Loli aprende a conducir (VI)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
habían pasado algunos días sin practicar con el coche, así que me decidí a ir a la autoescuela anhelando que mi profesora inicial Mónica estuviera recuperada y me diera la clase.
Tuve suerte y Mónica me recibió con una gran sonrisa, noté como su cuerpo se alteraba un poco, se excitaba y ponía nerviosa pensando en la posibilidad que se le había ese día.
Yo no estaba sola, me acompañó Carlos que estaba muy pesadito queriendo verme conducir y sobre todo porque yo le hablaba a todas horas de Mónica tenía una curiosidad morbosa por conocer a mi profa.
Venía muy guapa, con sus enormes pechos enfundados en su suje de encaje más bien pequeño para sus dimensiones. La blusa era transparente y dejaba entrever todas estos detalles que desde luego ni a mi ni a Carlos nos pasaron desapercibidos. Llevaba una minifalda muy corta, negra y de seda, que se pegaba mucho a su tanguita también negro y minúsculo, iba super atractiva.
-Caramba qué tía, me susurraba Carlos a medida que nos acercábamos a ella.
Se ve que esperaba que yo volviera a dar mis clases y quería retomar donde lo dejamos pendiente.
Yo iba como siempre muy atractiva, ajustada y con lencería muy fina. Mis dimensiones no son tampoco pequeñas y mis curvas hacen que hombres y mujeres las admiren.
-Me alegro un montón de verte, Mónica, no quería dar más clases hasta que vinieras. Con los hombres es muy diferente, no nos entienden, ja,ja.
Realmente no estaba siendo sincera porque mis experiencias desde que ella se fue no habían sido nada aburridas pero ya echaba de menos echar el guante a una chica.
-Bueno, cariño, pues ya estoy de vuelta y completamente en forma. Te gusta mi nuevo look, me he modernizado un poco, ¿qué te parece? Me decía esto mientras nos dimos nos besos y nuestras manos tocaban en blando poco más abajo de los pechos una de la otra.
-Señorita, permita que me presente, soy Carlos, un amigo para todo de Loli, no conozco su look antiguo pero le aseguro que el nuevo es muy excitante.
-Gracias, soy Mónica. Así que tienes un amigo para todo, ja, ja.
-No le hagas caso, es un guasón, es un compañero que se ha quedado unos días en mi casa, se empeña en verme conducir, si no te importa que nos acompañe.
-No, por mí, no hay problema. Además si me dice esas cosas que levantan el ánimo soy capaz de invitarle a tomar un café a mi casa.
Nos fuimos hacia el coche de prácticas, Mónica y yo muy animadas rozándonos excitadas pero sin pasarnos porque nos veían desde la Autoescuela. Carlos iba detrás relamiéndose de las dos mujeronas que podía admirar.
Sentarnos en el coche y subirse nuestras faldas para arriba dejando casi todos nuestros muslos al aire fueron todo uno. Carlos que iba detrás se puso en medio y se echaba adelante, decía que para ver mejor la carretera, yo creo que quería ver mejor otras cosas.
Comenzamos a marchar, derecha, izquierda, era una zona un poco desierta, dimos unas vueltas. Creo que los tres estábamos babeando un poco, sabíamos lo que iba a pasar pero aún no sabíamos cuándo ni cómo.
-Bueno Loli, tienes que practicar el aparcamiento, allí, junto a esos árboles.
Era la zona más alejada, más desierta. Al echar el coche para atrás, me giré, miraba para atrás, mi cuerpo torcido se ofrecía a Mónica, mi pecho derecho estaba casi en su hombro izquierdo, ya se rozaba, mis piernas estaban abiertas, Mónica podía ver perfectamente mi entrepierna peluda que salía entre mi tanguita negro pequeñísimo. Mi rodilla desnuda tocó la suya.
Mónica no aguantó más y puso su mano sobre mi muslo.
-Vamos, Loli, lo estás haciendo muy bien, así, sigue un poco más.
Su cara se inclinó y se apoyó en mi pecho. Mordí mi labio notando que mi entrepierna se humedecía de mis flujos. Ella seguía acariciándome, ahora con ambas manos. Se me ponían los vellos de punta, y no sólo los vellos.
Carlitos estaba viendo la escena en primer plano, se llevó la mano a su entrepierna que ya apuntaba al techo del coche. Se acarició y empezó a bajarse la cremallera.
El coche estaba aparcado y quité el contacto para que mis manos quedaran completamente libre.
-Bueno, chicos es momento de reclinar los asientos.
Rápidamente aquel habitáculo se convirtió en una cama perfecta, salvo el pequeño detalle de la palanca de cambios.
Pero la palanca no era un impedimento porque con una gran habilidad Mónica que quitó el mango dejando un pitorro de unos 30 centímetros, fantástico pene, si lo piensas y le puso una especie de condón endurecido.
Nos ibamos desnudando enlazados los tres. Dejamos participar al chico porque nos daba pena y morbo a la vez aunque podíamos prescindir de sus ásperas caricias. Lo que las dos deseábamos eran lan gráciles manos de una mujer, las caricias sabias y aterciopeladas de una compañera comprensiva y cariñosa, no la rudeza y exigencia de un machista egoista y pretencioso.
Bueno le dejamos participar, nos quitaba el sujetador, bajaba las cremalleras, soltaba nuestros botones, volaban nuestras blusas, pantalones, sujetadores y tangas de hilo dental, todo ello muy bonito y completamente mojado a estas alturas (me mojo solo de recordarlo y de escribirlo aquí). Intercambiamos en un primer momento lascivo toda esa ropa interior poniendo nuestra boca y chupando con nuestras lenguas los flujos que la compañera o compañero habían dejado en su tanguita o calzón. Olían de maravilla, muy característico y diferenciador de cada persona.
Moni y yo nos besamos en la boca con mucha pasión, nuestras lenguas muy babosas se metían en la boca de la amante saboreando todos sus oquedades excitadas. Carlitos nos magreaba baboso, sus manos tenían tanto que tocar que ya no sabía donde acudir, una mollita, un culito, un bracito y mont veneris, un coñito peludo, un clítoris grande, uno mediano, un pezón enorme, una aureola oscura. Realmente estaba muy excitado y se notaba porque nos rozaba con frecuencia con su pene erguido y de buen tamaño, pene enrojecido y goteante.
Pero nosotras seguíamos con nuestros morreos y nuestro magreos, los pezones se rozaban y crecían de modo notable, los de Mónica más gordos, los míos más largos, toda una escena para cualquiera que pasara por allí, felizmente a esas horas este sitio estaba super desierto.
Noté que Moni se iba girando mientras tocaba mi culito y gemia y gemía, ahhhh, sí, sigue así, ahhh, me vas a matar… su coñito se iba colocando en el cambio de marchas, en la barra de 30 centímetros perfectamente enfundada, una vez colocada, se sentó encima y bajó y bajó, metiéndosela casi entera, mientra daba un gritito, ahhhhhh, ahhhh, Loli te quiero.
Arriba y abajo, arriba y abajo, puse mi mano en la base y subí hacia su interior, la barra estaba chorreando de sus líquidos, muy pegajosos.
Pero Carlitos quería su ración, no le iba el papel pasivo que estaba adoptando….pero esto se está haciendo demasiado largo Os lo cuento en el próximo capítulo, un poco de paciencia….
Me gustan mucho las relaciones entre mujeres, filiales y lencería bonita.
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