno siempre.
Puede ser sucio y bizarro.
Todos tenemos diferentes fantasías en la mente, y gustos variados.
A Alec por ejemplo le gustaba ver como cogían a su hermanita.
Sonreía.
Mayra gozaba de dar de beber su leche a otra mujer.
Estefy aguantaba los juegos en los que cualquiera de sus tres agujeritos estaban llenos, y yo… bueno… de repente resulté ser la más normalita de todos.
—Aquí tengo un juguete para las dos —dijo Sofia, que se había puesto un arnés.
—Oh… vaya —reí, y me dispuse a ponerme en cuatro patas.
Cerré los ojos y cuando ella me penetró, vi estrellas de placer.
Estaba siendo una noche magnífica, y todavía nos faltaban cosas por probar.
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