Mi hermana Lupe putita, yo bisexual, contra cinco chicos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por inczo.
Hola, bueno para quienes no han leído ninguno de mis relatos anteriores (ayudando a mi hermanita con unos albañiles) (con mi hermanita con unos amigos en el monte) y (Nos cogieron juntos a mi hermanita y a mi), les diré que ella desde muy jovencita andaba dando las nalgas a quien se las pedía, se metió en broncas, pero una de esas si estuvo difícil, luego se las cuento (cuando mamá supo por chismes de vecinas que andaba de putita).
Bueno, sigo lo que va a ser el relato.
Resulta que ella iba, cuando tenía 13 años, a cuidar a una anciana, a una casa distante uno kilómetro de nuestra casa y para llegar a ese lugar debíamos cruzar un enorme campo, descampado, el cual estaba rodeado por baldíos y un monte, ese sí muy extenso, por donde pasaba una carretera, luego seguí el mismo monte y mucho más lejos ya comenzaba otra colonia.
Total, como a las 8 de la noche salíamos de casa para acompañarla a la casa de la anciana, así las cosas una noche salimos los dos para ir a donde la anciana.
Cuando caminábamos por el descampado vimos a varios tipos y yo me inquieté, pues si bien es un camino, de noche casi nadie o más bien, prácticamente nadie pasa por allí, nosotros lo hacíamos porque era el camino más directo para llegar a casa de la anciana y si no nos íbamos por allí, deberíamos rodear y era un trayecto mucho muy largo.
Se lo dije a mi hermana.
-Oye Lupe, adelante están unos cabrones, mejor nos regresamos y rodeamos.
-No seas miedoso, además que ¿nos puede pasar?, cuando mucho unas cogidas, y…, ¿a poco no se te antojan?, a mi sí, hace días que no vamos con nadie y traigo ganas…
-No creo que sea buena idea, además no los conocemos y pueden ser malas personas.
-No te preocupes y vamos a ver qué pasa, hasta a lo mejor resultan maricones, como alguien que conozco y no quiero decir su nombre, jajaja.
-Bueno, son tus nalgas (y las mías también, jejeje)
Seguimos el camino y justo al llegar a donde estaban los tipos, eran cinco, uno de ellos nos salió al paso.
-Hola, ¿A dónde van, los podemos acompañar?.
-Vamos, mi hermano y yo a ver a una señora, ¿por…?
-Porque está muy oscuro y los pueden violar, ¿No crees?
-No creo, porque por aquí pasa mucha gente, todavía si fuera allá (dijo señalando al monte).
Entonces la sujetó de un brazo y yo intercedí.
-Calmado, ella si quiere, pero sin violencia, no es necesario hacerlo por la fuerza.
Mi hermana intercedió.
-Sí, podemos ir allá y lo hacemos, porque por aquí a veces pasa gente y olvídense que también me vayan hacer lo mismo, a lo mejor hasta llaman a la policía, mejor vámonos todos al monte.
Ya, sin violencia, todos en paz nos fuimos adentrar al monte, mi hermana iba tranquila, relajada, los cinco tipos iban algo inquietos y los miraba de reojo.
-No hay problema, ella se va a portar bien y ustedes la van a pasar también bien.
-Jajaja, pues si no cooperan ustedes la van a pasar mal. Dijo uno de ellos.
Así llegamos al monte, no muy adentro, para poder ver el camino, por si alguien pasaba por allí, aunque si acaso pasaba no nos podría ver.
Cuando estuvimos entre los árboles y arbustos, uno de ellos se sacó la verga y mi hermana de inmediato se la agarró, ya la llevaba bien parada, en la oscuridad le brillaba la cabeza, sin mayor preámbulo se agachó para darle una buena mamada, mientras los otros cuatro también se sacaban sus miembros, solo uno lo tenía de buenas dimensiones; gruesa y larga.
Lupe dejó de mamar y se quitó el pantalón y la playera que traía, quedó solo en bikini y el pequeño brassier (porque tenía aún sus tetas pequeñas).
Tres de los tipos se acercaron a ella y comenzaron a acariciarle los pequeños senos, las nalgas y su panochita con abundante vello púbico.
Uno se acercó para que se la mamara y otro se fue a meter en medio de sus piernas para chuparle su rajita, mientras el otro le ponía la verga entre las tetitas. Los otros dos miraban, igual que yo, tenían la verga de fuera y se la acariciaban.
Yo me acerqué a ellos para ayudarles, les agarré sus penes y me agaché para mamárselos.
-Vaya, el hermano salió putito, y la mama rico. Dijo uno.
-Jajaja, es cierto, la chupa bien el mariconcito.
Mi hermana volteó a verme y me sonrió.
Uno de los tipos la acomodó empinadita y se le comenzó a meter suavemente, sin condón (los weyes no iban preparados), así estuvo limándola por un rato, luego ella pidió se acomodaran en el piso. Se acostó uno de ellos y ella se montó arriba de él y comenzó a cabalgarlo, ensartada en su verga, otro se acercó para que se la mamara. Mientras yo seguía chupando esas dos vergas que me habían tocado, por cierto una era la del que estaba bien dotado.
Pronto mi hermana comenzó a tener su primer orgasmo…
-AAAAAHHHH, QUE RICO, QUE RICA METIDA DE VERGA ME ESTAS DÁNDO, QUIERO OTRA VERGA, QUE OTRO ME LA META POR EL CULO!.
No se hizo repetir la invitación, uno que solo le acariciaba las tetas se puso detrás de ella y se la dejó ir, para hacer un delicioso sándwich, donde el relleno era el cuerpecito de Lupita (o Luputa, jejeje).
De pronto, uno de los chicos a quienes yo se la mamaba comenzó a soltar chorros de esperma, tragué todo lo que pude. Mientras el otro me decía…
-Ahora me toca a mi darte verga putito, te voy a destrozar el culo, quiero que esa perra de tu hermana vea cómo se cogen a su hermano.
Pobre wey, si supiera cuantas veces me había visto ensartado, y con vergas más grandes que la de él.
-¡Si papacito, que vea esa puta que no nomás ella tiene agujeros para recibir verga!
De pronto, se escuchó un gemido y voltee, era el chico al que mi hermana se la mamaba, estaba eyaculando en la boca de ella quien golosa se tragaba todos los mecos.
Mientras los otros dos la seguían ensartando, como pistones, uno por el culo y el otro por la panochita.
Mi hermana solo gemía, pedía más y más…
-¡CABRONES, DENME DURO, FUERTE, QUERÍAN UNA PUTA, Y AQUÍ ESTÁ CON USTEDES, QUIERO MÁS VERGA!
No tardaron en venirse los otros dos, por el culo y la panochita, dos prolongados aaahhhh!, se escucharon.
Mientras el que me estaba cogiendo a mí también exhalaba un prolongado suspiro y se tensaba, sentí en mi culito unos leves chicotazos, señal que sus mecos salían y se alojaban en muy entrañas.
Los chicos comenzaron a reír y nos dijeron que la habían pasado muy bien, que nunca tuvieron intenciones de hacernos daño, pero que tampoco pensaron que nosotros íbamos a querer que nos cogieran, que pensaron que éramos una pareja que iba al monte a coger y aclaró mi hermana.
-Pues sí veníamos a coger, ¿a poco no nos cogieron ustedes?
Todos reímos y nos dispusimos a regresar. Nos preguntaron si acaso otra vez podríamos repetirlo, mi hermana dijo que sí, pero en otro lugar, porque ahí era poco seguro.
Nos pidieron nuestro domicilio y les dije que podíamos darle cualquiera que se nos ocurriera, pero no queríamos engañarlo, porque si les dábamos el verdadero y si nos iban a buscar, podríamos tener problemas con mi mamá.
Quedaron conformes y nos acompañaron a salir del campo, yo les dije que iba a dejar a mi hermana y que regresaría por el mismo camino, para platicar, si querían, un rato.
Ya, Lupita y yo, bien cogidos, llenos de mecos, yo por el culito y la boca y ella por el culo, la panochita y también por la boca, nos fuimos a casa de la anciana y allí la dejé, ella y yo felices por la cogida que nos acababan de dar.
Volví por el mismo amino y allí estaban los cinco chicos, nos fuimos a unos troncos para platicar y me hicieron la consabida pregunta que desde cuando nos cogían, que si en verdad íbamos a volver a ir con ellos…
Les contesté sus preguntas e hicimos un compromiso; volveríamos mi hermana y yo a ir con ellos, nos pondríamos de acuerdo y volverían a tener sexo con los dos. Esa noche, los cinco chicos me cogieron a mi solito, vaya que sí disfruté de esas vergas, su rica lechita, ummm.
Chao, saludos.
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