Loli aprende a conducir (V)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Este día nos despertamos, él antes que yo, y sin decir palabra alguna se fue a la biblioteca a preparar un trabajo. Yo me levante cuando se había ido, me aplique crema en los pechos, el coñito y el culo, muy castigados en la tarde anterior, y me dedique después a arreglar un poco la casa. Hacía bastante calor. Estábamos en el mes de julio que había venido con altas temperaturas. Para que nada rozara mis partes maltrechas no me vestí y anduve desnuda en mis quehaceres. Me llamó por teléfono una profesora para decirme que no me preocupara de los exámenes de septiembre que ella se encargaba de prepararlos pues sabía que yo estaba haciendo cursos y sacando el carné de conducir, se lo agradecí mucho.
Seguí con mis tareas, limpiando, lavando, planchando, hasta que sonó de nuevo el teléfono. En esta ocasión era mi amiga Gabriela, una pintora soltera con la que mantenía una buena amistad. Tenía diez años mas que yo, pero se conservaba de maravilla. Morena, guapa, de ojos negros, lucía un espléndido cuerpo con unos senos enormes que la hacían siempre ser oscuro objeto del deseo de los hombres que la conocían.
-Loli, ¿cómo estas?, me preguntó. Le conteste que bien y hablamos de temas triviales, que si el trabajo del insti, que si Carlos se quedó en mi casa una temporada y le marchaba estupendamente, que si ella estaba a punto de realizar una nueva exposición de sus cuadros,.. en fin, de cosas cotidianas que nos afectaban. En un momento de la conversación, me dijo, ¿quieres comer mañana conmigo? He descubierto un restaurante magnífico. Te encantara. Repasé mentalmente mi agenda, no encontré compromiso ni obligación alguna, y le respondí que sí. Quedamos en vernos al mediodía, en la puerta del restaurante, que estaba por la zona de Nuevos ministerios. Me apunte la dirección, el nombre, y nos despedimos.
El día transcurrió sin incidencias dignas de contar. Mis orgías no me obsesionaron como antes. Me preocupó mas la inquietante relación personal con mi amigo que al acostarnos me obligó, cogiéndome la cabeza, a chuparle la polla. No se la había lavado, quiero que recuerdes el sabor de los tíos que te follas, puta, me musitó al oído. Olía y sabía a demonios, me dio bastante asco, pero hice mi papel de sumisa amiga, aparte de que me excitaba un poco me tratara así, y se la mamé con afán hasta que se derramó en mi boca, llenándola de semen. Me lo tragué todo pues no tenía ganas de levantarme e ir al lavabo, me limpié luego los restos que quedaron en la comisura de los labios con un pañuelo de papel, y después me dormí a su lado sin decir nada.
Te noto distinta, Loli, me dijo Gabriela. Era ya el día siguiente, y tomábamos café, después de comer estupendamente juntas. El restaurante italiano que me había llevado valía la pena, ofrecía unas excelentes pastas bien cocinadas. Mira, Gaby, somos amigas y confío en ti. Tienes razón, no soy la misma, pero te voy a explicar el por qué, le expliqué. Ella era una mujer muy liberal, de las que no se escandalizan por nada. Sin omitir detalle, le conté mis dos frenéticas tardes de sexo. Ella escuchó atentamente, y cuando terminé me apuntó, lo que necesitas lo tengo en mi casa. Vamos allí a tomar una copa. Pagamos y nos levantamos para irnos. Los hombres nos miraron como habitualmente lo hacían, pues estábamos radiantes, yo, con mi pelo suelto, mi falda negra de cuero y mi blusa transparente, y Gaby con su ceñido vestido azul. Las dos éramos bastante altas y nuestros tipos eran de mujeres de bandera, como dicen los machistas.
Llegamos a su casa, un dúplex en Arturo Soria con el estudio de pintura en la planta baja, al lado de un saloncito y de la cocina, y dos dormitorios y un aseo en la parte de arriba. Me senté en un sofá. Gaby trajo dos copas de un licor buenísimo, oriental me dijo que era, y se sentó a mi lado. Mirándome a los ojos me dijo, ¡ay, Lola, qué suerte han tenido los tipos de tus orgías!. Me sorprendió el comentario, pero pronto entendí el por qué del mismo. Mi amiga alargó una de sus manos hasta mi blusa, a la altura del pecho y me comenzó a acariciar suavemente las tetas. No hice nada, la dejé manosearme, me podía a cien. Siguió hablando, siempre he querido acostarme contigo, Lolita, pero te veía un poco conservadora, muy modosa, muy tradicional, muy profesora. Por eso nunca te propuse nada. Pero ahora veo que tienes alas, que vuelas alto en el sexo. Es hoy el día de pedir permiso para gozarte, para hacerte mía. No dijo nada mas, continuó toqueteándome, y se acercó con intención de besarme en la boca. Atónita por el descubrimiento de los deseos de Gaby, me limité a cerrar los ojos y abrir mis labios para recibir los suyos. Iniciamos un largo e intenso morreo. No era la primera vez que lo hacía con una mujer, y me excité una barbaridad como otras tantas veces. La humedad se adueñó rápidamente de mi escocido coño, mientras nuestras lenguas se cruzaban en un cálido beso entre mujeres. Gaby, al mismo tiempo que me morreaba, se dedicó a desabrochar mi blusa. Lo hizo con soltura y después sacó mis tetas por encima del sujetador. Entonces, dejó mi boca y pasó a lamer mis pezones. Debió ver lo magullados que estaban, así como las pequeñas heridas que se veían en mis pechos, producto de los febriles asaltos de los tíos del bar. Se afanó lamiéndolos delicadamente, pero con indudable oficio. Me alivió el ligero dolor que aún tenía en mis tetas, me calentó con la punta de su lengua pasándola por la punta de mis pezones, me puso a cien chupandolos con sus labios. Gaby, me gusta mucho lo qué me haces, le dije. Es a la vez excitante Pasó unos momentos disfrutando de los pechos de Gaby, hasta que ella me propuso tumbarme boca arriba en el sofá. Así lo hice y, entonces, se puso encima de mm en posición contraria. No nos quitemos las bragas. Es mas excitante tenerlas puestas y abrirse paso por ellas, me indicó.
Comenzamos de esa manera un sesenta y nueve frenético. Su peludo coño lo descubrí apartando la tira de sus bragas. Metí mi lengua en él y lo lamí con ganas. Le mordí el clítoris, mientras con mis manos sobé y pellizqué sus formidables pechos. Gaby, por su parte, me lamió el clítoris, también apartando mis bragas, sorbió mis flujos, y metió su lengua en mi raja. Lo hizo con maestría, como una experta lesbiana capaz de llevar al éxtasis a su amante. Con su trabajo lingual en mi coño, pronto me corrí gritando como una loca. Ella, a su vez, cuando le metí dos dedos por el culo, mientras le mordía el clítoris, también alcanzó un importante orgasmo. Al menos, sus gemidos, así me lo hicieron saber. Después de este asalto, nos sentamos en el sofá. Sin decir palabra, nos besamos en la boca con ternura y pasión al mismo tiempo.
Repetimos este sesenta y nueve un par de veces, nos corrimos juntas, y para terminar la sesión, nos pusimos una frente a la otra y nos meamos, lanzando los chorros de pipi cada una en las tetas de la otra. Después nos duchamos, nos vestimos y quedamos en volver a vernos. Ella me dijo que la próxima vez, cuando mis partes íntimas estuvieran curadas, tendríamos una tarde de sexo violento. Y que, cuando lo probara, nunca mas echaría de menos la brutalidad masculina. La femenina, ella lo sabía bien, podía alcanzar cotas mas altas. Como anticipo me enseñó una foto en la que estaba abierta de piernas con una tía metiéndole dedos del pie por el culo. Sólo de verla me calenté y le pedí que me lamiera de nuevo el coño para poder correrme otra vez y llegar a casa desahogada.
No le conté el largo historial que yo tenía en esta materia, pero me pareció que si me hacía la inocente Gaby lo disfrutaba mucho más y yo me calentaba igual. Un beso a todas.
saludos para todas las mujeres que hayan tenido experiencias parecidas. Sé que no te gusta esto Travieza pero te lo dedico.
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