Mis amigos y yo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por juguetooona.
Cuando terminé el instituto me mudé de ciudad para empezar la universidad. Vivía en una residencia de estudiantes, lo q me venía muy bien, pues teníamos q hacer muchos trabajos en grupo. Casi todos los alumnos eran chicos. Yo tenía tres compañeros de grupo: Juan, Alfredo y Roberto.
Un jueves del mes de mayo nos juntamos en la habitación de Roberto para preparar la entrega de un trabajo importante. Estuvimos trabajando hasta bien entrada la hora de la cena y aún no habíamos acabado, por lo que pedimos unas pizzas e hicimos una pausa. Roberto sacó una botella de vino. Yo no estaba acostumbrada a tomar alcohol, pero hacía calor y lo bebí agradecida. No sé cuántos vasos más tomé mientras comíamos, había perdido la cuenta y estaba borracha perdida. Yo estaba sentada en el medio del sofá, con Juan a un lado y Alfredo al otro. Roberto estaba en un sillón enfrente de mí y tenía una botella de champán en la mano.
-¿Con cuantos tíos te has acostado princesa? me preguntó Alfredo de repente.
Yo me eché a reír. No era virgen, había tenido un novio por un tiempo con el que había hecho alguna cosilla.
-Solo con uno -dije yo.
-Cuéntanos q te hacía -dijo Alfredo mientras se sacaba la polla y se empezaba a hacer una paja.
Yo me asusté y me quise levantar del sofá, pero Juan al otro lado me agarró diciendo: a donde crees q vas zorra. Me metió la mano debajo de la falda apartó las bragas y me hundió dos dedos en el coño. Sabía que eso iba a acabar mal, q me tenía q ir, pero el placer q sentía me impedía moverme. Alfredo estaba ahora de pié frente a mi y seguía masturbándose. Me abrió la boca apretándome las mejillas y me clavó la polla en la boca. Casi no podía respirar, su polla me llenaba toda la boca y cada vez q la metía me llegaba hasta la garganta. Juan me había sacado las bragas, abierto las piernas y estaba ahora comiéndome el coño. Me lamía entera, desde el culo hasta el chocho y clavaba su lengua en mi coño empapado. Roberto se había puesto a grabar la escena. En ese momento Alfredo se corrió en mi boca tan profundo que me atraganté con su semen. Juan cogió la botella de champán y empezó a pasármela por el coño. Me metía el corcho y lo sacaba. Iba empujando cada vez un poco más. Entraba el corcho y el cuello de la botella hasta dónde empieza a anchear. Alfredo empezó a acariciarme el agujero del culo, lo q me puso aún más cahonda e hizo q mi coño se dilatara. Ahora ya entraba media botella. Juan sacó la botella y metió dos dedos de cada mano y los separó todo lo que pudo.
-¡Menudo chocho más abierto tienes para haber echado solo un par de polvos!
Descorchó el champán y lo derramó sobre mí y dentro de mí y empezó a beber el champán de mi coño. Se sentó bajándose los pantalones y me colocó sobre él para que lo cabalgara.
-Agárrala fuerte le dijo Roberto. Tiró de mí hacia su cuerpo exponiendo mi culo.
Roberto cogió un poco de aceite y se untó la polla. Me la clavó en el culo y empezó a follarme como una animal. Ahora era Alfredo el q gravaba. Menuda sensación ser follada por dos enormes pollas. No podía aguantar más, me corrí gritando como una perra. Al sentir la contracciones de mi ano en la polla Roberto también se corrió y lo mismo Juan.
Antes de que pudiese recuperarme Alfredo me tiró en el sofá boca abajo y separó las nalgas. Se te ha quedado el culo bien abierto, me dijo, pero yo se que aún puedo abrírtelo más. Se untó la mano en aceite y empezó a trabajarme el culo. Metía los cuatro dedos en forma de lanza, forzando cada vez un poco más, hasta que entró la mano entera, yo no me podía creer q me hubiese entrado una mano en el culo. Los tres se reían a carcajadas mientras me gravaban tirada como una muñeca de trapo con una mano en el culo. Sacó la mano y me separó las nalgas de nuevo.
– ¡Tu culo parece un agujero negro! ¡Podemos verte el cerebro desde aquí! se reían.
Se untó la otra mano en aceite. Ahora metió las puntas de los dedos de las dos manos a la vez, avanzó con una mano metiéndomela hasta la muñeca, la retiró casi del todo mientras me clavaba la otra y estuvo dándome así durante varios minutos.
Yo ya no sentía ni dolor, estaba en trance. Me corría una y otra vez mientras ellos se masturbaban sobre mí. Cuando terminaron se pusieron a medir cuánto se había dilatado mi culo. Al poco se quedaron dormidos de la borrachera y el cansancio. Yo aproveché para vestirme un poco y marcharme a mi habitación.
Al día siguiente no fui a clase. Me moría de vergüenza. Por la tarde alguien llamó a mi puerta. Cuando abrí no había nadie en el pasillo, pero había un paquete en el suelo con una nota "Que lo disfrutes zorra". Era la cinta.
Todavía la tengo. Cuando estoy cachonda vuelvo a verla.
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