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Orgias, Travestis / Transexuales, Voyeur / Exhibicionismo

Por un seguro, fui a buscar una cogidita – Parte 4

Seguimos con la historia..
Por un seguro, fui a buscar una cogidita – Parte 4
Hola, aquí estoy de regreso con la cuarta parte de esta aventura morbosa. Después de salir de la casucha, cogida por dos machos y vista por el albañil, estaba agotada, mi culito chorreando leche. Me puse el plug para contener el desastre, mis mallas rasgadas apenas cubriendo mi cuerpo, y llamé al taxista que me había llevado al lote baldío. “Estoy cerca, en diez minutos paso por ti”, dijo. Cansada y llena de semen, me quedé dentro de la casucha, temblando de placer, hasta que llegó. Cuando el taxista me vio subir al taxi, su cara de asombro fue total. Pensó que me habían asaltado, con mi falda arrugada, las mallas rotas y el pelo desordenado. “¿Qué te pasó?”, preguntó, pero sus ojos brillaban de morbo. Le conté toda la aventura: cómo Diego y el cuidador me habían roto el culo, dejándome llena de leche. Mientras hablaba, noté su erección creciendo en los pantalones, un bulto enorme que me hizo mojar el culito otra vez. “Uff, qué rica zorrita”, dijo, dándose cuenta de mis ganas. Tomó mi mano y la llevó a su verga, dura y palpitante bajo la tela. Era de tamaño normal, unos 16 cm, pero tan caliente que me volvió loca. “Chúpamela, putita”, gruñó, y yo, feliz de tener otra verga, obedecí. Me incliné en el asiento trasero, el plug rozándome el ano, y le bajé el cierre. Su verga saltó, dura y sabrosa, con un olor a sudor que me prendió. La mamé por diez minutos, mi lengua recorriendo cada centímetro, sus bolas peludas rozándome la barbilla. Gemí como nena zorra, y él se corrió con un rugido, llenándome la boca de leche caliente. La tragué toda, saboreando su néctar riquísimo, mientras él jadeaba: “Qué boquita, perrita”. Me dejó en casa sin cobrarme el viaje, guiñándome el ojo. “En otra ya sabes cómo me pagas”, dijo. Yo, feliz, le sonreí, sabiendo que volveríamos a jugar. Llegué a mi departamentito, agotada pero cachonda. Me metí a la ducha para limpiar el semen y el desastre, el agua caliente corriendo por mi culito roto. Mientras me enjabonaba, mi celular vibró con un mensaje de Diego: “¿Putita, ya estás en casa?”. Respondí que sí, y enseguida me llamó. La conversación me dejó fría, pero excitada: —Hola, putita —dijo, su voz grave. —Hola, papi —respondí, con voz de nena coqueta. —¿O sea que te gusta la verga? —preguntó, riéndose. —Algo, jeje —dije, riéndome nerviosa. —Entonces mañana te espero en el mismo lugar. Tengo una sorpresa para ti, perrita. Colgó, y yo no cabía de felicidad. Ese día no sabía cómo alistarme para que Diego me dejara llena otra vez, siendo su puta feliz. Al día siguiente, me desperté temprano, desayunando café y pan, cuando llegó otro mensaje de Diego: “Hola, putita, en una hora te espero. Ya sabes dónde, solo entra”. Mi culito se apretó de emoción. Llamé al taxista, quien dijo que ya pasaba por mí. Me alisté como la zorrita que soy: un hilo negro que apenas cubría mi pene pequeño, unas mallas negras transparentes que marcaban mi culito redondo, un top rosa ajustado, medias blancas con liguero, y tacones de aguja. Metí mi dildo de 20 cm y mi plug en un bolso, y me puse el plug en el ano, gimiendo al sentirlo entrar. Mientras esperaba el taxi, me llegó un mensaje del taxista: “Estoy afuera, perrita”. Leer eso me calentó al instante, mi pene endureciéndose bajo el hilo. Salí, y ahí estaba: normal, pero súper atractivo esa vez, con una camiseta ajustada y jeans que marcaban su bulto. Me subí al taxi, y él, con una sonrisa morbosa, dijo: “¿Otra culiadita, zorrita?”. Que me tratara así me prendió demasiado. “Sí, papi, con el mismo macho de ayer”, respondí, coqueta. Él se rió: “Me encantaría verte siendo usada”. Mi mente morbosa tomó el control: “Yo feliz, papi. Si quieres, quédate y mira. Déjame entrar, y cuando veas que nadie más llega, acércate a la ventana. Es seguro, nadie te verá”. Llegamos al lote baldío, y el taxista hizo como que se iba. Entré a la casucha, y esta vez todo estaba silencioso, sin ruidos extraños. Me senté en la cama vieja, pensando que Diego me estaba jugando una broma. Mirando mejor, noté otro cuarto al fondo. Me levanté, curiosa, y ahí estaban: ¡los tres machos para mí! Diego, el cuidador, y el albañil, todos con los ojos brillando de lujuria. Resulta que el cuidador había hablado con Diego, y juntos invitaron al albañil para destruirme el culito. Yo, feliz, no podía creer mi suerte. Diego habló primero: “Hola, zorrita, pensé que no entrarías”. Le dije: “No me fijé en este cuarto la última vez”. Él sonrió: “Quería darte esta sorpresa, por eso nos quedamos aquí, para salir uno por uno. Pero tú, putita curiosa, nos encontraste. Ahora tienes cuatro vergas para ti”. Mi culito se mojó al instante. Diego ya tenía la verga dura, su vergota de 18 cm, peluda, con esos huevos grandes que me volvían loca. El albañil, con ropa más limpia, mostraba un bulto grueso, y el cuidador, ya erecto, tenía su verga de 23 cm lista. “Empieza por la mía, puta”, dijo Diego, sacándose la vergota. Me puse en cuatro en la cama, mamándosela con ganas, el sabor a sudor y meados prendiéndome al máximo. Movía mi culito, el plug asomando por el hilo, invitando a los otros. El cuidador no se quedó atrás: “Hola, putita, esto te gusta, ¿verdad?”, dijo, y empezó a mamarme el culito, su lengua lamiendo alrededor del plug. Grité de placer, mi pene goteando en el hilo, mientras el albañil miraba, excitado pero tímido, sobándose su verga gruesa. Diego jaló mi hilo, rompiéndolo, y dijo: “Miren qué culo sabroso tiene esta perrita”. Me puso en cuatro, y sin aviso, me metió su verga, dura y sin piedad, haciéndome gritar de dolor y placer. “Quiero cogerte como te cogió el cuidador, afuera”, dijo. Me quedé fría, pero excitada. Salimos los tres al lote, yo desnuda salvo por el hilo roto y las mallas rasgadas, ellos con las vergas afuera. La adrenalina de que alguien pudiera vernos me volvía loca. El albañil se quedó en la entrada, cuidando, mientras Diego y el cuidador me ponían en cuatro en la tierra. Diego me la metió, follándome duro, y el cuidador me puso su verga en la boca, sus bolas peludas golpeándome la barbilla. Era delicioso sentir dos vergas entrando, mi cuerpo temblando de placer. De repente, el albañil gritó: “¡Alguien viene!”. Era el taxista, que había vuelto. No pudo entrar porque el albañil lo detuvo, pero nosotros, más adentro, nos tapamos un poco con unas ramas. El taxista le dijo algo al albañil, y ambos entraron. Mi corazón latía de miedo y excitación. El taxista, al verme, dijo: “Qué rica puta tienen aquí, para destrozarla a vergazos”. Diego y el cuidador, al escucharlo, se calentaron más, sus vergas endureciéndose. Diego me dio más duro, su verga golpeándome el fondo, mientras el cuidador me follaba la boca, sus manos agarrándome el pelo. El albañil y el taxista se quedaron mirando, masturbándose, sus vergas listas. Diego gruñó: “Me vengo”, y me llenó el culo con un chorro caliente, su leche goteando por mis muslos. El cuidador se corrió en mi boca, dejándome llena de leche, el sabor salado inundándome. Pero aún faltaban el albañil y el taxista. El albañil me penetró el culo, su verga de 17 cm, gruesa, haciéndome doler pero gozar. El taxista me la metió en la boca, despacio pero profundo, hasta la garganta, su verga sabrosa llevándome a las nubes. Estuvieron así por 30 minutos, turnándose, mientras Diego y el cuidador miraban, sobándose las vergas, listos para otra ronda. Diego y el cuidador volvieron a cogerme, uno en el culo, otro en la boca, sin parar. No sé cuánto tiempo pasó, pero se hizo de noche.t Estaba llena de leche, agotada, mi culito roto y mi cuerpo temblando. Me despedí de Diego, y el taxista me llevó a casa. “Gracias, zorrita, esto fue increíble”, dijo. “Quiero lo mismo, pero tú sola para mí”. Sonreí, sabiendo que esto sería otro capítulo. Besos en la verga, papis.

Papis me bajaron mi cuenta de telegram

Les espero en mi X(Twitter):

Estoy como: @Danielasolitar1

https://x.com/Danielasolitar1?t=7YHuq5qk0BK0QPRQZZ4bWQ&s=09

80 Lecturas/8 julio, 2025/0 Comentarios/por danielasolatrans
Etiquetas: culito, culo, leche, metro, puta, putita, semen, viaje
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