PUTA, MADRE Y SOLTERA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por dulces.placeres.
PUTA, MADRE Y SOLTERA
Una rara forma de buscar un embarazo…
Empezaré por presentarme, mi nombre es Nataly, aunque todos me llaman simplemente Nati, tengo treinta y dos años.
Soy una mujer de pequeña contextura, diminuta, no llego al metro cincuenta, por cierto, mi mayor complejo, delgada, de rostro un tanto oval, de pómulos salientes, ojos café, tez morena y cabello negro a media espalda, que empieza lacio y se enrula naturalmente hacia las puntas, de pequeños pechos, soy de piernas cortas y un tanto robustas, con una cola saltona y grandota que se me hace desproporcionada para mi cuerpo y que obviamente llama la atención, aunque confieso que es lo que más me halagan los hombres con lo que me he acostado.
Soy una mujer sensible, una tanto loca, desprejuiciada, tenía trece cuando perdí mi virginidad y de ahí en adelante no paré más, me encantan los hombres, me encantan las vergas y me encanta que me cojan bien cogida, que me den duro, que me hagan gritar y me llenen de semen.
No quiero a un hombre, quiero a todos los hombres, dos veces estuve en pareja, ellos se enamoraron de mí por lo puta que era, y justamente, me abandonaron por el mismo motivo, por lo puta que era.
No sé, no encajo en ese estereotipo de mujer fiel, ama de casa, buena madre, mejor esposa.
Es que soy muy fantasiosa, me gusta todo lo relacionado con el porno y me excitan todas esas locuras que veo, y he llevado muchas a la práctica, me excita la posibilidad de ser descubierta teniendo sexo en lugares prohibidos, me gustan los extraños y las relaciones casuales con desconocidos, mover mi culo, provocar, mi trasero está disponible para quien quiera tenerlo, eso es lo mío, la vida es corta.
Diría que soy una chica muy putita, podría contar muchas historias locas, lo único que aclaro es que lo mío no son las mujeres, no me van esas cosas.
No, soy una buena hembra que se enloquece por una rica poronga llena de leche.
Hace ya unos años que tengo como hobby coleccionar fotos de vergas de mis amantes, de mis lectores, gente como tú, gente normal, no me importan tamaños, ni formas, ni colores, solo vergas.
Y algo que quisiera hacer algún día y no encuentro la forma es protagonizar una película pornográfica, locuras mías, pero me imagino en una escena con varios caballeros llenándome todos mis agujeros, bañándome con leche… bueno, vamos a la historia porque me estoy mojando demasiado al escribir todo esto…
En estos momentos estoy cursando mi octavo mes de embarazo, así que me acomodo un poco en la silla puesto que la panza ya me está molestando demasiado, se acerca el momento de ser madre, y lo curioso es como quedé embarazada…
Hace años ya que trabajo en una pequeña empresa contable donde soy empleada administrativa, dicha empresa queda lejos de mí domicilio y como no se conducir debo tomar un transporte público para llegar a él, y este colectivo pasa a cinco cuadras de casa, así que todas las mañanas a primera hora cuando aún está oscuro, emprendo la caminata, y vuelvo al atardecer, cuando cae el sol.
Esas cuadras a diario, las hago con mi uniforme de secretaria, camisa violeta, chaqueta negra y pollera del mismo color, ajustada a medio muslo, medias de nylon y zapatos tacos altos.
Además uso el cabello recogido, ya que es norma de la empresa, y esa es mi imagen diaria.
Ya hacía tiempo que había subido el ruedo de la falda algunos centímetros, con lo que mostraba un poco de más mis piernas, tengo bonitas piernas, y el caminar así esas cuadras al amanecer me hacía sentir muy puta, más cuando movía mis caderas de lado a lado.
Y había ‘pescado’ a varios curiosos, que terminaron levantándome para cogerme en algún hotelucho y hasta en algún asiento trasero del coche de turno.
En esas cuadras que camino a diario, había una vieja casa abandonada, que se caía a pedazos, era parte del decorado que veía día a día.
Y como es muy común en estos lugares, la compró una empresa constructora para demolerla y levantar un edificio de varios pisos, así que día a día pude notar todo un cambio, donde se amuralló el sector con chapas, donde llegaron maquinarias, donde llegaron materiales de construcción, donde llegaron incontables albañiles, de pronto todo se transformó y ese lugar frío, sombrío y abandonado tomo colores, se llenó de gente, de ruidos, de vida.
No hay motivo que lo justifique, nunca me atrajeron esos hombres de gimnasio, marcados, perfumados, casi perfectos, siempre se me hicieron más atentos a su propio ego que al mundo que los rodea, se me hacen histéricos y hasta maricas.
Lo mío siempre fueron los hombres normales, rudos, de trabajo, esos que la luchan día a día, de manos grandes y ajadas, esos que transpiran la camiseta, esos que no saben de frío, calor, lluvias, enfermedades, esos machos bravíos que están más cerca del hombre primitivo, y seguro esos tipos sin dudas, estarían construyendo el edificio.
Así fue mí día a día, cada mañana pasaba por la obra y los tipos estaban empezando sus actividades y no tardaron en empezar a decirme barbaridades, las que imaginen, silbidos, groserías, yo solo bajaba la mirada y sonreía, pero no dejaba de mover mi culo en forma provocativa y eso solo los embravecía más como abejas a las que le tumbaron el panal.
Y créanme que esa situación me enloquecía, era solo inundarme en jugos y deseo cuando me gritaban sus palabrotas, me imaginaba cogida por todos, y me masturbaba en soledad con ese posible cuadro, y cuando cogía con algún extraño solo pensaba en eso.
Imaginaba que pasaría si los enfrentaba, porque en manada eran todos muy hombres, pero que pasaría si estuviéramos cara a cara, uno a uno, serían tan hombrecitos?
Y sonará a locura, pero andaba con las hormonas exaltadas hacía un tiempo, se había despertado en mí el instinto materno, me empezaba a sentir vieja y quería ser madre, pero, no quería un hombre a mi lado, esto hubiera sido una cárcel en mi vida y yo nací para ser libre.
Que mi hijo tuviera un padre sonaba a compromiso, aunque no hubiera amor, yo sabría quién era y eso crearía en mi cabecita un conflicto, así que lo pensé, lo pensé y lo volví a pensar, sonaba loco, pero por qué no?
Esperé a mis días fértiles, sabía que estaba ovulando y hacía algún tiempo había dejado de lado mis pastillas, y era el momento de hacer realidad mi fantasía.
Pedí el día en el trabajo, aduje un compromiso.
Esa tarde estaba en casa sumamente excitada, sentía latir mi vagina, estaba empapada y me masturbé tres veces, incluso la última vez usé una zanahoria enorme que tenía en el refrigerador.
Me preparé la ropa para el día siguiente, un conjunto de encaje, la misma camisa violeta y chaqueta negra de cada día, solo cambié la pollera, tomé una ajustada de licra, minifalda, en esta ocasión todas mis piernas quedarían desnudas y visibles, también elegí otros zapatos, unos con tacos de veinte centímetros, para verme más estilizada y provocativa.
Me costó conciliar el sueño, me desperté varias veces en la noche y esas horas se me hicieron eternas.
Me desperté antes que suene el despertador, como cada mañana, mi reloj biológico está bien aceitado.
Pasé por el baño y preparé la tina con agua tibia, tomé unos minutos en una placentera inmersión, me envolví en mi bata y me sequé el cabello ante el espejo.
Me veía reflejada y me sentía dispuesta a matar, había llegado el momento…
Desayuné liviano, apenas una infusión con un par de masitas dulces, estaba ansiosa.
Fui al dormitorio, me calce el delicado conjunto de encaje, abroché la camisa, luego la minifalda y me subí a los zapatos, en esta oportunidad dejé de lado las medias de nylon ya que molestaría en mis objetivos, volví al baño, me recogí el cabello como cada mañana, me pinté los ojos, los labios y un toque de rubor en los pómulos, perfume y lista!.
Pesé por el dormitorio por última vez, fui por los largos pendientes, la cartera de mano y la chaqueta, me miré al espejo y sí, me veía muy puta, mis piernas estilizadas por los tacones y el culo regordete que era apenas cubierto por la minifalda.
Salí como cada mañana, decidida, directo a la obra en construcción, hacía bastante frío y sentí los pezones levantarse bajo el sotén y viento helado escurrirse entre mis piernas para chocar justo en mi argolla caliente, llegué con un a disimulada sonrisa, los tipos ya estaban con sus preparativos de costumbre y de inmediato atraje la atención, empezaron con sus piropos zafados cuando de repente cambie de dirección y me metí de lleno en medio de la obra, ingresando tras esos muros de chapa que separaban el incipiente edificio de la acera de tránsito diario, esto desconcertó a los machos que se quedaron mirando boquiabiertos, me metí más y más, entre arenas y pedregullos observando ese lugar desconocido para mi donde solo había hombres, de pronto una vos me gritó
Señorita! Señorita! Por favor, deténgase, no puede pasar!
Me detuve, giré la cabeza, varios tipos me miraban desconcertados, conté unos quince al tanteo, el que me había hablado parecía ser el capataz ya que tenía el casco de diferente color al resto de sus compañeros, un tipo rubión de gruesos bigotes, con un cigarro colgando de sus labios por el que largaba humo sin parar.
Miré el entorno, mis negros zapatos estaban grises por el polvo del lugar, me reí por dentro, ahora me trataban de ‘usted’ y me decían ‘señorita’ cuando día a día ‘puta’ era lo más suave que me gritaban, entonces respondí segura y amenazante
Todos los días, cada día, me tratan como puta, y la verdad es que en manada son muy hombres, pero quiero ver quien se anima a cogerme, uno a uno, mano a mano, claro… excepto que sean maricas…
Ellos estaban perplejos, mudos con sus quijadas marcadas, sin saber qué hacer, congelados.
Fui sobre una columna dándole las espalda en todo momento, apoyé mis manos en ella, abrí bien mis piernas sobre los finos tacos, levanté la pollera dejando mi culo casi desnudo, apenas cubierto por la tanga y me di un chirlo en unos de los cachetas, y los volví a provocar
Vamos! No eran ustedes tan hombres? quiero que me cojan toda y están parados como estúpidos, vamos! vamos!
Y en cada palabra meneaba el culo hacia atrás.
Al fin, el que yo adivinaba como encargado pareció dar el primer paso, dubitativo se acercó a mí, incrédulo de lo que veía y de mis palabras, pensando que en algún punto esto era broma y que la limosna era demasiado grande.
Llegó a mis espaldas, sentí en mi nariz una bocanada de humo de su cigarro, una mano apretó mi nalga y viendo que yo no mordía se entusiasmó con el juego, entonces como en esas películas porno que tanto me excitaban le dije
Dale, cógeme toda, lléname de leche, tendrás el honor de ser el primero…
Presentí como el tipo sacaba su verga y luego apartaba a un lado mi tanga, estaba empapada en jugos, saque más culo, cerré los ojos y me preparé a recibirlo.
Su verga entró limpia, completa, hasta el fondo, y empezó a moverse en mi interior, empuja, empuja, empuja, como un toro bravo, y en cada empuje largaba una exhalación de humo, empecé a gemir, un poco por placer, un poco para calentar a los espectadores de lujo que observaban en silencio y pronto tomarían su lugar.
Y empuja empuja, pronto su miel de hombre llenó mi sexo, fue tan hermoso como loco, y sentí los bigotes del tipo apoyarse en mi nuca, como tratando de recobrar el aire, entonces en un tono un tanto ofensivo le dije
Terminaste? Entonces deja el lugar a otro…
Y alguien más me tomó por asalto, la segunda verga me penetraba mientras yo permanecía impávida, era tan rico! uno a uno fueron pasando por mi sexo, alguno arrancó mi tanga, alguno me mordió el cuello, alguno pasó sus ásperas manos por mis tetas, alguno olía a sucio, alguno a alcohol, alguno olía bien…
Y no sé si todos se animaron, pero sé que más de uno repitió, conté una a una las vergas que me penetraron, fueron veinticinco en total…
Y a medida que lo hacían sentía como me desalineaba, aunque todo el tiempo estuve parada con las piernas abiertas y mis manos sobre la columna, el manoseo de esos animales pronto ensució toda la chaqueta, y toda mi ropa, y en un par de horas más que una secretaria contable parecía una mujer albañil…
Poco a poco mi concha fue colmada y empecé a sentir como esa mezcla de semen escapaba de mi agujero y empezaba a correr por mis piernas, al final había bajado hasta mis zapatos…
Cuan se saciaron y yo misma me sacié de vergas y de leche dimos por terminado el juego, los rostros de esos extraños aun denotaban incredulidad y asombro, me sentí una diabla por dentro y no pude evitar reírme mordazmente…
Me dieron unos trapos sucios para que me limpiara un poco, el tipo de bigotes, el primero que me había cogido me invitó que pasara nuevamente a saludarlos el día siguiente, pero para mí la historia terminaba en ese momento, había cumplido mi fantasía y las segundas partes nunca son buenas.
Me acomodé lo mejor que pude y volví rápido a casa para darme una nueva ducha, esta vez, con la esperanza de estar embarazada.
A partir de ese día cambié el recorrido de mi caminata diaria, nunca más pasé por esa edificación, aunque alguna vez sentía las maquinarias trabajando desde casa, cuando con los ventanales abiertos tomaba alguna infusión.
Y como empezó la historia, adivinarán que efectivamente quedé embarazada ese día de algún extraño, alguno de esos hombres de la construcción será el padre de mi hijo, quien? No me interesa…
Si te gustó esta historia y eres mayor de edad puedes escribirme con título ‘PUTA, MADRE Y SOLTERA’ a dulces.
placeres@live.
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