MI VIDA ENTRE LOS CHUZZECOS (SEXO FANTASTICO)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Needi.
En una posada de la rivera amazónica, escuché el relato de un poblado en el que una rara enfermedad había diezmado a todas sus mujeres y como las pocas que quedaron no podían soportar sexualmente a sus 600 hombres el jefe decretó que no debían ser utilizadas para esos fines y que solo se dedicarían a los quehaceres cotidianos de mantenimiento, limpieza y otros asuntos que lejos distaban de lo sexual.
Poco a poco, los hombres, fueron teniendo relación entre ellos pero no los conformaba ni les gustaba ya que eran cazadores y el tener que comportarse como mujeres les disgustaba y a la vez los excitaba. Continuamente se desarrollaban peleas, algunas sangrientas. El pueblo estaba entrando en franca decadencia moral, social y económica…
A la mañana bajé de mi habitación y me senté en una mesa que daba al río cuando el dueño me mostró unas canoas encalladas en la orilla y me dijo: Esas son de la tribu de la que hablábamos anoche.
Quedé esperando que volvieran.
A la hora llegaron. Vestían taparrabos. Eran altos, fuertes, lampiños, de piel dorada, casi no tenían barba y no eran feos. Sus muslos y nalgas, por efecto del diario ejercicio, eran redondos y lisos.
Los vi partir y entonces corrí a mi lancha y zarpe en pos de ellos.
Los alcancé en un recodo penumbroso y solitario del río y les crucé la lancha delante para que pararan e hice como que tenía problemas con el motor. Les pedí ayuda a las señas y se acercaron. Yo me había puesto un short mínimo que mostraba mis piernas hasta el nacimiento de mi cola. Me senté en la baranda para que se me hincharan los muslos y los esperé.
Llegaron y les dije que no podía hacer arrancar nuevamente el motor y me di cuenta de que todos miraban fijamente mis muslos blancos, sin músculos, sin vellos, suaves y redonditos. Entonces me levanté algo mas el short mostrando casi todo un costado de mi cola y ellos subieron atropelladamente a mi bote y me dijeron que iban a ayudarme. Fuimos hasta el motor y me agaché delante de ellos como para mostrarles algo. Tuve la precaución de rozar con mi cola el taparrabos del que estaba delante de todos y sentí algo duro. Ya esta, pensé, ahora se me tiran todos.
Estaba agachado cuando sentí una mano acariciándome los muslos y la cola. Suspiré y gemí fuerte, como para que escucharan y me apreté a esa mano. Perdieron toda clase de inhibición y me levantaron en el aire entre todos, como a un nene. Me quitaron el short y me acariciaron todo el cuerpo. Algunos me hicieron felatío, otros me besaron el ombligo otros me chuparon la cola, me besaron la espalda, el cuello y todo. Me dieron de vueltas en el aire hasta hacerme marear. Luego les indiqué que traigan el colchón de la cabina, lo pusieron en el suelo y me acostaron boca abajo con una almohada debajo para que exponga la cola a sus antojos libidinosos. Uno de ellos se subió arriba mío intentando penetrarme. Me abrí con las dos manos y le ayudé porque estaba tan acelerado que solo, jamás lo hubiera logrado. Entonces entro en mí, totalmente excitado, hinchado y palpitante. Entró y salió de mí como desesperado unas pocas veces y a los gritos me inundó de semen ardiente y cremoso. Sentí que se me desparramaba por todas las entrañas. Todavía estaba drenando cuando los demás, también desesperados, lo “arrancaron” de adentro mío y otro me penetró sin piedad, apuradamente. Nunca habían hecho sexo con algo así como yo, blanco, redondito, suave.
Eran veinte y los veinte se vaciaron dentro de mí en muy poco tiempo. Yo estaba mareado pero feliz. Rebosante de semen y todavía tenía ganas de más. Se los dije y dijeron, vamos al poblado, allá te van a penetrar todos…
Volvieron a sus canoas y me guiaron.
Apenas llegamos me llevaron ante el jefe y le contaron todo. El jefe me miraba mientras hablaban y al rato se levantó, se me acercó y se puso a acariciarme. Vi que tenía el taparrabos levantado por algo que parecía inmenso. Seguro que ahora me posee, pensé y no me equivoqué. Me empujó para que me agache, me arrancó el short me apoyó su pene en la raja y empezó a empujar. Ayyy Dios!!! Que grueso era eso! Me abrí y abrí hasta que logró insertar su cabezota y continuó empujando y yo también y cuando me la enterró toda sentí que se me dislocaban las caderas y se me separaban los muslos. Llegó al final del recorrido y se quedó quieto, empujando ferozmente, por un momento que parecía una eternidad y luego la emprendió a cabalgarme como poseído. Con una mano me manoseaba todo el cuerpo y con la otra me masturbaba. Yo gemía y gritaba de placer y algo de dolor pero eso era muy lindo. Me sentía repleto, pleno, feliz… Y cuando él acabó yo también. Lo hicimos juntos, gritando como para espantar diablos y desparramando semen para todos lados… Todos los presenten buscaron ese semen y se lo llevaban a la boca como desesperados.
El jefe salio de adentro de mí arrastrando parte de mis entrañas, las que me quedaron afuera, chorreando.
Cuando el jefe se alejó vinieron todos a lamerme y chuparme la cola sacándome el semen que me había inyectado el jefe y se lo tragaban y me chuparon todo el cuerpo y me limpiaron el pene que tenia todo mojado e intentaron hacerme eyacular nuevamente. Entonces el jefe, que en ese momento volvía, dijo: No, no, que eyacule solo una vez por día porque sino no tendrá fuerzas para saciarlos a todos…
Me llevó con el y me invitó a permanecer en el poblado para cumplir con el rol de mujer para todos, porque dijo que yo tenía lindo cuerpo y piernas y cola y que además me veía fuerte y que creía que alimentándome bien podría llevar a cabo tamaña empresa. Me dijo que no me faltaría nada, que solo pidiera lo que necesitaba y que pondría una mujer a mi servicio y que si lo ayudaba a elevar la moral del pueblo me daría riquezas que no podría gastar en toda mi vida. Además dijo que tendría “mis obligaciones” desde la media tarde hasta la hora de la noche que yo quisiera pero que el resto del día era para que yo haga lo que se me antojara. Lógicamente no le iba a decir que no, porque además de ser penetrado todo el tiempo, cosa que anhelaba, tendría una vida de príncipe.
Me llevaron a una choza de “lujo”, con una cama de casi 3 metros por 3 metros con un mullido y fragante colchón, iluminada con luces de colores, que no se como las lograban, incienso, Etc… Me acostaron y me masajearon todo el cuerpo con aceites aromáticos y me depilaron con unos instrumentos que no se lo que eran, me trajeron unas bebidas exquisitas hechas en base de durazno y delicadeces para comer. Luego me dejaron en compañía a un cantante y músico que me deleitó todo el tiempo con un ritmo que nunca había escuchado, dulce, calmo y muy relajante hasta que quedé dormido como un tronco.
A la mañana me despertó un aroma de flores e incienso y una mujer comenzó a hacerme masajes con aceites. Al costado una mesita con frutas y otras exquisiteces de la selva que me incitaban a comerlas.
Me masajeaba todo el cuerpo, incluido mi pene y mi raja. A la raja le confería una atención especial; quizás porque sabia del arduo trabajo que me esperaba. Tanto me manoseo que logro excitarme, tuve una tremenda erección y ella, como si nada, seguía con los masajes.
Cuando se fue yo seguía excitado. En eso entra un hombre de edad avanzada, se me acerco y me empezó a tocar, me acaricio la espalda, bajo a la cola, siguió por los muslos y luego hizo lo mismo con su boca y me besó todo el cuerpo. Yo estaba sumamente excitado y deseaba que me penetrara de una vez. Lo toqué y noté que su pene era muy grueso aunque estaba algo esponjoso, no tan duro. Me lo llevé a la boca y el Sr. Gimió, creo que esta era la primera vez que experimentaba eso. Yo me puse boca abajo y me abrí con ambas manos ofreciéndole, impúdicamente, mi cola,. El tipo se entusiasmó y me subió atropelladamente y colocó su pene en el lugar indicado empezando a empujar y empujar. Era grueso, pero como no estaba tan duro entró casi todo, primero entro finito y lo siguió lo grueso que había quedado amontonado afuera, expandiéndose adentro de mí. Que linda sensación! Era como si me penetrara dos veces y siempre pasaba lo mismo, lo sacaba y cuando entraba lo hacia de esa forma. Una delicia!
Me gustó tanto que empecé a gemir como un niño, eso lo excitó y me cabalgó más rápido. Ahora entraba y salía en cuatro etapas, cuando salía lo hacia de a poco igual que cuando entraba. Yo goteaba sin parar y tuve varios orgasmos anales. Esas contracciones le estrujaron el pene hasta hacerlo eyacular a los gritos.
Derramó mucho semen y se quedo adentro por un rato largo. Drenaba lentamente mientras yo sentía como se escurría esa caliente crema hacia los confines de mi cuerpo.
Que hermosa mañana!! Los masajes, los manjares y luego esta experiencia sexual que nunca había tenido. Ahora era mi preferido y así se lo dije y me prometió venir todas las mañanas.
Me vestí y salí a reconocer el poblado. Había muchas chozas pero no eran tan primitivas como otras que vi en mis viajes anteriores. La selva llegaba hasta donde comenzaba el poblado y era notorio que debían luchar arduamente contra la invasión de las malezas porque se veían muchas herramientas destinadas a esa labranza.
Me senté en algo parecido a una barra en una especie de bar, donde servían esa bebida derivada del durazno.
Los lugareños me miraban extrañados, ya sabían lo que estaba haciendo yo allí y les asombraba el que estuviera entre ellos, en el pueblo. Según su mentalidad yo debería estar en mi pieza, escondido, como tenían a sus ídolos que aparecían solo cuando eran necesarios.
Se hizo medio día y volví a mi “santuario”. A la hora comenzaron a llegar mis “clientes”. Primero lo hacían tímidamente, casi con vergüenza pero cuando se percataron de que yo estaba desnudo sobre la cama ofreciéndoles, descaradamente, mi cola, se calmaron y esperaron su turno mas animados. Hacían “proyectos” entre ellos de lo que me iban a hacer cuando les tocara. Unos decían: Le echaré tres “polvos” otros le haré “acabar” un montón de veces y así se regodeaban con lo que pensaban hacerme. Ninguno cumplió con sus promesas…
Me sodomizó el primero. Previas caricias y besos, me introdujo su pene de una sola vez y me cabalgó un rato hasta que me inyectó tanta crema que parecía litros. Se fue contento y vino otro y otro y otro.
A las cinco horas de penetrarme yo aún estaba con ganas. Gocé, pero gocé más de uno que de otro, debe haber sido por el tamaño de lo que me introducían o la forma de moverse de cada uno. Casi todos gritaron al eyacular y eso es algo que me gusta y me hace gozar a mí también.
No tuve muchos orgasmos anales, lo que fue mejor, porque de lo contrario me hubieran agotado rápidamente.
A la noche ya me habían penetrado sesenta personas y solo tres de ellos me provocaron contracciones. Seguramente fueron los que más me gozaron, porque gritaban como ninguno cuando se corrían dentro de mí.
En eso entró la mujer que tenía de “secretaria”. La mandaba el jefe a preguntar si quería seguir con los coitos o ya estaba agotado. Le dije que atendería a diez más y “cerraría” el “boliche”. Ella, solo entendió diez más…
Me sodomizaron los últimos diez y ella, diligente, se ocupó de hacer volver a sus casas a los que estaban esperando, que eran como treinta. Les prometió que mañana serían los primeros.
Ese día, contándolo al señor mayor, me penetraron setenta y un hombres de distintas edades y me inyectaron, fácilmente, dos litros y cuarto de semen. Yo sentía su olor en mi piel y en mi boca.
A la madrugada desperté con ganas de seguir haciéndolo. Como no había con quien, casi me masturbo. No, no! Me dije, mañana vendrán muchos y podrás sacarte todas las ganas. Pensé que sería bueno continuar toda la noche, haciendo una pausa y luego seguir. Ya me estaba enviciando y eso que recién empezaba!
A la mañana desperté igual que en la anterior, olores muy lindos, comidas exquisitas y los consabidos masajes que me excitaban totalmente y me dejaban todo el día caliente.
Al rato entró el señor que me había prometido venir todas las mañanas y esta vez, sin ninguna timidez, me levanto en brazos me metió la lengua en la cola, la revolvió hasta que yo grité y seguí gritando de placer y ansiedad y me penetró mas que nunca porque hoy la tenía muy dura y le sentí hasta la garganta! Me desparramó la raja y me abrió las caderas, me sodomizó por dos horas haciéndome tener muchos orgasmos anales hasta dejarme tirado en la cama, medio desmayado y repleto de semen que chorreaba por los cuatros costados de mi cola.
Que había tomado ese “desgraciado”? – Que furia sexual! – Que cantidad de semen!. Vaya a saber que yuyos raros hay en la selva y que quizás nadie conoce!.. En mi semi vigilia le di las gracias a la naturaleza por ese prodigio y cuando recobré algo de fuerzas me alcé con mis brazos y le di un beso a mi “amante”, en agradecimiento por el momento que me había hecho pasar y caí nuevamente en la cama.
Apresurada la mujer vino en mi auxilio ya que tenía orden de no dejarme debilitar por nada. Me hizo tomar un brebaje que tenía sabor a ananá con vainilla y nuevamente me hizo masajes con sus aceites hasta que me recompuse totalmente. Pero no podía olvidar a ese señor que me hizo gozar tanto…
Recorrí por poco tiempo las inmediaciones y volví a mi choza. Con todo el trajín de la mañana se habían pasado las horas..
Comenzaron a llegar los que ayer se habían ido sin hacer nada y la mujer los ordenó.
Yo estaba sentado en la cama con mis muslos “hinchados” por la posición y todos ellos miraban hacia allí hasta que uno no aguanto y se me tiró encima. La mujer iba a sacarlo pero la calmé con un gesto. El tipo me empezó a chupar las piernas de abajo arriba y de arriba abajo mientras gemía muy ansioso. Me acarició todo, me arrancó los short, me empujó para acostarme en la cama y me hizo una felatío impresionante, con gran avidez y ansiedad mientras me acariciaba furioso la cola. Yo sentía que tendría un orgasmo, pero no quería porque tenia que durar mucho aún, lo levanté suspirando y me lo tiré encima abriendo mis piernas y guiándolo a mi raja, me penetró desesperado, sin tardar un ápice y me galopó un rato hasta que comenzó a gritar que se iba y que se iba y sentí que me bombeaba tanto semen caliente y cremoso que me invadía todos los resquicios del cuerpo. Creo que nunca alguien largó tanto semen de una sola vez! Jadeaba, bufaba, gritaba y seguía eyaculando. Luego drenó un largo rato y lentamente me fue sacando su pene que estaba inmenso, inflamado y chorreante. Cuando terminó de salir, sus jugos se escurrieron a borbotones de mi cola y los demás se abalanzaron para bebérselo.
Inútilmente la señora quiso imponer orden y tuve que calmarla nuevamente porque yo gozaba como una yegua de los lambetazos que me propinaba esa jauría. Me penetraron todos en forma muy desordenada, la sacaba uno y la metía otro, se peleaban por estar dentro de mí. Entre varios me levantaron y uno se acostó debajo de mí y me introdujo su pene mientras otro me levantó las piernas y también me enterró el suyo. Tenía dos inmensos penes adentro mientras que el resto me acariciaba y chupaba el cuerpo. No se como se las arreglaron pero en un momento tuve tres miembros metidos dentro mío, entrando y saliendo como desesperados. Yo tenía una contracción tras otras en la cola que casi me llevaron al desmayo, pero solo quedé muy mareado, flácido, entregado totalmente a esos treinta desesperados que me hicieron todo lo imaginable hasta que se vaciaron todos juntos dentro de mi, sobre mi y alguno dentro de mi boca.
Se fueron y temblando le dije a la señora que por un rato largo no entrara nadie. Ella me masajeó, me hizo beber su pócima y me descontracturó todo el cuerpo limpiando el semen que me cubría. Cambió el colchón y toda la ropa de cama porque era un chiquero de esperma. Me dejó descansar una hora, tal como yo le había dicho y me preguntó si quería seguir. Empecemos le dije pero esta vez me acosté boca abajo con la idea de dejar que todos hagan lo que quisieran sin gastar mis energías.
Ese día me penetraron ochenta lugareños, contando al señor de la mañana y seguramente me habían inyectado algo así como tres litros de semen. Me sentía relleno, hinchado y no bien se fueron todos me quedé en la cama sin levantarme hasta el otro día. Mientras dormía drené, por mi cola, una impresionante cantidad de semen que me enchastró nuevamente a mí y a toda la cama, cosa que, otra vez, le dio mucho trabajo a mi encargada.
Esa mañana vino el jefe, temeroso de que me pasara algo y me dijo que ese día hiciera otra cosa, si yo quería me daba un guía y todo lo necesario para hacer un pequeño safari a fin de cambiar un poco de aires. Le dije que si, creo que me hacia falta. Llenaron la bodega de mi lancha, de provisiones, cañas de pescar y todo lo que se necesita en esos casos. Me asignó como guías y guardaespaldas a los más fuertes y aguerridos del poblado y partimos remontando el río.
Casi al medio día los guías preguntaron si quería que asaran un pescado que habían sacado en el viaje e improvisaron un campamento con asador y todo lo necesario.
El pescado estaba exquisito y como llevábamos una gran cantidad de esa bebida de durazno nos quedamos de sobremesa bebiendo y hablando de cualquier cosa. Los guías contaban chistes que yo casi no entendía y se reían como locos, yo también me reía para no quedar como un “pajuerano”. Les pregunté si podía nadar y me dijeron que era muy peligroso y se ofrecieron para traer agua del río y refrescarme ya que hacia un calor espantoso. Acepté y me quedé vestido únicamente con el short. Ellos fueron hasta el río cuchicheando por lo bajo y a su vuelta me empezaron a mojar con las manos manoseándome todo el cuerpo, ya me imaginé en que terminaría aquello. Me mojaron, me derramaron agua y me secaron mientras yo les notaba un enorme bulto en los taparrabos. No se animaban a hacer nada ya que yo era el protegido del jefe, entonces puse varias mantas sobre la arena y me tiré boca abajo y empecé a bajarme el short.
Ellos miraban como hipnotizados y yo me hacia el distraído. Quería que, en caso de suceder, que sea una especie de violación y entonces continué provocándolos acariciándome los muslos, la cola, la entrepierna y haciendo como si ellos no estuvieran.
Yo percibía la ansiedad de los dos y seguí con mis caricias. Ya no daban mas, se habían mojado todo el taparrabos. Yo sabía que no podían aguantar y me metí los dedos en la raja. Los dos aullaron al unísono y se me abalanzaron desesperados. Uno me levantó la cola abrazándome por la cintura y en el acto me enterró brutalmente su pene hasta el fondo de mis entrañas. Lancé un grito por lo veloz que fue la penetración y eso los enloqueció del todo. Mientras este me desgarraba la cola el otro se puso a penetrarme la boca hasta la garganta. Me sentí como un pollo atravesado por la lanza de spiedo de lado a lado.
Entraban y salían de mi cola y de mi boca a toda velocidad hasta que el que tenia delante comenzó a gritar que se hacia y me ahogó en semen. Tuve que tragar rápidamente para poder seguir respirando pero derramaba tanto que se me escapaba por las comisuras de los labios a raudales. Al ver esto el que tenía atrás no soportó más y gritando y temblando como una hoja me inyecto tanto semen que sentí como se me hinchaba la pelvis con cada chorro que lanzaba. Estuvieron un rato lanzando gritos y esperma dentro mío hasta que se vaciaron, por lo menos eso era lo que yo creía.
Se quedaron quietos un rato y los dos me levantaron la cara y me zamparon un cariñoso beso.
Fueron a beber nuevamente mientras yo quedaba mareado, drenando sus jugos.
Pasó casi una hora y los vi acercarse y nuevamente mostraban terribles bultos y a uno se le escapaba el pene por debajo del taparrabos. Cuando llegaron cerca mío se lo atrapé y me lo puse a chupar con gran deleite. El otro, celoso, lo saco y también me lo metió en la boca, entre los dos casi me rajan los labios pero los chupé y chupé un largo rato hasta que los dos juntos eyacularon dentro de mí, a los gritos y temblando como locos. Los dos penes se sacudieron en un estertor y pensé: Ahora si se vaciaron. Pero me engañaba. Estos dos súper machos me estuvieron cogiendo hasta que se hizo la hora de volver. Yo estaba repleto de semen a razón de que habían eyaculado cinco veces cada uno y todas las veces dentro de mí. O sea que entre los dos me inyectaron como medio litro. Yo caminaba y perdía líquidos que, recorriendo mis piernas me llegaban hasta los tobillos. Me lavaron bien, me chuparon la cola para sacarme el semen y prepararon el regreso. En realidad no la pasé mal en absoluto. Fue un gran coito a cielo abierto, rodeado de pura naturaleza.
Cuando llegamos fui a mi “habitación choza” y me tiré a descansar. Cuando desperté ya era otra vez de mañana y se repitió la rutina de todos los días. Masajes, perfumes, exquisiteces y mi infaltable erección y excitación matutina.
Estaba bastante excitado y con muchas ganas cuando apareció el señor de todas las mañana y con su arte espectacular calmó mi ansiedad sexual, dejándome otra vez de cama y otra vez la mujer masajeándome para recuperarme.
Ya se estaba haciendo una constante y temía aburrirme porque la rutina es lo que menos me gusta. Intentaré cambiar horarios y la forma era quedarme hasta altas horas atendiendo a los “postulantes” así podía dormir toda la mañana. Le dije de los cambios a la mujer quien se lo comunicó al jefe y todo bien. Hoy comienzo
Ya era de tarde y comenzaron a venir los muchachos y me empezaron a penetrar de lo lindo. Se hizo la noche y seguíamos, ya habían pasado cincuenta y como venia la cosa faltaban otro tanto, pero ahora tenía toda la noche para ellos.
A la madrugada me estaba cabalgando un señor de más o menos 49 años cuando me quedé dormido. Lo hacia intermitentemente. Era hermoso despertar en medio de un coito, el tipo ni se enteraba y a mi me gustaba porque cada vez que despertaba lo retomaba con mas ganas y me gustaba mas y mas…
Una de esas veces que desperté tenia adentro a uno de muy gruesa pija y yo, excitado como si recién empezara a coger, lo tomé con ambas manos desde atrás y lo apreté contra mí, logrando que me penetrara algo más, sintiendo que llegaba a mis lugares mas sensibles y cuando eyaculó sentí todo ese esperma caliente entrando en mi, desparramándose en todo mi interior, provocándome un hermoso orgasmo anal que me sacudió entero y que él gozó como loco. Gratando, temblando y sacudiéndose hasta que se vació de su carga…
Ya estaba saliendo el sol cuando me penetró el último que quedaba en la lista. Lo hizo lentamente, casi cariñosamente, me gustó tanto que se la saqué y se la mame tratando de ordeñarlo. Se lo chupé un largo rato hasta que se le empezó a hinchar y largó tanto semen dentro de mi boca que casi me ahoga. Se lo tragué todo, sin desperdicio, hasta que quedó tendido y sin fuerzas, echado sobre la cama jadeando fuertemente.
Entonces me quedé totalmente dormido mientras la mujer ordenaba y limpiaba todo, incluido a mí. Se que me bañó, me limpió la raja, el pene y me quitó todo o parte del semen que tenia adentro de la cola y me masajeó. Yo ni lo noté ya que dormía como un lirón.
Cuando desperté ya era medio día y me trajeron los manjares de siempre. Al señor que venia todas las mañana le dijeron que venga después del medio día así que me quedé a esperarlo, no me lo quería perder…
Vino y me fornicó como de costumbre, dejándome sumamente satisfecho, mareado y con ganas de seguir cogiendo con todo el mundo.
Le dije a la mujer que ya dejara entrar a los chicos y así lo hizo. Ese día tuve orgasmos anales como una ametralladora, solamente me penetraban y ya empezaba a tener contracciones que me hacían temblar y largar leche sin control alguno. Sería el día o era que ya quizás era que me estaba acostumbrando a todas esas penetraciones y las gozaba cada vez más.
Ya hacia un mes que estaba en el poblado y me habían penetrado mas de 1.500 veces y me habían inyectado entre cuarenta a cincuenta litros de semen.
Mis formas sufrieron algunas alteraciones. Mi piel estaba mas tersa, suave y transparente, seguramente debido a la cantidad de semen que me habían inyectado. El estómago se me había “planchado” de tanto estar boca abajo, las caderas estaban más anchas y con mas curvas, los muslos más separados y rellenos, la cola más hinchada, ancha, redonda y parada y para que hablar de mi raja, que ya le entraban dos puños juntos sin esfuerzo alguno. Mis entrañas estaban tan estiradas que con muy poco esfuerzo las podía hacer salir de mi cola. Había tipos que me pedían que las sacara y se las metían en la boca y me las chupaban como terneros. Esa era otra fuente de goce para mí, me excitaba tanto eso que siempre terminaba rogando a los gritos que me penetraran.
Así pasó otra quincena y un día me hace llamar el jefe para comentarme algo. Me dijo que estaba criando un caballo de pura sangre y no quería que tenga sexo con una yegua ya que era muy sensible y podía salir lastimado y me pidió, si yo lo aceptaba, tener sexo con el animal. Me sorprendió lo extraño de la propuesta pero estaba hecha sin ninguna maldad y unas de mis fantasías siempre fue que me penetrara un caballo, así que acepté.
Me dijo que me cuidarían y ayudarían para que no me pase nada.
A la otra mañana me vino a buscar con dos ayudantes y fuimos al corral.
El bicho estaba nervioso ya que nunca había tenido sexo y estaba alzado. Me imaginé el “cacho” de pene que me iba a enterrar y ya empecé a excitarme.
Armaron un colchón a la altura del suelo y me dijeron que me acostara boca abajo.
Trajeron al animal y lo pararon arriba mío con las patas vendadas, a mis costados.
Le acariciaron el pene y en un minuto ya había sacado todo el “aparato”, era muy grueso y llegaba al suelo y chorreaba continuamente. Lo presentaron en mi raja mientras yo la abría con ambas manos y lo azuzaron suavemente para que se diera cuenta lo que tenía que hacer. El bicho habrá sentido que el lugar en que tenía puesto el pene estaba por ceder y se puso a empujar. No entraba y empujó y empujó hasta que con una especie de “flopp!” me enterró la “cabeza” de su miembro, haciéndome ver luces de todos los colores y me dio la impresión de que me abría al medio, de que me rajaba entero pero no, solo se me desplazaron un poco las caderas.. El animal siguió empujando mientras iba entrando lentamente en mí, dilatándome impresionantemente el orificio. Me fui abriendo, dilatándome totalmente hasta que enterró treinta centímetros de los ochenta que medía su pene, pero el burro pretendía meter más y empujó con mucha fuerza hasta que logró introducir otros diez centímetros y ya no hubo forma de que me entrara más.
Empezó a cabalgarme. Muy lentamente al principio y después cada vez más rápido y más rápido. Yo sentía como se movía esa cosa dentro de mí, entrando y saliendo, provocándome una contracción tras otra, haciéndome largar chorros de semen sin ningún control, hasta que se apretó con gran fuerza, se le endureció e hinchó totalmente el pene y casi levantándome en vilo, relinchando, temblando y sacudiéndose, comenzó a lanzar interminables chorros de semen que se escurrían hacia mi interior, inflándome todas las entrañas. Eso duró un rato largo y cuando ya no cabía más jugo dentro de mí empezó a salírseme por los bordes de mi raja bañándome los muslos y nalgas, formando un gran charco debajo, en el cual yo chapoteaba. Después se quedó muy quieto y comenzó a sacar de mí ese monstruo que me ensanchaba todo el cuerpo. Con el salieron, enfundándolo, partes de mis entrañas y me quedaron fuera, desparramadas sobre mis glúteos, chorreando semen hacia los cuatros lados. Yo estaba agotado de tantos orgasmos que me había provocado y casi desmayado no atiné a levantarme.
Desnudo y chorreando me alzaron en brazos y me llevaron a mi “habitación choza” y me depositaron en la cama donde la mujer me atendió sacándome la leche que aún me desbordaba, bañándome con una esponja y masajeándome con sus aceites aromáticos. Me acarició la raja hasta que se me desinflamó y volvió a su lugar, entrando otra vez en mí.
Pasé durmiendo un día entero. A la otra mañana se repitió la rutina de los masajes y los manjares, pero esta vez me sirvieron esa bebida de durazno que es exquisita y embriaga bastante.
En eso llegó el señor que era mi favorito y la señora lo quiso convencer de que se fuera, entonces le dije que lo deje quedar que yo tenia ganas. Se fue la mujer y el señor se me acercó y empezó a acariciarme. Era tan cariñoso y amable que me excité sobre manera y le rogué que me penetrara. Lo hizo haciéndome gemir de placer mientras el iba entrando en mi. Luego me galopó como solo él lo hace, provocándome un orgasmo tras otro hasta llenarme todo el cuerpo con su esperma. Cuando me lo sacó no lo dejé ir y se lo chupé hasta que me regaló otra vez su semen llenándome la boca de crema ardiente.
Ya era medio día y me quedé a esperar a los de la tarde. Comí alguna frutas y bebí ese manjar líquido.
Al rato empezaron a llegar los “clientes”, ese día habían cazado un bicho bien grande, lo supe por que escuchaba lo que decían y estaban festejando medio embriagados y querían coger como nunca. Y se me tiraron encima todos juntos. Me hicieron de todo y me metieron de a dos penes a la vez y me llenaron de semen en muy poco tiempo. Algunos lo hicieron dos veces. Estaban muy contentos y lo demostraban, habían “juntado” energía de sobra.
Cuando se fueron veo que estaban esperando muchos más. Los hice entrar en el acto y los disfruté plenamente a todos. Ya era de noche.
Al rato de haber quedado solo entró el jefe. A mi me extrañaba que no viniera nunca pero ahora vino y fue como si se abrieran las compuertas del semen. Que ricos e interminables orgasmos me regalaba!!! Me dejaba rebosante de semen, pleno, casi como lo hizo su caballo.
Esta vez, después que me penetró tres veces, se lo mamé con tal avidez y entusiasmo que lo hice eyacular otras varias veces más. Se fue vacío y temblando y yo quede masticando su jugo que eran muy espeso y rico.
En el poblado había muchos chicos menores y el jefe me hizo preguntar si aceptaba que ellos me hicieran “victima” de sus jóvenes embates sexuales. Le dije que si y me mandó como sesenta criaturas de no mas de 18 años. Le pregunté a uno que quería hacer y me contestó: Que me hagas gozar, soy virgen – Y como crees que vas a gozar mas? Pregunté y me dijo No se, como vos creas…
Entonces los hice entrar a todos juntos y me las ingenié para que todos tuvieran varios orgasmos, algunos en mis entrañas y otros en mi boca mientras yo les acariciaba su linda piel y besaba sus juveniles formas y cola. Creo que gozaron como no sabían que se podía hacer. Todos gemían mucho cuando tenían un orgasmo y también durante los juegos previos. Tuvieron más de ciento cincuenta orgasmos en todos lados de mi cuerpo y todos eran copiosos. Me gustaba calcular el semen “derramado” y me daba más de cuatro litros y medio, esta vez. Antes de irse, ya vacíos, dijeron que volverían todos los días. También, ahora, son mis favoritos.
Esa mañana desperté con extrañas ganas de comer semen. Pasé todo lo cotidiano y cuando vino el señor “matutino” me le prendí del pene y se lo chupé muy cariñosamente. Estuve así como media hora mientras el largaba jugos a raudales en forma continuada y me llenaba la boca. Me dije: Como será cuando acabe, que cantidad va a largar! Y esperé ansioso que lo haga.
De repente se hinchó dentro de mi boca y eyaculó. No lo hacia a los chorros, solo se derramaba lenta e interminablemente a borbotones de mucho semen que yo paladeaba y tragaba sumamente excitado. Estuvo largando semen un rato muy largo y yo tragando sin apuro, luego quedó dentro mío otro largo rato donde yo aproveché para besárselo y chupárselo todo y sacarle hasta la última gota que le quedaba.
Al rato llegaron todos los de ese día y yo les propuse que todos me acaben en la boca, eso era solo por hoy. Aceptaron y se pusieron en fila delante de mí.
Se lo fui chupando de a uno y cuando uno eyaculaba ya entraba otro en mi boca. Habré tragado mas de quince litros de semen y quería mas!. Les dije que me manden a todos los que encontraran y se fueron.
Comenzaron a venir en tropel. Eran como treinta de distinta edad y en seguida otros diez. Parece que ya le habían contado lo que pasaba porque se pusieron en fila delante mío con el pene en la mano, listos para el “trabajo”. Los masturbé, uno por uno y les bebí el semen. Ya era noche cuando despache al último. Ya era noche y durante todo ese día solo hice felatío, no me penetraron. Pero, seguramente habré tragado como veinte litros de semen.
Temía que me caiga pesado al estómago porque ese gel es bastante indigesto.
Se lo dije a la mujer y me dio una de esas pócimas de ella. No hubo complicaciones.
Al otro día dormí hasta muy tarde y me dejaron hacerlo. Cuando desperté la mujer estaba expectante y diligente me acometió con sus masajes y depilación, siempre estuve en duda de si lo hacia con placer. Finalizó y yo tenía una erección terrible y estaba muy excitado. Y llegó el señor de todos los días, era infaltable, tipo fuerte y hábil para hacerme gozar. Primero me chupó todo el cuerpo incluida mi cola y luego me penetró con cariño hasta el fondo de mi cuerpo. Llegó a mi final y siguió empujando con mucha fuerza, al rato de estar así comencé con mis orgasmos y a eyectar semen sin control. Una y otra vez me derramé sobre el colchón formando un charco que me hacia patinar. Y con toda premeditación no se movió, solo siguió empujando como para llegar a mi garganta y eso me excitaba más y más. Sentía dolor porque me estaba abriendo esfínteres a los que nadie había llegado, creo que era eso lo que se proponía. En eso sentí que algo dentro de mí cedía y entró mucho más. Se me había dilatado o desgarrado el último esfínter que me quedaba sano y yo me sentí pleno, rellenado por su carne y muy excitado y empujé para me siguiera desgarrando mas adentro y sentí que continuó entrando. El estaba quieto, solo empujaba. Parecía estar haciendo un exorcismo dentro de mí. Yo estaba mareado de tantas contracciones que me provocó, casi sin conocimiento y comenzó a hinchársele el pene en mi interior y explotó en una catarata de semen que invadió hasta el último resquicio de mis entrañas, impregnándome todo el cuerpo con su esperma. Sentí su regusto en mi boca.
Luego quedó quieto un rato mas drenando todos sus jugos y la sacó de adentro mío.
Quedé tendido, sin fuerzas, mientras sus jugos escurrían de mis entrañas.
La mujer vino en auxilio, haciéndome tomar una de sus infusiones y me masajeó todo el cuerpo, prestándole gran atención a mi raja que estaba exageradamente abierta.
Dormí hasta la tarde. A esa hora comenzaron a venir los “clientes” y seguí siendo penetrado hasta la noche. Perdí la cuenta de cuantos me sodomizaron ese día, porque aún estaba distraído por lo que me hizo gozar el señor aquel. Pero si sentía las entrañas hinchadas por la cantidad de esperma que me habían inyectado. Quizás fueron mas que nunca, quizás como ochenta hombres entraron en mí. Si fueron ochenta me habrán metido mas de treinta litros en mi cuerpo.
Al otro día me dirigí a verlo al jefe para preguntarle si podía tomarme unos días para ir a la Ciudad. Convinimos en tres días y partí en mi lancha.
Cuando desembarqué me dirigí al hospedaje de siempre pero noté que en el camino la gente me observaba con atención, no sabía porque. Me hospedé y cuando me vi. en el espejo me di cuenta del porque de la curiosidad de la gente. Claro, como no me iban a mirar!. Estaba vestido con unos short cortitos y mis muslos muy redondeados, desbordaban de él y mi piel era de un blanco transparente, como porcelana china y mis caderas estaban sumamente anchas y mi cola hermosamente redondeada y levantada. Era la más sexy de las mujeres de allí, pero tenía cara de hombre y seguramente mi piel, aún, emitía olor a semen.
Me cambié y fui al bar. De nuevo todos me seguían con la mirada y el dueño me dijo, que hermosas formas tiene Ud. Como lo hizo? No sabia que contestar y lo quedé mirando. A la noche estaba en la barra y se me acercaron tres individuos que no eran de la zona y entablaron conversación conmigo. Me invitaron tragos, chacotearon y nos fuimos embriagando sin darnos cuenta. Creo que era lo que ellos querían, yo les seguía la corriente. Al tiempo me dijeron que tenían un barco anclado en el muelle y me invitaron a ir a comer algo (Excusas, yo sabia lo que vendría)
Llegamos al barco, fuimos al bar del mismo, sirvieron varios whisky, pusieron música y me tomaron de la mano para llevarme a la cocina. Se la di dócilmente entonces tomaron mas confianza y me abrazaron mientras caminábamos. El mas arrojado me dijo: Que lindas forma tienes! – SI, dije, viste? – Nos dejas que las veamos sin ropa? – Dale les dije y comenzaron a sacarme los pantalones. Cuando llegó a medio muslo ya uno de ellos me estaba besando la cola y otro me había metido la mano entre los muslos y me apretaba la parte carnosa de ellos. Los dos respiraban fuerte, muy excitados. Terminaron de sacarme los pantalones dejándome desnudo de la cintura hacia abajo y me alzaron y llevaron a una cama inmensa y me acostaron con delicadeza. Los tres me besaban todo el cuerpo al unísono. Yo ya jadeaba, estaba entrando en el punto sin retorno de la excitación. Me di vueltas ofreciéndoles la cola desvergonzadamente, abriéndomela con las dos manos, mostrándoles mis entrañas, rogándoles que me vilen de una vez. Uno se “prendió” a mamarme la raja y ya no aguanté mas y grité: Cojanme ya por favor!!! Me sacaron la lengua de adentro, uno de ellos se subió arriba mío y empezó a introducirme su pene y yo a gemir desesperado.
Me penetró muy profundamente, la tenia muy larga pero no tan gruesa y entró como si mi raja fuera de manteca. Por los gemidos y algunos gritos que se le escapaban era de suponer que estaba gozando, plenamente de mí. Yo también…
Me “cabalgó durante una hora y media, entrando y saliendo mientras susurraba cosas incoherentes, hasta que gimió muy fuerte,. Gritó: Mi vida!!! – Mi amor!!! Ahhhhhh! y se derramó dentro de mí temblando como una hoja. Otra vez sentí su regusto en la garganta y la sensación de estar siendo “desfondando” , muy mojado e indefenso… Luego quedo un rato quieto, jadeando y besándome el cuello hasta que los otros lo sacaron y me cogieron varias veces, hasta la madrugada. Creo que quedaron vacíos porque de lo contrario hubieran seguido… Quedamos los cuatros tirados en el suelo, y nos dormimos.
Me desperté lleno de placer porque ya tenía uno de ellos adentro y me estaba cogiendo como si fuera la primera vez. Otro me chupaba el pene con muchas ganas y entre los tres me gastaban la piel manoseadome, frenéticamente, todo el cuerpo… Tuve un “ataque” de calentura y me moví y retorcí como víbora, gimiendo y gritando hasta que sentí que me inundaba de semen mientras yo tenía un fuerte orgasmo lanzando litros de leche a los cuatros vientos. Luego, los otros dos me introdujeron el pene en la boca y se derramaron hasta agotar sus reservas.
El resto del día no tuvimos relaciones pero quedamos en el barco, no querían que me fuera. Yo estuve desnudo de la cintura hacia abajo todo el día, tampoco querían que me vistiera y cada vez que tenían oportunidad me daban un tremendo beso en los muslos, cola o en cualquier zona de mi cuerpo, mientras me pasaban la mano muy morbosamente por todos lados. Sabía que estaban juntando ganas y semen y que en cualquier momento me iban a poseer a su gusto.
Ya estaba cerca la noche y les propuse que yo cocinaría algo muy rico. Ok, dijeron. Me fui a la cocina y preparé mariscos a la española, con salsa tabasco, así se enardecían del todo… Mientras estaba en la cocina, semi desnudo, vino uno sin hacer ruido y se me apoyó en la cola buscando mi orificio. Me introdujo su pene y me cogió ahí nomás, de parado. En esa posición me penetró tan adentro que me parecía sentirla en la garganta. Entraba y salía sacándome las tripas afuera y volviendo a meterlas cuando entraba. Que placer!!! Que lindo es hacerlo de parado!!! Lo rodee con mis brazos apretándolo contra mi y me retorcí y viboree tratando de sentirlo mas adentro, pero ya no tenia más. Estaba ansioso de que me haga doler, tendría que hacer lo mismo con el otro que la tenia más grande y muy larga. Me llenó de leche a la media hora de estar bombeándome y se fue dejándome cocinar.
Pasaron 20 minutos más o menos y vino el otro. Yo estaba ansioso por metérmela toda y apenas llego me puse de espaldas a él y me enterré su “aparato” apresuradamente y me apreté fuerte contra el y ahora si, la sentí muy adentro y me provocada un hermoso dolor que me ocasionó varios orgasmos seguidos. Yo le decía: COJEME!!! Siii COJEME MUCHO!!! ROMPEME TODO ADENTRO!!! NI SE TE OCURRA SACARLA MAS!!!!! AHHHHHHHHhhhhh! MAS!! MAS!!! MAS!!!
Eso lo enardecía y me apretaba con todas sus fuerzas y me la enterraba cada vez más, cuando mas me dolía más orgasmos tenía. Cuando se le hinchó porque estaba por acabar me apretó fuertemente y la metió todo lo que pudo y eyaculó con tal fuerza que sentí como un desgarrón cuando su semen pugnó para entrarme. AHHHH!! MI VIDA!!!! MI AMOR!!! Gritábamos al unísono, mientras me llenaba de leche… Y cuando la sacó, no lo deje ir, se lo manotee y lo chupé hasta que acabó de nuevo, esta vez dentro de mi boca y me tragué todo su semen…
Terminé de cocinar y los llamé para preparar todo y comer. Mientras comíamos, inesperadamente, me senté sobre el más pijudo, se la hice parar y me la enterré todo lo que pude, viboreando y retorciéndome para que no quede nada afuera de mí. Que hermosa cena tuve. Me inyectó mucha leche y me abrió extremadamente la raja.
Terminamos de comer cuando yo estaba siendo clavado por el otro, esta vez sobre la mesa, me cojio y cojio hasta que ya no le salía mas jugo, entonces me la saco, quedando yo ansioso por mas y mas. Suerte que esa noche me dieron, otra vez, con todo dejándome dolorida la cola porque a uno se le ocurrió meterme el brazo hasta donde llegara y lo sacó y metió miles de veces provocándome contracciones que nunca soñé tenerlas.
Será mi destino el que, donde vaya o con quien vaya o con quien esté o no se, el ser penetrado constantemente?
La verdad, no me molesta y lo que es más, me gusta…
Esos tres días de “vacaciones” fui penetrado continuamente y cuando vuelva al poblado lo seguiré siendo.
Cuando volví al pueblo me esperaba el jefe y así me lo hizo saber, “Que esta noche abandone todo lo que esté haciendo y venga a verme”.
Ese día solo me poseyó el señor de todos los días muy cariñosamente y después me dije que si yo me iba el no sabría que hacer con su vida. Dijo que pasaba el día y la noche esperando la oportunidad de estar conmigo. No supe que decirle…
Luego me tomó por su cuenta la mujer, con sus bálsamos y cosas, muy eficazmente porque sabía de mi cita con el jefe…
Ya noche fui a lo del jefe. Me esperaba instalado en una mesa llena de cosas ricas y el consabido brebaje de duraznos que fabrican ellos.
Me hizo sentar a su lado y muy diligentemente, el servicio, me atosigó de atenciones.
Al rato les hizo seña a todos de que desaparezcan y se me acercó y me dijo: Estuve luchando contra un sentimiento y no lo pude vencer. Lo quedé mirando. No te puedo sacar de mi cabeza desde la última vez que tuvimos sexo… Quedé mudo y lo miraba. Que decirle? Era el jefe… Me besó el cuello y me acarició los muslos. Tartamudeando dije. Y… Que haremos con eso? – Me miro, me besó los hombros y dijo. Abandona todo y vive conmigo… Bomba Uyyyy! Y ahora? – Si jefe, genial. Me gusta. Pero y el pueblo? Se matarán entre ellos. Que se maten! Dijo exasperado. Jefe, de ellos vivimos, no podemos… dije. No me digas mas jefe! Dijo enojado, dime cariño!. Íbamos cada vez peor… Está bien, cariño. Yo quiero pero debemos pensar que hacemos con la gente. Se nos va a terminar la buena vida y después? – Mira, dijo, ahora no hablemos mas de eso quiero cogerte toda la noche hasta sacarme ese ardor que tengo por vos y después veremos. Ven que ya me esta desbordando el semen! Y me llevó a una pieza espectacular, teniendo en cuenta el donde estábamos.
Me tiró a la cama, que era inmensa, me arrancó la poca ropa que yo llevaba, me besó y chupó integro mientras su pene me mojaba con sus jugos preliminares, me estimuló de una manera tan exagerada que comencé a gritar YA!!! POR FAVOR!!! COGEME!!!! COGEME!!! Y enloquecido, torpemente apresurado me penetró de una sola vez, enterrándome todo su órgano, haciéndome ver estrellas y luces de todos los colores, provocándome un exquisito mareo. Gimiendo desesperado me cabalgó como nunca. Mi mareo se fue incrementando hasta casi creerme drogado pero no, era el exceso de sensaciones lo que me producía eso. Mi cuerpo era vapuleado como un muñeco de trapo mientras me penetraba tan salvajemente. Eso duró todavía un rato hasta que aullando y temblando se descargó en mis entrañas con una andanada se semen que seguramente venia acopiando desde nuestro último encuentro. Quedo a mi lado, jadeando mientras yo drenaba por la cola el exceso de líquidos que me había inyectado.
A los minutos comenzó a acariciarme la espalda y la cola. No aguantó más y se subió sobre mí, me abrió la cola y me comenzó a absorber los líquidos que el mismo dejara. Lo hacia con fruición, gozando de sus propios jugos. Me abría la raja y metía dentro, todo lo que podía, la boca y parte de su cara, que ya estaba totalmente mojada. Luego subió con sus caricias por mi espalda, mojándomela toda. Me metió la lengua en la oreja, chorreando semen y me penetró nuevamente, ahora sin tanto apuro, pero igual me sobrevino el mareo provocado por la presión que me hacia su descomunal órgano y lo profundo y sensual de sus embates. Estuvimos así hasta la salida del sol. Yo estaba totalmente dilatado y más parecía una bolsa de semen y el una piltrafa humana!
Desparramados sobre la cama, semi conscientes y agotados, nos dormimos.
Me despertó la mujer y en el acto la emprendió con sus masajes y atenciones que, supuestamente, eran para relajarme pero que paradójicamente me excitaban.
Ya era tipo mediodía y en poco tiempo comenzarían a desfilar los demandantes de sexo. Comí lo mínimo porque recibir cincuenta o setenta, sino más, penes con el estómago lleno no solo era desagradable sino hasta peligroso.
Como siempre excitado por los masajes esperé la hora impaciente. Hoy no pude ver al señor de todas las mañanas entonces estaba con mayor expectativa sobre los que vendrían. Seguramente ya se me había formado un hábito o más bien un vicio el que me penetren tantas veces por día y quizas lo necesitaba.
Ya en mi lugar entró el primero, lo estudié, era alto, ancho, y el taparrabos se veía muy abultado. Por suerte todos o casi todos eran bien dotados porque no debe existir cosa más fea que es penetrado por un mini pene. Da la impresión de estar con un enfermo o un deforme.
El tipo no dudó en manosearme y tomándome de las piernas me dio vueltas en el aire poniéndome boca abajo. Se trepó sobre mí y me penetró con saña y placer. Mientras iba entrando gemía, a mi me gustó eso porque me indicaba que gozaba de mi cuerpo.
Bombeó dentro de mí por más de una hora, hasta que explotó en un gran orgasmo dejándome como recuerdo, la cola chorreando semen.
Luego comenzaron a penetrarme muchos, creo que lo hicieron sesenta y cinco más hasta que se hizo noche y apareció el jefe. Esta vez no venia por sexo sino a invitarme a comer con el,. Era un gran honor que el mismo jefe se molestara en buscarme para eso y se lo agradecí, sobre todo por la repercusión social de tal actitud.
Comimos cosas de río y otras exquisiteces. Prolongamos la sobremesa conversando de nuevas formas para entretener al pobre pueblo en su delirio sexual. Me di cuenta de que el jefe no quería que siguiese siendo la mujer de todos.
Habíamos estado como dos horas de sobremesa y bebido quien sabe cuanto de ese brebaje alcohólico, cuando me doy cuenta de que me esta mirando con lujuria. Sin perder tiempo le meto la mano bajo el taparrabos y encuentro su “monstruo” erecto y ya muy mojado. Le pedí que se siente en el borde de la mesa, lo hizo y emprendí a mamárselo. Me llenó de jugo, saladito y rico y él gozaba y gemía como si fuera la primera vez. Descubrí que tenia muslos regordetes y lampiños, nunca había prestado atención a ese detalle. Me gustó y se los besé y acaricié mojándoselos con sus propios jugos. Le gustó. De repente me abrió la boca con los dedos, me metió su “monstruo” otra vez y temblando y gritando me largó una andanada de semen, con tanta fuerza que traspasó mi garganta depositándolo directamente en mi estómago. Demoró un rato largo en vaciarse del todo mientras yo tragaba ese jugo caliente y espeso. Cuando dejó de gritar y eyacular, aún quedó un rato drenando dentro de mí. Yo quedé excitado, lamentando haberlo llevado al orgasmo, pero a la media hora de acariciarle el pene ya estaba otra vez en situación de uso. Sin palabras le ofrecí mi cola, abriéndomela con mis dos manos y me tomó de las caderas, me hizo sentar sobre el y me penetró profundamente. Grité por lo rápido que lo hizo y me dispuse a gozar del coito. Gocé como yegua. Cada vez que me la sacaba y enterraba me provocaba tan fuerte contracción que me hacía lanzar chorros de jugos. Me poseyó un rato largísimo hasta que explotó en un terrible orgasmo que me dilató totalmente todas las entrañas y me inyectó jugos hasta hinchar mis vísceras, mientras yo tenía un orgasmo impresionante, que me dejó semi consciente por un largo rato. Luego quedamos dormidos en las sillas. Agotados y felices.
Al otro día salí a caminar por el pueblo. Iba por el borde del mismo, una calleja lindera a la selva, cuando apareció el caballo que me había penetrado y no bien me vio se me tiro encima agiadísimo tratando de subir sus patas delanteras sobre mis hombros. Logró hacerme agachar y apuntó su temblequeante pene a mi raja y empujó hasta que me la enterró casi toda. Semejante embate me dejó sin aliento mientras mi cuerpo era vapuleado por la bestia en celo que intentaba meter cada vez más adentro mío su monstruoso pene. Lo tenía tan adentro que temí que me rompiera algo, pero lo más terrible fue cuando acabó. Lo hizo con tanta fuerza y me inyectó tanto semen que creí que me explotaban las entrañas. Estuvo largo rato dentro mío eyaculando y drenando sus jugos hasta que se vació y, lentamente, me fue sacando su “monstruo”, dándome un placer adicional cuando sentía que me succionaba todo al salir. Se quedó quieto, jadeando, con el aparato colgando a un tríz del suelo y chorreando. Aproveché para irme porque temía que quisiera hacerlo nuevamente y a mi me dolía todo el cuerpo..
Estoy convencido de que estaba escrito que yo, debía ser penetrado por todo el mundo. Porque a cualquier lugar que iba siempre había alguien o algo dispuesto a entrar en mí. No me disgustaba pero ya me asustaba ese destino.
Una noche abandoné temprano y les dije que vinieran a la mañana siguiente. Ya me aburría la rutina de horarios y cambiaría, aunque sea eso, por unos días.
Salí a caminar por el pueblo oliendo las irreconocibles fragancias que emanaba la selva por quien sabe que especies de flores que crecían por allí. Estaba en el camino lindero a la selva cuando sentí un murmullo y el movimiento de ramas y hojas. No había viento así que era otra cosa. Como era tarde, no había nadie. Al pasar salieron de entre la maleza tres lugareños pero por la forma de vestir no eran de este pueblo. Me hicieron señas de que guardara silencio, me internaron entre el follaje y dijeron, no grites ni digas nada, somos de un pueblo vecino y nos enteramos de lo que haces aquí y nosotros también queremos hacerlo. Yo les dije que hablaran con el jefe que si él lo permitía yo no me opondría. No les gustó y me tomaron de los tobillos y muñecas y me ataron boca abajo con las piernas muy abiertas, a cuatro arbustos. Me pusieron una bola de arena o algo así bajo mi pelvis y me abrieron la cola y me la chuparon hasta el hartazgo. Luego uno se subió arriba mío y me mostró su pene. DIOS MIO!!!! De grande que era ya era deforme. Era tan ancho como un brazo y del mismo largo y al mostrármelo se reía y decía, ahora si te va a coger un macho, jejeje, no estos maricas de acá. Ya veras!!! Dale. Si cogeme!! Le dije, pero gocemos juntos, nunca me entró algo así, es mas grande que la de un caballo así que hazlo lentamente y te dejo venir siempre. Eso lo entusiasmó porque me abrió la cola con las dos manos y lentamente me lo comenzó a enterrar… Me dolió un montón por que era exageradamente grueso y me lo metió y metió mientras yo sentía que me desgarraba todas las entrañas. Yo gritaba y ellos me tapaban la boca. Me revolvía como víbora, y me apretaba contra el suelo, tratando de que me entre mas lentamente. Me abrió tanto que me separó las caderas y los muslos, a tal punto que no podía moverme. Empujó un largo rato hasta que me le enterró entera. Entonces me toqué la cola y encontré que asomaban mis vísceras, habían desbordado y me colgaban alrededor de las nalgas, temblando e inflamadas…
Quedó un rato quieto empujando muy fuerte y al momento empezó a salir y entrar de mí. Al principio lentamente pero luego aceleró el ritmo hasta convertirlo en un ritmo endemoniado por lo veloz!
Yo sentía como se le hinchaba cada vez más y me abría más y más las caderas y me empujaba el estómago para arriba. Siguió como una hora bombeándome. Se le había puesto tan gruesa que salía a los tirones y al entrar se afinaba para luego expandirse dentro de mi. No quedábamos abotonados porque yo estaba muy dilatado.
Al tiempo comenzó a gemir cada vez más fuerte, luego a gritar: Ahhhhh! Mi vida!!! Mi amor!!!! Toma mi leche!!! Toma! Toma! Toma! Y cada vez que decía “toma” me inyectaba un gran chorro de una muy caliente crema y con tanta fuerza que me dilataba aún más y más. Pensé que se me reventaría algo.
Esa sensación de ardor, calor, presión y tantos roces, me aturdió a tal extremo que casi me desmayo y me hizo eyacular varias veces sin siquiera tocarme el pene. Mientras duró su orgasmo yo estuve en un estado de semi conciencia lanzando semen sin parar, junto con él. Aún cuando se vació yo seguía drenando y mi cola continuó abriéndose y cerrándose, como si aún estuviera entrando y saliendo de ella. Después que la sacó aún continuaba haciéndolo, pero ahora lanzando chorros del semen que me había inyectado. Quedamos los dos tendidos. Yo agotado pero feliz de haber “tragado” algo tan enorme. El estaba acostado de espaldas mostrando su “monstruo”, me dio ganas de chuparlo y así lo hice. Me metí en la boca su cabezota y comencé a succionar y a pasarle la lengua en todo su glade. Estaba un poco blanda, lo que la hacia mas “rica” pero se empezó a inchar aunque no se le ponia muy dura. Me llenó la boca de carne y empezó a gemir. Ya palpitaba dentro mio hasta que comenzó a derramar sus jugos, no a chorros, sino que era como una catarata que caia dentro de mí. Era saladito, rico y yo quería mas y no dejaba de chorrear. Me llenó la boca hasta que no podía respirar y tuve que tragar todo junto. Ese bolo de semen se escurría por mi garganta con bastante lentitud. Hasta que, con un gran estertor, dejó de derramarse.
Despues les tocó el turno a sus amigos que ya estaban a punto de eyacular. Apenas me la pusieron que ya les vino. No duraron 5 minútos los pobres.
Pero eso si, entre los tres me inyectaron tanto, que mi piel iba a oler a semen por mucho tiempo. Antes de que se fueran se las chupé también a los otros dos, vaciandolós muy prolijamente, tragandomé todos sus jugos.
Continuará…
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