SABRINA: Pagando por una perra (4 de 4)
¿De cuántas formas se puede usar una perrita?.
—Es mi turno, quítate.
Un empujón a Luis hicieron que se la dejara ir de nuevo entera y de golpe a la quinceañera, haciéndola gemir y contraer las piernas, pero las correas la sujetaban con fuerza, sin embargo, a Luis le encantó sentir cómo le apretaba ese coño y se corrió dentro de ella sujetándola de la blusa como a una yegua de las riendas. Al sacar su polla flácida el coño de Sabrina se derretía con una gota de semen que escapaba de su interior, Luis lo tomó con la polla y dio la vuelta para llegar a la cara de la perrita y bajarle la bandana de la boca.
—Abre la boca —ordenó, y Sabrina sonrió abriendo su boca que tenía un pequeño corte en el labio inferior por los golpes de Narciso—. Chupa. —Ella lo hizo muy obediente, introduciendo ese falo dormido en su interior y probando la leche que ahora también tenía en el coño, mientras en su espalda alguien más entraba en ella, una pequeña y delgaducha polla—. ¡Eso! ¡Ésta es una perra, señores! ¡¿Quién le quiere coger la boca?!
Se animaron los ánimos en la fiesta mientras se quemaba mariguana en un rincón, humeando la casa entera. Luis se apartó para dejar que uno de los vagos del barrio con sus pantalones y camisetas flojas se acercara para ponerla a mamar, otro le arrancó la camisita como antes lo había imaginado y la dejaron desnuda, siendo manoseada por al menos tres pares de manos.
—¡Denle la vuelta! —gritaron a un lado.
Se apresuraron a desatarle las manos y las piernas, la cintura fue lo último que soltaron pero fueron las únicas correas que le quitaron, las demás las volvieron a atar cuando la voltearon y dejaron de piernas abiertas. Alguien destapó una botella de champaña y se la vertió encima empapándole el cabello y la piel, brillando con las burbujas que la cubrían. Se soltaron a chuparle las tetas y el coño buscando el sabor de la bebida mezclada con sus jugos para seguirla cogiendo por la boca y el coño al mismo tiempo.
Pese a los magreos nadie había logrado hacer correr a la perrita, tras media docena de lefadas en sus tetas, coño y boca. Sin embargo, Sabrina estaba en un estado de éxtasis y cuando alguien le levantó el rostro y le instó a hacer una «o» con sus labios ella obedeció y fue el mismo Joelito que caló un porro y le echó el humo en la boca.
—Quien diría que en el mismo día te estaría cogiendo por la boca y por el coño, perrita. —¿Joel la había cogido ya? No sabía, sólo sabía que las pollas llegaban y venían y su coño estaba empapado. Una de sus canciones favoritas sonó en los parlantes y ella la reconoció, agitada se intentó soltar—. ¡Eh! Tranquila perrita.
—Quieta perra que ya casi te echo la leche, te voy a preñar, perra.
—Acabale dentro —instó Joelito, fumando su porro y magreándole las tetas—. ¿Quieren que te echen la leche dentro, perra? ¿Qué te preñen esta noche?
—Quiero bailar —dijo ella en un murmullo, luego rio como una lunática, moviendo las caderas con una polla dentro. Cuando giró a ver quién la cogía se dio cuenta que era Casimiro, disfrutando de su cuerpo y sujetando su cintura mientras ella se movía.
—Qué rico te mueves, perra —dijo Casimiro, palmeándole las tetas, sacudiéndoselas—. ¿Quieres que te preñe también, sobrinita?
—Préñame, Casi, dame tu leche dentro.
—Acabale dentro que esta perra está sedienta de semen. Joel le soltó la correa del lado que se sujetaba a la mesa y la dejó bajar las manos pero Casi la sujetó del cuello cortándole la respiración de presto—. ¡Eso, dale! ¡Dale duro! —Con la otra mano la sujetó de la cintura y la cogió fuerte y rápido una y otra vez haciendo que el sonido de sus sexos chocando se escuchara sobre la música. Con un gruñido el medio ciego se corrió dentro de la perra, que ya se iba poniendo roja por la falta de aliento, la soltó y la dejó retomar aire—. ¡Más leche, perra! ¡Abre la boca! —Joelito se apartó manteniendo control de sus manos sujetando las correas, otro de los vagos se pajeó en su cara y se corrió en su boquita rosada—. No te la tragues, levántate —ordenó el encargado de la tienda, la haló de las cuerdas sentada en la mesa, le soltó las piernas y le dijo que se arrodillara en la madera, quedando a suficiente altura para que en la sala vieran a la perra levantarse—. Enséñales la leche, a ver. —Abrió la boca a los invitados que le echaron cerveza en la espalda—. Trágatela. —Lo hizo y volvió a sacar la lengua para probar que se lo había tragado—. Baila para nosotros, perra.
Como en muchos de sus tick-tocks, Sabrina empezó a mover sus caderas y agitar sus tetas desnudas, donde empezaron a echarle porras y a decirle qué hacer en sus movimientos, twerks que hicieron que el semen saliera de su coño y se deslizara por sus piernas.
—Tu sobrina ya está perdida —dijo uno de los compañeros de trabajo a Narciso, viéndola bailar encima de la mesa—. Te la coges tú también supongo, ¿no?
—¿Cómo crees que sé que era una perra en potencia? —respondió él, fumando su cigarrillo. Ambos usaban el uniforme de la fábrica, Gerardo era fuerte pero en mejor forma que él, tenía una barba negra espesa y la piel canela—. Casi y Lore se la comen también desde hace rato, está bien atendida pero, ya ves, las perras nunca obtienen suficiente sexo.
—Qué rico sería tener a mis hijas dándome plata así —meditó Gerardo. Ambos se vieron como si tuvieran una idea que más tarde llevarían hasta formar un plan.
Ciso llamó con un gesto a Lorenzo que estaba disfrutando a una de las zorras de la fiesta, ninguna como su sobrinita. Sabrina el centro de atención, el espectáculo de la fiesta. La quinceañera se bajaba de la mesa y dejaba que Joelito le quitara las correas de las manos para ponerle una correa de perro en el cuello y una cadena de la que él mantuvo control. La puso a bailar sobre su padre, frotándole sus tetas en la cara, posterior a esto la hicieron mamarle la polla a Antonio mientras dormía y todo quedaba documentado en varios teléfonos celulares.
—¿Y si comenzamos con la segunda parte ya?
Lorenzo sonrió.
—Yo encantado. ¡Denme a la perra! —gritó al dirigirse a donde la multitud se acumulaba esperando turnos para repetir. Ninguno sabía o le importaba si la quinceañera actuaba como una puta porque lo era o por la droga, todos disfrutaban poniéndola a mamar o cogiéndola hasta correrse dentro de ella, haciendo apuestas para ver quién lograba preñarla—. Aquí, le voy a coger el culo junto a su padre.
Joelito haló la correa con fuerza e hizo que Sabrina se tambaleara y saliera del regazo de su padre para caer al suelo, con risas sinsentido gateó unos pies hasta Lorenzo que esperaba con las piernas abiertas y su pene fuera del pantalón, la guió a tirones hasta que la puso a mamar conservando el joven universitario el control de la perra.
—¡A ver, que una de las zorras le prepare el culo! —ordenó mientras Sabrina se metía su verga en los labios y una vez dentro jugaba con su lengua alrededor de su frenillo—. ¡Uff! Que rico lo chupas, perrita, ¿quieres que la meta en el culo? —Ella asintió con la verga en la boca, y sus huevos en la mano, masajeándolos con sus manitas pequeñas y suaves—. Abre las piernas para que te coman el culo.
La quinceañera obedeció como buena perrita y pronto sintió una lengua en su oscuro ano paseándose y llenándolo de babas, mientras ella se metía una verga lo más profundo que podía en la garganta la zorra le metía un dedo a ella y su esfínter se aflojaba lo suficiente para dejarlo entrar pero pronto lo apretaba y succionaba. Sabrina chupó las pelotas de Lorenzo y lo pajeaba con deseo, viendo la cámara y los flashes que la enfocaban mientras era usada como una perra. La zorra le metió dos dedos y ella sintió la necesidad de lanzar un gas, lo anunció y la zorra sacó los dedos para abrirle las nalgas y dejarla sacar el aire, luego, sin asco, dirigió su boca al orificio para penetrarla con la lengua y escupirle, volviéndola a penetrar con sus dedos.
—La perra ya está dilatada, quiere verga —anunció la zorra, apartándose para que Joelito afianzara la cadena y la apartara de Lorenzo, haló la cadena tan alto que la quinceañera tuvo que ponerse en pie y luego de puntillas para que no le ahorcara.
—¡Eso! ¡Así se entrena una perra! —celebraba Joel, volvió a dejarla descansar sobre la planta de los pies—. Respira y ¡otra vez! ¡Arriba! —Volvieron a obligarla a ponerse de puntillas y a golpearle las tetas.
—Ya, ya, abre las piernas aquí —señaló a Antonio dormido en el sofá—. Te voy a desvirgar el culo sobre tu papá, perra, mientras ves su cara.
Obediente, Sabrina colocó una pierna a cada lado de las de su padre, alzando el culo que ya lo tenía rojo y adolorido de tanto azote pero la mariguana que se renovaba en el aire la hacía olvidarse de todo, respiró el olor a sudor y vómito de Antonio y besó sus labios sintiendo un morbo increíble al hacerlo. A su espalda, Lorenzo le escupía el ano y abría sus nalgas para acomodar su polla y empujar despacio hacia el interior de la perra, pero estaba muy estrecha.
—¡Cógeme! —gimió ella, abrazada a su inconsciente padre, con Joelito frente a ella y al otro lado del sofá, bien sujeto a la correa—. ¡Rómpeme el culo!
—Métesela, la perra quiere verga —instó Joel, calando un porro y volviendo a compartir el humo a través de un beso. Lore se esforzó y empujó hasta lograr que el esfínter se abriera a su capullo y se volviese a cerrar sobre él, apretándolo deliciosamente y succionándolo hacia dentro. La perra estaba cooperando—. Dale, métesela, ¡coge a la perra!
Una cachetada la hizo girar la cara hasta volver a ver de frente a su padre, pero Joelito la tomó de la mandíbula para obligarla a verle otra vez. ¡Plaz! Otra cachetada la hizo girar de nuevo.
—Buena, perra, buena perra —decía con las repetidas cachetadas mientras Lorenzo sudaba metiéndosela y ensartándola—. ¿Te gusta que te cojan por el culo?
—S-Sí… —gimió ella, que no había pronunciado mucho en toda la fiesta. La siguiente cachetada no fue tan inofensiva, Joelito la golpeó en serio, pero no le importaba.
—Las perras no hablan, ¡ladra, perra! ¡¿Te gusta que te cojan por el culo?!
—¡Woof, woof! —respondió Sabrina la perrita.
—¡Eso! ¡Ya está mejor entrenada! —se rio Joelito, luego se aproximó a ver cómo entraba la polla entera de Lorenzo en su apretado culo y éste suspiraba con placer—. Ahora sí, te van a coger como te mereces, perra. ¡Cogetela y déjale el culo lleno de leche a la perra!
La cinturita pequeña de la quinceañera y su culo abundante hacían una figura de corazón perfecta y con cada empellón de la verga de Lorenzo se agitaban sus carnes.
—Dame la correa —gruñó Lorenzo mientras una gota de sudor corría por su barbilla y resbalaba hasta llegar al culo de la adolescente. Sujetó la correa con fuerza y la espalda de Sabrina se arqueó, le soltó la cintura y comenzó a cogerla sin apoyarse de nada más que de la correa—. Así, perra, así.
Antonio, si abriera los ojos, vería a su hijita de quince años ser cogida duro por su mejor amigo y correrse, derramando tantos jugos para empapar el pantalón de trabajo de ambos. Chillaba y aullaba como la perra en que la habían convertido y pedía más verga aún si no podía ver nada, sólo pequeñas luces sobre un fondo negro, dejándose coger por el culo y ser manipulada de la correa.
La sacaron de encima de su padre y no se dio cuenta cuando estaba en el suelo con la cabeza sobre la mugrienta alfombra y el culo en pompa. Tenía una bota presionando su cabeza, era Joelito que había recuperado el control de la cadena y se había sentado en el otro sofá junto al inconsciente viejo Catarino y se fumaba otro porro viendo a Lorenzo cogerla por el ano.
—¿Qué dices, Catarino? ¿No es una buena perrita Sabrina? —El universitario eterno estaba tan drogado que no se daba cuenta que el viejo estaba inconsciente, nadie recordaba que había sido noqueado desde el principio—. ¡Perra! —bramó, escupiéndole en la cara—. ¡Cojámosla entre los dos!
Lorenzo no estaba muy feliz pero cuando Joel haló la cadena no tuvo de otra que sacarle la verga a la nena y ayudarla a ponerse en pie, se abrió de piernas sobre el encargado de la tienda y se metió su verga solita sin decir nada.
—¿Te gusta mi verga, perrita?
—¡Woof, woof!
—Eso es, buena perrita. Toma tu premio. —Caló de su porro y le dio el humo en la boca, manteniéndola bien drogada, se inclinó a comerle las tetas mientras sentía a Lorenzo acomodarse detrás de ella para volver a clavársela en el culo, ahora las dos vergas entraban en ella, aunque con dificultad—. ¡Esta perra ya está bien entrenada! ¡Sabrina la perrita!
Con las dos vergas en su interior la nena sentía un nivel nuevo y completo de placer que no tardó en llevarla a tener un orgasmo potente que la dejó inconsciente en los brazos de Joelito, y éste al sentir que se contraía su interior y cómo parecía querer extraer cada gota de su semen, se corrió dentro de su vagina con la esperanza de preñarla mientras Lorenzo le hacía un relleno anal de crema blanca.
No fueron los últimos, una vez abierto el culo de la quinceañera se abrió también una experiencia de mercado nueva de la que Narciso sacó mucho provecho. El único que no logró disfrutar de la perrita en la fiesta fue Catarino que despertó por la tarde en el jardín de la casa, desnudo y también con una pasta blanca emergiendo de su ano.
***
¡Hola, Emma aquí!
Les comparto la parte final de la historia de Sabrina, una perrita, ahora sí, bien entrenada. Ya conocimos a Rabanito, Angelito y Sabrina, atentos para conocer de unas hermanas muy especiales, pero si no querés esperar podés visitar mi Patreon: @Emmareyrey
Un besito en lo más obscuro de tu ser,
Emma.
Acabo de dar por casualidad con tus relatos, , dios como me ponen ufff no si si la tremenda corrida se la dedico a la escritora o a la perra que salió con un poco de droga
Te felicito espero que sigas escribiendo como lo estás haciendo, con ese vocabulario soez que a tantos nos gusta y espero que en algún momento esa oerra se quede preñada y ummmmm…..lo dejo a tu imaginación
Hola Emma, deliciosos tus relatos, me han sacado mucha leche y ojalá sigas publicando así de estos.. me encantan